En África todos los
pueblos, por pequeños que sean, tienen un mercado diario donde se
comercializan los productos de uso cotidiano que se necesitan en el
hogar. Curiosamente las dosis pueden ser reducidas a tan sólo una
unidad del producto o a la cantidad necesaria de un sólo uso. Eso se
observa en muchas de las paradas que exponen los productos en
pequeñas pilas invitando a comprar la cantidad justa. No es que la
parada venda tomates o pimientos “a granel”, es que en la mesa
hay pilas de 5 tomates que forman una llamativa flor o 4 cebollas
alineadas con otro grupo de 6 ó 7 montones y ese montoncito, es el
que podrás comprar.
Cuidado con las
guindillas, cuanto más pequeño y diminuto veas el pimiento,
más picante será y si ves bolsas de polvo rojo en África,
seguramente será polvo de cayena, una especia utilizada en
multitud de platos de África Oriental y que además de ardor bucal
te asegura la conservación de los alimentos.
A diferencia de Europa
donde los panecillos de hamburguesas son de 4 unidades y las bandejas
de hamburguesas son de 6, en África mantienen esa sana cordura de
equiparar raciones con la necesidad del individuo. Que hoy necesito
café, pues compro la dosis necesaria para llenar mi cafetera, que me
falta jabón, pues compro una pastilla. El mercado está para
satisfacer la necesidad de la vida diaria, tanto del que compra como
del que vende, y no para enriquecerse, hacer grandes fortunas o
acaparar alimentos. El concepto de despensa no es africano
precisamente, el acopio necesita de dinero, espacio y condiciones de
conservación, algo que a veces, por aquí, escasea.
En Burkina Faso
encontrarás paradas donde se venden nueces de cola, son
consumidas como golosina aunque son de sabor amargo. Su consumo es
masivo, ya sea por la creencia de que la nuez de cola es afrodisíaca
o porque realmente tiene efectos estimulantes. Si tienes previsto
visitar alguna tribu, grupo étnico o familia, ve provisto de una
bolsa de nueces ¡es una muestra de cortesía!.
A medida que crece la
importancia de la ciudad, los mercados crecen en tamaño y en
variedad de productos. No importa si el espacio destinado para montar
un mercado se reduce al borde de la carretera, a un espacio
delimitado o al interior de un edificio, en los mercados africanos es
posible comprar pan, carne, pescado seco, frutas, sal, baterías,
medicinas, tabaco, cerillas, menaje de plástico o ropa, tanto usada
como hecha a medida, y telas, metros y metros de coloridas telas
africanas que tiñen de color y belleza los mercados. La elegancia de
la mujer africana sobrepasa los cánones del poder adquisitivo y eso
me encanta.
En las pequeñas
poblaciones, como pueden ser Dendeogo, Guelwongo, Loropéni, Kokologo y Boromo, la etnia mayoritaria del país son
los Mossi; dignos herederos de la princesa Yennenga.
Lucen orgullosos su oficio y mercancía, te aconsejo que compres un
bonito recuerdo: una cáscara de calabaza seca. En África es
el recipiente de los mil usos, utilizado tanto para almacenar
líquidos, como sólidos, además de ser económico, es totalmente
ecológico. En algunas regiones las calabazas están decoradas y las
convierten en hermosos “tarros” con tapa.
Si el mercados es grande,
los comerciantes vendrán de otras zonas del país, incluso de los
países vecinos y es entonces cuando entiendes que la “ley de la
oferta y de la demanda” deja de tener importancia y lo que importa
entonces es el diálogo, los chismes, la información que corre de
boca en boca. Mercados alegres, vivaces y multicolores, con
impactantes experiencias para quien los contempla.
El olor de centenares de
bandejas de pescado seco bajo el tórrido sol de agosto, los
rebaños de ovejas limpiando los restos de lo que queda
después del día de mercado, la invitación a probar un vaso de
cerveza artesanal de mijo junto a los jefes de la tribu. El
sonido del mazo de madera repicando en el enorme mortero
mientras se muele manualmente kilos y kilos de mandioca.
Trueque en Gaoua,
orugas fritas en Banfora o las misteriosas bolas negras
de hierbas filamentosas ahumadas que sirven para hacer sopa y que son
la pastilla de “Avecrem” africana. Los mercados de Burkina Faso
son inolvidables. Por último quedan los grandes mercados, como el
Grand Marché de Bobo Dioulasso, uno de los
denominados “centros comerciales” de África. Con más de tres
mil tiendas, aquí te espera un gran repertorio de productos desde
carnicerías y paradas de mangos hasta fabricantes de cerveza
artesanal. Prepárate para volverte loco con la artesanía;
aquí es posible comprar desde famosas telas teñidas (batik), hasta
máscaras o bellas tallas de madera de todos los tamaños y para
todos los bolsillos. Sombreros peul, tambores y cruces tuareg
o camisas a medida, junto a objetos rituales o juguetes de metal
reciclado.
Si se tiene ocasión hay
que probar la mandioca, la
batata o los buñuelos dulces fritos. En Burkina Faso se
encuentran paradas por doquier, donde la vendedora es la que prepara
la masa, los fríe y los vende.
Por último hay que
explorar el Mercado Central de Ouagadougou, en la capital del
país. Es donde los precios se disparan más y donde hay que regatear
a muerte. Si te puedes permitir comprar en otros mercados será mejor
para tu economía. Aquí hay de todo, desde objetos de uso diario
hasta recuerdos para que los extranjeros se lleven un pedacito de
África a casa.
En Mali no dejes de visitar el Mercado de las mujeres de Mopti.
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