La Couvertoirade: fortaleza templaria en el corazón del Aveyron

La Couvertoirade
Cruzando el arco de la torre norte comienza el viaje al corazón templario de La Couvertoirade

En pleno corazón del Aveyron, en el sur de Francia, se alza uno de los vestigios medievales más extraordinarios de Francia: La Couvertoirade. Esta pequeña ciudad fortificada forma parte del selecto club de "Les Plus Beaux Villages de France" —Los pueblos más bonitos de Francia— y es hoy un escenario perfecto para conocer la epopeya templaria y hospitalaria. Sus muros milenarios se alzan entre los vastos paisajes del Causses & Cévennes, una región inscrita en la lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO.

La génesis templaria


La Couvertoirade
Vista panorámica antigua de La Couvertoirade

La historia del lugar comienza en 1158, cuando Ramón Berenguer IV, conde de Barcelona y príncipe de Aragón, dona el Larzac a los caballeros del Temple. Estas tierras altas, estratégicas y agrestes, se revelaron idóneas para sus propósitos defensivos y espirituales. En 1181, Ricard de Montpaon cede su señorío en La Couvertoirade, que pronto se integra en el conjunto de encomiendas templarias junto a Sainte-Eulalie y La Cavalerie. La creciente influencia de los templarios inquietó al conde de Toulouse, quien en 1249 exigió —sin éxito— la devolución de esas fortalezas, temeroso de que escaparan a su control.

De templarios a hospitalarios


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Plano del recinto amurallado de La Couvertoirade

La gloria templaria no duraría para siempre. En 1307, el rey Felipe IV de Francia, receloso del poder y de la fortuna acumulada por la orden, ordena la detención masiva de templarios. Cinco años más tarde, el Papa Clemente V decreta la disolución oficial de la Orden del Temple. Sus bienes son transferidos a los Hospitalarios de San Juan de Jerusalén, futuros Caballeros de Malta. A diferencia de sus predecesores, los hospitalarios imprimen a La Couvertoirade un carácter más comunitario y espiritual, manteniendo su importancia estratégica y religiosa en el corazón del Larzac.

La Cour Neuve


La Couvertoirade
La Cour Neuve es una plaza extramuros en uso desde el siglo XVII

Frente a los imponentes lienzos de muralla que cierran el recinto de La Couvertoirade, se extiende La Cour Neuve, una explanada extramuros habilitada para el uso común desde el siglo XVII. Este espacio abierto se sitúa justo ante las fortificaciones levantadas entre 1439 y 1445 por los Caballeros Hospitalarios durante la Guerra de los Cien Años. Su objetivo era más disuasorio que ofensivo: proteger a la población frente a las incursiones de bandas armadas, sin renunciar a la vida comunitaria. Aquí se celebraban reuniones convocadas por los cónsules de la villa y se descargaban las mercancías llegadas en carruajes. Hoy, esta plaza sigue siendo un lugar de encuentro, un umbral entre la historia y la vida cotidiana que conserva su esencia de ágora rural.

Recinto amurallado de La Couvertoirade


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Parte superior de la Tour Raunier, vestigio defensivo del recinto amurallado

La Couvertoirade conserva uno de sus mayores tesoros en piedra: un recinto amurallado íntegro, que desde el siglo XV protege a la población. Su construcción se inició en 1439 y se completó en 1445 bajo la dirección del maestro cantero Déodat d’Alaus, como respuesta al temor provocado por los “routiers”, grupos armados de mercenarios que saqueaban el Larzac desde 1346.

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El camino de ronda puede recorrerse parcialmente. Fotografía gentileza de Ángel Bigorra

Con 420 metros de perímetro, muros de 1,30 m de grosor y hasta 12 m de altura, la muralla de La Couvertoirade está perforada por numerosas saeteras, algunas de ellas adaptadas para cañones primitivos —las llamadas troneras cañoneras o buhaderas. En lo alto, un camino de ronda permite recorrer unos 200 metros de su trazado original, accesibles entre marzo y noviembre desde el Punto de Información Turística ubicado en la Maison de la Scipione.

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La Tour de la Cambière, una de las torres conservadas de La Couvertoirade

Desde allí, la vista se despliega sobre los tejados y los vastos horizontes del Larzac. El paso entre torres y lienzos se realizaba de forma continua mediante escaleras ocultas en el grosor del muro, una solución arquitectónica que garantizaba la defensa continua del recinto. Las torres, coronadas con matacanes, permitían verter sustancias ardientes o lanzar proyectiles desde lo alto sobre cualquier atacante. Hoy, aunque las almenas guardan silencio, aún evocan escenas de vigilancia, resistencia y comunidad.

Torre Norte – Porte d'Amoun


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La Torre Norte, de planta cuadrada, mide más de veinte metros de altura

El acceso principal a La Couvertoirade se realiza a través de la Porte d’Amoun, nombre occitano que significa “Portal Superior”, con el que se conoce la entrada norte de la muralla. Este paso se abre al pie de una imponente torre cuadrada de más de veinte metros de altura, concebida tanto como punto de vigilancia como bastión defensivo. Su silueta robusta y sobria marca el umbral entre el mundo exterior y el corazón amurallado de la villa.

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Detalle de una saetera con tronera en la Torre Raunier

La torre está coronada por matacanes, salientes de piedra desde los que se arrojaban toda clase de proyectiles de gran poder disuasorio. En sus muros pueden verse todavía las troneras de tipo bifurcado, con un orificio redondo pensado para disparar armas de fuego primitivas— que evidencian la evolución del armamento en la Edad Media. La Torre Raunier, situada en el ángulo noroeste, es una de las cuatro torres redondas mejor conservadas de La Couvertoirade y vigilaba ese punto clave del recinto fortificado.

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Una hornacina conserva la imagen de San Cristóbal, protector de los peregrinos

Al pie de la torre se abre el acceso principal al pueblo, protegido por dos puertas en arco apuntado. Sobre el arco de salida se conserva una hornacina que alberga una imagen de San Cristóbal, patrón de la iglesia de La Couvertoirade, representado como el gigante que, según la leyenda, ayudaba a cruzar ríos a los peregrinos, llevando al Niño Jesús sobre los hombros. Esta imagen, visible aún hoy, simboliza la protección espiritual y la hospitalidad que este enclave ha ofrecido a lo largo de los siglos.

La escasez de agua en La Couvertoirade


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Imagen antigua de la “mare centrale” de La Couvertoirade con agua

La defensa no fue la única preocupación de los habitantes de La Couvertoirade. En un territorio sin fuentes ni manantiales, la ingeniería hidráulica de la Edad Media alcanzó niveles de ingenio admirables. Las casas, con tejados de lajas de piedra —conocidas como lauzes—, canalizaban cuidadosamente el agua de lluvia hacia cisternas subterráneas excavadas en la roca. Incluso las cubiertas de las granjas y rediles se diseñaban como embudos de piedra, llamados toits-citernes, construidos para captar hasta la última gota de un recurso vital. Cada tejado era parte de un sistema colectivo de supervivencia, pensado para garantizar el abastecimiento incluso en las épocas más secas.

Una laguna interior


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Antigua "mare", hoy convertida en una apacible plaza con restaurantes

Dentro del recinto amurallado de La Couvertoirade existió durante siglos un estanque de recogida de aguas pluviales, documentado ya en la Edad Media. Conocido como “mare intérieure” o "mare centrale", esta poza estaba rodeada de formaciones rocosas naturales y ofrecía una reserva de agua accesible incluso cuando las puertas del recinto estaban cerradas. Fue un recurso esencial para abrevar el ganado durante los asedios o los inviernos más duros. Su existencia refleja la capacidad de adaptación de los antiguos pobladores a un entorno tan austero como el del Larzac. 

