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Tarde entre Cócteles del Mundo o cómo recorrer el planeta en 4 cócteles

Taller de Cócteles del Mundo en Cocktail Shop

Un auténtico viajero utiliza todos los sentidos para impregnarse de su destino vacacional o de su sueño viajero. A través de la gastronomía de un lugar podemos rememorar en nuestro cerebro, anécdotas, imágenes y deliciosos recuerdos. Por otro lado hay cocinas del mundo que te transportan a la historia de un país, su cultura ancestral o su revolucionario pasado. Así que cuando entré en Cocktail Shop para participar en su Taller de Cócteles del Mundo, supe que además de pasármelo muy bien, iba a recorrer el planeta a través de 4 deliciosos cócteles.

En el Taller de Cócteles del Mundo aprendes a elaborar los cócteles y te puedes beber los cuatro que hayas preparado, así que mi recomendación es: hazlos bien y toma nota de lo que diga el barman que guía el taller y no lleves el estómago vacío o saldrás con un buen viaje. Abróchate el cinturón que comenzamos.

Cocktail Shop y Spritz

Nos vamos a la hermosa Venecia con un Spritz
Dicen que el Spritz lo llevaron los soldados austriacos a Venecia y que para bajar su grado alcohólico lo mezclaban con agua con gas. Spritzen significa chapoteo, así que no sé yo si muchos soldados acabaron metidos en un canal veneciano tras la ingesta alcohólica. Se puso de moda gracias a una campaña publicitaria en el 2008 de la marca Aperol. Es ideal como aperitivo y puedes recordar su preparación con un fácil: 3, 2, 1 (cava, aperol, agua con gas).

Cocktail Shop nos recomienda utilizar un vaso rocks (27 cl. Altura 8,9 cm. y Ø 8,2 cm) o tumbler bajo (vaso de whisky) lleno de hielo.

Ingredientes:
3 medidas de cava
2 medidas de Aperol (sabor a naranja amarga)
1 medida de agua con gas o soda
1 rodaja de naranja (garnish o adorno)

Listo para vivir La Dolce Vita.

Cocktail Shop y Cosmopolitan

A Estados Unidos con un Cosmopolitan
El Cosmopolitan se popularizó gracias al personaje de Carrie Bradshaw de la serie Sex and the City (Sexo en Nueva York) que habitualmente los toma. Aunque en Cocktail Shop afirman que no es un cóctel de chicas, precisamente. Se recomienda servir en una Copa Martini o copa de cóctel (15-20 cl. Altura entre 14,6 y 19,1 cm. y Ø entre 10,8 y 11,8 cm).

Ingredientes:
1-1/2 medida de vodka de 40º
3/4 medidas de Triple Seco (Cointreau, Grand Marnier o Curaçao) hay quien le pone media onza
1/2 medida de zumo de lima
1 medida de zumo de arándanos
1 Twist de lima para adornar

Con este cóctel te parecerás a Madonna.

Cocktail Shop y Japanese Sliper

Viaje a las Antípodas con el Japanese Sliper
El Japanese Sliper se creó en Melbourne (Australia) alrededor de 1984 por el famoso bartender Jean Paul Bourguignon. Tiene un bajo grado alcohólico y dicen que es buen digestivo, curiosamente se sirve sin hielo en una Copa Martini o Copa Pompadur (la de champan baja y ancha).

Cocktail Shop nos avisa que es importante repetir la medida con exactitud de los 3 ingredientes y mezclarlos en una coctelera con hielo.

Ingredientes:
1 medida de licor de melón
1 medida de Triple Seco (Cointreau, Grand Marnier o Curaçao)
1 medida de zumo de limón
1 Twist de limón y 1 cereza roja de cóctel para adornar la copa

Utensilios y Cócteles del Mundo


Y por último la guinda de todos los cócteles del Mundo: el Mojito cubano
La historia del mojito se entremezcla entre corsarios de la armada inglesa que bebían aguardiente y las necesidades de los marinos para combatir el escorbuto con limas. Dicen que el mismísimo Sir Francis Drake lo bebía mientras contaba los tesoros robados a la Corona Española y los cubanos bautizaron el cóctel con el nombre de “Draquecito”. Don Facundo Bacardí lo rebautizó en 1862 con el nombre de mojito cambiando el aguardiente por ron de calidad. Pero quien le dio fama mundial fue el escritor Ernest Hemingway que lo tomaba diariamente en La Bodeguita del Medio en La Habana.

Se sirve en vasos altos tipo Tumbler o Collins.

Ingredientes por orden de colocación en el vaso:
2 cucharadas de azúcar moreno o 1/2 medida de azúcar líquido
Zumo de 1/2 lima
7 hojas de menta
2 medidas de soda o agua con gas
Remover y chafar las hojas de menta sin romperlas. Añadir 1-1/2 medidas de ron y mucho hielo picado.
Adornar con 1/4 de lima y 1 rama de menta

Cuando acabé de beberme todos los cócteles, me sentía la reina de las fiestas. Así que si buscas una actividad para hacer entre amig@s en Barcelona es una excelente y económica opción festiva. Beber todo esto en una discoteca sale más caro y no conoces a tanta gente ;-)


Más información: Dirección: Carrer Roger de Llúria 46, 08009 Barcelona. Teléfono: 931 65 16 53. Horario del Taller de Cócteles del Mundo: viernes y sábado a las 19 h. Precio: 25 €. Correo: eventos@cocktailshop.es. Web: Cocktail Shop.

