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África y el Níger

Malí

El río Níger cruza en forma de media luna, de oeste a este, cinco países africanos: Guinea, Malí, Níger, Benín y Nigeria. Durante más de cuatro mil kilómetros, el Níger se convierte en el eje principal de la vida de millones de almas. Sirve de alimento y de vía de comunicación, todo se mueve alrededor de este río de color chocolate. Se vive, se pesca, se viaja y se comercia a través de él; inundando sus orillas de color y vida ajetreada. Es así como África y el Níger forman un todo.

Mujeres en el Níger
Mujeres lavando ropa en el río Níger

En Malí fui testigo de esa vida azarosa de los malienses y sobre todo de sus mujeres, que como en muchos lugares del planeta, son las mujeres lo que lo hacen todo. El espectáculo es infinito, a cualquier hora del día ves mujeres lavando la ropa, rodeadas de un montón de niños que juegan y se bañan en las orillas del Níger. Hay quien se acerca a dar de beber al ganado en sus aguas o el que lo cruza con sus bestias a nado o también en barca. Se lavan motos, cabras, ollas e hijos, con la misma agua, día tras día.

Mopti
Pinazas surcando el Níger a la altura de Mopti

Aquí en el Níger las barcas que surcan el río tienen nombre propio, se llaman pinazas; una especie de enorme canoa rudimentaria construida en madera. Algunas llegan a medir unos 25 metros de largo, los tablones de madera se clavetean a mano y se recubre la cubierta con brea negra para que no se filtre el agua. En Mopti visitamos un taller de construcción de pinazas y había de todos los tamaños. Recuerdo que cada trabajador estaba especializado en un componente, había quien se dedicaba a fundir el metal y a golpearlo para hacer clavos, los que se limitaban a preparar los listones de madera o el que pintaba el exterior de brillantes colores.

Malí
El puerto de Mopti es un espectáculo de pinazas

Gracias a su poco fondo, las pinazas vadean y se acercan sin problema hasta la orilla misma de cualquier tramo del Níger. Las pinazas recorren el Níger de aldea en aldea, desde el amanecer hasta la puesta de sol, transportando cientos de sacos de arroz, mijo, pescado, gallinas, leche, rocas de sal, fardos de algodón o tejidos. Estas barcas son el transporte principal de miles de malienses hacia Tombuctú y es en ellas, que los viajeros alcanzan las aldeas Bozo y Peul de las orillas del Níger.

Níger
La actividad en el río Níger es frenética

Es en Mopti donde se fabrican y se reparan la mayoría de las pinazas que transportan las mercancías y los pasajeros de este río africano. El puerto de Mopti es un auténtico cruce de caminos y también punto de encuentro de etnias, de culturas y de comercio entre el Norte y el Sur de Malí. Aquí se dan cita nómadas songay, pescadores bozo, pastores peul, vendedores Tuareg, hombres Dogón, niños bambaras, parejas toucouleur o mujeres bel-la

Malí
Una enorme variedad de etnias se dan cita a orillas del Níger

A orillas del Níger, aparecen cientos de artesanos y vendedores que desde el amanecer acarrean grandes fardos llenos de mercancía. Todo está dispuesto para la venta, como un escenario donde el principal protagonista es el bullicio del puerto fluvial de Mopti. Mientras, en el telón de fondo se encuentran unas coloridas pinazas que compiten en variedad cromática y diseño con las vestimentas de todas las etnias que van y que vienen.

Malí
Transporte de mercancías y pasajeros en Mopti

Oraciones, gritos, vendedores, regateos, compradores, todo el mundo encuentra en Mopti, algo que hacer y si no siempre quedará surcar las aguas del Níger.

Otro de los lugares que te recomiendo visitar en Mopti es el Mercado de las Mujeres.

Los mejores desiertos para viajar

Los mejores desiertos para viajar

El desierto no es más que polvo, de cielo destruido

He recorrido varios desiertos en mi vida, desde África hasta Sudamérica, desde Oriente Medio hasta Asia. Me he alojado en varias ciudades que cierran sus puertas a las inclemencias del tiempo y al aire lleno de polvo, como en Shibam Hadramaut en Yemen que era conocida con el nombre de la Manhattan del desierto o en Jaisalmer en la India llamada la “Perla del Desierto” y donde sobraban básicamente los hindúes para ser perfecta.

Beduina
En el desierto del Sáhara. Fotografía vía: Guillermo Cachero

En el desierto del Sáhara tunecino dormí en una jaima y recorrí los escenarios de Star Wars en Túnez, en Israel pude pisar un desierto bíblico; el Desierto de Judea donde las palabras Sodoma y Gomorra tienen más de una connotación. Un proverbio beduino dice que “El silencio del desierto es el mejor amigo del loco” quizás por eso me enamoré de los desiertos cuando vi los colores que se esconden en el desierto de Wadi Rum en Jordania, No dejes que nadie te diga que en el desierto no hay nada ¡están llenos de vida!

