Basílica de Saint-Just de Valcabrère: joya románica con huella romana

Basílica de Saint-Just de Valcabrère
Vista general de la Basílica románica de Saint-Just de Valcabrère

Enclavada a apenas 600 metros al este del antiguo asentamiento romano de Lugdunum Convenarum, la Basílica románica de Saint-Just de Valcabrère se alza como un singular testimonio de la historia europea. Construida en el siglo XII sobre un antiguo recinto funerario del siglo IV, esta basílica, declarada Patrimonio Mundial por la UNESCO en 1998, junto con otros 68 monumentos del Camino de Santiago en Francia, combina con armonía los vestigios del mundo clásico con el arte románico.

Basílica de Saint-Just de Valcabrère
Losa incrustada en el muro exterior, al lado izquierdo de la puerta de entrada

El lugar, que en época romana fue una necrópolis pagana y más tarde un cementerio paleocristiano, pronto se convirtió en un centro de devoción, quizá impulsado por la veneración de alguna tumba cristiana. Los peregrinos que recorrían la vía de Arlés hacia Santiago de Compostela encontraban aquí una etapa de descanso y oración, en plena encrucijada de caminos: la ruta de la montaña, la llanura que conectaba Dax con los Pirineos y la vía fluvial del Garona.

Basílica de Saint-Just de Valcabrère
Bajorrelieve en mármol donde aparece un legionario con lorica segmentata

La originalidad de Saint-Just radica en el uso de materiales reutilizados procedentes de la antigua ciudad romana: bloques de mármol, columnas, capiteles y fragmentos de frisos que, lejos de desentonar, refuerzan el carácter atemporal y monumental del templo. Recorrer sus muros es viajar, piedra a piedra, por más de dieciséis siglos de historia.

Las etapas de la construcción


Basílica de Saint-Just de Valcabrère
El elemento más tardío es el imponente campanario, levantado en el siglo XIV

La historia constructiva de la Basílica de Saint-Just de Valcabrère no está del todo documentada, aunque los estudios coinciden en situar sus principales fases de construcción entre finales del siglo XI y comienzos del XIII. La única excepción es el imponente campanario, levantado en el siglo XIV, dotando de solemnidad al conjunto arquitectónico. De este largo proceso constructivo solo se conocen dos fechas con certeza. 

Basílica de Saint-Just de Valcabrère
Bajorrelieve en mármol blanco incrustado en el muro exterior de la basílica

La primera corresponde al año 1083, cuando Bertrand de L'Isle-Jourdain, obispo de Comminges —posteriormente canonizado como San Bertrán en 1309—, celebró misa en este lugar y residió cerca de la basílica, lo que sugiere la existencia de un culto ya establecido. La segunda, documentada con certeza, es octubre de 1200, cuando el obispo de Comminges Raymond-Arnaud Labarthe consagró el altar mayor, como lo atestigua un pergamino encontrado en su mampostería.

Basílica de Saint-Just de Valcabrère
Nicho funerario del siglo XIV en la esquina derecha exterior de la basílica

En 1387, la basílica contaba con un capítulo de canónigos formado por cuatro miembros, una comunidad que continuó la tradicional función litúrgica y custodia del lugar. De esa misma época data el nicho funerario del siglo XIV situado en la esquina derecha exterior de la basílica, un vestigio que recuerda el papel del templo como lugar de enterramiento y la relevancia espiritual que alcanzó en la Edad Media.

El portal del cementerio


Basílica de Saint-Just de Valcabrère
El arco del portal está rodeado por un friso

El portal del cementerio es lo primero que veremos, ya que sirve de puerta de acceso al recinto de la Basílica románica de Saint-Just de Valcabrère. Se trata de un montaje singular formado por elementos arquitectónicos heterogéneos, probablemente procedentes del antiguo convento franciscano de Valcabrère, (Couvent des Cordeliers), destruido tras la Revolución de 1789, o del claustro desaparecido de la basílica. 

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Crismón románico del portal del cementerio, símbolo de Cristo y la eternidad

A la izquierda del portal destaca un crismón románico tallado en piedra, uno de los símbolos más característicos del arte cristiano medieval. Este motivo, formado por las letras X (ji) y P (rho), iniciales del nombre de Cristo en griego (Christos), solía colocarse para recordar al visitante que estaba entrando en un espacio sagrado. A veces, los brazos de la cruz podían estar rematados por los símbolos de alfa (Α) y omega (Ω, ω), la primera y última letra del alfabeto griego, que aluden a Cristo como principio y fin de todas las cosas.

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Placa funeraria romana del siglo I, reutilizada en el portal del cementerio

A la derecha del portal veremos una placa funeraria del siglo I d. C. con una inscripción conmemorativa encargada en vida por un liberto romano, Caius Iulius Atticus (anteriormente esclavo de Eros). El epitafio está dedicado también a su esposa fallecida, Iulia Saluiola, igualmente antigua esclava liberada, y a su hijo, Caius Iulius Victor, ciudadano romano, fallecido prematuramente a los 18 años.

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Capiteles crochet con motivos vegetales en el portal del cementerio

El arco del portal, de medio punto, procede de algún edificio románico y muestra una arquivolta decorada con una moldura redondeada y otra de diseño en damero. Este conjunto descansa sobre dos capiteles crochet decorados con motivos vegetales en forma de gancho, que a su vez se apoyan en columnillas con base románica. Esta práctica de reutilización de piezas antiguas se aprecia en los numerosos detalles del conjunto.

La portada principal de la basílica


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La portada principal, situada al norte, es una auténtica obra maestra del arte románico

La portada principal de la Basílica de Saint-Just de Valcabrère, situada en el lado norte de la basílica, es una auténtica obra maestra del arte románico, pese a la sobriedad de la fachada, apenas adornada con algunos fragmentos antiguos. El protagonismo recae en el tímpano, las estatuas-columna y los capiteles historiados que enmarcan la puerta y que vamos a ver en detalle, a continuación.