Anécdotas de algunos de mis viajes “más peligrosos”


Hablar de anécdotas viajeras es hablar de situaciones divertidas, algo rocambolescas, pero en definitiva que acaban bien, afortunadamente y de momento. Algunas de las experiencias que recuerdo con más cariño sucedieron junto a mi infatigable compañera de mi viaje, mi hermana Roser. Creo que tenemos el don de vernos involucradas en este tipo de “fenómenos viajeros”. Cuando la mayoría de los medios de comunicación nos informan de lo mal que está el mundo y nos meten el miedo en el cuerpo, sigo intentando desde Planeta Dunia hablaros de lo vivido en esos países tachados de “peligrosos”. Por desgracia Yemen y Siria en estos momentos sufren una guerra, pero hubo un tiempo en que esos países vivían en paz. No hace falta que haya una guerra de por medio, para que el desconocimiento y el miedo se imponga en el mundo de los viajes. Todo es demasiado frágil y voluble, los acontecimientos mundiales afectan a la sociedad en la que vivimos. Detrás de cada viaje hay muchas personas anónimas que hacen que unas vacaciones se vuelvan inolvidables. ¿Quieres conocer a nuestros ángeles de la guarda?



Mi anécdota viajera en Yemen
Uno de mis preciados recuerdos viajeros ocurrió en Yemen, uno de los países más maravillosos que he tenido el placer de visitar y conocer. Fue un viaje muy especial, por la naturaleza del país, la forma de hacerlo y por lo que nos encontrábamos a cada paso. Una tarde que visitábamos con tranquilidad una de tantas localidades montañosas del Yemen, encontramos un grupo de mujeres (sin hombres a la vista) tapadas por completo con uno de esos velos negros tan llamativos a los ojos occidentales. No dejaban de observarnos con cierta curiosidad, al acercarnos un poco más a ellas, les saludamos en árabe y enseguida se acercaron a hablar con mi hermana y conmigo. Es una de nuestras “habilidades viajeras”, intentamos aprender unas cuantas palabras de cortesía en el idioma del país que visitamos y después cuando entablan conversación con nosotras, lo flipamos en colores. Como el día que nos preguntaron donde se encontraba una calle en Ammán como si fuéramos jordanas. 



Sentíamos tanta curiosidad por lo que nos trataban de contar y ellas tanto interés por entablar conversación, que los gestos y las palabras en varios idiomas nos sabían a poco. Minutos más tarde se habían añadido más mujeres y montones de niños, era una fiesta. Con gesto decidido una de las mujeres nos señaló su huerto y nos ofreció comer unos higos chumbos que se apresuró a pelar para nosotras. Entonces recordé que unas horas antes habíamos comprado una bolsa de galletas locales y las saqué de mi mochila para compartirlas con nuestro pequeño grupo yemenita, improvisando una merienda campestre en Yemen. ¡Con la que está cayendo ahora por esa tierra, maldita guerra!


El guía local de Ambar Viajes se acercó para decirnos que debíamos irnos. Las mujeres al ver que era yemenita y hablaba nuestra lengua le preguntaron por lo que acababa de decir y le pidieron que por favor les hiciera de intérprete. Querían invitarnos a su casa, enseñarnos donde vivían y a tomar un delicioso té yemenita. Tras poner unos ojos como platos (en mi interior estaba dando saltos de alegría y gritando “por fa, por fa mami, déjame ir”) intercambiaron una parrafada que no entendimos y el guía muy serio nos dijo: -Es una gran oportunidad para ustedes entrar en una casa de Yemen. Les dejaremos un jeep con chófer en la puerta, tomen el tiempo que necesiten, él esperará el tiempo que sea necesario, pueden estar tranquilas. Aún pienso cómo pudo ser, cómo sucedió, si salté o grité de júbilo.


Nuestro viaje al Yemen sigue vivo en lo más profundo de nuestro corazón gracias a la gente que fuimos encontrando en el camino. Aquella tarde sigue presente en la memoria, algo caprichosa y selectiva. En la intimidad de su casa aquellas mujeres se sacaron el velo y nos mostraron sus rostros, los más bellos del mundo. Bailamos al son de la música sobre una estancia forrada de alfombras, bebimos té mientras nos mirábamos las unas a las otras y reíamos ¡era tan extraño que estuviéramos allí! Recorrimos estancia por estancia aquella casa-torre de las montañas del Yemen, nos mostraron cada pequeño detalle de su vida. La cocina, la despensa, como funcionaba el agua corriente, aquella tomatera que tenían plantada en lo alto de su casa y el resto de plantas, las vistas y el paisaje. Nos enseñaron hasta su querida vaca que estaba descansando en el establo, orgullosas de semejante tesoro (nosotros quizás les hubiéramos enseñado el coche, somos unos pobres imbéciles), pero ellas eran las reinas de la casa, de eso podéis estar seguros. Para ellas era un honor recibirnos, pero el honor y la fortuna fueron nuestras. Un pedacito de mi corazón se quedó en Yemen, en aquella casa de las montañas y sigue sufriendo cada vez que recuerda que viven una guerra sin ningún sentido, al menos, un sentido suficientemente humano para mi alma.



Mi anécdota viajera en Siria
El año que viajé a Siria, los “grandes” Estados Unidos de América (que “extrañamente” están metidos en todas las guerras) había declarado a Siria el “Eje del Mal”. Las Torres Gemelas habían sido abatidas y parecía que se obstinaban en encontrar un culpable para eliminarlo con toda la tecnología ciencia-ficción de la que disponen (es raro que tarden tanto en acabar con un puñado de talibanes que visten turbante ¿verdad?) -píldoras irónicas gratis-. En aquel viaje por tierras de Oriente Medio el único mal que encontré fue el caos del Aeropuerto Internacional de la Reina Alia de Ammán y el abandono “literal” por parte del guía local de Marsans, que tenía una fiesta de cumpleaños y se largó antes de llegar a los mostradores de Royal Jordanian Airlines. Para cuando nos quisimos dar cuenta, mi hermana y yo estábamos sufriendo nuestro primer overbooking (y de momento el único) que retrasó nuestro viaje 4 días. 


