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La Ciudad de las Abejas: el mundo apícola de la familia Morlière en Génos

Ciudad de las Abejas
La Ciudad de las Abejas en Génos, un viaje al fascinante mundo de la apicultura familiar Morlière

La historia de la Ciudad de las Abejas comienza mucho antes de que existiera como tal, allá por 1963, cuando Henri y Adèle Morlière iniciaron la aventura apícola en Muret, donde residían. En 1969, se trasladaron a Génos para aprovechar la flora melífera de los Pirineos, instalando allí 200 colmenas. Años después, en 1983, se incorpora su hijo Maurice, seguido en 1992 por su nuera Ghislaine. Ambos son los encargados de recibirnos y guiarnos en la visita de este curioso lugar.

Miel de Ruchers Sainte-Marie
En la tienda de la Ciudad de las Abejas se pueden adquirir las mieles de Ruchers Sainte-Marie

Tras el fallecimiento de los fundadores, el joven matrimonio tomó el relevo y en 2005 se sumó Cyril, su hijo, consolidando así la tercera generación de apicultores. Con ellos tres, la empresa no ha dejado de prosperar: en 2010 inauguraron una nueva mielería. Hoy, más de sesenta años después de que Henri y Adèle empezaran con 160 colmenas, la familia Morlière cuida de un millar repartido entre distintos territorios. Sus colmenas trashumantes recorren desde Génos, Bayona, Narbona, Valencia y la región de Toulouse. 

Ciudad de las Abejas
Spiraea japonica, arbusto ornamental cuyas flores atraen a las abejas

“Este museo es, ante todo, nuestra historia”, confiesa Maurice, orgulloso de un legado que hoy se abre al visitante bajo el nombre de Ciudad de las Abejas. El ecomuseo se despliega en un parque de casi una hectárea sembrado de flores melíferas y la vegetación más apreciada por las abejas como acacias, tilos, árboles frutales y un sinfín de flores silvestres que sostienen la biodiversidad del paisaje. 

Ciudad de las Abejas
Chalets temáticos y paneles explicativos guían al visitante por la apicultura tradicional y moderna

Una docena de chalets temáticos invitan a descubrir diferentes aspectos del fascinante mundo apícola, mientras los paneles explicativos ayudan a comprender la importancia de estas plantas, verdaderas aliadas de las abejas. “Queremos que quien venga aquí descubra que la miel no es otra cosa que un regalo de la naturaleza y que pueda acercarse al mundo de la apicultura a través de nuestra propia historia.”

La Vida de la Abeja 

Ciudad de las Abejas
Mapa de la Ciudad de las Abejas indicando la ubicación de los doce chalets temáticos

En el chalet temático de La Vie de l’Abeille (La Vida de la Abeja) se despliega un recorrido que condensa la esencia misma de la apicultura: desde un rudimentario extractor de miel hecho con una cesta tejida y troncos de madera hasta un apicultor encaramado en una escalera, intentando alcanzar un panal suspendido de un árbol. En una de las paredes, un mapa de la Ciudad de las Abejas muestra la ubicación de cada chalet. 

Ciudad de las Abejas
Primer coche familiar de Henri Morlière, símbolo de los humildes comienzos apícolas

También puede verse un Citroën 2CV, aquel primer coche familiar conducido por Henri Morlière, que recuerda los modestos inicios. En la pared cuelgan viejas fotografías de la familia, donde aparecen las tres generaciones: Adèle Morlière, la abuela; un joven Maurice; y Cyril de niño. También se conserva la imagen de colmenas destrozadas por un oso en mayo de 2007, un episodio que pudo haber puesto fin al sueño, y refleja la resiliencia que ha acompañado a la familia Morlière hasta hoy.