El tímpano


Basílica de Saint-Just de Valcabrère
El tímpano está ilustrado con una escena evocada en el capítulo IV del Apocalipsis de San Juan

El tímpano situado en la parte superior está enmarcado por un arco decorado con motivo de damero y otros tres arcos interiores, que muestran, en el centro, a Cristo en Majestad. Sentado en un trono de diseño antiguo, bendice con la mano derecha y sostiene con la izquierda el Libro de las Sagradas Escrituras.

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Ángel con incensario sobre las cabezas de San Mateo y San Marcos

Cristo aparece con nimbo crucífero, un círculo luminoso con una cruz inscrita en su interior, dentro de una mandorla, símbolo de la gloria divina, sostenida por dos evangelistas: San Marcos con su león (izquierda) y San Juan con el águila (derecha). Los otros dos evangelistas ocupan los extremos del arco: San Mateo con el hombre (izquierda) y San Lucas con el buey (derecha). Sobre esta escena, dos ángeles portan incensarios en gesto de adoración.

Las estatuas-columna


Basílica de Saint-Just de Valcabrère
Flanqueando el acceso de entrada se alzan cuatro estatuas de mármol de tamaño natural

A ambos lados de la puerta, las columnas esculpidas en forma de estatuas representan a los santos patronos San Justo (izquierda) y San Pastor (derecha), junto a San Esteban (en segundo plano a la izquierda) y Santa Elena (en segundo plano a la derecha). El estilo de estas esculturas, que recuerda al pilar de los evangelistas del claustro de San Bertrand de Comminges, ha permitido fechar la portada de Saint-Just de Valcabrère hacia finales del siglo XII.

San Justo y San Esteban


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Las vestiduras de San Justo no se corresponden con su condición

San Justo, uno de los jóvenes patronos de la basílica, viste túnica larga y casulla, con la mano derecha levantada en señal de bendición mientras pisa un monstruo que simboliza a Satanás vencido. Tras él se alza la estatua de San Esteban, identificado gracias al acto de consagración de la basílica y a la escena de lapidación de su capitel.

San Pastor y Santa Elena

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Santa Elena sostiene una cruz sobre su pecho junto a San Pastor, compañero de martirio de San Justo

San Pastor aparece vestido como diácono, aunque la iconografía no corresponde con la edad de los santos, que fueron ejecutados con apenas 7 y 9 años. Tras él se encuentra una figura femenina identificada en otros tiempos como Santa Clotilde o una condesa de Comminges. Identificada actualmente como Santa Elena, madre del emperador Constantino, reconocida por la tradición como la descubridora de la Santa Cruz, de la que esta basílica conservó un fragmento.

Capitel de San Justo

Basílica de Saint-Just de Valcabrère
Capitel con la decapitación de San Justo

Los capiteles que coronan las figuras de la portada principal de la Basílica de Saint-Just de Valcabrère muestran escenas de gran interés. El capitel que corona la figura de San Justo representa su decapitación, un momento culminante de su martirio. La escena está esculpida con gran fuerza narrativa, destacando el contraste entre la serenidad del santo y el dramatismo de su suplicio.

Capitel de San Esteban


Basílica de Saint-Just de Valcabrère
Capitel con la lapidación de San Esteban

El capitel de San Esteban está decorado con la escena de su lapidación, el episodio más representativo de su martirio como primer mártir cristiano. Esta representación refuerza el vínculo entre la iconografía de la portada y la dedicatoria de la basílica. Aún se aprecian restos de los antiguos colores que decoraban estas esculturas, especialmente los tonos rojos, ocres y azules.

Capitel de San Pastor


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Capitel con el arresto y el suplicio de San Pastor

En el capitel de San Pastor se relata su arresto y suplicio. Pueden verse varios personajes, entre ellos uno atado con cuerdas, simbolizando la captura y martirio del santo. Este relieve pone de manifiesto el destino común de los dos jóvenes hermanos, mártires españoles, ejecutados en Complutum (Alcalá de Henares) en el año 304, por orden del gobernador Daciano, durante la persecución del emperador Diocleciano.

Capitel de Santa Elena


Basílica de Saint-Just de Valcabrère
Capitel de Santa Elena
El capitel de Santa Elena muestra una escena de viaje: una mujer con vestimenta de peregrina se dispone a montar a caballo, asistida por un sirviente barbudo que carga un tonel y porta un bastón. Escondido entre el follaje aparece un ángel que anima a los viajeros, una referencia alegórica al peregrinaje de Santa Elena a Tierra Santa.

Los herrajes de la puerta


Basílica de Saint-Just de Valcabrère
Herrajes originales con roleos y un anillo de bronce en la puerta principal

La puerta de madera conserva sus herrajes originales, decorados con delicados roleos similares a los que se encuentran en el Rosellón. En el batiente derecho se distingue una herradura y, a modo de tirador, vemos dos anillos de bronce soldados en forma de asa. El cerrojo deslizante se acciona mediante un anillo de cobre adornado con pequeñas bolas guilloché, un motivo utilizado en la Grecia y Roma clásicas.

La nave central y las naves laterales


Basílica de Saint-Just de Valcabrère
Nave central con arcos semicirculares románicos

La Basílica de Saint-Just de Valcabrère cuenta con una planta basilical, muy característica en la región de Comminges, que otorga monumentalidad a un edificio de proporciones relativamente modestas. La nave central, que conduce al coro, está cubierta por una bóveda de cañón sostenida por arcos semicirculares, mientras que las naves laterales presentan bóvedas de cuarto de cañón y desembocan en absidiolos cubiertos con bóvedas de horno.

Basílica de Saint-Just de Valcabrère
Tabernáculo del siglo XVII en el absidiolo derecho

Estas naves se comunican con la central mediante arcos de medio punto apoyados en robustos pilares cuadrados construidos, en gran medida, con materiales reutilizados de la antigua ciudad romana, empleados en su estado original sin apenas modificaciones. La nave se divide en cuatro tramos desiguales.