Pero esa no es la historia que os quiero contar, mi anécdota preferida transcurre en la maravillosa y actualmente bombardeada ciudad de Aleppo. En Aleppo vivimos muchas aventuras, como la de comprar una mesa taraceada en el Souk (mercado), mientras regateábamos, por invitación expresa del vendedor, sentadas en unos taburetes de plástico en mitad de la calle del mercado. Mientras bebíamos un té los burros pasaban detrás nuestro cargados de mercancía. O la fantástica noche veraniega frente a la Fortaleza de Aleppo iluminada mientras fumábamos una pipa de agua. ¡Dios, qué ciudad más hermosa! 


Aquella tarde habíamos tenido la gran suerte de entrar en un auténtico hammam. Como os podéis imaginar viajar a Siria en el año 2003 era viajar a un país poco masificado por turistas. En aquel hammam femenino de techos de madera con incrustaciones de nácar y suelos de mármol, nos sumergimos por un instante en los harenes del Imperio Otomano del siglo XVI. Aquella atmósfera caliente y húmeda de las salas, levemente iluminada y alegremente alborotada, reunía a un buen número de rechonchas mujeres, ataviadas con un ligero lienzo a modo de toalla que se aferraba a los pliegues de la piel por su propia humedad. Nunca había visto tanta cantidad de carne femenina al aire. El tamaño de aquellas mujeres sirias que atendían en los “masajes era considerable y nunca me sentí tan ligera que con los giros que me daban sobre el suelo de mármol de la sala caliente. Mientras me dejaba hacer y manipular (cualquiera les plantaba cara), me restregaron todo el cuerpo con una áspera esponja jabonosa hecha de hilo de esparto o similar que nos habían dado en la entrada. No entraré en más detalles que este post ya es bastante raro de por sí, pero no os podéis imaginar lo sucios que vamos los occidentales por el mundo. ¡Menudo peeling salvaje me hicieron! una exfoliación en mayúsculas, like hamburguer! vuelta y vuelta. 


Después de aquella paliza exfoliadora y tonificante nos invitaron a beber té en una sala donde reposábamos envueltas en toallas y en felicidad. Hoy me parece un recuerdo tan lejano en el tiempo como irreal, no puedo dejar de preguntarme si toda aquella gente que me encontré sigue viva, como la pequeña niña siria que le dijo a su mamá que quería hacerse una fotografía con nosotras y tras pedírnoslo, posó con nosotras con una gran sonrisa. Estaba tan contenta de ver que en el hammam de su ciudad había mujeres extranjeras que no pudo evitar sentirse orgullosa. Así es como posamos para una fotografía en Oriente Medio, vestidas sólo con una toalla.

Dadas las características de las anécdotas no dispongo de las fotografías de los momentos más top ¡ya me gustaría!. Además la calidad de las imágenes que acompañan el post no es la que habitualmente me gusta utilizar, pero la cámara fotográfica en Siria era analógica y la del Yemen era mi primera digital; una Kodak DX3900 de 3.1 megapíxel.


Si te gustan las anécdotas viajeras te invito a leer: Anécdotas de algunos de mis vuelos.

Los Mercados de Burkina Faso son inolvidables


En África todos los pueblos, por pequeños que sean, tienen un mercado diario donde se comercializan los productos de uso cotidiano que se necesitan en el hogar. Curiosamente las dosis pueden ser reducidas a tan sólo una unidad del producto o a la cantidad necesaria de un sólo uso. Eso se observa en muchas de las paradas que exponen los productos en pequeñas pilas invitando a comprar la cantidad justa. No es que la parada venda tomates o pimientos “a granel”, es que en la mesa hay pilas de 5 tomates que forman una llamativa flor o 4 cebollas alineadas con otro grupo de 6 ó 7 montones y ese montoncito, es el que podrás comprar.


Cuidado con las guindillas, cuanto más pequeño y diminuto veas el pimiento, más picante será y si ves bolsas de polvo rojo en África, seguramente será polvo de cayena, una especia utilizada en multitud de platos de África Oriental y que además de ardor bucal te asegura la conservación de los alimentos.


A diferencia de Europa donde los panecillos de hamburguesas son de 4 unidades y las bandejas de hamburguesas son de 6, en África mantienen esa sana cordura de equiparar raciones con la necesidad del individuo. Que hoy necesito café, pues compro la dosis necesaria para llenar mi cafetera, que me falta jabón, pues compro una pastilla. El mercado está para satisfacer la necesidad de la vida diaria, tanto del que compra como del que vende, y no para enriquecerse, hacer grandes fortunas o acaparar alimentos. El concepto de despensa no es africano precisamente, el acopio necesita de dinero, espacio y condiciones de conservación, algo que a veces, por aquí, escasea.


En Burkina Faso encontrarás paradas donde se venden nueces de cola, son consumidas como golosina aunque son de sabor amargo. Su consumo es masivo, ya sea por la creencia de que la nuez de cola es afrodisíaca o porque realmente tiene efectos estimulantes. Si tienes previsto visitar alguna tribu, grupo étnico o familia, ve provisto de una bolsa de nueces ¡es una muestra de cortesía!.