El castillo templario de La Couvertoirade


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El castillo templario de La Couvertoirade perdió su función estratégica en el siglo XV

Antes de que existiera el pueblo, la iglesia o las murallas, solo estaba él: el castillo. Los caballeros templarios lo levantaron a finales del siglo XII sobre un promontorio rocoso que dominaba el paisaje, en las afueras del antiguo priorato de Saint-Christol, núcleo original del asentamiento. Esta primera fortaleza fue esencial para garantizar la defensa de los habitantes en un entorno expuesto, antes de la construcción del recinto amurallado en el siglo XV. Fiel a la lógica defensiva medieval: cuanto más alto, más difícil de asediar.

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El castillo conserva elementos notables como la barbacana

Se accedía por una rampa protegida por una barbacana y una puerta ojival, coronada por una abertura defensiva desde la que se podían lanzar proyectiles al enemigo. A la izquierda, el torreón románico conserva aún sus contrafuertes y saeteras, vestigios de su antiguo poder militar. En el interior, un sistema de escaleras talladas en la roca, de peldaños anchos y planos —pensados para facilitar el paso de los caballos de los monjes-guerreros — conectaba las diferentes estancias abovedadas, distribuidas en varios niveles. 

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Restos de los antiguos establos

Desde la sala inferior con bóveda de cañón hasta los pisos superiores, iluminados por ventanas de arquillos y huecos defensivos, todo el edificio fue diseñado con una mezcla de funcionalidad y solidez. En una de las salas aún se conserva el brocal de la cisterna original. La terraza culminante, situada al sur, se apoya sobre un afloramiento rocoso que en su día sirvió de base a fortificaciones hoy desaparecidas. Tras una de las puertas de la muralla aún pueden verse restos de antiguos establos templarios, datados en el siglo XII. 

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Imagen antigua de las ruinas del castillo templario de La Couvertoirade

Cuando en el siglo XV se construyeron las murallas que rodearon toda el burgo, el castillo perdió su función estratégica. Fue paulatinamente abandonado por los Caballeros Hospitalarios, herederos de los bienes templarios tras la disolución de la orden en 1312. Con el tiempo, muchas de sus piedras se reutilizaron para edificar las casas del nuevo pueblo. Pese a ello, sus ruinas permanecen en pie como el el vestigio más antiguo de La Couvertoirade, eco pétreo de una época de fervor espiritual y defensa militar.

Iglesia de Saint-Christol


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Fachada de la iglesia de Saint-Christol, integrada en la muralla

En el corazón de La Couvertoirade se alza, sobria y poderosa, la iglesia de Saint-Christol, construida por los caballeros Hospitalarios en el siglo XIV. No fue solo un templo espiritual, sino también parte esencial del sistema defensivo de la villa. Su cabecera plana de líneas rectas, orientada hacia el este, se integró perfectamente en el trazado de la muralla, y sobre el ábside se construyó una torre de vigilancia que fue desmontada en el siglo XVIII al descubrirse que el exceso de peso comprometía la estabilidad de la estructura.

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Nave única de la iglesia de Saint-Christol, con bóveda de crucería y muros de piedra

Levantada parcialmente sobre un promontorio rocoso, su arquitectura aprovecha la geología del Larzac: el suelo es una roca hueca e impermeable que, durante siglos, funcionó como cisterna natural. En un entorno sin ríos ni lagos, esta peculiaridad geológica fue clave para que los templarios eligieran asentarse aquí. El agua que se acumulaba bajo el templo garantizaba la supervivencia.

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Clave de vuelta del coro del siglo XV

Aún hoy, al pasear por la nave, se puede ver ese mismo afloramiento rocoso asomando entre los muros. Y si uno guarda silencio, comprobará que la piedra devuelve el sonido con un eco profundo, como si la iglesia aún conservara memoria de las oraciones pasadas. La iglesia tiene una única nave y muestra un estilo gótico austero, adaptado a la sobriedad monástica hospitalaria y al contexto rural del Larzac.

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Vidriera moderna de Claude Baillon de San Cristóbal y San Juan Bautista

En el interior destaca la bóveda de crucería, sostenida por arcos apuntados, y una pequeña tribuna de madera sobre la entrada, desde donde los soldados también podían vigilar el acceso si era necesario. En una de las vidrieras del siglo XX puede verse la imagen de San Cristóbal y San Juan Bautista, y en otra, la Virgen con el Niño. Fueron creadas en 2005 por el maestro vidriero Claude Baillon, de Millau, que aportan una luz moderna al templo hospitalario. 

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Imagen antigua del interior de la iglesia de Saint-Christol

Pese a su simplicidad decorativa, la iglesia conserva elementos significativos, como un retablo del siglo XVII, probablemente obra de talleres locales, y una serie de piedras esculpidas que podrían haber formado parte de decoraciones anteriores. Aún pueden verse marcas de cantero en los muros, y restos de policromía en ciertas zonas del presbiterio.

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Estela discoidal con cruz griega

En el interior de la iglesia de Saint-Christol se conservan dos estelas funerarias en forma de disco talladas en piedra caliza, de tonos gris claro, del siglo XV. Con base apuntada, posiblemente pensada para su anclaje en el suelo. Presenta una doble iconografía: en el anverso, una discreta cruz griega central aparece enmarcada por una corona concéntrica; mientras que en el reverso destaca una cruz de Toulouse calada, decorada con tres esferas en cada uno de sus brazos.

El antiguo cementerio de La Couvertoirade


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Placa en bronce con inscripción en occitano

Junto a la entrada principal de la iglesia de Saint-Christol, se encuentra una placa en fundición de bronce del siglo XV que reproduce la inscripción que un día marcó el umbral del cementerio medieval: "Bonas gens que per aissi passatz, pregatz Dieu per los trespassatz", que significa “La gente buena que pasa, reza a Dios para que los cruce”. Esta exhortación en lengua occitana nos da la bienvenida a un camposanto peculiar.

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Estelas y lápidas en el antiguo cementerio medieval

El trazado original del cementerio quedó dividido en dos por la construcción de la muralla en 1445: una parte dentro de la fortificación y otra fuera, tal como atestiguan los restos de su murete, aún visibles. Hoy ya no acoge sepulturas, pero conserva copias de estelas discoidales medievales, antiguas lápidas en forma de disco esculpido sobre un pie monolítico, típicos del sur de Francia.

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Reproducción de una estela discoidal medieval con la flor de lis

Algunas de las piezas que pueden verse aquí no provienen de tumbas, sino de los campos cercanos, donde sirvieron como hitos para orientar a los caminantes del Larzac. Estas piedras guiaban a los viajeros entre los pastos y senderos del altiplano. Colocadas hoy en este recinto sagrado, se las protege del olvido… y del expolio. Muchas de ellas están grabadas con símbolos solares, cruces o motivos vegetales, que aún hoy suscitan preguntas sobre su significado profundo.

Torre Sur - Porte d’Aval


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Antigua imagen que muestra en pie la Porte d’Aval, hoy desaparecida

Al sur del recinto amurallado se abre la Porte d’Aval, antiguo acceso gemelo de la imponente torre norte. En origen, este paso atravesaba también una torre defensiva, pero su silueta desapareció para siempre en 1912, cuando la estructura se desplomó sin remedio. Hoy, el acceso ha sido reconstruido, aunque sin aquella torre que una vez guardó la entrada. Cruzar esta puerta es abandonar la protección de la piedra para adentrarse en el paisaje del Larzac.