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Decoración de un arco de la nave lateral

Los tres tramos más alejados del coro destacan por su sobriedad, sin apenas decoración escultórica, con la luz filtrándose de manera tenue por pequeñas ventanas abiertas a gran altura. En algunos puntos aún se conservan restos de pinturas murales, testigos del colorido original del templo románico.

Basílica de Saint-Just de Valcabrère
Columnas geminadas de la nave central

El primer tramo, próximo al coro, recibió un tratamiento más elaborado: columnas geminadas y fragmentos de columnas superpuestos de forma tosca, que coinciden con las columnas de la entrada al coro. Este tramo presenta cuatro arcos de igual altura, incluido el arco triunfal que da acceso al presbiterio, y que sostienen una bóveda elevada que sirve de base al campanario, erigido probablemente en el siglo XIV. 

Basílica de Saint-Just de Valcabrère
Detalle de la talla policromada del siglo XV de la Virgen

En la nave lateral izquierda, en el muro del fondo, puede verse una elegante composición de tres arcos de medio punto sobre columnas y una cornisa, un motivo ornamental que se repite también en el coro. En el absidiolo izquierdo puede verse la imagen policromada de la Virgen con el Niño, una talla en madera del siglo XV. La Virgen, coronada y sentada, sostiene al Niño sobre su pierna izquierda; la escultura, ahuecada por detrás para evitar deformaciones, conserva buena parte de su policromía original.

Los elementos romanos reutilizados


Basílica de Saint-Just de Valcabrère
Capitel romano reutilizado para el agua bendita

La Basílica de Saint-Just de Valcabrère destaca por la extraordinaria reutilización de materiales de la Antigüedad, procedentes de la antigua ciudad romana de Lugdunum y de sus monumentos cercanos. Sus constructores románicos convirtieron estas ruinas en una cantera, incorporando columnas, capiteles, frisos, sarcófagos y grandes bloques de mármol en la estructura del templo. 

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Vestigio de pintura mural del siglo XIV con diseño geométrico en damero

Estos fragmentos fueron integrados con habilidad en la estructura del templo, no para ser contemplados, sino para quedar ocultos bajo enlucidos y pinturas con motivos geométricos o escenas bíblicas. La sobriedad actual del edificio oculta la riqueza cromática que tuvo en el pasado. De las pinturas murales originales sólo sobreviven algunos vestigios, como el fragmento del siglo XIV en uno de los pilares, donde aún se distingue la silueta de un profeta o apóstol, y un motivo geométrico en la nave lateral.

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Friso con delicados motivos decorativos en forma de ramilletes

En el primer tramo de la nave central, próximo al coro, se aprecia la disposición de tambores de columnas, bloques cilíndricos y capiteles que sustentan el arco triunfal y los arcos de los absidiolos. La nave lateral norte, por su parte, conserva arquerías apoyadas en muros formados con losas de sarcófagos, cada uno cortado en cuatro piezas laterales (de unos 12 cm de grosor) y una pieza de fondo (de entre 20 y 25 cm).

Basílica de Saint-Just de Valcabrère
Al fondo de la nave podemos ver esta copia de un fragmento de sarcófago

La progresiva escasez de materiales antiguos se hace evidente en los tramos más alejados del coro, donde los canteros emplearon piedras toscas e irregulares. Este detalle constructivo permite deducir que la construcción de la iglesia comenzó por la cabecera y avanzó hacia el fondo de la nave. Y es aquí donde veremos un fragmento de sarcófago romano, hallado en una tumba medieval del cementerio de Saint-Just-de-Valcabrère. El relieve representa una escena de ofrendas a una difunta recostada en una cama.

El coro y su conjunto monumental


Basílica de Saint-Just de Valcabrère
Detalle de la arquería mural de once arcos de medio punto en el coro románico

El coro de la Basílica de Saint-Just de Valcabrère es uno de los espacios más singulares del templo, tanto por su estructura como por su decoración. El coro se cierra con un ábside cubierto por una bóveda de cuarto de esfera (o cul-de-four), perforada por tres ventanales que bañan de luz el presbiterio. A su alrededor, una elegante arquería mural de once arcos de medio punto se apoya sobre un estilóbato, generando una sensación de ritmo y profundidad.

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Columnas con fuste acanalado en el absidiolo norte

A ambos lados del coro se abren los absidiolos, de planta ligeramente en herradura —un poco más de la mitad de una circunferencia—, cubiertos por segmentos de cúpula que completan el conjunto. Esta disposición refuerza el carácter monumental del presbiterio, enmarcado por columnas con bases toroides y capiteles esculpidos. Una abertura de arco de medio punto comunica el ábside central con el absidiolo norte.

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Detalle decorativo en la plataforma del ciborio

El corazón de este espacio lo ocupa el altar mayor, protegido por un delicado ciborio gótico que contrasta con la sobriedad del románico. Bajo el altar se encuentra una cripta abovedada, minúscula pero de gran valor histórico. Hoy en día, en este espacio se exhibe una imagen del pergamino de consagración del altar, hallado en 1885, uno de los descubrimientos más importantes de la historia del templo.

El altar mayor


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Altar mayor consagrado en 1200 en honor de San Esteban, San Justo y San Pastor

El altar mayor está formado por un bloque macizo rectangular de piedra con mesa de mármol tallada de superficie ligeramente cóncava. Fue consagrado en octubre del año 1200, como lo certifica el pergamino encontrado en 1885 dentro de su propia mampostería. Este documento, fechado, firmado y sellado por Raymond-Arnaud Labarthe (obispo de Comminges entre 1188 y 1205), es el único testimonio escrito que permite fechar con exactitud la basílica.

Basílica de Saint-Just de Valcabrère
Fotografía del pergamino original y transcripción en francés

El pergamino, que hoy se conserva en perfecto estado, señala que el altar fue consagrado en honor de San Esteban protomártir y de los santos Justo y Pastor, patronos del templo. La inscripción del pergamino incluye fragmentos de los Diez Mandamientos y el inicio de los Evangelios, terminando con estas palabras:

“Este altar mayor ha sido consagrado en honor de San Esteban protomártir y de los santos mártires Justo y Pastor, por el señor R., obispo de Comminges.”