A medida que crece la importancia de la ciudad, los mercados crecen en tamaño y en variedad de productos. No importa si el espacio destinado para montar un mercado se reduce al borde de la carretera, a un espacio delimitado o al interior de un edificio, en los mercados africanos es posible comprar pan, carne, pescado seco, frutas, sal, baterías, medicinas, tabaco, cerillas, menaje de plástico o ropa, tanto usada como hecha a medida, y telas, metros y metros de coloridas telas africanas que tiñen de color y belleza los mercados. La elegancia de la mujer africana sobrepasa los cánones del poder adquisitivo y eso me encanta. 


En las pequeñas poblaciones, como pueden ser Dendeogo, Guelwongo, Loropéni, Kokologo y Boromo, la etnia mayoritaria del país son los Mossi; dignos herederos de la princesa Yennenga. Lucen orgullosos su oficio y mercancía, te aconsejo que compres un bonito recuerdo: una cáscara de calabaza seca. En África es el recipiente de los mil usos, utilizado tanto para almacenar líquidos, como sólidos, además de ser económico, es totalmente ecológico. En algunas regiones las calabazas están decoradas y las convierten en hermosos “tarros” con tapa.


Si el mercados es grande, los comerciantes vendrán de otras zonas del país, incluso de los países vecinos y es entonces cuando entiendes que la “ley de la oferta y de la demanda” deja de tener importancia y lo que importa entonces es el diálogo, los chismes, la información que corre de boca en boca. Mercados alegres, vivaces y multicolores, con impactantes experiencias para quien los contempla.


El olor de centenares de bandejas de pescado seco bajo el tórrido sol de agosto, los rebaños de ovejas limpiando los restos de lo que queda después del día de mercado, la invitación a probar un vaso de cerveza artesanal de mijo junto a los jefes de la tribu. El sonido del mazo de madera repicando en el enorme mortero mientras se muele manualmente kilos y kilos de mandioca.


Trueque en Gaoua, orugas fritas en Banfora o las misteriosas bolas negras de hierbas filamentosas ahumadas que sirven para hacer sopa y que son la pastilla de “Avecrem” africana. Los mercados de Burkina Faso son inolvidables. Por último quedan los grandes mercados, como el Grand Marché de Bobo Dioulasso, uno de los denominados “centros comerciales” de África. Con más de tres mil tiendas, aquí te espera un gran repertorio de productos desde carnicerías y paradas de mangos hasta fabricantes de cerveza artesanal. Prepárate para volverte loco con la artesanía; aquí es posible comprar desde famosas telas teñidas (batik), hasta máscaras o bellas tallas de madera de todos los tamaños y para todos los bolsillos. Sombreros peul, tambores y cruces tuareg o camisas a medida, junto a objetos rituales o juguetes de metal reciclado.


Si se tiene ocasión hay que probar la mandioca, la batata o los buñuelos dulces fritos. En Burkina Faso se encuentran paradas por doquier, donde la vendedora es la que prepara la masa, los fríe y los vende.

Por último hay que explorar el Mercado Central de Ouagadougou, en la capital del país. Es donde los precios se disparan más y donde hay que regatear a muerte. Si te puedes permitir comprar en otros mercados será mejor para tu economía. Aquí hay de todo, desde objetos de uso diario hasta recuerdos para que los extranjeros se lleven un pedacito de África a casa.

En Mali no dejes de visitar el Mercado de las mujeres de Mopti.

Contempla La Palma: tienes mucho que descubrir

Contempla La Palma: tienes mucho que descubrir


Te invito a viajar conmigo a través de los sentidos, esta vez, con el más habitual de todos los que utilizamos cuando nos lanzamos a descubrir mundo: la vista. Hoy te invito a descubrir La Palma a través de los colores de sus piedras, de sus balcones de madera, incluso a través de la oscuridad de una noche plagada de estrellas. Te advierto que en esta isla puede que contemples los atardeceres más bonitos que tu mirada jamás ha visto y que el hipnótico balanceo de las olas del mar en la orilla te seduzcan para siempre.

La Cascada de Colores


La Palma
La Cascada de Colores

En el corazón del Parque Nacional de la Caldera de Taburiente bombean rítmicamente las coloridas aguas del Barranco de las Rivanceras. Las sales de hierro provenientes de los nacientes próximos, que como arterias llegan a este corazón, convierten a este riego sanguíneo terrenal en una magnifica paleta de tonos anaranjados, rojizos y ocres que tiñen la tierra, el agua y la Cascada de Colores

La Palma
Barranco de las Angustias

El salto de agua se encuentra situado en el lecho de un río amarillo, al que se accede de camino al Barranco de las Angustias. Mientras brincas por encima de piedras verdes, lilas, azules y amarillas, te darás cuenta de que el camino hasta aquí es tan importante como el destino. Por un momento creerás que estás en otro sitio, quizás un planeta perdido en la galaxia, pero tranquil@, no va a ser el único sitio en La Palma que te convierta en un auténtico astronauta.

Más información: En el Parque Nacional de la Caldera de Taburiente hay taxistas que te llevan desde el Barranco de las Angustias (donde puedes dejar tu coche) hasta Los Brecitos (donde no se puede estacionar vehículos). Desde aquí se puede iniciar una caminata de 18 km que recorre el parque y accede a la Cascada de Colores. Taxi: Tomás Felipe Pérez de Autotaxis El Pas. Teléfono: 647 773 023. Precio de la carrera: 51 €.