La lavogne


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Vista del lavajo de La Couvertoirade. Fotografía gentileza de Ángel Bigorra

Si tomas el camino a la izquierda, allí donde termina el pueblo y comienza el dominio del viento y las ovejas, se extiende la lavogne (Lavajo en español): una gran balsa pavimentada construida en 1895 y restaurada en junio de 2009. Este inmenso estanque artificial recoge el agua de lluvia a través de un ingenioso sistema de canalización que parte de un depósito de decantación. 

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Imagen antigua de un rebaño de ovejas calmando su sed en la lavogne de La Couvertoirade

El suelo empedrado, dispuesto con cuidado, impedía que las ovejas resbalasen al acercarse a abrevar. Tras una epidemia de fiebre tifoidea en 1890, que causó 75 muertes, se decidió trasladar aquí la antigua mare que hemos visto que se encontraba en el interior del recinto amurallado de La Couvertoirade. Hoy, aunque ya no retiene el agua como antaño y las ovejas no pueden beber de ella, su presencia sigue narrando la historia de un Larzac pastoril, que supo domar la sequía con piedra e ingenio.

El molino de viento de Rédounel


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Molino de viento de Rédounel

Y si alzas la vista hacia la colina, divisarás un molino de viento, de tipo torre. Un sendero en zigzag te guiará hasta él, regalándote una de las mejores panorámicas del pueblo medieval de La Couvertoirade y las vastas mesetas que lo rodean. Aquí, cada paso fuera de los muros prolonga la historia escrita entre sus piedras. A 808 metros de altitud, en lo alto del Mont Rédoun —una colina redondeada que domina el horizonte del Larzac— se alza el Moulin du Rédounel

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Antigua imagen donde se ve el molino de Rédounel antes de su restauración

Esta estructura singular, cuyo origen se remonta al siglo XVII bajo la iniciativa del comendador Antoine de Paule, sustituyó a un molino anterior del siglo XIV —el primero documentado del Larzac—, hoy desaparecido. Con sus aspas abiertas al cielo, este molino de grano daba sustento a los campesinos, evitando que recorrieran leguas hasta otros pueblos. Hoy, como entonces, gira con el viento, rinde homenaje a la tierra y revive la memoria agropastoril de los altos del Rouergue.

Las casas de La Couvertoirade: Le bourg


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Casas tradicionales de piedra con tejados de lauze, típicas del Larzac

Dentro del abrazo pétreo de las murallas, las casas de La Couvertoirade son un ejemplo perfecto de arquitectura autóctona del Larzac, que han resistido al paso del tiempo y a la modernidad. Construidas en su mayoría entre los siglos XV y XVI, muchas reutilizan las piedras del castillo primitivo y de construcciones anteriores ya en ruinas. Sus tejados de lauze (piedras planas), sus ventanas en cruz y sus puertas con arcos conopiales evocan una época en que la solidez era belleza. 

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Casas del burgo construidas entre los siglos XV y XVI con piedra local

Algunas fachadas muestran aún pilastras acanaladas y frontones decorados con blasones del tiempo de Luis XII. Aunque los siglos hayan abierto brechas, derrumbado bóvedas o borrado coronamientos, el conjunto mantiene una armonía que convierte al pueblo en un ejemplo vivo de arquitectura medieval. Caminar por sus callejuelas es pasear por la historia.

Hôtel de Grailhe


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El Hôtel de Grailhe, del siglo XVII, con su portada de piedra tallada y un blasón heráldico

El patrimonio monumental incluye además varios hôtels particuliers, viviendas señoriales que atestiguan la prosperidad de ciertas familias en la Edad Moderna. En pleno corazón de La Couvertoirade, entre muros de piedra caliza y silencio rural, se alza una noble residencia construida en el siglo XVII: el Hôtel de Grailhe. En aquella época, un “hôtel” no era un alojamiento para viajeros, sino la vivienda de una familia acomodada, símbolo de linaje y poder.

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Imagen antigua del Hôtel de Grailhe

Ésta en particular fue mandada edificar por Jean-Antoine de Grailhe, cuyo apellido da nombre al edificio. Sobre la puerta principal, el escudo familiar —dos estrellas de cinco puntas, dos cornejas que se miran de cara (gralhas, como se decía en el Languedoc), un león rematado por una palmera— da testimonio del prestigio de sus moradores, aún hoy esculpido en la piedra como una firma del pasado.

Maison de la Scipione


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Vista antigua y actual de la Maison de la Scipione

Levantada a finales del siglo XV o comienzos del XVI, esta distinguida vivienda noble —apoyada contra el propio lienzo de la muralla y orientada hacia la entrada principal del pueblo— es uno de los ejemplos más representativos de la arquitectura señorial de La Couvertoirade. Su nombre proviene de una viuda conocida como la Scipione, apelativo derivado de su marido, Scipion Sabde

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Las mansiones más señoriales conviven con las casas más humildes

Con el tiempo, la Maison de la Scipione fue embellecida con una torre y una gran ventana, señales inequívocas de la posición social de sus propietarios. Hoy, su planta baja, su antiguo establo, alberga el Punto de Información turística. Desde su último nivel se accede al camino de ronda, como antaño los vigías.

Rue Droite


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La Rue Droite sigue un trazado rectilíneo con casas medievales adaptadas a nuevos usos

La Rue Droite es la única calle del pueblo donde aún se percibe una intención urbanística vinculada a la organización hospitalaria. Su trazado rectilíneo, insólito en este laberinto medieval, atraviesa el corazón del recinto y está flanqueado por casas que siguen el modelo arquitectónico típico del Larzac. Los antiguos establos abovedados del nivel inferior, hoy transformados en tiendas, restaurantes y espacios de acogida, conservan su rusticidad original. 

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Las escaleras exteriores de piedra (lou balet) son típicas de Larzac

Los característicos lou baletescaleras exteriores de piedra adosadas a la fachada — son una de las señas de identidad de la arquitectura popular del Larzac. Su función era práctica y simbólica: permitían acceder directamente a las plantas superiores, donde se encontraba la vivienda, mientras que la planta baja se destinaba a establos o talleres

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La ingeniería hidráulica se centraba en captar y almacenar agua pluvial

En lo alto, bajo el tejado, se ubicaba el granero o el pajar, bien ventilado gracias a pequeñas aberturas. Estas construcciones, resistentes y funcionales, se adaptaban al relieve rocoso y a la vida rural. Muchas casas contaban con cisternas propias conectadas a canales de recogida de agua de lluvia.

Amuleto contra el mal de ojo


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La cardabelle es la flor típica que sirve de amuleto de protección

Las puertas decoradas con cardabelle confirman que este pueblo sigue tan vivo como antaño. Esta flor, conocida como Carlina acanthifolia, es en realidad un cardo silvestre muy apreciado en los Grands Causses, donde simboliza tanto la protección del hogar como la conexión con la tierra. De aspecto solar, con sus brácteas abiertas en forma de rayos dorados y su centro espinoso, se cuelga tradicionalmente en las puertas como amuleto contra el mal de ojo y augurio meteorológico: sus “pétalos” se cierran con la humedad, anunciando lluvia. 

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Un lugar donde todo parece real, incluso las ruinas

Hoy, La Couvertoirade cuenta con apenas 25 habitantes permanentes en su núcleo amurallado y unos 200 en total, incluyendo los alrededores. Pero cada año recibe unos 150.000 visitantes. Un paseo por sus callejuelas, un instante de silencio en su iglesia de ecos templarios, una mirada al horizonte desde el camino de ronda, bastan para entender lo que Georgette Milhau describió como "un lugar donde todo parece real, incluso las ruinas"

La Couvertoirade
El tiempo parece detenerse entre muros que aún guardan la memoria del pasado

En La Couvertoirade, el viajero no solo descubre una aldea medieval, sino que penetra en la memoria viva de una región que se resiste a olvidar su pasado. Y mientras el tiempo avanza fuera de estas murallas, aquí todo parece detenido: las casas, las torres, las piedras que aún susurran. Cada rincón invita a mirar con otros ojos, a escuchar con otros oídos. Es un lugar donde el silencio pesa, pero no oprime; donde lo auténtico se preserva no como reliquia, sino como forma de vida.

