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Alzola Basque Water y las Diosas del Agua


Hoy, hago un alto en mi camino de posts viajeros para escribir sobre la campaña de Blog on Brands con Alzola Basque Water. Mi cometido ha sido probar el agua embotella en Alzola, un municipio de Elgóibar (País Vasco), donde esta peculiar agua mineral natural brota de un manantial. Surge enriquecida tras 25 años de pausadadestilación de sus 700 metros de profundidad en el Macizo de Izarraitz, a 29 grados de temperatura, poseyendo unas características químicas especiales, con propiedades diuréticas y digestivas, que han sido alabadas por médicos y entendidos, así como premiadas en numerosos certámenes.

Lo primero que me gustó fue su botella de vidrio transparente, es muy elegante, como ellos mismos dicen: “el agua está envasada en un recipiente de lujo a la altura del agua que contiene”. Lo cierto es que una botella así, viste en la mesa si tienes invitados o alguna celebración familiar especial. Quizá este inusual envase para embotellar agua sea el culpable de querer seguir bebiendo agua Alzola, una vez empiezas. Como parte de mi responsabilidad para evaluar Alzola Basque Water quise ser objetiva, así que hice una cata a ciegas junto a mi hermana. Se llenaron varios vasos con distintas aguas, cada vaso tenía una etiqueta oculta con el nombre de la marca. Bebimos de cada uno de los vasos descartando primero las que menos nos gustaron y finalmente hubo una que apetecía beber, esa fue la de Alzola. A nuestro paladar le gustó la sensación refrescante, escondida en el origen mismo de este manantial vasco.

Situado en el Valle del Deba, el lugar  fue testigo del crecimiento del Gran Balneario de Alzola desde su primera piedra, en el año 1846 y hasta su cierre en 1976, pero sin duda el recuerdo de aquel lugar, que permanecerá imperecedero al tiempo, es la descripción que la escritora Carmen Martín Gaite hizo en su novela El Balneario. La protagonista describe el Balneario de Alzola, con sumo detalle, en su rocambolesca aventura por los pasillos y habitaciones de esta casa de baños, frecuentada por la alta sociedad del siglo XX.

Cuando Asier, del Departamento de Comunicación, se puso en contacto conmigo, lo hizo desde “el manantial de la mejor agua del mundo” el mismo que se esconde detrás del cariño que desprende un deseo o un sueño de viaje. En mi peregrinaje por el Planeta he podido constatar la importancia que adquiere el agua para las poblaciones donde escasea o en lugares donde está contaminada. Muchas veces olvidamos que es un recurso limitado que debemos proteger.


Hay tres lugares que quiero compartir especialmente en este post y que reflejan la importancia, no sólo de disfrutar en la mesa de una agua de prestigio como Alzola, si no de la importancia de este Patrimonio de la Humanidad que es el agua:

Yemen:

Algunas de las cisternas de agua más impresionantes de Yemen están excavadas en la roca. En ellas se recogen las aguas pluviales sin más tratamiento que el hervor que puedan dar las mujeres en sus casas. Abastecen a los yemenitas durante todo el año desde hace siglos, unas de las más antiguas fueron construidas alrededor del siglo I a. C., en la zona volcánica alrededor de Adén, probablemente por los himyaritas, conquistadores del Reino de Saba. Pueden almacenar hasta 45 millones de litros de agua. El ir y venir de las mujeres acarreando bidones de plástico no cesa nunca.

India:

El deambular de numerosas mujeres, con grandes cántaros de agua sobre sus cabezas fabricados en metal o barro, por las carreteras del Rajastán, es otra de esas imágenes que no olvida un viajero cuando pisa la India. Niñas, jóvenes muchachas o mujeres en edad adulta son las encargadas de ir a buscar agua a los pozos cercanos con sus vasijas artesanales, algunas bellamente decoradas. Existe una danza tribal rajastaní, llamada Bhavai, que se realiza bailando en perfecto equilibrio con siete o hasta once cántaros de barro, alineados sobre la cabeza. La bailarina realiza rítmicos giros en rápido movimiento al son de una frenética música, si fuera poco el mantener tan sutil equilibrio la danza acaba con unos pasos sobre cristales rotos.