Santa Cruz de La Palma


La Palma
Balcones cuajados de flores en Santa Cruz de La Palma

La capital de la isla se encuentra situada en el lado oriental de La Palma. Su paseo marítimo recuerda a los paseos y calles que se encuentran en muchas urbes de latinoamérica donde destacan puertas, ventanas y balcones que ribetean de color la piedra. El pasado español de regusto indiano, colonial o criollo sigue presente en la madera pintada de los balcones torneados de Santa Cruz y en todas esas jardineras plagadas de flores de la Avenida Marítima

La Palma
Rincones de Santa Cruz de La Palma

No hay que perderse tampoco la herencia colonial de la Calle Real formada por la calle O’Daly y la calle Pérez de Brito, la Placeta de Borrero, la Plazuela de la Cruz del Tercero o la Plaza de España de Santa Cruz de La Palma. Algunas de las casas que encontrarás, durante el paseo por el centro histórico, fueron construidas entre los siglos XVII y XVIII. Son una bonita herencia que transporta al viajero a las antiguas provincias y reinos de ultramar, cuando el puerto de la ciudad era el tercero en importancia, después del de Sevilla y Amberes y Santa Cruz de La Palma vivía épocas de esplendor.

Grantecan: el Gran Telescopio de Canarias (GTC)


La Palma
Gran Telescopio de Canarias

El Grantecan es el Gran Telescopio de Canarias (GTC), el mayor telescopio del mundo con un espejo de 10,4 metros de diámetro. Se encuentra situado en el punto más alto de La Palma en el Observatorio del Roque de Los Muchachos (ORM) a 2.396 metros de altitud. Es un lugar privilegiado del planeta por varios motivos. La Palma posee unas características medioambientales que permiten tener cielos despejados la mayor parte del año y una atmósfera limpia. Declarada Reserva de la Biosfera por la UNESCO, además cuenta con una muy oportuna Ley del Cielo que la protege desde el año 1988, siendo la primera Reserva Starlight del mundo.

La Palma
Visita al Gran Telescopio de Canarias

Aunque el Grantecan es utilizado por científicos y astrofísicos de todo el mundo para la investigación, es posible visitarlo contactando y reservando entrada a través de la web del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC). La visita te lleva hasta el interior del GTC, donde se encuentra el magnífico telescopio compuesto por 36 hexágonos de cristal vitrocerámico. Cada hexágono mide 1.9 metros, pesa 500 kilos y cuesta 200.000 €, pero permite la contemplación de sistemas planetarios en estrellas cercanas, ver cuásares o estudiar los agujeros negros.

Más información: Dirección: Cuesta de San José, 38712 La Palma. Teléfono: 34 922 425 720. Entrada al Grantecan: 9 €. La reserva debe hacerse al menos con 2 semanas de antelación.

Observación de estrellas en La Palma


La Palma
Mirador astronómico en la isla de La Palma

El 20 de abril del 2007 La Palma firmó una declaración en Defensa del Cielo Nocturno y el Derecho de la Humanidad a Observar las Estrellas. Así que si quieres ver astros y cometas, estás en el mejor lugar del mundo para poder contemplar todo el Universo: La Palma es un gran mirador estelar. Sin contaminación lumínica, ni atmosférica, la isla asegura cielos oscuros por la noche, lo que facilita la observación de muchas, muchísimas estrellas a simple vista. Para acercar la astronomía al visitante, en La Palma se encuentran distribuidos 16 miradores astronómicos para poder interpretar el cielo, ver los luceros o sorprenderte con una estrella fugaz mientras aprendes más sobre el Universo. Existe la opción de caminar por una red de tres senderos habilitados que conectan a otro mirador, pero si puedes, contacta con un guía especializado en astroturismo. 

La Palma
La Palma es Reserva Starlight

La experiencia que viví durante #EscuchaLaPalma observando su cielo, me trasladó a las leyendas mitológicas de los Dioses del Olimpo. Gracias a un puntero láser, Toño se encargó de mostrarnos todas las figuras que cuando éramos niños nos enseñaban para aprendernos las constelaciones. Conocí de primera mano qué es el rayo verde, la relación que tiene La Palma con la NASA, hice un curso básico de fotografía nocturna y contemplé a simple vista la estrella polar. A través de los diferentes telescopios de nuestro guía, ante mi mirada se asomaba un mundo hasta ahora desconocido, la de Omega Centauri, que me trasladó rápidamente a otra galaxia. Si te decides a vivir esta experiencia abrígate bien, cena antes y disfruta tras la puesta de sol, de un magnífico cielo austral en la isla de La Palma.

Más información: Empresa especializada en astroturismo. Web: Cielos La Palma. Persona de contacto Antonio González (Toño). Teléfono 607 592 175.

Playa de Nogales


La Palma
Acceso a la Playa de Nogales

La Playa de Nogales se encuentra situada en Puntallana, muy cerca del aeropuerto y créeme, nadie lo diría. Es la playa más bonita de toda la isla, a la que se accede a pie por un camino escalonado que bordea un abrupto acantilado. Una barandilla de madera protege de caer al vacío, mientras tus ojos olvidan de mirar donde pisas y se concentran en las maravillosas vistas. Es tentador que te propongan cerrar los ojos en un lugar que está hecho para que tus pupilas te hagan chiribitas, pero si tienes quien te haga de lazarillo, prueba a ponerte un antifaz y baja en silencio cada uno de los tramos que durante un cuarto de hora te llevan hasta la orilla. Antes de que llegues a pisar la arena, en un ángulo a mano derecha, encontrarás un anfiteatro natural donde el sonido se vuelve protagonista. Olas que chocan contra las paredes de roca, gotas que tintinean al caer en el agua, ráfagas de viento que emiten sonidos de flauta. Si al girarte descubres que estás solo, entenderás que el mundo ha sufrido un cataclismo y estás en un planeta deshabitado. 