Dónde comer en La Couvertoirade: Auberge du Chat Perché


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El restaurante del Auberge du Chat Perché se encuentra en un antiguo establo

El Auberge du Chat Perché está situado en una antigua bergerie, un redil donde antaño se guardaba el ganado, que ha conservado intactas sus sólidas bóvedas de piedra y el alma rústica de otros tiempos. Hoy, este espacio cargado de historia acoge a viajeros y gourmets en busca de sabores auténticos. Un sabroso olor a leña y parrilla da la bienvenida a los comensales, anticipando una experiencia gastronómica que conjuga la tradición del Larzac con una cocina hecha con el corazón.

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Pizarra de embutidos locales

En el Auberge du Chat Perché, cada plato nace del fuego lento, del producto fresco y del saber hacer local. La carta —cuidadosamente elaborada con ingredientes ecológicos y de proximidad— ofrece desde parrilladas al fuego de leña hasta platos vegetarianos, sin gluten y postres caseros que están deliciosos. La terraza permite almorzar al aire libre, bajo la sombra de los árboles y envueltos por la magia de esta aldea medieval.

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Tempura ligera de verduras de temporada

Empezamos nuestro festín con una tempura ligera de verduras de temporada, con brócoli, cebolla y zanahoria, crujientes y delicadas (12 €), y una pizarra de embutidos: con jamón del país, salchichón, terrina de campo (una especie de paté de carne contundente) y chorizo de Espelette (12 €). Como platos principales, también puedes disfrutar de unas chuletas, pierna o paletilla de cordero ecológico de Saint-Maurice-de-Navacelles, acompañadas de ensalada, verduras o patatas fritas caseras (25 €). 

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L’Inattendue, propuesta gastronómica de inspiración hindú

Por mi parte, acerté de lleno al dejarme tentar por L’Inattendue, una propuesta inesperada y sorprendente que me conquistó desde el primer bocado. Este sabroso viaje de inspiración hindú incluía una tarta salada de castañas con miel y cebolla, verduras salteadas con leche de coco y curry, un exquisito dhal de lentejas al estilo indio y una ensalada fresca con lombarda encurtida que aportaba el contrapunto crujiente y ácido (19 €). Un plato que me encantó no solo por su sabor, sino por su originalidad.

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Tarta de limón y merengue

De postre, tuve la oportunidad de probar la tarta de limón y merengue (8’5 €), que logró conseguir un difícil equilibrio entre la acidez cítrica y la dulzura delicada del merengue tostado. La textura era ligera y el sabor, perfectamente armonizado, sin empalagar. Se sirve con una ración de nata montada casera, aunque en mi caso preferí degustarla sin ella. Un final refrescante para una comida que había comenzado con sabores intensos y terminó con una nota cítrica.

Más información: Auberge du Chat Perché. Dirección: Rue droite, 12230 La Couvertoirade. Teléfono: +33 603 847 294. Horario: De mediados de abril a principios de noviembre, de martes a domingo de 12 a 15 h. Julio y agosto, de martes a domingo, de 12 a 14:30 h y de 19 a 21:45 h. Web: Auberge du Chat Perché.


Toda la información generada durante mi viaje a La Couvertoirade puede consultarse a través de los hashtags #LaCouvertoirade y #Aveyron.

Rutas de senderismo por valles y cascadas cerca de Luchon

Vallée du Lis
Caminando entre la niebla hacia una de las cascadas más impresionantes del Pirineo

Las montañas que rodean la localidad pirenaica de Bagnères-de-Luchon, apodada con afecto simplemente como Luchon, se alzan como guardianas de valles de ensueño salpicados de lagos de alta montaña, numerosas cascadas y vestigios medievales que narran historias antiguas de caballeros y vasallos. En este paisaje, paraíso para los excursionistas, los bosques están envueltos en brumas suaves y crestas escarpadas. Cada sendero de los Pirineos es un desafío sublime que invita a sentir, contemplar y escribir, como hacían los primeros pirineístas

Litografías antiguas
Izq.: Cascade y Gouffre d'Enfer por E. Cicéri. Dch.: Gouffre Marie-Louise por J. Latour (s. XIX)

Nombres como Franz Schrader, que pasó el verano de 1871 en Luchon trazando croquis y perfiles orográficos, dejaron huella en estos valles. A su vez, Stéphen Liégeard, en su guía “Vingt journées d’un touriste au pays de Luchon” (1874), relata su visita a las Termas de Luchon (L’Établissement thermale), la Vallée du Lys, Les Granges d’Astos y el Lac glacé d’Oô. Por su parte, el conde Henry Russell, en su obra “A Fortnight in the Pyrenees” (1868), narra sus excursiones desde Luchon hacia la Vallée du Lys, la Cascade d’Enfer, Astos y el Lac d’Oô, con detalles de recorrido, altitudes, fauna y flora. 

Vallée du Lis
Es imposible no emular a los primeros pirineístas en estos senderos de brumas y cascadas

Desde Luchon se despliega una red de rutas senderistas que cruzan valles y collados, pensados tanto para el caminante avanzado como para quien busca un primer contacto con la montaña. Hay rutas técnicas que ponen a prueba los límites del esfuerzo, otras suaves que serpentean entre pastos y torrentes, y travesías de largo recorrido como el GR10, GR86 o el GRP, que recorren todo el Pirineo. Pero todas, sin excepción, comparten un lenguaje: el del asombro, la emoción del descubrimiento y la huella imborrable de los paseos por la naturaleza.

Tour de Castel-Vielh o Castelvieilh


Saint-Mamet
En un promontorio granítico, a 772 metros de altitud, se alza la Tour de Castel-Vielh

El sendero que conduce a la Tour de Castel-Vielh parte desde las termas de Luchon y se adentra en un bosque de hayas y pinos. El rumor de las hojas y el frescor del sotobosque acompañan al caminante hasta alcanzar la antigua atalaya, vigía fronteriza de la Tour de Castel-Vielh. Conocida como "tour sarrasine", la torre evoca antiguas defensas medievales y se alza, solitaria, como un promontorio de piedra entre las montañas y las nubes errantes.

Saint-Mamet
La torre servía para controlar la frontera y el acceso al Valle de La Pique

Construida alrededor del siglo XII, formó parte del sistema de alerta visual de los condes de Comminges. Los vigías comunicaban señales mediante fuego o humo desde lo alto de las colinas, tal como hacían en otras fortificaciones pirenaicas. Fue utilizada por los templarios, y más tarde por los Caballeros de San Juan de Jerusalén. El nombre Castel-Vielh proviene del occitano vileh ("viejo"). 

Saint-Mamet
Sendero entre hayas y pinos que asciende suavemente hacia la torre medieval

La torre controlaba el acceso al Valle de La Pique y hoy, reconstruida, es testigo de antiguas leyendas. El sendero, bien señalizado, permite al viajero llegar a ella con facilidad. También se puede acceder en coche hasta un pequeño aparcamiento, situado a 2 km del cruce de Saint-Mamet en dirección a Superbagnères. Desde allí, un sendero sencillo sube hasta la torre en apenas 10 minutos, con un desnivel de 80 metros. Es una ruta ideal para hacer en familia.