El Vídeo de la Ciudad de las Abejas 

Ciudad de las Abejas
Escenografía de un apicultor en busca de miel

En La Vidéo se proyecta un vídeo corto donde Maurice, Ghislaine y Cyril, cuentan la historia de cómo comenzó todo, acercando la historia familiar al visitante. En 1903, un conocido le pidió al padre de Maurice, Henri Morlière, construir una colmena para hacer una prueba. Como eran amigos, le sugirió fabricar dos: una para cada uno. A partir de ese gesto sencillo nació una afición que fue creciendo hasta convertirse en oficio. Con el tiempo, su padre dejó su oficio y pasó a ser apicultor profesional: llegó a tener alrededor de 150 colmenas y comenzó a vivir de ellas. 

Ciudad de las Abejas
Fotografía antigua de la familia Morlière en casa con su Citroën 2CV

Maurice recuerda que, de niño, empezó a acompañar a su padre con apenas cuatro o cinco años: subido al camión, en los trayectos en coche a los mercados, incluso junto a las colmenas. Así prendió también en él la misma pasión por el mundo de la apicultura. La actividad de su padre se mantuvo hasta alrededor de 1980; entonces fue cuando Maurice y su esposa Ghislaine tomaron el relevo. El joven matrimonio compró otra explotación y, en esa nueva etapa, pudieron seguir viviendo todos de la apicultura. 

Ciudad de las Abejas en Génos
Colmenas tradicionales de madera para preservar la memoria de la apicultura

Más tarde, Cyril, el hijo de Maurice, se subió al camión para continuar la empresa familiar. Después, en ese mismo vídeo, escuchamos el testimonio de Cyril, que hoy tiene cuarenta años y representa la tercera generación de apicultores de la familia Morlière. Cuenta que nació rodeado de colmenas y que, desde muy pequeño, acompañaba a sus padres al mercado. La apicultura se convirtió para él en algo natural, una pasión transmitida primero por su abuelo y después por su padre.

Ciudad de las Abejas en Génos
La miel es un producto natural que, tras la extracción, se filtra, sin sufrir ningún proceso especial

“Espero que dentro de otra generación alguien más continúe este camino”, afirma con convicción. La proyección continúa con una explicación sencilla del proceso: la miel no sufre transformaciones especiales. En cuanto se extrae, se filtra y se deja en decantación durante unas ocho horas; después se almacena en bidones. Hoy el trabajo cuenta con maquinaria que mejora las condiciones de los apicultores, pero la calidad del producto sigue siendo la misma desde hace tres generaciones. 

Vinagre de miel
Botellas de vinagre de miel artesanal, de la familia Morlière, disponible en su tienda

A continuación, interviene Ghislaine. Trabaja codo con codo con Cyril y Maurice y se ocupa de la comercialización: cuando ellos han terminado la extracción, ella gestiona el envasado y la venta. Durante el año acude a mercados semanales, participa en pequeñas ferias, y distribuye en tiendas de productores y pequeños comercios de Occitania. En invierno mantiene el contacto con los clientes particulares conocidos en verano y vende directamente por internet. 

Ciudad de las Abejas en Génos
Ruche de Sologne, ejemplo de colmena tradicional de paja que inspira la pasión apícola familiar

Finalmente, vuelve el turno a Maurice, quien en el vídeo comparte una reflexión cargada de futuro: “Hoy nos encontramos en un momento de relevo. Pensamos en transmitir la empresa a Cyril, pero junto con ella queremos transmitir también nuestra pasión. Una pasión que ya venía de mi padre, que coleccionaba antiguos utensilios de apicultura, y que yo continué guardando. Con Cyril decidimos dar un paso más: crear la Ciudad de las Abejas.”

Las Colmenas de Madera 

Ciudad de las Abejas en Génos
Colmenas tradicionales hechas con troncos de árbol ahuecados

En el espacio dedicado a Les Ruches en Bois (Las Colmenas de Madera) se despliega la tradición más antigua y sólida de la apicultura. Desde troncos de árbol ahuecados, de castaño o de alcornoque, hasta las ingeniosas colmenas landesas, trenzadas en castaño o construidas con planchas piramidales, el visitante descubre cómo la naturaleza misma proporcionaba los refugios para la miel. 