La Palma
Atardecer en la Playa de Nogales

Unos pasos a continuación, se extiende una playa de pequeñas dimensiones, medio kilómetro de largo y apenas 25 metros de ancho, de fina arena volcánica negra, la más hermosa que tus ojos hayan contemplado. Hay quien teme la fuerza de las olas que hasta aquí se acercan para tocar la tierra, quien no se fía de las corrientes que cambian y prefiere no bañarse en su agua. No importa, mientras la espuma blanca de las olas seduce con su ir y venir a la arena mojada convertida en grafito, tienes tiempo para pensar si te bañas o no.

Para finalizar este recorrido visual por la Isla Bonita os dejo con el magnífico vídeo de Barking Blogs que hizo para #EscuchaLaPalma


Si quieres seguir leyendo sobre este viaje sensorial a la Isla de La Palma quizás te interese leer algo con mucho tacto :-) Acaricia La Palma; tienes mucho que tocar o algo con mucho ritmo ;-) Escucha La Palma; tienes mucho que sentir; el sentido más potenciado de #EscuchaLaPalma. Si quieres escuchar y leer el cuento sonoro, que me otorgó una plaza en el mejor blogtrip donde he participado, puedes leer Cuento para escuchar, relato para sentir, espero que cualquiera de ellos te invite a viajar a La Palma muy pronto.

Mi primer “Txotx” en Sagardotegi Arizia

La elaboración de sidra en el País Vasco es una tradición que se remonta al siglo XI y que está estrechamente relacionada, con los pescadores, marinos y balleneros vascos que navegaban hacia Groenlandia y Terranova en busca de bacalao y ballenas. Dicen que era más fácil de transportar en las bodegas de los barcos (y duraban más) las barricas de sidra que las cajas de manzanas y puestos a combatir el escorbuto, los bravos marineros ¡y hasta yo! preferían beber sidra que morder una fruta.

La Fiesta de la sidra


La semana anterior a la Fiesta de San Sebastián (20 de enero), tiene lugar el inicio de la temporada de la sidra en Euskadi, con la apertura de las sidrerías al grito de Txotx!. Desde enero y hasta entrada la primavera (entre los meses de abril o mayo), se puede degustar toda la sidra natural producida el año anterior, directamente desde las barricas. Las manzanas recogidas entre septiembre y noviembre han estado fermentando todos estos meses y a partir de mayo la sidra se consumirá en botella, hay unas 70 sidrerías en la provincia. En Gipuzkoa es costumbre que un personaje de la vida social dé el pistoletazo de salida e inaugure la temporada, la tercera semana de enero.


Sidrerías vascas


Las mejores sidrerías, en mi opinión, son las ubicadas en los hermosos y tradicionales caseríos vascos. En un entorno natural, rodeado de campos de manzanos, olor a tierra y vistas idílicas del paisaje rural de Euskadi. Ir a una sidrería es una actividad para disfrutar en familia, ya sea sanguínea o simplemente de hermandad. Porque así lo marca esta tradición, de cuando en tierras de difícil acceso y montañas abruptas, la población se acercaba a degustar y a comprar sidra. La degustación se hacía compartiendo un mismo vaso, del que se dejaba de beber las últimas gotas para tirarlo al suelo y así limpiar el vaso. La costumbre de llevar algo para comer mientras se bebía, convirtió a muchas sidrerías en restaurante y la ocasión, en una reunión social que en la actualidad ha dado paso a una fiesta.

En muchas sidrerías se pueden visitar las instalaciones donde se elabora la sidra y se embotella, dar un paseo por los manzanales, conocer el trabajo del agricultor, ver donde se encuentran las kupelas o barricas y hacer una degustación de sidra.


Arizia, Sagardotegi Jatetxea


Arizia es una Sidrería Restaurante propiedad de una familia de Zarautz que hace más de una década que se dedican a elaborar sidra natural. Desde el comedor acristalado y desde su terraza se puede contemplar una bonita panorámica de la Costa Vasca.

La sala principal tiene varias mesas donde se puede tomar asiento junto a una pared forrada de madera de la que salen una colección de grifos. Cada uno corresponde a una barrica distinta donde se encuentran los diferentes tipos de sidra. Diferente proporción de un tipo de manzana u otra, darán una diferente coloración, acidez y grado alcohólico. En Arizia además de hacer una visita también se puede comer a la carta o probar el típico Menú de Sidrería.


El Menú de Sidrería


El Menú de Sidrería está compuesto básicamente por:


- Un primer plato compuesto por tortilla de bacalao o un caldo.
- El segundo plato suele ser una buena ración de bacalao frito con pimientos verdes.


- El tercer plato es un enorme y delicioso chuletón de res a la brasa (crujiente por fuera y algo sangrante por dentro).
- El postre está compuesto de un plato de queso de Idiazabal de leche de oveja con membrillo y un buen cesto de nueces. 



Y por supuesto sidra natural servida de las barricas. Recuerda que cada vez que se abra una barrica tienes que gritar: “¡Txotx!”. La sidra sale con fuerza de la barrica y debe ser recogida con el vaso de cristal ladeado para que se airee y la sidra saque txinpartas “chispas”. El vaso se pone lo más alejado del grifo que se puede, o lo que es lo mismo, lo más cerca del suelo que te permita el brazo, para ir subiendo rápidamente siguiendo el sentido del chorro hasta el grifo. Arrimar el vaso, llenarlo unos tres dedos y beberlo de un sólo trago en ese mismo momento. Tira las últimas gotas al suelo (si está acondicionado el local para ello), pasa el vaso a tu compañero, siéntate en la mesa (aunque la costumbre dicta que el ritual se haga de pie en mesas altas) y sigue comiendo, vuelve a repetir la operación de arrimar el vaso. La verdad es que es el ejercicio aeróbico más divertido que he hecho nunca y hace que el ambiente en una sidrería sea muy animado. 