Passerelle de Péquerin


Saint-Mamet
Pasarela de vértigo con vistas sobre el Gouffre Marie-Louise

Siguiendo el camino desde la Tour Castel-Vielh, unos 500 metros más abajo, llegamos a la Passerelle de Péquerin, un moderno puente colgante de 31 metros de longitud, inaugurado en 2017 tras la destrucción del anterior por la riada de 2013. Suspendido por cables a 35 metros de altura sobre el torrente de La Pique, el puente ofrece impresionantes vistas del Gouffre Marie-Louise, una garganta escarpada por donde el río se abre paso.

Saint-Mamet
El puente colgante sobre el torrente de La Pique sirve de mirador privilegiado

El sendero hasta el puente es accesible incluso en invierno y continúa hasta un cruce que permite desviarse hacia la Cascada de Sidonie (unos 2 km adicionales). Desde el puente colgante, volvemos sobre nuestros pasos, dando por finalizada esta ruta de nivel medio. La ida y vuelta desde Luchon, incluyendo la torre y el puente colgante, tiene 7 km de recorrido y 470 m de desnivel, y puede hacerse en unas 3 horas, a ritmo tranquilo, incluso en invierno.

Saint-Mamet
La "Ruta 3404" es el antiguo paso entre Luchon y Benasque

Más allá de esta sencilla ruta, se extiende un largo camino histórico conocido con el nombre de "Ruta 3404". Este sendero transfronterizo unía Luchon con el valle de Benasque, en Aragón. Fue utilizado durante siglos por comerciantes, pastores y contrabandistas. Hoy, los senderistas lo recorren rumbo al techo de los Pirineos: el Aneto, que alcanza los 3 404 m de altitud, y que da nombre al itinerario. Una ruta que revive antiguas leyendas entre ambas vertientes del Pirineo.

Lac de Badech


Bagnères-de-Luchon
El Lac de Badech es un remanso de paz ideal para pasear o descansar

Otro de los lugares accesibles en coche, con aparcamiento gratuito, es el tranquilo Lago de Badech, al que también se puede llegar fácilmente caminando desde Luchon por la Allée du Corps Franc Pommiés. Este remanso de paz, con vistas al macizo del Tuchennal, invita al paseo relajado. Sus aguas quietas reflejan los cielos y las cumbres, mientras los senderos bajo los árboles invitan a recorrerlo, escuchando el murmullo constante del agua de La Pique que lo acompaña o, el silencio entre la brisa.

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Un sendero rodea el espejo de agua, con áreas de césped donde hay mesas de pícnic

El Lago de Badech está dedicado a la pesca deportiva y poblado por especies como la trucha común, lucios, percas, gobios, piscardos, tencas y rutilos. Su entorno ajardinado fue creado a finales de la década de 1880 sobre una zona conocida como La Poudrette, atravesada por un antiguo cauce del río La Pique. Hoy, la vegetación de ribera acompaña el paseo por este cinturón verde, uno de los espacios más serenos de la ciudad. 

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La Pique a su paso por la zona del Lago de Badech

Por el lago pasan también el gran sendero transpirenaico GR10, que conecta Melles con Oô, y el GR86, que parte de Toulouse y llega hasta Luchon, por lo que muchos senderistas de larga distancia aprovechan para hacer una pausa aquí. A un lado está el aeródromo de Luchon, famoso entre los aficionados al vuelo sin motor; desde aquí despegan planeadores y parapentes, salpicando el cielo de color. El contraste entre el paisaje llano y verde del entorno del lago y las cimas nevadas al fondo, lo convierten en un lugar perfecto para el senderismo contemplativo.

La Guinguette du Lac de Badech


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Terraza al aire libre de La Guinguette du Lac de Badech

A orillas del sereno lago de Badech, donde las montañas se reflejan en un espejo de aguas quietas y la brisa acaricia los árboles, se encuentra La Guinguette du Lac de Badech. Esta encantadora terraza con vistas al lago, sencilla y sin pretensiones, ofrece una cocina sabrosa y reconfortante, perfecta para reponer fuerzas tras una caminata o para dejarse llevar por el ritmo lento de la naturaleza.

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Ensalada de pollo

El viajero encuentra aquí una pausa amable: ensalada de pollo (16 €) o la ensalada de queso de cabra caliente (18 €); tabla de embutidos o quesos de la región (18 €–20 €) o brochetas de carne con todo el sabor del suroeste francés (18 €). Para los más hambrientos, platos como el confit de canard (18 €), el magret (25 €) o el faux-filet (24 €) completan la experiencia gastronómica.

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Crème fraîche con fresas

Con un acogedor comedor interior junto a la chimenea y una terraza exterior que se asoma al lago, La Guinguette es un buen lugar donde disfrutar de un helado artesanal, del chapoteo de los patos en el agua y esa luz tenue que se filtra entre las hojas. Un escenario, donde reposar tras la marcha o leer los viejos relatos de pireneístas como Stéphen Liégeard o Hippolyte Adolphe Taine, al lado del agua.

Más información: La Guinguette du Lac de Badech. Dirección: Allée du Corps Franc Pommiès, 31110 Bagnères-de-Luchon. Teléfono: +33 642 107 470.

Vallée du Lis: cascadas, lagos y patrimonio rural


Vallée du Lis
Este paraje natural de montaña es el punto de partida de rutas de senderismo de gran belleza

Al sur de Luchon se extiende la Vallée du Lis (en ocasiones escrito Lys), un paraje a 1 100 metros de altitud, con varios lagos de montaña. A pesar de su nombre, el valle no debe su nombre a los lirios (lys) sino a la palabra gascona lits, que significa alud. Con la llegada de los primeros excursionistas en el siglo XIX y dado el escaso atractivo del nombre, Valle de los Aludes, se rebautizó con un nombre más evocador: Vallée du Lis (Valle del lirio).

Vallée du Lis
Saltos de agua cristalina que refrescan el valle y el bosque

Por el fondo del valle discurre el río Lis, cuyo murmullo acompaña al caminante entre hayedos centenarios y praderas salpicadas de campanillas, margaritas y orquídeas silvestres. Los claros donde florecen, ofrecen destellos de color bajo el dosel verde, y en sus orillas habitan en secreto tritones y sapos que encuentran refugio en el agua pura. La Vallée du Lis forma parte del espacio Natura 2000 “Los Valles del Lis, de La Pique y del Oô”, un área protegida por su excepcional biodiversidad.

Cascade d’Enfer: un estruendo de agua en un rincón sombrío 

Vallée du Lis
Un sendero de fácil acceso conduce en pocos minutos hasta la Cascade d’Enfer

Desde el aparcamiento del valle, en Cazeaux-de-Larboust, parte una senda breve y accesible, en apenas 5 minutos se accede a la Cascade d’Enfer (Cascada del Infierno). El trayecto es suficiente para transportarnos a otro mundo, invitando a niños y mayores a una pequeña aventura en la montaña. El sendero discurre entre prados y arbustos, sube con suavidad y, al girar en una curva, deja al descubierto el salto de agua.

Vallée du Lis
La cascada ruge entre rocas y helechos en un entorno sobrecogedor

Esta cascada, de unos 70 metros de caída, se precipita estruendosamente desde el Cirque des Crabioules, alimentada por cinco lagos glaciares situados a 2 500 m de altitud. El sendero hasta la Cascade d’Enfer es breve y familiar, apto incluso para niños y niñas. Aunque, hay que tener en cuenta que la ruta solo es accesible a pie, desde primavera a otoño, y se recomienda consultar las condiciones meteorológicas en la Oficina de Turismo antes de acceder.