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Imagen antigua del hallazgo en el altar de la Basílica de Saint-Just de Valcabrère

Junto al pergamino se hallaron varias reliquias: una urna cineraria de vidrio, lienzos con restos de sangre, una vértebra y otro hueso bien conservado, una pequeña ampolla sellada con restos orgánicos de origen indeterminado y un fragmento de tela dorada. Todo este conjunto estaba cuidadosamente guardado en el interior de un capitel hueco, integrado en la estructura del altar.

El ciborio


Basílica de Saint-Just de Valcabrère
Ciborio gótico del siglo XIII con sarcófago y estatuas de San Justo y San Pastor

Detrás del altar mayor se alza un delicado ciborio gótico de dos niveles, construido en el siglo XIII. Su estructura, formada por arcos trilobulados profusamente ornamentados, enmarca un sarcófago de piedra vacío, cubierto por una tapa a cuatro vertientes. A ambos lados del ciborio se encuentran las estatuas policromadas de San Justo y San Pastor, patronos del templo, cuya veneración se remonta a los orígenes de la iglesia. Una escalera de doble tramo permite acceder al nivel donde se sitúa el sarcófago, aunque debe usarse con cuidado debido a la estrechez de los peldaños.

La cripta


Basílica de Saint-Just de Valcabrère
Clave decorada en la bóveda de la cripta

Bajo el ciborio se encuentra una pequeña cripta abovedada, un espacio que en la Edad Media servía como lugar de recogimiento y oración. Los peregrinos acudían allí para impregnarse de la fuerza sobrenatural que emanaba de las reliquias de los santos allí custodiadas. Recordemos que la Basílica de Saint-Just de Valcabrère era una parada para los peregrinos que hacían el Camino de Santiago.

El órgano de Saint-Just de Valcabrère

Basílica de Saint-Just de Valcabrère
Órgano de Gerhard Grenzing, integrado en la nave románica

El órgano actual de la Basílica de Saint-Just de Valcabrère es una pieza contemporánea encargada al maestro organero alemán Gerhard Grenzing por el Festival de Comminges, que fue inaugurado el 3 de agosto de 1980. Este instrumento de 19 registros, con dos teclados y pedal, está concebido con una estética sonora de tradición nórdica, ideal para la música barroca alemana y, en particular, para las composiciones de Johann Sebastian Bach. La caja de castaño, sobria y proporcionada, se integra de forma natural con la sobriedad de la nave románica.

El claustro


Basílica de Saint-Just de Valcabrère
Vista del muro exterior del claustro de la Basílica de Saint-Just de Valcabrère

Al sur de la Basílica de Saint-Just de Valcabrère se encontraba un claustro medieval, del que hoy apenas quedan algunos restos. Su galería norte se apoyaba directamente sobre el muro meridional del templo, donde aún se abre una pequeña puerta que debió servir de acceso a los canónigos. Entre la hierba se distinguen los vestigios de los antiguos muros interiores, mientras que el muro exterior, restaurado en diversas ocasiones, sigue en pie.

Basílica de Saint-Just de Valcabrère
Vestigios del claustro medieval junto al lado sur de la basílica

Las excavaciones arqueológicas realizadas en 1943 y 1950 sacaron a la luz un conjunto de espacios rectangulares anteriores al edificio actual, que se prolongan bajo la basílica y son visibles entre los contrafuertes. Estas estructuras, construidas con piedras irregulares —morillos y cantos rotos— colocadas con sorprendente orden en la mampostería, se han datado entre la Antigüedad tardía y el siglo XI.

Basílica de Saint-Just de Valcabrère
Muro meridional donde se apoyaba la galería norte del claustro medieval

En este sector meridional también se hallaron restos de muros prerrománicos, que permiten identificar la huella de un antiguo transepto, situado a la altura de los dos primeros tramos de la nave. Este transepto, que habría dado a la iglesia una planta en cruz latina, podría corresponder a un edificio de culto anterior al actual, probablemente levantado entre los siglos IX y X, en plena transición del mundo carolingio al románico. Estos vestigios confirman la prolongada historia del lugar como espacio de culto.

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Antiguos sarcófagos de la necrópolis paleocristiana

La necrópolis asociada a este antiguo santuario ha revelado un importante conjunto funerario, con numerosos sarcófagos de piedra exhumados junto al muro de clausura y bajo el absidiolo norte. Algunos de estos sepulcros, encajados en los cimientos actuales, son anteriores a los siglos XI y XII, lo que evidencia una vez más la larga tradición de enterramientos en este lugar sagrado.

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Fragmento de una máscara trágica reutilizada del teatro de Lugdunum Convenarum

Avanzando hacia la cabecera, en el último contrafuerte sur, podrás descubrir una hermosa máscara de teatro de época romana, sostenida por cintas, con un peinado alto y largas trenzas que enmarcan el rostro. Reutilizada como elemento decorativo, testimonio de la riqueza monumental de la antigua Lugdunum Convenarum

La cabecera


Basílica de Saint-Just de Valcabrère
En la cabecera se reutilizaron losas de sarcófagos y piedras talladas en mármol

La cabecera de Saint-Just de Valcabrère es una de las piezas más singulares del románico pirenaico, tanto por su ingenio técnico como por la riqueza de sus materiales. En su construcción se reutilizaron losas de sarcófagos en los muros y grandes bloques de mármol en contrafuertes y esquinas, lo que aporta al conjunto un aspecto poco habitual.