En general, los precios de este menú que incluye toda la sidra que se pueda beber sin límite, oscila entre 25 y 40 € según el establecimiento.

 

Vocabulario relacionado con la sidra


Gure Sagardo Berria!: grito que da inicio a la temporada nueva de sidra vasca.
Kupela: barrica de madera o acero inoxidable donde se guarda la sidra.
Lagar: prensa donde se machaca la manzana para obtener la sidra o el edificio donde se realiza esta labor.
Sagar: manzana.
Sagardo Berriaren Eguna: día de la sidra nueva.
Sagardo: literalmente significa “vino de manzana”.
Sagardotegi: sidrería vasca.
Sagardotegiko Menua: Menú de sidrería.
Txinparta: burbuja.
Txotx: hace referencia al palillo que cierra el grifo de las barricas y al aviso de que se retira y se abre la kupela para que se pueda beber.

Gracias a Asier Zabarte, Patxi Casal y a Alzola por descubrirme este lugar y esta tradición vasca que deja una huella imborrable en mi mundo de experiencias viajeras.


Más información: Sidrería Restaurante Arizia. Dirección: Frantses Bidea s/n. 20800 Zarautz. Teléfono: 943 100 489. Menú de Sidrería: 33 €. Web: Arizia.

Tatuajes en la piel


A menudo los viajeros experimentamos una intensa sensación cuando desembarcamos en un nuevo lugar. Un diminuto punto de nuestro planeta queda a veces como un tatuaje en la piel; grabado para siempre en el recuerdo y cargado en la mochila de nuestra alma para siempre.

Es indiscutible que VIAJAR nos transforma y nos enriquece de mil formas distintas. Escribir sobre esos lugares no me exime de escribir sobre sensaciones, percepciones y de incluso de conclusiones muy personales. En contra de todas esas recomendaciones de los gurús que indican que un blog debe seguir una “linea editorial” o “especializarse” en un destino, continente o forma de viajar, yo no entiendo de ese cerco espacial que me limitaría en “mi propia casa”, en mi propia criatura creativa, a compartir ciertas partes de nuestro Planeta Tierra.

Es por eso que sigo escribiendo posts como el que ahora viene (menuda introducción, ¿eh?) saltándome todas las posibilidades de conseguir mil visitas al día o tres mil seguidores en Twitter. Por el simple placer de dar alas a la creatividad, poner palabras a los latidos viajeros de mi corazón y dejar escrito ¡para cuando mi memoria falle! lo que viví y sentí.

Tatuajes en la piel es un pequeño recorrido por esos tatuajes que mi cámara inmortalizó, sobre la piel de algunas personas que encontré en mi camino y que quisieron formar parte de mi historia.

En Oriente Medio y en alguno lugares de África, mujeres y niñas decoran su piel con dibujos de henna. En Yemen, por ejemplo, son conocidos con el nombre de naqsh. Se utilizan tintes a base de manganeso o henna para realizar dibujos geométricos o florales, son de color negro y decoran manos, pies o cara. En Kenya, las mujeres swahili se pintan brazos, piernas, pies y manos con henna el día de su boda como lo hacen también en Rajastán (India).

En la Isla de Borneo (Malasia), donde aún habita la tribu de los Iban, los antiguos cortadores de cabezas, los hombres se añadían un nuevo tatuaje, por cada “delito de sangre” cometido, para dejar visible así su hombría.

En Túnez las mujeres bereberes se tiñen el pelo con henna de color naranja y se hacen dibujos en la piel, también con este tinte. También en África pero esta vez en Mali, las mujeres Peúl o Fulani como también se conoce a esta etnia nómada, se tatúan los labios. Para los Peúl la belleza es tan importante como la familia y su ganado, así que tanto hombres como mujeres jóvenes, se pintan con ocre o sulfuro de antimonio para estar más atractivos.

Es así, como los tatuajes alcanzan puntas opuestas del mapa y sirven para un mismo propósito: 
¡Ser admirados!