Malí:

Por último quiero acabar en Malí donde una vez más la tarea de acarrear agua recae en las mujeres. Allí los pozos se hunden bajo tierra muchos metros hacia las profundidades y es a fuerza de brazos que sale a la superficie. Los más pequeños aprenden la importancia de no desaprovechar ni una sola gota de este elixir de vida que aunque abundante, escasea en pureza y cristalinidad. No importa la dureza del trabajo en sí, ni el calor sofocante, las mujeres cantan mientras izan los odres de cabra; son las Diosas del Agua.


Si pruebas el agua de Alzola, ¡la eliges!.

Si te ha gustado este texto y quieres seguir leyendo sobre Diosas de Agua te invito a leer Ganga Deví, la Diosa del río Ganges (India).

El antropólogo eventual

Yemen

La magia de un viaje, a menudo, reside en sensaciones experimentadas en diminutas unidades de tiempo. Recuerdo muchas de esas pequeñas y fugaces fracciones divididas en horas y minutos de muchos de mis viajes. Al final, aquellos momentos únicos e irrepetibles se convierten en la esencia viva del viaje. Quizás simplemente porque en el fondo, lo que no se busca te acaba encontrando. Los recuerdos de viaje forman parte de un viaje interior, mucho más largo que el que cualquiera puede desarrollar geográficamente y cuyo trayecto se va realizando sin pausa durante toda la vida. Yemen fue ese viaje que te transporta hacia un viaje interior más profundo, hasta la esencia más pura de uno mismo, un ser desconocido.

Yemen
Vista de Al- Kaipaipa

Uno de los días del circuito "Tras las huellas de Rimbaud" de la agencia de viajes Kananga, con los que realicé mi viaje al Yemen en agosto del 2006, incluía una parada sorpresa. Detuvimos los vehículos en  mitad del camino que partía desde Adén en la costa y que se dirigía en dirección a las montañas hasta Ta'izz (Taiz); la tercera ciudad más grande del país. Bajamos de los vehículos a la hora de comer y nos dispersamos en busca de la sombra de los árboles, de lo que me pareció parte de un campo de cultivo. Allí repusimos fuerzas con un fugaz picnic, cuyos ingredientes han quedado olvidados en mi memoria.


Yemen
Se buscan las manos más pequeñas para seleccionar las hojas más tiernas del qat

Unos niños que correteaban por la zona, fueron interceptados por nuestros chóferes, quienes les llamaron para realizar una de las tareas más importantes de los hombres yemenitas: la preparación de las hojas para masticar qat (un estimulante vegetal que es masticado durante horas hasta formar una  enorme bola que deforma la mejilla de los hombres). Las criaturas obedientes permanecieron acuclillados mientras separaban las hojas más tiernas de las que no servían, y rápidamente el manojo de brotes de qat quedó reducido a un montón de tiernas y “jugosas” hojitas verdes.

Yemen
La observadora cazada por un aventajado grupo de observadores yemenitas

Contemplaba la delicada escena tan abstraída que perdí la noción de lo que sucedía a mi alrededor hasta que levanté la vista. Un grupo de una veintena de niños se habían acercado hasta nuestro improvisado campamento y susurraban entre ellos subidos en lo alto de un pequeño montículo. La algarabía de los chiquillos estaba sabiamente atenuada por la educación y el respeto que le tienen a los mayores. Permanecían expectantes y concentrados mirando a aquellos extranjeros y extranjeras sin velo que habían llegado a las inmediaciones de su diminuto pueblo. Risas, murmullos y grandes dosis de entusiasmo quedaban reflejados en varias docenas de brillantes ojos que no podían apartar su mirada de nosotros.