Vallée du Lis
El agua cae entre paredes verdes de un paraje salvaje

El murmullo del arroyo va creciendo con cada paso y pronto deviene en un estruendo que sacude el aire. El agua, como un hilo plateado, cae en un abismo de roca y helechos, haciendo brillar el musgo y salpicando el ambiente de frescor. Los pireneístas del siglo XIX, la bautizaron “del Infierno” por la combinación de su estallido y la penumbra de sus peñascos. Una vieja fotografía incluso la muestra congelada, haciendo honor al dicho “cuando el infierno se congele”.

Senderos del Vallée du Lis: rutas para todos los niveles


Vallée du Lis
Los caminos señalizados permiten al senderista recorrer el Valle del Lis

Además de la Cascade d’Enfer, desde el valle parten rutas de mayor dificultad, que conducen a lagos a mayor altura como el Lac Vert, Lac Bleu, Lac Célinda, Lac Charles o Lac du Port Vieil, así como al Refugio de Maupas. Estas excursiones pueden durar entre 5 y 8 horas, dependiendo del destino. Si necesitas un guía de montaña, hacer barranquismo o raquetas de nieve, puedes contactar con Sophie Souleyreau, habla español y tiene una paciencia enorme. Teléfono: + 33 673 066 445 o en la página web Passion Montagne.

Le Gouffre d'Enfer: una sima profunda entre bosques y senderos


Vallée du Lis
El agua se precipita por el estrecho cañón de Gouffre d’Enfer

Desde el aparcamiento de la Vallée du Lis arranca un camino que conduce a la misteriosa Gouffre d'Enfer, una sima profunda donde el agua ha cincelado la roca durante milenios. El recorrido circular que lo rodea, de unos 5 km y 380 m de desnivel y dificultad media, se completa en alrededor de 2 horas y 30 minutos. Varios saltos de agua invitan a detenerse, respirar hondo y sentir el ritmo contemplativo de los Pirineos.

Granges d’Astau y Lac d’Oô


Granges d’Astau
Aguas claras descienden entre musgos y piedras por el Ruisseau Medassoles

En el Vallée d’Oô, arranca otro clásico del senderismo de la zona: el que asciende al famoso Lac d’Oô y su cascada. La ruta comienza en los pastos de Astau (1 140 m), un sitio natural de montaña atravesado por un riachuelo donde se acercan a abrevar terneras y bueyes que pastan a sus anchas en los prados. Hay que cruzar un bosque de pinos y luego trepar por un sendero rocoso.  

Granges d’Astau
Inicio del sendero hacia el lago d’Oô

Tras unos 3 km de ascenso (6,5 km ida y vuelta) y 420 m de desnivel (unas 3 h en total, dificultad media) se llega al refugio del lago, construido sobre un dique a 1 502 m. La recompensa es un circo de montañas cubierto de cascadas: el lago alpino cambia de color según la luz del día y época del año, bordeado de gargantas, queda al pie de la gran cascada de 275 m (la cascada de d’Oô) que se desploma al fondo. 

Lago Espingo
Pastor con su rebaño de ovejas en el lago Espingo (c. 1900)

En la margen izquierda del lago se alza el refugio, donde se puede descansar y picar algo. Este sendero, muy famoso y bien conservado, es accesible solo a pie, de primavera a otoño. Hay quienes completan la jornada llegando hasta los lagos de Espingo, Saussat y Portillon por un itinerario circular mayor, que alcanza los 22 km, 1 650 m de subida en 10 horas. 

Cascada y Lago d'Oô
Cascada y Lago d'Oô por Eugène Cicéri (1860)

Pero el tramo principal desde Granges d’Astau al lago d’Oô es suficiente como excursión memorable. Cabe señalar que, por tratarse de un entorno de alta fragilidad ecológica, protegido dentro de la red europea Natura 2000, está prohibido bañarse en el lago para proteger peces y anfibios endémicos.

Cascade de la Chevelure de la Madeleine


Granges d’Astau
Cuenta la leyenda que un hada creó esta cascada como símbolo de sus lágrimas

Para los menos preparados físicamente o menos aventureros, desde el aparcamiento de Granges d’Astau también se puede disfrutar de una bonita postal pirenaica: la Cascade de la Chevelure de la Madeleine (o simplemente Cascade de la Madeleine). Se ve a distancia, en la vertiente de este valle plagado de terneras y bueyes. La vista lejana de esta cortina de agua (aprox. de 130 m de altura) que cae sobre la pared en forma de espléndida cabellera, es un cierre mágico para cualquier recorrido.

Granges d’Astau
En este valle de pastos verdes, la cascada acompaña al ganado en calma

Su nombre evoca la figura de la joven Marie-Madeleine, una hermosa pastora que cuidaba a sus ovejas en los prados situados bajo el lago de Oô, en los límites de un bosque de abedules, hayas y pinos; territorio de lobos en aquellos tiempos remotos. Un hada, su protectora, velaba por ella. Pero un día, el hada se distrajo. Subió hacia los glaciares y los lagos de alta montaña —Espingo, Saussat, Portillon— y se dejó llevar por la belleza del paisaje, el murmullo del agua y los ecos de marmotas y águilas.

Granges d’Astau
El agua se desliza como una melena plateada por las rocas

Perdió la noción del tiempo contemplando el Pic Perdiguère, majestuoso y coronado de nieve. Cuando regresó, ya era tarde. Los lobos habían devorado a Madeleine. Solo quedaba su larga cabellera enredada. Destrozada por la pena, el hada creó una cascada con esos cabellos, símbolo de sus lágrimas. Desde entonces, se dice que, si los caminantes derraman allí unas lágrimas, la cascada no se secará jamás y la pastora podrá seguir viviendo entre los prados, junto a sus ovejas que acuden a beber de sus aguas por toda la eternidad.

Granges d’Astau
Postal del siglo XIX con la denominación antigua: La Grange d’Astos

Cada uno de estos senderos es una invitación al descubrimiento: desde la impetuosidad y belleza de sus cascadas hasta la inmensidad de las montañas, pasando por fortalezas centenarias y pasarelas de vértigo. En este rincón de los Pirineos, alrededor de Luchon disfrutamos de la naturaleza y del pirineísmo. Una corriente romántica y emotiva que nos traslada a los primeros excursionistas y personajes de las artes y la literatura, cuyo ideal era, saber, al mismo tiempo que se ascendía por las montañas, se escribía sobre ellas y se sentía profundamente el alma de los Pirineos

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Luchon y sus alrededores. Eugène Cicéri (1873)

El caminante no solo debe medir la dureza del camino, sino que debe dejarse envolver por la niebla del bosque, el rumor del agua y la huella dejada por siglos de moradores. Cada paso crea un diálogo íntimo con la tierra, mientras se descubren secretos de viejas cabañas y pasos de ganaderos. Al ralentizar la mirada, descubrimos pequeñas flores silvestres y el eco de antiguas leyendas. Así, la montaña regala algo más que vistas: nos recuerda la esencia del verdadero pirineísmo.

Dónde comer en Granges d’Astau: Le Mailh d'Astau


Granges d’Astau
El restaurante Le Mailh d'Astau sirve platos regionales y especialidades del suroeste francés

En el corazón de los Pirineos, donde los caminos se adentran sobre praderas infinitas y el viento trae el perfume de los bosques, el restaurante tradicional Le Mailh d’Astau abre sus puertas como un refugio tras la caminata. Dirigido por Valérie Cazaban y su familia, este acogedor establecimiento rinde homenaje a la tradición montañesa con platos tan reconfortantes como su garbure con confit de pato, un guiso de verduras y carne típico local.

Granges d’Astau
Salade de Gésiers

También es posible disfrutar de un pistache con costillas de cordero, un plato tradicional de alubias blancas cocidas con cordero, lleno de sabor y tradición, herencia de los pastores de la región o de un plato de trucha del valle, fresca y delicada, que completa el trío de sabores que celebran la riqueza de esta tierra. Además de los platos a la carta, disponen de varios menús temáticos: Lac d’Oô (18,90 €), Espingo (22,90 €) y Portillon (24,90 €), que ofrecen entrante, plato principal, guarniciones y postre o café.