Ramlat as Sabatain (Yemen)

Ramlat as Sabatain
Desierto Ramlat as Sabatain (Yemen)

El desierto de Ramlat as Sabatain, en Yemen, se encuentra cerca de la frontera nororiental, en territorio beduino. Por delante tienes 600 kilómetros de desierto, donde todavía es posible encontrar una ciudad enterrada o campamentos de beduinos. La tierra está dominada por el gran desierto de arena de Rub al-Jali, que en árabe quiere decir región vacía, aunque aquí se presenta majestuosa, de derecha a izquierda y hasta el infinito.

Ramlat as Sabatain
Los beduinos yemenitas son los únicos que saben cruzar el desierto de Ramlat as Sabatain

Dos colores lo invaden todo: el marrón tostado, acogedor y nebuloso de las arenas de este desierto yemení y el azul cobalto, firme y poderoso del cielo, como si fuera realmente cierto aquello que dicen: de que el desierto es polvo de cielo destruido. Contemplar los tonos de la inmensidad de las dunas de arena, todas esas sombras que dibuja el sol cuando caricia la tierra, es una paleta de colores única y cambiante que lo impregna todo. El desierto es un entorno espectacular y silencioso, una oportunidad única para soñar aventuras y disfrutar de la nada, aunque el calor sea intenso y toneladas de polvo se introduzcan por la más pequeña de las rendijas de nuestra vestimenta, de las casas y de los coches, tiñendo con una suave capa de arena todo aquello que toca.

Nazca (Perú)

Líneas de Nazca
Líneas de Nazca. El mono (Perú)

Las Líneas de Nazca, en Perú, están consideradas por la UNESCO Patrimonio Cultural de la Humanidad. En los llanos desiertos de Paracas, los antiguos pobladores de la cultura Nazca tejieron espléndidos mantos de variados colores, momificaron a sus muertos con singular maestría y trazaron un valioso monumento arqueológico constituido por 32 geoglifos. Este enorme conjunto de figuras es una red de líneas que configuran variados dibujos de animales marinos y terrestres, plantas, figuras humanas y figuras geométricas gigantescas.

Líneas de Nazca
Líneas de Nazca. El colibrí (Perú)

Resulta sorprendente la espectacular dimensión de los dibujos y lo fácil que es verlas aunque parezcan irreales. Las Líneas de Nazca se encuentran situadas entre el km 419 y 465 de la Panamericana Sur, en las pampas desoladas, cubriendo un área de aproximadamente 350 km2. La cultura Nazca los realizaron con la misteriosa intención de rendirle culto al agua y de interpretar los mensajes del Sol, la Luna y las estrellas. No te creas que es obra de los extraterrestres como se empeñan los programas televisivos norteamericanos de mentir. El sobrevuelo de las Líneas de Nazca es una experiencia inolvidable que te recomiendo hacer.

Djenné (Malí)

Djenné
Día de mercado en Djenné junto a la Gran Mezquita, Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO

La ciudad de Djenné, en Malí, también conocida con el nombre de Yenné, Djenne o Djeneé, es una pequeña ciudad situada en el delta del río Níger, ubicada en medio del desierto y formando parte del paisaje con gran majestuosidad. Los arqueólogos la consideran la primera ciudad de África y seguramente es la población más hermosa de Malí. Por ella han pasado multitud de etnias; bozos, bambaras, sonraís y peuls, actualmente la habitan un cuarto de millón de mezclas étnicas diseminadas en sus más de 200 km de largo. Las antiguas caravanas que transportaban marfil, oro, esclavos, lana y nuez de cola procedente del sur, se han convertido en autobuses cargados de cachivaches de plástico, frutas, verduras y cereales.

Djenné
Casa de adobe en Djenné, detrás el desierto se extiende en el horizonte

La ciudad de Djenné sigue siendo un punto comercial importante entre la sabana y el desierto. Sus calles y casas medievales quedan rodeadas por el agua en época de lluvias. Llamada la "Venecia del Níger", el comercio sigue siendo tan importante como en época de las caravanas. En los días de mercado, recibe a mujeres espléndidamente ataviadas, alegres, sinceras, y amistosas, quizá por contraste con la monotonía de las tonalidades del desierto que las rodea, en Djenné  tienen desarrollado más el sentido del color y la hospitalidad. La Gran Mezquita de Djenné es el templo religioso realizado en barro más grande del mundo.

El Mercado de las mujeres de Mopti

Mopti

El Mercado de las mujeres de Mopti se encuentra en un destartalado edificio de dos pisos, lo habitual en África es encontrar los mercados a pie de carretera y extendidos en zonas al aire libre, pero en la segunda ciudad más importante de Malí, hay de todos los tipos. 

Mopti
En la planta baja del Mercado de las mujeres de Mopti se encuentran los alimentos

El mercado africano a menudo escaso en cantidad de productos, es abundante en colorido, pero curiosamente su tonalidad no es debido a los productos que se venden, sino a las mujeres que los despachan y que los compran.

Mopti
Parada de pescado seco en el Mercado de las mujeres de Mopti

En la ciudad portuaria de Mopti cuyo nombre significa “reunión”, la intensidad de colores se ve beneficiada por ese ir y venir de pinazas abarrotadas de cargamento y gentes venidas de todos los rincones del país. 

Mopti
Es habitual ver paradas con un único producto

En el Mercado de las mujeres de Mopti se puede comprar desde carne, pescado seco, legumbres, arroz, fruta y verdura en la planta baja, hasta tallas de madera en el piso de arriba, donde se encuentra el Mercado de Suguni (mercado de las especias) con varias pequeñas tiendas donde se venden productos de cuero y todo tipo de baratijas.