Ciudad de las Abejas en Génos
El Arnal fue usado desde hace más de 3.000 años hasta finales del siglo XX

Entre las piezas más singulares se encuentra la réplica exacta de un colmenar tradicional del norte de Aragón, conocido como Arnal. Se trata de una pequeña estructura en cuyo interior se conservaban colmenas horizontales de tubos de mimbre ligeramente troncocónicos, colocadas sobre travesaños de madera y cerradas con piedras. En el frontal se daba entrada a las abejas y la parte trasera era para que el apicultor pudiera inspeccionar y recolectar la miel.

El Vivero


Abejas
Uno de los enjambres del vivarium, con la Abeja Reina marcada con un punto verde

Otro de los chalets temáticos es Le Vivarium, un espacio concebido como un vivero donde se puede observar de cerca la actividad de una colmena viva, descubriendo el incesante ir y venir de las obreras y, con un poco de paciencia, incluso localizar a la majestuosa Abeja Reina. Este lugar funciona como un observatorio didáctico: las paredes transparentes permiten asomarse al interior del mundo de las abejas sin perturbarlas, mostrando la extraordinaria organización de la colonia y el papel fundamental que desempeñan en la naturaleza.

La Trashumancia apícola 

Ciudad de las Abejas en Génos
Las abejas aprovechan el día para polinizar, por eso la trashumancia se realiza de noche

En el chalet temático de La Transhumance se explica cómo se trasladan las colmenas en busca de floraciones óptimas y permitiendo a los apicultores obtener varias cosechas al año y una gran diversidad de mieles. Durante el día, las abejas están dispersas por la naturaleza polinizando y el calor hace imposible el viaje. Al caer la noche, cuando todas las abejas han regresado a la colmena, se cargan en los camiones.

Trashumancia apícola
Peugeot 202 U junto a colmenas de madera, empleado por la familia Morlière en la trashumancia

Se conduce hasta el amanecer, momento en que se deben descargar y dispersar en praderas cercanas para evitar que se asfixien. Cada camión transporta cientos de colmenas, y en cada una de ellas viaja un enjambre impresionante de cincuenta mil abejas. Si circulan de día hay que tapar la piquera de la colmena (una pequeña puerta o abertura que hay en las colmenas, para que las abejas puedan entrar o salir) o hay que poner una malla encima del camión para que no se escapen. 

Miel de Ruchers Sainte-Marie
Miel de acacia, delicada y suave, recolectada por la familia Morlière

Para que os hagáis una idea, la familia Morlière hace 25 mil kilómetros con el camión únicamente para mover colmenas. La Trashumancia apícola no es una práctica nueva: hace miles de años los egipcios ya transportaban sus colmenas en barcos por el Nilo, y estas viajaban río arriba al ritmo de la floración. En primavera las colonias se trasladan a los bosques de acacias y a los campos de lavanda, en zonas como el Gers y el Lot-et-Garonne. 

Abejas
Es esencial renovar las colmenas y hacer nuevos enjambres aprovechando el mejor clima

Cuando llega el verano, las colmenas se instalan en la montaña, donde florecen el tilo, el castaño y el brezo. Cada año en noviembre llevan sus colmenas a Gandía para que las abejas pasen el invierno. Además, como la primavera llega antes que en Génos, porque el clima es diferente, pueden empezar a trabajar dos meses antes que en Francia. Buscando el mejor clima para hacer enjambres y renovar las colmenas, la familia Morlière aprovecha y hace miel de naranjo

Ciudad de las Abejas en Génos
Fotografía antigua de la familia Morlière haciendo la trashumancia apícola con su camión Citroën HY

También trasladan las abejas a Cataluña y Aragón para la producción de miel de romero. La familia Morlière tienen un colmenar cerca de Génos, arriba en la montaña, otro a la salida de la población. Y los otros colmenares están alrededor de 40 o 50 kilómetros de la zona. Cada colmenar tiene cien colmenas en cada campo, lo que significa que la familia Morlière gestiona casi mil colmenas. 