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Cabecera con absidiolos poligonales y ábside central rectangular con contrafuertes

A diferencia del interior, donde los absidiolos son semicirculares, el exterior presenta un diseño poligonal para los absidiolos y rectangular para el ábside central. Este último está enmarcado por dos contrafuertes unidos por un arco de medio punto que forma una hornacina en cuyo centro se abre una ventana axial

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Campanario junto a la cabecera escalonada en tres niveles

El diseño de la cabecera se organiza en tres niveles de cubierta que generan una sensación de ascenso. Los tejados de los absidiolos forman el primer nivel; sobre ellos se eleva una segunda cubierta, marcada por la ondulación de las trompas que suavizan el paso entre planos; y, finalmente, la bóveda de horno del ábside central, coronada por un tejado a cinco vertientes, completa el conjunto. Este escalonamiento progresivo dirige la mirada hacia el campanario.

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Cabeza de toro reutilizada en la cabecera de la Basílica de Saint-Just de Valcabrère

Este juego de volúmenes y alturas, concebido para corregir las irregularidades del plano original, se considera una auténtica proeza constructiva del arte románico pirenaico. Las falsas trompas y arcos exteriores cumplen una función tanto técnica, al facilitar la disposición de las cubiertas, como estética, creando una silueta armónica y sorprendentemente moderna.

Más información: Basílica de Saint-Just de Valcabrère. Dirección: Route du cimetière, 31510 Valcabrère (Francia). Teléfono: +33 561 954 906. Horario: En mayo y octubre, diariamente de 10 a 18 h. De junio a septiembre, diariamente de 10 a 19 h. De noviembre a abril, fines de semana y festivos de 14 a 17 h. Entrada: 3 €. Gratis para niños menores de 10 años. Audioguía disponible en la entrada y en el siguiente enlace

Toda la información generada durante mi escapada a Basílica de Saint-Just de Valcabrère puede consultarse a través de los hashtags #pyrenees31 y #TourismeHG.

Qué más ver cerca

Saint-Bertrand-de-Comminges es uno de los pueblos más bonitos de Francia, coronado por la catedral de Sainte-Marie. Entre sus calles medievales se conservan varios monumentos declarados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

Un día en Canet-en-Roussillon: navegando entre vida marina, gastronomía y cabañas de pescadores

Mesoheros festae, una joya acuática en el Aquarium Oniria de Canet-en-Roussillon
Canet‑en‑Roussillon es una ciudad marítima con nueve kilómetros de playas de arena fina y es un destino ideal para una escapada de un día desde Cataluña. Hoy se presenta como un destino que combina tradición marinera con un puerto deportivo con 1.300 amarres y un centro náutico de referencia internacional. Canet, con su encanto mediterráneo, ofrece historia, naturaleza, gastronomía y experiencias únicas como navegar en catamarán, el Aquarium Oniria, un tradicional poblado de pescadores y una deliciosa gastronomía frente al mar.

Paseo por el mar con el Catamarán Navivoile


El Catamarán Navivoile en el puerto de Canet-en-Roussillon

Embarcar desde Canet-en-Roussillon a bordo del Navivoile es dejarse llevar por el viento en una experiencia marítima única. Este maxi catamarán ecológico, de 24,7 m de eslora y 220 m² de espacio en cubierta, ha sido diseñado para navegar de forma respetuosa con el medio marino. Su etiqueta High Quality Whale-Watching® certifica que cada salida se realiza bajo estrictos criterios de protección de la fauna marina.

Zonas amplias para relajarse al sol en el Navivoile

No hace falta recorrer el planeta para vivir el asombro de encontrarse con delfines, rorcuales o incluso cachalotes que se encuentran a menos de hora y media de navegación desde Canet. Entre las modalidades que ofrece el Navivoile, destaca la posibilidad de realizar salidas para la observación de estos cetáceos. Las aguas del Mediterráneo frente a Canet-en-Roussillon, especialmente en los alrededores del cañón submarino de Creus, se convierten en escenario de un espectáculo natural impresionante.

Vistas a las aguas cristalinas y ensenadas de la Costa Vermeille

Aquí, el rorcual común —la segunda ballena más grande del mundo— aparece con cierta frecuencia, al igual que los grandes delfines, cachalotes, globicéfalos negros, espadones, tiburones y tortugas bobas. El Navivoile ofrece diferentes modalidades de crucero para todos los gustos: desde paseos de una hora para disfrutar del mar bajo velas desplegadas, hasta travesías de día completo dedicadas a la observación de cetáceos.

El Navivoile surcando la costa desde Canet-en-Roussillon hasta Port-Vendres

Una de las salidas más populares es la que combina 10 horas de navegación y avistamiento de delfines por 59 €. También es posible embarcarse en excursiones con escala (37 €) en pintorescos pueblos marineros como Collioure o Port-Vendres, descubriendo la costa desde otra perspectiva. Por ejemplo, la “promenade à la voile” (paseo en vela) de una hora cuesta unos 11 € para adultos, y permite sentir el viento en las velas tras salir del puerto, con comentarios sobre náutica, geografía costera y biodiversidad marina. 

Vista desde el Catamarán Navivoile

Para quienes buscan combinar mar y gastronomía, las travesías con barbacoa y baño “Grillade et baignade” permiten fondear en calas de aguas cristalinas, saborear parrilladas y productos locales a bordo, y darse un chapuzón en plena naturaleza. Los precios varían según la temporada, pero se pueden encontrar desde 61 €. Durante cualquier salida en catamarán, te aconsejo relajarte y conectar con la naturaleza: el silencio del mar, el oleaje suave y el encuentro con aves marinas o mamíferos.

Más información: Catamarán Navivoile. Dirección: Parking Bastia Avant Port, 66140 Canet-en-Roussillon. Teléfono: +33 (0) 468 403 221 / +33 (0) 623 206 976. Precio del crucero: desde 11 € por persona. Web: Catamarán Navivoile

Comida en restaurante Can Marcel del Chef Christophe Perrin


Anchoas de La Escala en Can Marcel

Después del paseo en catamarán por el mar Mediterráneo, fuimos al restaurante Can Marcel, del chef Christophe Perrin, miembro de la Asociación de Toques Blanches du Roussillon, de la que otras veces hemos hablado, y gran apasionado de la cocina catalana. Este restaurante representa la sabiduría culinaria mediterránea y catalana, elaborada con mimo y basada en el producto fresco de temporada.  