Mopti
Parada de pescado seco junto al mercado

Mopti está considerada la escala comercial más importante del Níger, es normal que los mercados aquí tomen una especial relevancia y que el de las mujeres, no sea el único donde se puede disfrutar del ambiente de mercado. 

Mopti
Las mujeres africanas ponen la nota de color con sus vestidos y pañuelos

En el centro de la ciudad, se puede encontrar el Mercado Artesanal, donde te confeccionan una camisa o un pantalón a medida, en un abrir y cerrar de ojos. Pero volvamos al Mercado de las mujeres, os recomiendo apostaros en un rincón de este peculiar mercado de la Venecia africana.

Mopti
Son escasas las paradas donde se ven hombres atendiendo

Aquí es habitual ver comprando mujeres de todas las etnias que habitan Malí. Si nos detenemos un momento, disfrutaremos de la visión de nómadas songay, pescadores bozo y pastores peul, cuyas mujeres han ido hoy al mercado de Mopti a comprar.


Si os gustan los mercados africanos, aquí tenéis un vídeo y otro artículo de viajes dedicado a los Mercados de Burkina Faso.

Alzola Basque Water y las Diosas del Agua


Hoy, hago un alto en mi camino de posts viajeros para escribir sobre la campaña de Blog on Brands con Alzola Basque Water. Mi cometido ha sido probar el agua embotella en Alzola, un municipio de Elgóibar (País Vasco), donde esta peculiar agua mineral natural brota de un manantial. Surge enriquecida tras 25 años de pausadadestilación de sus 700 metros de profundidad en el Macizo de Izarraitz, a 29 grados de temperatura, poseyendo unas características químicas especiales, con propiedades diuréticas y digestivas, que han sido alabadas por médicos y entendidos, así como premiadas en numerosos certámenes.

Lo primero que me gustó fue su botella de vidrio transparente, es muy elegante, como ellos mismos dicen: “el agua está envasada en un recipiente de lujo a la altura del agua que contiene”. Lo cierto es que una botella así, viste en la mesa si tienes invitados o alguna celebración familiar especial. Quizá este inusual envase para embotellar agua sea el culpable de querer seguir bebiendo agua Alzola, una vez empiezas. Como parte de mi responsabilidad para evaluar Alzola Basque Water quise ser objetiva, así que hice una cata a ciegas junto a mi hermana. Se llenaron varios vasos con distintas aguas, cada vaso tenía una etiqueta oculta con el nombre de la marca. Bebimos de cada uno de los vasos descartando primero las que menos nos gustaron y finalmente hubo una que apetecía beber, esa fue la de Alzola. A nuestro paladar le gustó la sensación refrescante, escondida en el origen mismo de este manantial vasco.

Situado en el Valle del Deba, el lugar  fue testigo del crecimiento del Gran Balneario de Alzola desde su primera piedra, en el año 1846 y hasta su cierre en 1976, pero sin duda el recuerdo de aquel lugar, que permanecerá imperecedero al tiempo, es la descripción que la escritora Carmen Martín Gaite hizo en su novela El Balneario. La protagonista describe el Balneario de Alzola, con sumo detalle, en su rocambolesca aventura por los pasillos y habitaciones de esta casa de baños, frecuentada por la alta sociedad del siglo XX.

Cuando Asier, del Departamento de Comunicación, se puso en contacto conmigo, lo hizo desde “el manantial de la mejor agua del mundo” el mismo que se esconde detrás del cariño que desprende un deseo o un sueño de viaje. En mi peregrinaje por el Planeta he podido constatar la importancia que adquiere el agua para las poblaciones donde escasea o en lugares donde está contaminada. Muchas veces olvidamos que es un recurso limitado que debemos proteger.


Hay tres lugares que quiero compartir especialmente en este post y que reflejan la importancia, no sólo de disfrutar en la mesa de una agua de prestigio como Alzola, si no de la importancia de este Patrimonio de la Humanidad que es el agua:

Yemen:

Algunas de las cisternas de agua más impresionantes de Yemen están excavadas en la roca. En ellas se recogen las aguas pluviales sin más tratamiento que el hervor que puedan dar las mujeres en sus casas. Abastecen a los yemenitas durante todo el año desde hace siglos, unas de las más antiguas fueron construidas alrededor del siglo I a. C., en la zona volcánica alrededor de Adén, probablemente por los himyaritas, conquistadores del Reino de Saba. Pueden almacenar hasta 45 millones de litros de agua. El ir y venir de las mujeres acarreando bidones de plástico no cesa nunca.

India:

El deambular de numerosas mujeres, con grandes cántaros de agua sobre sus cabezas fabricados en metal o barro, por las carreteras del Rajastán, es otra de esas imágenes que no olvida un viajero cuando pisa la India. Niñas, jóvenes muchachas o mujeres en edad adulta son las encargadas de ir a buscar agua a los pozos cercanos con sus vasijas artesanales, algunas bellamente decoradas. Existe una danza tribal rajastaní, llamada Bhavai, que se realiza bailando en perfecto equilibrio con siete o hasta once cántaros de barro, alineados sobre la cabeza. La bailarina realiza rítmicos giros en rápido movimiento al son de una frenética música, si fuera poco el mantener tan sutil equilibrio la danza acaba con unos pasos sobre cristales rotos.