Yemen
Abdo Qailan fue mi maestro de la cultura yemenita

Abdo Qailan, nuestro conductor, se había situado a un lado de la escena, vigilante de esa diminuta unidad de tiempo vivida en Yemen. Aunque sin querer formar parte de ella, los antropólogos no pueden evitar cambiar la esencia original de cualquier sociedad que observan. Como si de un experimentado antropólogo se tratara, Abdo intentó que aquel contacto, entre dos mundos tan distintos, no se contaminara, pero sí que esos mundos pudieran tomar consciencia de la existencia de ambos.

Yemen y los tres Reyes Magos


Yemen (en árabe اليمن Al-Yaman), deriva de la palabra Al-Yumn que significa bendición y prosperidad. Ptolomeo traduciría al griego el nombre como Eudaimon Arabia “Afortunada Arabia” y de ahí llegó el calificativo latino de “Arabia Felix” que ensalza las fértiles zonas de sus montañas y la abundancia de agua en contradicción con los desiertos de otras zonas de Arabia.

Yemen es la Arabia Feliz de los aromas a especias, del fragante incienso y de la enigmática mirra. Aromas exóticos y evocadores que los yemeníes han seguido utilizando a través del tiempo con sabiduría y talento. Aún es posible encontrar incienso y mirra a granel en sus mercados o zocos (en árabe سوق sūq).

Yemen fue dominado por tres civilizaciones sucesivas: los mineos, los sabeos y los himyaríes. El Reino de Ma'in gobernó en el noroeste del Yemen desde el siglo IX a. C. hasta el siglo I a. C., el bíblico Reino de Saba se extendió en la zona sur-occidental del Yemen desde el siglo IX a. C. hasta el 275 d. C. y por último provenientes de una antigua tribu semítica, los himyaríes se aliarían con los sabeos desde el siglo VIII a. C. hasta el siglo III d. C.

La economía y riqueza del Yemen se basó durante siglos en el cultivo de incienso, mirra y el comercio de especias. Todos estos productos fueron enormemente valorados por las civilizaciones antiguas y eran utilizados en ocasiones como productos mágicos. Se sabe que los hebreos valoraban el incienso y la mirra ¡cómo si se tratara de oro!. Esto nos lleva al célebre acontecimiento de la visita a Belén de los Reyes Magos de Oriente. Al recién nacido Jesús de Nazaret le obsequiarían con cofres cargados de oro, incienso y mirra, de reconocido valor.

Cuenta una leyenda (algunos dicen que está en la Biblia) que el Rey Melchor salió del punto más meridional de la Ruta del incienso en busca del nacimiento del Mesías. Ese lugar está localizado en el Golfo de Adén, entre las poblaciones de Adén y Al Mukalla en Yemen. El puerto situado en el Índico es un hermoso lugar de aguas azules en precioso contraste con el verdor de la vegetación. Desde antiguo este lugar servía para la llegada de los barcos de la Ruta del incienso y de enlace con las expediciones que viajaban a la India y a Oriente. En la actualidad las aguas transparentes de las playas de arena blanca, como ahora Bir’Ali, siguen salvajes y vírgenes, sin que ningún complejo hotelero se haya afincado. Entre arrecifes de coral se extienden hoy los antiguos ecos de la Ruta del incienso y un mar lleno de aventuras como telón de fondo. Con las luces del amanecer es posible contemplar grupos de delfines saltando sobre sus aguas. La naturaleza regala al viajero estupendas sorpresas en Yemen.

En el camino entre Ataq y el mar, concretamente entre Ar-Rawdah y Bir Ali, se encuentra una antigua población judía conocida con el nombre de Azzan, de aquí dicen que partió el Rey Baltasar para adorar al niño en el portal de Belén. En la actualidad la población es un bastión de al-Qaeda; esperemos que esto no sea un impedimento para que los Reyes Magos lleguen este año a nuestras casas ;)

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