Mejillones gratinados con alioli

Su carta combina platos marineros tradicionales con guiños a la cocina local más auténtica, desde tapas sencillas hasta especialidades contundentes. La propuesta gastronómica del chef Christophe Perrin se construye a partir de una cocina honesta y cercana, donde los pescados recién llegados del puerto aseguran una frescura inigualable en cada preparación. 

Las croquetas de jamón del chef Perrin en Can Marcel

A ellos se suman las verduras de temporada cultivadas en el Rosellón, que aportan matices auténticos y realzan los sabores locales. Todo ello se armoniza con una cuidada selección de vinos del Roussillon, pensados para acompañar cada plato y completar una experiencia culinaria profundamente arraigada en el territorio. Durante mi comida, abrimos boca con unas anchoas de La Escala (14,50 €), servidas en aceite y con todo el sabor del Mediterráneo concentrado en cada bocado.

Calamares a la plancha de Can Marcel

En una selección de tapas no pueden faltar nunca unas buenas croquetas, en Can Marcel son de jamón (8,50 €), crujientes por fuera y cremosas por dentro, ¡nadie es capaz de resistirse a una buena croqueta! Le siguieron unos calamares a la plancha (9,50 €) en su punto justo, y unos mejillones gratinados con alioli (11,00 €), intensos y sabrosos, que llegaron a la mesa dorados y aún humeantes.

La fideuá de Can Marcel, uno de los platos estrella del chef Christophe Perrin

Como plato principal, opté por una Fideuá Terre et Mer (29,00 €), una especialidad de la casa que combina rape, gambas, mejillones y butifarra catalana con una base de fideos gruesos, cocinados con un sofrito lleno de sabor y servidos con alioli. Una propuesta que mezcla los sabores del mar y la montaña en una más que generosa ración, y que resume la esencia de la cocina del Rosellón.

Selección de vinos Can Marcel, IGP Côtes Catalanes

La carta de Can Marcel incluye otras opciones tradicionales como la zarzuela de rape, gambas, langosta y mejillones; la parrillada de pescado fresco a la plancha; o la mariscada con almejas, navajas, mejillones y langosta, entre otros. Los productos del mar se sirven según disponibilidad, lo que garantiza su frescura y autenticidad. Además, el restaurante ofrece platos de carne, tapas, y una selección cuidada de vinos locales que armonizan con la propuesta culinaria.

Vistas al mar en la terraza de Can Marcel

En Can Marcel, el servicio es amable y el ambiente relajado, con terraza junto al paseo marítimo y un ritmo pausado que invita a alargar la sobremesa. Cada plato está pensado para reinterpretar lo tradicional sin artificios: texturas, presentaciones ligeras y sabores nítidos. Todo está pensado para disfrutar sin prisas, saboreando cada plato como si el tiempo se hubiera detenido junto al puerto.

Más información: Restaurante Can Marcel. Dirección: 101 Promenade de la côte Vermeille, 66140 Canet-en-Roussillon. Teléfono: +33(0) 468 806 455. Precios: Disponen de un menú del día válido solo para el mediodía, de miércoles (martes en verano) a viernes (excepto festivos). Menú del día (Entrante + Plato principal + Postre o Café): 25 €.

Visita al Aquarium Oniria


Acanthurus olivaceus y Heniochus, dos joyas tropicales en Oniria

Después de comer, nos dirigimos al Aquarium Oniria, situado en el puerto deportivo de CanetenRoussillon. Este acuario de última generación ocupa 3 500 m², cinco veces más que el antiguo acuario local, y alberga más de 3 500 criaturas marinas de unas 660 especies, distribuidas en 83 acuarios temáticos. 

Medusas en el Aquarium Oniria, flotando con gracia en tanques iluminados

Entre ellas se encuentran desde peces tropicales de colores brillantes y majestuosos tiburones, hasta corales delicados y especies mediterráneas que revelan la riqueza del ecosistema que rodea Canet. La experiencia en Oniria va mucho más allá de un recorrido tradicional por un acuario. 

A lo largo de la visita, el público se sumerge en hábitats inmersivos

Oniria es una experiencia sensorial y un relato visual que narra el ciclo del agua a lo largo de mil años: desde su nacimiento como nieve en la montaña hasta su regreso al mar y posterior evaporación. Este recorrido de Oniria se estructura a través de diez universos temáticos que recrean distintos ecosistemas naturales relacionados con el agua.

Truchas nadando en los ecosistemas de agua dulce de Oniria

Cada espacio ha sido cuidadosamente diseñado para que el visitante no solo contemple, sino que también escuche, sienta y participe. El recorrido comienza en la cima nevada del Canigó —montaña sagrada para los catalanes—, donde el agua nace en estado sólido. De ahí desciende hasta las entrañas del océano, atravesando cascadas, junglas tropicales, arrecifes de coral y fondos marinos profundos.

Uno de los tiburones que habitan en Oniria

En cada etapa, la ambientación transporta al visitante gracias a efectos visuales, sonoros y táctiles. En la zona tropical, la humedad se condensa en el aire y el murmullo de la selva envuelve al visitante en una atmósfera viva. Más adelante, los arrecifes del Indo-Pacífico estallan en una sinfonía de luz y color, hogar de peces exóticos que dan paso al enigmático mundo de los tiburones. 

La Muraena helena (morena), dueña de los fondos rocosos

Otros espacios invitan a reflexionar sobre el impacto humano en los océanos. Y en el área “Viaje en el tiempo”, fósiles y maquetas nos recuerdan que muchas especies actuales son descendientes directas de criaturas prehistóricas. La visita culmina con el regreso simbólico de la gota de agua al puerto de Canet-en-Roussillon, donde se evapora para comenzar de nuevo su ciclo eterno.