Granges d’Astau
Solomillo de ternera con patatas sarladaises y judías verdes

Los platos principales del Menú Espingo se acompañan de patatas sarladaises y de judías verdes de la tierra, y puede culminar con un café gourmand. Cada ingrediente respeta su origen: cordero de los Pirineos, buey francés o de la UE, pato de Francia, embutidos de Barès, truchas de la piscicultura de Oô, quesos de Chourré y pastelería casera. Con su decoración rústica y varias terrazas que se asoman al valle, Le Mailh d’Astau también ofrece una selección de productos regionales, a la venta en su tienda.

Más información: Le Mailh d'Astau. Dirección: Granges d’Astau, 31110 Oô. Teléfono: +33 561 798 217. Horario: Diariamente de 9 a 21 h. Web: Le Mailh d'Astau

Las Termas de Luchon

Bagnères-de-Luchon
El nuevo espacio “Ressources & Vous” ofrece bienestar termal en plena naturaleza pirenaica

En la actualidad, las Termas de Luchon (Thermes de Luchon en francés) emergen renovadas tras casi tres años de renovación. A principios de 2025, sus pasillos históricos —desde el emblemático edificio Chambert hasta los nuevos corredores luminosos— ofrecen un nuevo espacio termal de 2.800 m². Las piscinas interiores y exteriores, chorros de hidromasaje y duchas sensoriales han sido diseñadas para que el agua termal, portadora de salud desde la Antigüedad, recorra el cuerpo con la misma fuerza serena que modela los circos y cascadas de las montañas que rodean Luchon.

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Pavillon du Prince Impérial, construido en 1867 y reconstruido en 1953

Las aguas termales de Luchon, consideradas las más sulfurosas de Francia, son de tipo sulfurado sódico, alcalino e hipertermal. Su concentración de azufre es una de las más elevadas no solo entre las estaciones pirenaicas, sino también a nivel nacional y europeo. Actualmente, se captan a través de tres perforaciones —F2 Reine, F8 Pré y F9 Filhol—, que alcanzan entre 170 y 730 metros de profundidad. Su temperatura varía entre 50 °C y 72 °C, y su lento recorrido subterráneo se estima en 14.000 años, según dataciones por carbono 14.

Debido a la alta concentración de aguas sulfurosas en las instalaciones termales, se nos recomendó no introducir cámaras fotográficas para preservar tanto el equipo como el anonimato de los bañistas. Por ello, las imágenes que ilustran mi visita proceden de la colección oficial cedida por las Termas de Luchon, destinadas a medios de comunicación.

Un legado milenario de espíritu moderno


Thermes de Luchon
El establecimiento termal de Bagnères-de-Luchon. Litografía de Victor Petit (s. XIX)

Cuenta la leyenda que, en tiempos de Augusto, un centurión exhausto reparó en un manantial humeante junto al campamento romano de Ilixon nombre derivado de la diosa de las aguas, y descubrió el poder curativo de sus aguas sulfurosas, ya que de inmediato alivió sus heridas y dolencias. Aquella primera inmersión marcó el origen de unas aguas cuya fama pervive. Con el paso de los siglos, Luchon se convirtió en el santuario termal de la alta sociedad parisina del siglo XIX, que impregnó la villa de elegancia.

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Edmond Rostand, autor de Cyrano de Bergerac, vivió en la encantadora Villa Julia

Puedes leer más sobre la arquitectura balnearia de BagnèresdeLuchon en mi artículo Ruta por la arquitectura balnearia de Luchon, que recorre a pie los edificios de la Belle Époque. O descubrir la huella de Edmond Chambert en la villa en Bagnères-de-Luchon: La Reina de los Pirineos y joya de Edmond Chambert, donde se detallan las obras que se conservan de este arquitecto en la ciudad termal. 

El nuevo espacio “Ressources & Vous” de las Termas de Luchon


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Piscina en la azotea ©David Duchin Doris-Thermes de Luchon

El recorrido termal del nuevo espacio “Ressources & Vous”, es un oasis de piscinas escalonadas, saunas húmedas y secas y duchas sensoriales que invitan a detener el tiempo. En la azotea, ubicada en la tercera planta, es posible sumergirse en una piscina exterior de 120 m² y sentir el viento frío del invierno besando nuestra piel caliente, o descansar en la terraza-solárium contemplando las nubes que acarician las cumbres.

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Vaporarium ©David Duchin Doris-Thermes de Luchon

En el área de spa, de 800 m2 de la primera planta, encontramos el histórico Vaporarium, la única galería natural con vapor de Europa. Con más de 150 metros de galerías excavadas en la roca, el hammam excavado en la montaña deja filtrar el vapor de azufre caliente de la roca. El agua termal a 72 °C atraviesa las paredes de la cueva, enfriándose a temperaturas que oscilan entre 38 °C y 42 °C, y una humedad del 95%. 

Thermes de Luchon
Imagen antigua del edificio del Vaporarium (c 1930)

Tu cuerpo queda envuelto en un baño de vapor natural, de bruma tibia y benéfica, que descongestiona las vías respiratorias, favorece la eliminación de toxinas y relaja la musculatura. Se recomienda acceder únicamente durante 15 minutos al día. Aquí, el Pirineo se siente en cada gota: la humedad acaricia los músculos, disuelve el cansancio, purifica la piel y alivia la mente, como un susurro milenario que recorre las montañas. Es una experiencia única, envolvente, que nos remonta al primigenio baño ancestral purificador.

Un balneario a la medida del siglo XXI


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Cascada de la piscina cubierta ©David Duchin Doris-Thermes de Luchon

Sin abandonar la primera planta, accedemos a dos piscinas lúdicas (120 m² y 70 m²) y una zona de relajación y solárium. Las tres piscinas de agua caliente, incluida la de la terraza exterior con solárium, invitan al bañista a deslizarse bajo cascadas de burbujas, cuellos de cisne y chorros a contracorriente que masajean la espalda como manos invisibles. Un banco de burbujas y rincones de hidromasaje completan el recorrido.

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Duchas sensoriales ©David Duchin Doris-Thermes de Luchon

La segunda planta es un oasis de sensaciones, allí encontramos, el Tepidarium de vapores tibios, junto al Jacuzzi, cuyas burbujas son siempre agradables. Zonas de relajación prolongan la calma, mientras las seis duchas sensoriales, alternan las lluvias frías y calientes, neblinas aromáticas y chorros pulsantes que despiertan los sentidos y la circulación sanguínea. Los bancos calientes invitan al reposo, completando el circuito de bienestar.

Calor y frío: el pulso de la montaña


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Pared de hielo ©David Duchin Doris-Thermes de Luchon

El espacio termal reserva tres saunas de calor seco a 80 °C, donde parece que el Pirineo late en cada gota de sudor, limpiando la piel y revitalizando la circulación. Y, como contrapunto para los más valientes, baños de agua fría de forma variada y tremendamente helada. Desde el Cielo de Nieve que cubre al visitante con auténticos copos que caen de la parte superior, hasta la Pared de Hielo que beneficia al cuerpo con su fría caricia, tonificando músculos y mente, pasando por la Fuente de hielo.