El planeta de Planeta Dunia está lleno de viajes



Aunque llevo años escribiendo y publicando mis vivencias viajeras, se me sigue erizando el vello cuando leo lo de “grandes viajeros”. En el fondo, los que viajamos no hacemos otra cosa que seguir caminos trazados y andar sobre huellas ya pisadas por muchos otros antes que nosotros. A veces viajamos desde la comodidad de un viaje organizado, otras con la certeza o incerteza que proporciona un billete de avión de "ida y vuelta". Seguramente para los que temen salir de su ciudad, yo sería una gran viajera, pero para aquellos que se adentraron en Petra disfrazándose de árabe, se adentraron en la selva hasta encontrar Machu Picchu, o aquellos que se empecinaron en excavar las arenas del desierto en busca de tumbas egipcias, yo sería más bien una turista.
pirámides
Saqqara, agosto 2000
Sea como sea, en mi memoria resta la contemplación de la Gran Pirámide de Egipto mientras un vendedor egipcio me regalaba una pirámide en miniatura y yo le regalaba una pulsera con chinitos de madera. En los recovecos de mi "a veces traidora retentiva" quedará la noche pasada en las cuevas de Capadocia, con la sonoridad repetida dulcemente de la palabra “un copo” de aquél vendedor de alfombras turco que insistía en que bebiéramos cerveza en una discoteca excavada en la roca. La más de una vez reinterpretada, voz del revisor de los autobuses de Creta, avisando de la parada de Hersonissos, mientras nos tocaba el culo a mi hermana y a mí, con mucho disimulo dada la estrechez del transporte.
Alepo
Ciudadela de Aleppo, agosto 2003
Hay en mi memoria un lugar especial para las sensuales danzas de las mujeres tailandesas ataviadas con ropa de mil destellos multicolores. La contemplación de las vidrieras de la Sainte Chapelle de París, mientras atardecía en el río Sena. El sabor dulce de los zumos de la caña de azúcar en Brasil contemplando las estrellas de otros cielos diferentes al mío y bañándome en las aguas de otros mares. La visión de la Fortaleza de Aleppo, mientras fumaba mi primera narguile frente a ella y la ciudad se iluminaba poco a poco, al caer la noche. Las calles de sabor añejo y años de historia de Venecia sumidas en un mágico silencio. La pérdida de visión ante los techos pintados por Miguel Ángel en la Capilla Sixtina, cuando mis labios asombrados no podían articular palabra y mis ojos no alcanzaban ver cada extraordinario detalle allí pintado.
Patio de los Leones
La Alhambra de Granada, junio 2011
La hermosura trabajada en piedra de la Alhambra de Granada, que parecía que podía contar, si te acercabas lo suficiente a sus paredes, todas las historias ocurridas en el gran palacio andalusí. Recuerdo la pobreza de espíritu de la India, tanto la mía, como la de aquellos que se abandonaban a la miseria y a la suciedad porque era una forma de vida y era pobreza, sí, pero de espíritu. Por el contrario, la escasez que vi en una casa de Perú, donde me abrieron las puertas y me sentaron a su mesa para beber una chicha casera, prevalecerá sobre la miseria de aliento de algunos que lo tienen todo, pero que sienten, que no tienen nada. En Perú aprendí que era la humildad y la dignidad. Mi amor por los museos me llevó a recorrer Italia donde parece que desconocen el significado de minimalismo todo en ese país es exuberante. Imposible olvidar Florencia y sus edificios decorados con mármol de colores, Roma o Venecia.
Saná
Sana'a, agosto 2006
Imposible de olvidar son las selvas sudamericanas plagadas de mosquitos, pero acompañadas por los sonidos de centenares de animales invisibles, mientras la vegetación lo invadía todo con hermosa frondosidad. La inspección militar del autobús en la frontera hondureña donde nos hicieron bajar del autobús y formar como si fueran a dispararnos con sus armas, la oposición de dirigirme la palabra por ser mujer en la frontera nicaragüense, la amabilidad de la gente en Guatemala, son recuerdos que me traje de mis viajes a Sudamérica. Mi corta estancia con la tribu de los iban mientras una niña me enseñaba el nombre de todas las plantas que rodeaban su longhouse. Sana’a la más bella capital del planeta, el olor de pan recién hecho embriagando las calles, el sonido de las llamadas a la oración de las mezquitas yemenitas. Una vez más, las puertas de una casa privada se abrieron al extranjero, un té improvisado en el mefren de una casa en Yemen, invitadas por las mujeres de una población rural, mientras se quitaban el velo y descubrían una amplia sonrisa en su rostro, nunca antes vista.
Gaudía
Casa Batlló, Barcelona
Viajar me ha permitido contemplar el brillo solar en las aguas de distintos océanos, en Finisterre no se acaba el mundo, como tampoco lo hace en Cabo da Roca donde soplan vientos feroces, húmedos y fríos. Algo más de temperatura tenían las cervezas emblemáticas de Múnich de la Hofbräuhaus y las Guiness de Dublín, aunque en el Pub sonara en vivo música irlandesa. Contemplar la aurora boreal en Laponia, escuchar el sonido de las pisadas de los renos cruzando un lago congelado por el frío invierno, notar el calor de la sauna y ver la nieve cayendo sobre nuestro iglú de cristal. Las noches durmiendo sobre los tejados de las casas en Burkina Faso, el sonido del balafón al anochecer y la mágica atmósfera del País Dogón. Las Geishas de Kioto, caminando cabizbajas con pequeños pasos por las estrechas calles adoquinadas. La simbiosis entre piedra y musgo de Sintra, entre humedad y arte. La fascinación por la naturaleza y el ecologismo, mucho antes de que se hablara, de Antoni Gaudí, llenando Barcelona de maravillosos edificios multicolores y de formas sinuosas.


Túnez
Tozeur, agosto 2010
Después de ver los más de setecientos setenta y siete gabletes de Ámsterdam, quién les iba a decir a los holandeses que inventarían el turismo industrial hace más de cuatro siglos. Los balcones de las calles de La Valeta, el atardecer en su puerto, superviviente de antiguos ataques piratas. La medina de Túnez, los zapateros de Tozeur y las puertas azules de Sidi Bou Said. La ruta románica de la Vall de Boí con sus tejados de pizarra y su paisaje de montaña. Las imágenes de santos, santas, vírgenes y cristos de Sevilla, su dolor y sus martirios llevados al extremo, el cristianismo sentido y venerado entrelazando vida y religión. La Córdoba musulmana, El Cairo copto, la Toledo judía. Y todo ello sin darme cuenta, han pasado dieciséis años (24 años en el año 2018) desde mi primer vuelo intercontinental y tengo la sensación de que hoy por hoy, yo no sería la mujer que soy, si no fuera por ese peregrinaje por el planeta.


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