Ciudad de las Abejas en Génos
Camión Citroën HY, protagonista de la trashumancia y símbolo de la apicultura moderna

En este espacio veremos un antiguo camión Citroën HY, protagonista de la trashumancia de las abejas y símbolo del inicio de la apicultura moderna para los Morlière. Este robusto vehículo permitió trasladar las colmenas a largas distancias, facilitando la producción de miel en distintas floraciones y haciendo posible la trashumancia nocturna que aún hoy practica la familia. El camión HY reemplazó al modesto Citroën 2CV que perteneció a Henri Morlière.

La Tienda de Miel 

Ciudad de las Abejas en Génos
Antigua máquina para elaborar caramelos de miel

Acto seguido entramos en La Boutique donde el visitante se sumerge en la tradición comercial de la familia Morlière. Una antigua máquina de elaboración de caramelos de miel, permite comprender el proceso artesanal de moldear la miel para convertirla en caramelos, mientras las fotografías en las paredes capturan la actividad en los mercados y la venta directa de tarros de los “Ruchers Sainte-Marie” cuidadosamente etiquetados. 

Ciudad de las Abejas en Génos
Tienda “Au Miel des Pyrénées”, fundada en 1919, con su cartel original

También se expone una representación histórica de una vendedora de pan de especias, evocando los sabores y aromas de los productos artesanales. El aparador y la puerta de madera de la tienda “Au Miel des Pyrénées”, casa fundada en 1919, con un detallado cartel de sus productos: Miel Surfin, cera, hidromiel, dulces y pan de jengibre, nos recuerda que algunas de estas piezas pertenecieron a una colección única del museo de Saint-Faust que la familia Morlière ha adquirido para que no se pierdan en el olvido.

La Extracción de Miel


Ciudad de las Abejas en Génos
Varias generaciones de extractores de miel

Mientras que en el chalet de L’Extraction (La Extracción) se explica el proceso de obtención de la miel y pueden verse los utensilios utilizados antiguamente y cómo la apicultura moderna se consolidó en el siglo XIX con la invención de las colmenas de cuadros, que permiten extraer la miel sin sacrificar a las abejas, a diferencia de las colmenas tradicionales. La observación de las abejas y el desarrollo de técnicas de cría de la “mosca de la miel” se remontan a la Antigüedad, pero fue a partir del siglo XVIII cuando se produjeron avances decisivos. 

Ciudad de las Abejas en Génos
Prensa tradicional para opérculos, utilizada para extraer cera de los panales de manera artesanal

Tras ahumar la colmena para calmar a las abejas, el apicultor extrae los cuadros llenos de miel madura, cubiertos por finas láminas de cera llamadas opérculos. Con una ligera brocha se retiran las abejas, y los cuadros se colocan en un extractor centrifugo, que expulsa la miel hacia las paredes del aparato. Luego se filtra y se deja decantar de dos a ocho días antes de envasarla para el consumo o la venta. Los opérculos se conservan para obtener la cera más pura, fundiéndolos al sol en un clasificador para formar bloques de cera. 

Ciudad de las Abejas en Génos
Extractor de miel casero antiguo, fabricado en metal para separar la miel de los panales

Además de la miel y la cera, los apicultores han descubierto la importancia de la cosecha de polen, otro tesoro de la colmena que completa la riqueza de la producción apícola. El polen, recolectado por las abejas en las flores y transportado en sus patas posteriores en forma de pequeñas bolitas, constituye una fuente esencial de proteínas, vitaminas y minerales, tanto para la alimentación de la colonia como para el ser humano.