Malí:

Por último quiero acabar en Malí donde una vez más la tarea de acarrear agua recae en las mujeres. Allí los pozos se hunden bajo tierra muchos metros hacia las profundidades y es a fuerza de brazos que sale a la superficie. Los más pequeños aprenden la importancia de no desaprovechar ni una sola gota de este elixir de vida que aunque abundante, escasea en pureza y cristalinidad. No importa la dureza del trabajo en sí, ni el calor sofocante, las mujeres cantan mientras izan los odres de cabra; son las Diosas del Agua.


Si pruebas el agua de Alzola, ¡la eliges!.

Si te ha gustado este texto y quieres seguir leyendo sobre Diosas de Agua te invito a leer Ganga Deví, la Diosa del río Ganges (India).

Ciudades construidas sobre acantilados

Santorini
Imponente acantilado volcánico de Thira, con vistas al mar Egeo

Existen lugares que quedan marcados en la memoria y que uno se pregunta cómo llegaron a edificarse en esos parajes en concreto. Ciudades construidas sobre acantilados, al filo del abismo y que crecieron y perduraron a pesar de estar cerca de la nada, del aire etéreo, de un precipicio convertido en principio y final. Estos son algunos de los pueblos que he visitado y que se encontraban en escarpados emplazamientos llenos de encanto:

Al Hajjara (Yemen)


Al Hajjara
Al Hajjara es uno de los pueblos fortificados de montaña más importantes de Yemen

Uno de mis favoritos es Al Hajjara (también conocida como Al Hajjarah o Hajarah) es uno de los pueblos fortificados de montaña más importantes de Yemen. Un espectacular paisaje agreste sirve de telón de fondo a Al Hajjara. Construida sobre una montaña a 3.000 metros de altura y que domina todo un valle que asciende a través de abundantes terrazas de cultivo de qat; el vicio nacional. Algunas de sus edificaciones son torres-vivienda de hasta ocho plantas con fachadas de piedra encaladas en blanco.

Falla de Bandiagara (Malí)


Falla de Bandiagara
El Pueblo Dogón ha vivido en la Falla de Bandiagara desde el siglo XIV

Al suroeste de Mopti (Malí), se encuentra una de las regiones más fascinantes del país: Bandiagara. Fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1989 y está considerada oficialmente la puerta de entrada al País Dogón. Es la población más misteriosa construida sobre un acantilado que he visitado jamás. El Pueblo Dogón ha vivido colgado sobre la pared rocosa de la abrupta Falla de Bandiagara desde el siglo XIV. Acantilados, fallas y planicies, han sido poblados por una veintena de aldeas de adobe y piedra, diseminadas por los 150 kilómetros de extensión de esta formidable escarpadura de 300 metros de altura. Un lugar único en el mundo donde habita uno de los pueblos más misteriosos de África.

Rocamadour (Francia)


Rocamadour
Rocamadour es un espectacular pueblo medieval colgado sobre un impresionante acantilado

En la región francesa de Midi-Pyrénées, se encuentra el único enclave religioso construido sobre un acantilado de esta particular lista. Se trata del conjunto monumental de Rocamadour, compuesto por siete santuarios románicos y varios oratorios, que son un importante centro de peregrinación. Esta peculiar ciudad religiosa que existe desde el siglo XII, se alza entre alturas de 110 metros y los 364 metros de altitud, en un singular enclave sobre el cañón que atraviesa el río Alzou. Una única calle da paso a una gran escalinata de 226 peldaños, que antiguamente era subida de rodillas por los peregrinos que se acercaban a visitar a la Virgen Negra milagrosa.

Ronda (Málaga)


Ronda
Ronda es un cautivador pueblo andaluz situado sobre imponentes acantilados

Protegida por el paisaje montañoso de la Sierra de las Nieves a oriente y la Sierra de Grazalema en occidente, se encuentra la ciudad malagueña de Ronda. La hermosa meseta de Ronda atraviesa gargantas, puertos y valles, y ofrece vistas panorámicas que se extienden bajo el intenso azul del cielo andaluz. Ruinas de molinos, restos de murallas árabes, su famoso Puente Nuevo (el símbolo de Ronda) y varias casas colgadas sobre el río Guadalevín, confieren un singular conjunto que queda suspendido sobre un encantador abismo a 90 metros de altura.

Thira (Grecia)


Thira
Thira combina casas blancas y vistas espectaculares al mar

Thira (también conocida como Thera o Firá) es la capital de Santorini; uno de los pueblos más singulares del Egeo. Este pequeño punto del Mediterráneo griego se extiende sobre un gran precipicio que se asoma al hueco de un volcán que erupcionó en torno al año 1635 a.C. La famosa caldera cubierta por las aguas del mar, está formada por rocas oscuras de lava solidificada que contrastan con las casitas blancas, de esta población en forma de media luna. El pequeño puerto se comunica con la ciudad, ubicada a 300 metros de altura, gracias a un funicular y a unas escaleras de 886 peldaños. Éstas pueden subirse a pie o sobre los lomos de un burro; una experiencia divertida que atañe algún riesgo para los turistas no experimentados en monturas. ;-)

Diario viajero de Planeta Dunia ¿Quién soy?