Más de 80 maquetas navales ilustran la historia marítima

A lo largo del recorrido, la tecnología sensorial avanzada permite experimentar fenómenos como tormentas tropicales, vibraciones submarinas o cambios de temperatura. Esta apuesta por la inmersión se complementa con una sólida vocación educativa: talleres participativos, charlas sobre la conservación marina y una exposición permanente con más de 80 maquetas navales refuerzan el compromiso de Oniria con la divulgación y la sensibilización ambiental. 

Pez payaso común (Amphiprion ocellaris) protegido entre las anémonas

El Aquarium Oniria ofrece además una amplia gama de actividades que enriquecen la experiencia para pequeños y mayores. Entre las actividades favoritas del público destaca la alimentación de los peces, un auténtico espectáculo donde algunas especies realizan coreografías naturales bajo el agua mientras se alimentan. Niños y adultos observan fascinados esta danza acuática, que añade un toque de asombro a una visita ya de por sí extraordinaria.

Experiencia interactiva con peces Garra rufa

Una de las experiencias más curiosas y memorables del recorrido por el Aquarium Oniria es el pequeño tanque interactivo con peces Garra rufa, conocidos popularmente como “peces doctor”. Estos diminutos peces utilizados en la práctica de la ictioterapia, realizan una suave exfoliación al succionar la piel muerta con su boca en forma de ventosa. No poseen dientes, por lo que no dañan la piel sana, y la sensación que provocan es sorprendentemente agradable, más cercana a un cosquilleo que a una mordida.

Reptiles y anfibios conviven en el terrario de la jungla de Oniria

En Oniria, esta interacción no tiene fines médicos, sino puramente sensoriales y de descubrimiento, ofreciendo a grandes y pequeños la oportunidad de experimentar un tipo de contacto directo con el mundo acuático que rara vez se vive en otros acuarios. Es el broche perfecto a un recorrido diseñado para despertar los sentidos, donde la vista, el oído, el tacto e incluso la imaginación se unen para crear una experiencia que se vive con todos los sentidos.

Más información: Aquarium Oniria. Dirección: 2 Boulevard de la Jetée, 66140 Canet-en-Roussillon. Teléfono: +33(0) 468 867 292. Horario: Abren a las 10:00 y cierra entre las 19:00 y las 21:00, según la temporada. Precios: Adultos (mayores de 11 años) 16 €. Menores de 3 a 10 años 12 €. Accesibilidad total para personas con movilidad reducida. Parking gratuito (de septiembre a junio). Web: Aquarium Oniria

Descubrimiento del Village de Pêcheurs y las cabañas de pescadores

El Étang de Canet es un refugio de aves migratorias

Entre Canet-en-Roussillon y Saint-Cyprien Plage se extiende un vasto humedal de gran valor ecológico. Protegido bajo la red Natura 2000, este paisaje natural único combina, en un mismo encuadre, el mar Mediterráneo, por un lado, y la imponente silueta de los Pirineos nevados por el otro. Aquí, donde la tierra se encuentra con el agua, habita una extraordinaria biodiversidad que ha convertido el lugar en un auténtico santuario para miles de aves migratorias.

Sendero junto al Étang de Canet

Al borde de la laguna se ha habilitado un sendero de descubrimiento que permite explorar este entorno sin alterar su equilibrio. Siguiendo los caminos señalizados, se accede a zonas de observación perfectamente integradas en el paisaje, desde donde se puede contemplar la vida salvaje. El entorno natural del estanque acoge más de 246 especies vegetales y cerca de 200 especies de aves migratorias.

Barca junto al Étang de Canet

Entre las aves que se pueden observar en el Étang de Canet se encuentran garzas imperiales, flamencos rosas, martines pescadores y otras aves en plena estación de nidificación entre febrero y agosto, y numerosas especies de limícolas que descansan, se alimentan o anidan entre las aguas someras y los cañaverales. Se ruega no salirse de los caminos para preservar este ecosistema tan frágil como fascinante.

Las cabañas estuvieron habitadas desde el siglo XIX por familias de pescadores

Al atardecer, me dirijo al entorno natural e histórico del Village de Pêcheurs, junto al estanque de Canet. En medio de este paisaje se alza el Village de Pêcheurs, un pequeño conjunto de diez cabañas tradicionales construido con materiales naturales como madera arrastrada por el mar, sanils, (juncos marinos recogidos directamente del estanque), cañas de Provenza y madera de castaño, ideales para aislar del viento, la lluvia y el calor estival.

Un testigo vivo de la historia pesquera de la región desde el siglo XIX

Estas construcciones formaban parte del paisaje cotidiano desde el siglo XIX. Tras la Segunda Guerra Mundial fueron abandonadas; el último habitante se marchó en 1960 y en 1993 comenzó la restauración para preservar el patrimonio. Aún hoy se conservan como almacenes para las artes de pesca y siguen siendo utilizadas por un pequeño grupo de pescadores que faenan en el estanque, sobre todo en busca de anguilas y lubinas. 

Cabañas tradicionales del Village de Pêcheurs

Las cabañas, de formas redondeadas, fueron diseñadas para resistir la Tramontana, ese viento del norte que sopla con fuerza sobre el Rosellón. Su interior se organizaba en tres espacios separados por paredes hechas con zarzos de caña: una habitación para dormir de manera austera, una zona común que servía como sala de estar y cocina, y una tercera destinada al almacenaje de redes, boyas y demás aparejos.

Redes de pesca extendidas en el suelo del Village de Pêcheurs

En torno a las cabañas, se plantaban cortavientos naturales que favorecían el crecimiento de higueras, laureles, cactus y otras plantas mediterráneas resistentes a la sal y al viento. En el corazón del conjunto se encontraba la Maison Commune, un espacio de encuentro donde los pescadores solían reunirse —y todavía lo hacen en ocasiones— para preparar la tradicional bouillinade de anguila, uno de los platos emblemáticos de la región.