La Cera de Abeja 

Ciudad de las Abejas en Génos
Fabricante de velas trabajando artesanalmente con cera de abejas

El chalet de La Cire (La Cera) está dedicado a la cera y sus usos, especialmente para la elaboración de velas. Descubrimos que hasta finales del siglo XIX, la cera era el producto más codiciado de la apicultura. Producida por las glándulas cereras de las abejas, inicialmente blanca, se tornaba amarilla y finalmente marrón con el paso del tiempo. Por ello, se exponía la cera al sol sobre grandes telas para blanquearla, antes de destinarla a usos domésticos y litúrgicos. 

Ciudad de las Abejas en Génos
Molde de velas metálicos, usado para crear velas con cera pura

La cera servía principalmente para fabricar velas y cirios, empleando técnicas como la vela hilada o la vela a cucharilla. Este material estaba reservado a los hogares acomodados y a fines religiosos: en la liturgia católica simbolizaba la pureza del cuerpo de Cristo. Incluso se creía en la virginidad de las abejas, y numerosas representaciones de la Natividad las muestran volando alrededor de la Virgen. 

Ciudad de las Abejas en Génos
Argizaiola tradicional, vela de cera utilizada en ceremonias en el occidente pirenaico

En la tradición popular, las velas de cera tenían un papel divinatorio y ceremonial, apareciendo en momentos cruciales de la vida como nacimientos, bautismos o primeras comuniones. Su uso se mantuvo especialmente en el occidente pirenaico, donde la cera era considerada un puente entre lo cotidiano y lo sagrado. En las vitrinas pueden verse varios ejemplos de Argizaiola, una tablilla de madera sobre la que se enrollaba una larga mecha de cera que se mantenía encendida sobre las tumbas en las iglesias y que había visto referenciadas en Euskadi.

Las Colmenas de Paja 

Ciudad de las Abejas en Génos
Ruche de Corrèze, colmena tradicional francesa elaborada con paja y técnicas artesanales

La paja y el centeno fueron durante siglos materiales esenciales en la apicultura tradicional. En Les Ruches en Paille (Las Colmenas de Paja) se pueden ver colmenas confeccionadas con estos recursos humildes, como la Colmena de Sologne, las Colmenas Lombard, ligeras y portátiles, de forma cilíndrica u ovalada, y las Colmenas Corrèze, más robustas y protegidas con techos de paja de centeno, que protegía a la colonia del frío y la lluvia. 

Ciudad de las Abejas en Génos
Ruche Béarnaise, colmena campesina de paja y castaño, utilizada para consumo familiar

También destaca la Ruche Béarnaise, fabricada por los propios campesinos para el consumo familiar. Estaban formadas con un armazón de castaño trenzado con clemátide, una planta trepadora silvestre de tallos largos y flexibles, perfecta para trenzar. La colmena estaba recubierta con arcilla mezclada con estiércol de vaca, lo que proporcionaba aislamiento y resistencia frente a la humedad y los cambios de temperatura. 

Ciudad de las Abejas en Génos
Las colmenas de paja fueron el modelo más extendido en Europa gracias a su bajo coste

Estas colmenas de paja, de uso estrictamente doméstico, podían variar de simples cestas a construcciones más elaboradas y se destinaban sobre todo a obtener miel como endulzante natural y cera para uso doméstico. La apicultura de cada lugar está profundamente ligada a los recursos del entorno. En la Ciudad de las Abejas veremos la diversidad de colmenas dentro del territorio francés, pero también ejemplos de colmenas africanas.

Los Ahumadores 

Ciudad de las Abejas en Génos
Chalet temático dedicado a los ahumadores en la Ciudad de las Abejas

En Les Enfumoirs, descubrimos la historia de un invento clave en la apicultura moderna: el ahumador. Su creador, Moses Quindy (1810-1875), fue uno de los primeros apicultores modernos y contribuyó significativamente al conocimiento científico de las abejas. Gracias a su invención, un ahumador con fuelle que permitía manejar las colmenas con mayor seguridad, calmando a las abejas al enmascarar las feromonas que alertan a la colonia. 