Ante la pregunta de mi próximo destino, no puedo evitar cierto estremecimiento al recordar todos los lugares donde ya he estado. Hace tiempo que sé que mi primera lista de viajes soñados está realizada y que sin duda, debo empezar a construir una nueva. De momento no tengo prisa por hacerla, así que pienso en lo mucho que llevo recorrido por el planeta y es mucho más, de lo que nunca hubiera imaginado. En mi cara se dibuja una sonrisa cuando pienso que: ¡Yo, he viajado!

Nací por suerte, cerca de la ciudad de Barcelona de Gaudí, la ciudad de los edificios multicolores y de la arquitectura con formas de fantasía inimaginables.

Mi primer gran viaje, igual que mi primer gran amor, me llevó a bailar a una cuadra de Samba en Brasil, en una de las navidades más calurosas que jamás he pasado, días bañados de sol y caipiriñas.

Recorrí los mercados flotantes de Bangkok cuando aún no eran una atracción turística y las vendedoras te ofrecían lichies con una sonrisa. Contemplé a las mujeres más bellas que nunca había visto, en una danza de exótica sensualidad.


Disfruté como una niña en las atracciones de Disneyland y paseé por el París bohemio del barrio de Montmartre y volví, una y otra vez, a la Ciudad de la Luz para enamorarme y desenamorarme.


Recorrí el desierto egipcio de Ramsés subida a lomos de un dromedario y escuché al almuecín llamar a la hora de la plegaria por los innumerables minaretes de la ciudad de El Cairo. Me encontré a solas en Abu Simbel, susurrando a Nefertari lo amada y bella que había sido, y me rendí al contemplar la inmensidad de las pirámides y la majestuosidad de la Esfinge.

Bailé en una cueva de Capadocia y entendí la importancia de un copo, y fue aquí donde me enamoré perdidamente de Estambul. Me entretuve en los bazares de especias, con sus olores, sus brillos, su gente y regatee animadamente mientras saboreaba un té a la menta. Descubrí que existen príncipes de cuento y que los suspiros no entienden de distancias.

Me sentí griega, romana, bizantina, egipcia, árabe, africana e inca.

Saboreé el café frappé en Grecia, el zumo de caña en Brasil, el agua de coco en Malasia, la cerveza de melocotón en Bélgica, la chicha y el pisco en Perú. Comí con las manos en Malí, probé el sushi en Japón, el reno en Laponia, el rissotto en Venecia, los bocadillos de calamares en Madrid, el chocolate en Bruselas, los pinchos en Bilbao, las tapas en Granada, el kebab en Jordania y el vino de Oporto en Porto.

A través de Sodoma y Gomorra, mi hermana y yo subíamos al autobús de línea y recorríamos la isla de Creta, con el mismo revisor pulpo todos los días, sin música sirtaki, pero con muchas risas.


Fui dama medieval ante las vidrieras de la Sainte Chapelle, teutona de largas trenzas en una cervecería de Múnich, forjador de espadas en Toledo, Médicis en Florencia, druida en Dublín y Zenobia en Palmira.

Recorrí calles empedradas por el tiempo, oasis verdes tapizados de palmeras, pisé arenas blancas de costas tropicales y montañas llenas de sonidos en la selva. Caminé por el desierto, me deslicé por la nieve, subí por la falda de volcanes y corrí por lagos congelados.

Pasé una tarde en un haman con rechonchas y sudorosas mujeres que me masajeaban el cuerpo y fumé una pipa de agua, delante de la maravillosa ciudadela de Alepo, después de regatear una mesa taraceada en el bazar.

Recorrí el siq de Petra con el corazón encogido por tanta belleza, salté por las multicoloridas dunas del Wadi Rum acompañada de beduinos y floté en las aguas del Mar Muerto.

Me encontré con Dios, con Buda, con Alá, con Trimurti, con la Madre Tierra, la pachamama, la diosa Izamani y Kali. Y todos ellos me dieron el mismo mensaje.


Viajé en avión, avioneta, globo, shinkansen, tren, tranvía, hidrodeslizador, barco, pinaza, canoa, góndola, trineo, autobús, coche, moto, motonieve, tuk-tuk, carro, calesa, bicicleta, camello, caballo y en reno.

Contemplé el arte con los ojos de Leonardo da Vinci, Rafael, Sandro Botticelli, Rodin, Gian Lorenzo Bernini y Miguel Ángel.

Las noches se plagaron de estrellas y grandes lunas en las calles de Estambul, en la Piazza de San Marcos de Venecia, en las tabernas de la ciudad de El Cusco, en las terrazas de Sevilla, en la Falla de Bandiagara del País Dogón y en la bien amada Granada.

Escalé y contemplé el sol en Machu Picchu, sobrevolé las líneas de Nazca y navegué por el Lago Titicaca.

Acaricié a Puppy, al viringo, al reno, al camello, a la tortuga de agua, al caballo, a Chispa, a la marmota, a los ciervos de cola blanca, a Luna y a cada animal que por mis manos pasó. Di de comer a las jirafas, a las cebras, al rinoceronte, al elefante, a las águilas y al halcón. Lloré por su pérdida, por su sufrimiento, pero sé que otros muchos animales murieron para alimentarme.