Redes y barca tradicional aún empleadas por pescadores en el Village de Pêcheurs

En verano, una de las cabañas abre sus puertas al público y acoge visitas guiadas, talleres pedagógicos y pequeñas exposiciones que ayudan a comprender mejor este patrimonio cultural. Hoy, el Village de Pêcheurs es un sitio protegido que ofrece una visión auténtica de la vida tradicional marinera de Canet. Pasear entre estas humildes construcciones, con el sonido del viento entre los juncos y el reflejo de la laguna en calma, es viajar al pasado sin moverse del presente, sintiendo cómo el paisaje y la vida humana deben vivir en armonía.

Más información: Village de Pêcheurs. Dirección: Étang de Canet. Entrada gratuita.

Cena en el Restaurante del Club de Playa Naudo Beach Club


Naudo Beach Club, un rincón con estilo mediterráneo

Tras un día repleto de experiencias, la cena en Naudo Beach Club, frente al mar, es una forma perfecta de cerrar la jornada. Situado en la playa de Canet-en-Roussillon, este club-restaurante combina cocina fresca, ambiente relajado, música, tapas mediterráneas, platos de pescado y marisco, cócteles y vinos locales. Todo, con los pies en la arena y las vistas del atardecer como telón de fondo.

Selección de tapas pensadas para disfrutar con el Mediterráneo de fondo

La experiencia en Naudo Beach Club fue todo un homenaje al tapeo más clásico de nuestros bares. En su carta, que fusiona sabores mediterráneos y toques internacionales, encontramos clásicos irresistibles como los pimientos del padrón, servidos en su punto justo de sal y fritura, y unas croquetas cremosas que se deshacían en la boca. Las patatas bravas, con una salsa poco picante, pero sabrosa. 

Selección de postres en Naudo Beach Club

Otro de los platos mejor valorados por los que cenamos allí, fue la ración de pescaíto frito crujiente, que nos recordó a los chiringuitos andaluces. Completaron el festín propuestas más frescas y ligeras como un delicioso humus y un tzatziki, ideales para compartir y equilibrar sabores. También probamos un pollo empanado, dorado y jugoso, que resultó ser una acertada elección. 

Vista de la playa con sombrillas en Naudo Beach Club

La propuesta gastronómica de Naudo Beach Club es sencilla, sabrosa y pensada para disfrutar, quizás con un buen cóctel, una cerveza artesana o un vino refrescante. A cualquier hora del día, su terraza junto al mar invita a dejarse llevar por la brisa marina con una copa en la mano. Es el lugar ideal para una comida informal junto al Mediterráneo, una cena al atardecer o una pausa con música y buen ambiente. Naudo Beach es ese rincón donde el verano se vive bajo el sol del Rosellón. 

Sendero que conduce a la playa donde las mascotas también disfrutan del Mediterráneo

Las playas de Canet-en-Roussillon gozan de una merecida reputación por su belleza natural y su ambiente acogedor. A lo largo de sus nueve kilómetros de litoral, se suceden espacios amplios donde descansar bajo el sol o entregarse a la práctica de deportes acuáticos. La serenidad del mar, de aguas claras y poco profundas, convierte este destino en un lugar ideal para familias con niños e incluso, con mascotas.

Más información: NBC Naudo Beach Club. Dirección: Plage du Mar Estang 1, Canet-en-Roussillon. Teléfono: +33(0) 468 734 744. Horario: Abierto diariamente de 10 a 2 de la madrugada.

Noche en el hotel Best Western Plus Hôtel Canet Plage


Zona común del Best Western Plus Hôtel Canet Plage

Pasé la noche alojada en el hotel Best Western Plus Hôtel Canet Plage, un elegante hotel de 4 estrellas situado justo frente al Mediterráneo. Su ubicación privilegiada, con acceso directo a la playa y al paseo marítimo, lo convierte en un punto de partida perfecto para quienes desean disfrutar del mar sin renunciar al confort.

Confort y vistas al mar desde el hotel en Canet-en-Roussillon

Las habitaciones destacan por su diseño contemporáneo y funcional, con grandes ventanales que inundan el espacio de luz natural. Muchas de ellas ofrecen vistas directas al mar o a los Pirineos, y algunas disponen de balcón, lo que permite contemplar el amanecer con una taza de café mientras las primeras luces tiñen el horizonte.

El mejor buffet de desayunos de la cadena hotelera Best Western

Uno de los puntos fuertes del hotel es su desayuno buffet, que se sirve en una sala amplia y luminosa con vistas al paseo marítimo de Canet. Su cuidada selección de productos locales y variedad, junto a su presentación impecable, le han valido el primer premio al mejor buffet de desayunos de la cadena hotelera Best Western.

Selección de quesos del desayuno buffet

El bar del hotel, con una carta de vinos regionales y cócteles, es el lugar ideal para relajarse tras un día de visitas o actividades al aire libre. Además, su ubicación en pleno paseo marítimo permite explorar fácilmente el puerto deportivo, el Aquarium Oniria, las playas de arena fina y se encuentra a 3’2 km del Village de Pêcheurs y las cabañas de pescadores.

Arena fina y mar en calma frente al hotel Best Western Canet Plage

El Best Western Plus Hôtel Canet Plage es una opción ideal para viajeros que buscan comodidad, estilo y una estancia frente al mar, con todos los servicios necesarios para disfrutar al máximo de esta ciudad costera del Rosellón.

Más información: Best Western Plus Hôtel Canet Plage. Dirección: 120 promenade de la Côte Vermeille, 66140 Canet-en-Roussillon. Teléfono: +33(0) 468 802 859. Habitaciones desde 109 €. Web: Best Western Plus Hôtel Canet Plage

Toda la información generada en redes sociales sobre mi escapada a Canet-en-Roussillon puede consultarse a través de los hashtags #visitPO #ToutEstIci #PyrénéesOrientales y #PaysCatalan.

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Torreilles: encantador pueblo costero entre mar y viñedos, perfecto para combinar playa y enoturismo.

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