Más información: Thermes de Luchon. Dirección: Cours des Quinconces, 31110 Bagnères-de-Luchon. Teléfono: +33 561 945 252. Precio Ressources & vous de la zona acuática (2 h consecutivas). De lunes a viernes: 20 €. Fines de semana: 22 €. Web: Thermes de Luchon

Dónde comer en Bagnères-de-Luchon:

La Tute de l’Ours


Bagnères-de-Luchon
La Tute de l’Ours es un restaurante rústico con cocina local y de montaña

En la avenida principal de Bagnères-de-Luchon, el restaurante La Tute de l’Ours se alza como un refugio cálido tras las caminatas. Al cruzar el umbral, el aroma de guisos caseros nos envuelve; el crujir de la madera bajo los pasos parece contar historias de pastores y viajeros. Entre sus especialidades, la Parillade de la Tute reúne una parrillada de carne con un bistec de cadera de cerdo, falda de res, cordero y panceta de cerdo, acompañado de verduras o patatas fritas (25 €).

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Costillas de cordero con patatas fritas

También es posible degustar un entrecot con patatas fritas con una salsa a elegir entre azul, a la pimienta o con chalotas (25 €) o unas Côtelettes d’agneau o costillas de cordero (24 €). El cordero de los Pirineos, de indicación geográfica protegida (IGP), es fruto de una tradición ganadera milenaria. Su carne, tierna y delicada, adquiere finos matices aromáticos gracias al pastoreo en las praderas.

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Tarta de arándanos con helado de vainilla y nata

Los amantes de los platos de cuchara hallarán consuelo en la Cassolette de légumes à la persillade (18 €), un festín de hortalizas aliñadas con ajo y perejil, mientras que el Filet de truite de la piscicultura de Oô, acompañado de verduras, arroz basmati y salsa de ajo (21 €), es recomendado para los amantes del pescado. Y para rematar, el Fondant au chocolat (7,50 €) o la Tarte aux myrtilles (7,50 €) invitan a prolongar la sobremesa, y saltarse toda la dieta.

Más información: La Tute de l’Ours. Dirección: 22 Allées d'Etigny, 31110 Bagnères-de-Luchon. Teléfono: +33 561 790 404. Horario: De miércoles a domingo, de 9:30 a 22:30 h. En temporada alta, también abren los martes. Web: La Tute de l’Ours

L’Escale

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En L’Escale encontrarás un surtido de cervezas artesanales

Cerca del mercado de Luchon, el pequeño restaurante familiar L’Escale ofrece productos frescos y trato cercano, en un ambiente reducido e íntimo. Entre sus entrantes, la Ardoise de charcuterie (16 €) reúne jamón de los Pirineos, paté, chorizo, salchichón y morcilla negra, mientras que la Salade de chèvre chaud (15 €) combina queso de cabra fundido, tomate, cebolla roja, nueces y miel. 

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Trucha con arroz y verduras salteadas

En los platos principales, destacan el Pavé de Truite du village d'Oô (20 €), acompañado de arroz de tres colores y verduras salteadas que evocan la frescura de los ríos de altura. Los comensales más hambrientos pueden optar por la Hamburger Montagnard (19 €) con ensalada, tomate, cebolla morada, queso Tomme de vaca, salsa de hamburguesa, coronado con huevo y jamón del país, servido con patatas fritas caseras.

Más información: L’Escale. Dirección: 18 Rue du Docteur Germes, 31110 Bagnères-de-Luchon. Teléfono: +33 627 162 479.

Dónde dormir: Hôtel La Rencluse


Bagnères-de-Luchon
Este hotel de estilo alpino es una excelente base para explorar las rutas pirenaicas

El Hôtel La Rencluse se halla justo a los pies de la carretera que sube a la Tour de CastelVielh y a un breve paseo del Parque de las Termas de Luchon. Esta ubicación única convierte cada mañana en una invitación al descubrimiento: puedes salir del hotel y emprender directamente la ascensión a la torre medieval o adentrarte en el oasis verde de los jardines termales, antes de sumergirte en un espléndido desayuno con productos locales.

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Habitación triple con vistas a las montañas

Acogedoras, tranquilas y con vistas a las montañas, las doce habitaciones del Hôtel La Rencluse, combinan la elegancia y el ambiente rústico del estilo pirenaico. Cada una, única en su diseño, combina maderas cálidas, toques de piedra y suaves mantas de pelo de oveja. Por la noche, ese mismo paisaje se convierte en un refugio de silencio y estrellas, ideal para renovar el espíritu. Al despertar, las habitaciones posteriores regalan panorámicas que abarcan crestas montañosas y bosques cubiertos por vellones de nubes.

Bagnères-de-Luchon
En el buffet del desayuno encontrarás productos locales, dulces y salados

El desayuno, servido con mimo en el comedor, es un festín de sabores locales: crepes ligeras, gofres dorados y croissants recién hechos se combinan con mermeladas artesanas de arándanos, albaricoques y cerezas negras de la Maison Jougla. La legendaria crema Pyrénella, elaborada desde 1897 por un maestro chocolatero local, espera a los amantes del dulce, para cargar de energía a senderistas y moteros. 

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Selección de quesos

Para quienes prefieren empezar el día con productos más contundentes, el buffet del desayuno del Hôtel La Rencluse también ofrece un surtido de embutidos y quesos de la región. En los pastos de los Pirineos se producen quesos de carácter inconfundible. Con leche cruda de oveja, cabra o vaca, se elaboran variedades de pasta blanda y firme. Desde suaves tommes que funden la dulzura de la pradera hasta quesos curados más secos y complejos, que pueden degustarse todo el año.

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Croissants recién horneados y pain au chocolat en el desayuno del hotel

Muffins salados con beicon y queso, tartas caseras de manzana o pera y panes rústicos o baguettes se ofrecen al huésped. Para los más healthy y que buscan opciones saludables, pueden optar por la macedonia de frutas frescas y zumos de naranja o manzana. Además, una cuidada selección de tés, infusiones aromáticas y cafés acompaña cada bocado, ayudando a despertar los sentidos ¡y el cerebro! Un festín equilibrado, donde cada producto nos acerca también al territorio de los Pirineos.

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Sala junto a la recepción, perfecta para descansar tras las caminatas

Su barsalón, con chimenea lista para ofrecer un ambiente cálido en invierno, invita al reencuentro tras la excursión. Disponen de una pequeña sala con juegos de mesa, revistas y libros, para aquellos que quieran sumergirse en la lectura y el pasatiempo. El Wifi gratuito permite conectarse, ideal para quienes necesitan seguir trabajando. Un aparcamiento privado gratuito facilita la comodidad de las entradas y salidas de los huéspedes.

Bagnères-de-Luchon
Espacio disponible para uso de los huéspedes

Para los ciclistas y esquiadores, un cobertizo para guardar bicicletas y esquís con seguridad, también disponen de una habitación adaptada para personas con movilidad reducida. Además de las habitaciones dobles, disponen de un estudio y un acogedor apartamento para cuatro personas. Desde aquí, las termas de Luchon, las rutas de senderismo, las cascadas y la naturaleza se sienten al alcance de la mano. El Hôtel La Rencluse es un buen campamento base para los exploradores que buscan adentrarse en la esencia de los Pirineos.

Más información: Hôtel La Rencluse. Dirección: 4 Avenue de Gascogne, 31110 Saint-Mamet. Teléfono: +33 672 122 963. Habitaciones dobles desde 60 €/noche. Web: Hôtel La Rencluse

Toda la información generada durante mi escapada a Luchon puede consultarse a través de los hashtags #pyrenees31 y #TourismeHG.

Puedes encontrar información detallada de todas las rutas de senderismo o BTT que sepueden hacer en el Pirineo de Haute-Garonne, en la página web de Pyrénées 31 o de las Topoguías de senderos de Haute-Garonne Tourisme

Si os gusta el patrimonio, a 35 kilómetros de Luchon se encuentra la población medieval de Saint-Bertrand-de-Comminges y los restos romanos de Lugdunum Convenarum

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