Subí a las pirámides más altas de Honduras, al volcán más profundo de Nicaragua, llegué a la playa más lejana de Costa Rica y a la selva más profunda de Guatemala.

Dormí con los indios Iban en la selva de Borneo, indios quechua en la Isla de Taquile, beduinos del desierto yemenita de Ramlat as Sabatain y con los mossi de Burkina Faso en su casa fortaleza. Dormí dentro de un iglú de hielo en Finlandia y también dentro de una cabaña de madera en Laponia, dentro de una tienda de campaña en Laos, en una casa de adobe en Yemen, en una tienda sami en Suecia y también en un faro a orillas del mar. Me mecieron los sonidos de la selva en Camboya y el sonido de la noche en un hanok de Corea del Sur hasta quedar completamente dormida.

Me deslumbré con el mármol blanco de Pisa, las piedras preciosas del Taj Mahal, con el verde de la Selva de Borneo y el azul de los cielos de Burkina Faso.

Me vestí de malaya, de asiática, con sari hindú, con poncho peruano, con kaftán árabe, kimono japonés y reina coreana.

Olí el pan recién hecho en los hornos de Sana’a, la pimienta en los campos de Malasia, el café de Costa Rica y el olor de los campos de arroz cultivados en las montañas de Laos.


Viajé hasta el fin del mundo conocido; Finisterre y respiré el olor del océano.Viajé hasta el confín de Europa y me deslumbré con la luz de Armenia.

Mi amado Mar Mediterráneo, mi salvaje Mar Cantábrico.... Me he bañado en las aguas del Mar Muerto y en el Mar Arábigo, navegado por el Mar Adriático, el Mar de Mármara y el Mar Egeo. Contemplado las puestas de sol en el Mar de la China, he visto la fuerza del Océano Pacífico y del Océano Atlántico. Recorrido el río Sena en bateaux-mouche, el lago Inari en motonieve, el río Níger en pinaza y también he navegado por el Mekong.

Descubrí el área metropolitana más poblada del mundo con 31.2 millones de habitantes: Tokio. Navegué por el lago más alto del planeta a 3.800 metros sobre el nivel del mar: el Lago Titicaca. Visité la ciudad con el nombre más largo de la tierra Krungtep maha nakorn amarn rattanakosindra mahindrayudhya mahadilop pop noparatana rajdhani mahasathan amorn piman avatarn satir sakkatultiya visanukarn prasit: Bangkok. Estuve en el estado independiente más pequeño del mundo: la Ciudad del Vaticano. Recorrí el río más largo de la Tierra con 6.670 Km.: el Nilo.

Escribí, fotografié y dejé grabado en el recuerdo miles de momentos. Tuve el corazón roto por las despedidas, me inundó la soledad al contemplar lo pequeños que somos, tuve la mente ida por querer descubrir mucho más, me exalté de júbilo, me embriagó el miedo, me impregné de paz, me extasiaron las maravillas de la naturaleza, se me llenó el alma de felicidad. Gané porque vi más mundo del que nunca hubiera imaginado y puedo decir que: Yo he viajado, yo he vivido.

Era un comentario de Facebook y me ha salido un post

Pinaza saliendo del Puerto de Mopti (Río Níger, Malí)

En el mundo de los blogs hemos trasladado a la perfección lo que somos en la vida real. Hay bloggers despistados, políticamente correctos, estúpidos, grandes trabajadores (también hay grandes estúpidos), soñadores, divertidos, vividores (también hay grandes vividores), artistas (grandísimos artistas, son los que más me gustan) y un largo etcétera de miscelánea bloguera ¡Ah!, sí, también hay bloggers viajeros.

Santuario de Kasuga Taisha (Nara, Japón)

Cuando nos invitan a un evento o a un viaje, pueden ocurrir varias cosas: que cada uno barra para casa (y que el resto de lo que publican los demás pase sin más pena ni gloria). En este punto abro otro paréntesis (los hashtags sirven para reunir toda la información, no hace falta que recuerdes mi nombre, si buscas con la lupa de tu pantalla el susodicho #, salen todas las publicaciones de los demás. Consejo gratuito de Planeta Dunia. Cierro paréntesis). ¿Por dónde iba? (no escribir iva que es un impuesto).

Gato en el Cementerio de Fatih Camii (Estambul, Turquía)

Puede que cuando te inviten a un evento o a un viaje, sólo hables a tus compañeros a través de los tuits y likes (es entre divertido y raro, pero fácil para los más tímidos). También ocurre que, ni siquiera los bloggers que están compartiendo algo contigo y que te etiquetan hasta la saciedad, no te sigan en redes sociales (aunque sólo sea por educación estaría bien). Abro otro paréntesis (si después o durante un evento o viaje, no te sigo o he dejado de seguirte, es porque tú y yo no somos para nada compatibles, no te hagas más preguntas, es que no me iría de copas contigo) lo que me recuerda que ¡afortunadamente! hay bloggers tan y tan majos, con los que después del evento o el viaje, te irás, sí, sí, te irás ¡pagando tú y sin espónsor! a tomar una copa después de la actividad, dormirás en su casa o comerás con toda la diversión y naturalidad del mundo, simplemente porque te ha caído genial. Momento violín: entre las personas incluso aquellas que tienen un blog nacen bonitas amistades basadas en el respeto, admiración y cariño mutuo (entra el saxo). Una bonita amistad llena de likes, corazoncitos y mensajes 2.0.

Centro Histórico de Saná (Yemen)

No es cierto que todos los bloggers somos “guays del paraguays” (seguramente esta expresión no es la más actual & cool, pero es que ya tengo una edad, también para aguantar ciertas gilipolleces), pero sí que es verdad que cuando se acerca un desconocido (cuña publicitaria) y te dice que tiene un blog, no lo miras como a un bicho raro, enseguida conectas con sus “problemas y preocupaciones blogueriles”. Tampoco es verdad que los bloggers de viaje están hablando siempre de su último viaje o su próxima escapada (hay quien no viaja tanto como para permitirse ese capricho). Chismorreamos y criticamos a diestro y siniestro de un montón de temas, especialidades y ámbitos (bueno, los que cerebralmente dan para ello, tampoco vamos a ponernos la medalla de ser todos unos culturetas y duchos (expertos) en herramientas comunicativas). Tras 8 años trabajando en el mundo de la discapacidad, he descubierto que hay ciertos fenotipos (cuidado con los que se quedan con la boca abierta cuando les preguntas algo) a los que no les puedes pedir una opinión de un cuadro de El Bosco.

Carros listos para salir a vender (Phnom Penh, Camboya)

Decía que, cuando nos invitan a un evento o un viaje (a estas alturas creo que las palabras SEO del artículo son “evento o un viaje”, además de los paréntesis), si además (redoble de tambores) hay un ¡sorteo! (My God! No confundir con My Good!) o una selección de candidatos para un viaje, la cosa se complica (literalmente vamos a hostias (tortazo), que no ostias (ostra la del caparazón, empiezo a parecerme al libro gordo de Petete). La peña (vale, no puedo disimular mi edad) nos volvemos medio tarumbas por un blogtrip, en serio. Los conocidos se vuelven competidores y los desconocidos alcanzan el nivel de invisible, nadie comparte, retuitea o aplaude al que sin quererlo ni beberlo se ha vuelto un adversario (aix... ¡qué el ojo turco nos proteja!). Lo más normal es que si alguno de tus compañeros está de viaje, te alegres por él, recuerdes la felicidad que sientes cuando a ti mismo te ocurre la fortuna de salir de casa. ¡Yo me alegro! Porque si empecé a escribir fue para motivar a los demás a viajar, a salir de su zona de confort, a abrir las mentes cerradas y obtusas que moldea la televisión y el desconocimiento.

Flysch de Zumaia (Playa de Itzurun, Gipuzkoa)
Como todo en esta vida, hay niveles de grises (a las mujeres nos encantan los conceptos: todo y nada. Cuidado hombres, cuando una mujer utiliza los vocablos de forma despechada. Modo Elena Francis). Hay quien, lo que ocurre en su “mundo blogueril”, lo exagera o lo minimiza, sin darle más importancia de la que tiene, afortunadamente. Recuerdas como empezaba el post: “En el mundo de los blogs hemos trasladado a la perfección lo que somos en la vida real”. Personalmente me gusta ganar, obviamente, participo para llevarme el premio ¡Sueldo Nescafé, ven a mí!, pero también me gusta participar con dignos adversarios. Quizás por eso no me importa, alabar, reconocer y compartir lo que hacen los demás, si me gusta. A veces me siento una ONG con patas, ayudo a casi todo el mundo que me lo pide (y me han pedido muchas cosas raras), aunque siento decirte que hay peticiones en las que no colaboro. Digamos que soy una ONG Escorpio y sin entrar en detalles de astrología, os diré que algo rencorosa soy (defectillos del mes de octubre), pero también soy extremadamente sensible para bien o para mal. No hay nada peor que una injusticia para desatar mi lengua. Aquí varios ejemplos de cuando me indigno:

Escalera Wat Haw Pha Bang (Luang Prabang, Laos)


La vida da muchas vueltas, en mi último viaje alguien dijo una frase que me encantó, no la recuerdo exactamente, pero mi interpretación es algo así como: sube los peldaños saludando a quien te encuentres y si puede ser con una bonita sonrisa. No sabes nunca, quien puedes encontrar cuando bajes, pero seguro que será mejor que te encuentres a alguien al que no hayas lastimado.

Post patrocinado por “Se me fue la olla” y la marca ®Paréntesis (no tengo ni idea de las fotografías que os voy a poner, voy a hacer una encuesta en Twitter). Unas horas más tarde..... Resultado de la encuesta: por petición expresa de De Pronto a Bordo y DeMiku.es; una de gatos, el resto son fotografías de mis viajes (para que quede bonito y tal).

Descubriendo una aldea dogón

País Dogón
Laberinto de calles en Sangha

La distribución de las aldeas Dogón es un universo único donde se mezclan magia y tradición. Nos encontramos en Malí, más concretamente en la región de Mopti, al borde de la espectacular Falla de Bandiagara. Por las calles desiertas de la pequeña población de Sangha se puede oler la tierra de África, toda la aldea permanece en silencio, detenida en el tiempo.

País Dogón
Sangha se extiende en el interior de un recinto construido en adobe

Alejado del centro de la población, se encuentra un edificio donde viven las mujeres Dogón los días que tienen la menstruación, allí permanecen hasta que son purificadas con un aceite que extraen de una uva salvaje. El día que van a salir, antes de volver a su propia casa, se fabrica el aceite y se unta a las mujeres que han permanecido alejadas de la sociedad hasta volver a ser "puras".

País Dogón
La Toguna es el lugar de reunión más importante del pueblo Dogón

Por calles estrechas donde el color de las casas se funde con el color del suelo, se llega al edificio más importante de la aldea Dogón: la toguna o Casa de la Palabra. La construcción está sostenida por ocho pilares de madera laboriosamente labrados, soportando un grueso tejado de ocho hiladas de paja y tallos de mijo secos, en referencia a los ocho ancestros primitivos. En la toguna es donde los ancianos se reúnen durante largas horas para tratar los problemas de la comunidad, el espacio interior es sorprendentemente bajo, para impedir que al estallar una discusión, nadie pueda levantarse para imponer físicamente su criterio.

País Dogón
Deambular por Sangha te lleva a descubrir bellos rincones

La irregular plaza, donde se encuentra la toguna de Sangha, está reservada para celebraciones y ceremonias rituales y no puede ser pisada habitualmente sin permiso expreso del hogón. La mayoría de los edificios en el País Dogón son sagrados y no pueden ser fotografiados.

País Dogón
La Casa de Gutemele es la casa más famosa de Sangha

La casa más famosa de Sangha es la casa de Gutemele, el cazador protagonista del libro “El Dios del Agua”escrito por el antropólogo francés Marcel Griaule. La casa como todas las de Sangha está construida en adobe, en los huecos que adornan la fachada se guardan plantas y raíces para utilizar en caso de enfermedad. Un ejemplo de la sabiduría ancestral de los Dogón y técnicas médicas ancladas en el pasado lejano para nuestra civilización y muy actual para esta etnia africana.

Arte Dogón
Los Dogón crean espléndidas obras de arte en madera

Muy cerca de la casa de Gutemele se encuentra la Casa del Hogón y la Casa del Fetiche. El hogón es el líder espiritual de la tribu del pueblo Dogón, vive solo y únicamente sale de su casa en caso de necesidad. Suele elegirse de entre los más ancianos de cada aldea y aunque reciba la visita de una mujer Dógon, ésta pasará la noche fuera de la Casa del Hogón. Un montículo de piedras junto a la casa señala la cantidad de “hogones” que han habitado en Sangha.

Falla de Bandiagara
La espectacular Falla de Bandiagara fue el lugar de origen de los Dogón

En nuestro viaje por el País Dogón, esperamos a que el sol disminuya para empezar nuestra ruta senderista. Hacia las 16 h. empezamos la caminata de 3 Km. por la Falla de Bandiagara, salimos de la pequeña aldea de Bongo. Tras pasar un túnel natural que parece una cueva donde el olor a estiércol de murciélago es bastante fuerte iniciamos el trekking por el País Dogón. Llegamos a la cima de la Falla de Bandiagara donde contemplamos una impresionante panorámica que nos regala la vista y nos anima a continuar. Ante nosotros se extiende sobre un manto rojizo de rocas y tierra, pequeños campos de cultivo y baobabs que salpican la tierra de motas verdes, más allá de esta alfombra vegetal, divisamos la aldea de Banani donde pasaremos la noche. 

País Dogón
Casa Dogón de Miquel Barceló
El descenso por la Falla de Bandiagara resulta fácil y está plagado de momentos pintorescos; nuestro guía se encarga de ello. Encuentra plantas con nombre indescifrable que nos enseña con entusiasmo, allá encuentra un fruto comestible para saborear, a lo lejos vemos a los Dogón que vuelven del trabajo y les toca ascender la Falla de Bandiagara. Por el camino tropezamos con la casa de Miquel Barceló, está en un lugar idílico del País Dogón. Desde este lugar se contempla el valle más bonito de África, está salpicado de pinceladas verdes y rojas, pero también destaca por la impresionante pared de la Falla de Bandiagara. Plagada de graneros de techo cónico de paja donde mujeres y hombres Dogón por separado guardan sus cereales y pertenencias, junto a casas de barro inmaculado.

Bandiagara
Los Acantilados de Bandiagara fueron declarados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1989

Llegamos al atardecer a Banani donde pasaremos la noche. Cuando el cielo se tiñe de hermosos tonos anaranjados y lilas, y las nubes se ciernen sobre la Falla de Bandiagara nos damos cuenta que nos encontrarnos en uno de esos Patrimonio de la Humanidad únicos y frágiles que muy pocos han llegado a pisar. Es al atardecer, mecidos por el rítmico sonido de los grandes morteros de madera que utilizan las mujeres para moler el mijo que se puede saborear parte de la magia de África. A medida que van apareciendo las primeras estrellas de la noche y la oscuridad se cierne sobre la aldea Dogón es cuando nos sentimos más mimetizadas en África.

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