Ciudad de las Abejas en Génos
Maniquí de apicultor con traje, máscara y un ahumador de fuelle, listo para manipular colmenas

Maurice nos explica, con pasión, los secretos de su oficio, por ejemplo, para poder tocar a las abejas sin riesgo, utilizan ahumadores donde queman hierba, un método que reemplaza los antiguos combustibles como estiércol, cartón o espinas de pino. “No se puede tocar una colmena sin humo. Para los apicultores es como llamar a la puerta de la colmena”, dice. Las abejas sienten el humo, se asustan porque creen que hay un incendio, y corren a alimentarse para poder escapar con alimentos para poder formar una nueva colmena. Debido a esto, su estómago o buche melario está tan lleno y están tan ocupadas, que impide que piquen. 

Ciudad de las Abejas en Génos
Colección de ahumadores de distintas épocas y estilos

Desde su concepción, el ahumador ha evolucionado mucho: en Marruecos se fabricaba con barro cocido, mientras que hoy combina hierro, madera y cuero, e integra un fuelle, una caldera y un pico. En la Ciudad de las Abejas se pueden ver varios modelos, incluidos los de Layens, Lombard o Fourmilier, que ilustran la diversidad regional de esta herramienta. Tras la visita del apicultor, las abejas ventilan vigorosamente la colmena para purificar el aire.

Las Colmenas Modernas 

Ciudad de las Abejas en Génos
Las colmenas modernas, con cuadros móviles, permiten extraer la miel sin destruir la colmena

También hay un chalet temático dedicado a la apicultura contemporánea es el de Les Ruches Modernes, donde descubrimos la colmena italiana Tonelli, un ejemplo de cómo la apicultura ha evolucionado hacia modelos más eficientes. Esta colmena se distingue por su limpieza automática del piso, gracias a la forma ojival de su gran marco que concentra el calor de la colmena. 

Ciudad de las Abejas en Génos
La apicultura contemporánea utiliza colmenas de madera o materiales sintéticos

Los marcos respetan parcialmente la forma natural de los panales construidos por las abejas, garantizando que la colonia pueda trabajar de manera orgánica dentro de un diseño moderno. Con el tiempo, la colmena Tonelli se ha adaptado para convertirse en una colmena divisible, sustituyendo el cuerpo principal por dos alzas, facilitando así la gestión y la expansión de la colonia sin perturbar a las abejas.

Tienda de productos de Ruchers Sainte-Marie


Miel Morlière en Génos
Exterior de la tienda de la familia Morlière, ubicada junto al Ecomuseo de la Ciudad de las Abejas

Finalmente, nos vamos a ver la zona de manipulación y envasado de miel de la empresa familiar “Ruchers Sainte-Marie” donde en esos momentos están desoperculando, es decir, retirando con un cuchillo la delgada lámina de cera con la que las abejas han cubierto y sellado las celdas del panal de miel. Tenemos la suerte de ver de cerca uno de esos paneles chorreando el sabroso néctar. 

Miel Ruchers Sainte-Marie
Miel de flores de los Pirineos y miel de tilo de Ruchers Sainte-Marie

En la tienda además de ofrecerte la posibilidad de hacer una cata de miel, podrás comprar todos los productos elaborados con miel y alguna de los catorce tipos de miel que te puedes llevar a casa. Entre las mieles, encontrarás la de azahar y acacia, la intensa de brezo y castaño, la fresca de primavera y la de romero, así como variedades más singulares como la de trigo sarraceno, tilo o girasol cremoso, sin olvidar la tradicional miel en panal. 

Productos de Ruchers Sainte-Marie
Productos de miel de Ruchers Sainte-Marie disponibles en la tienda de la Ciudad de las Abejas

Para quienes buscan combinaciones creativas, la familia Morlière elabora preparados con miel y limón, albaricoque, café, frambuesa o avellana. En la tienda también podrás adquirir una botella de delicada hidromiel o vinagre aromatizado, hasta los caramelos de miel y los pasteles elaborados con el néctar de los Pirineos. También se pueden encontrar polen, jalea real, propóleo, jabones en pastilla y velas de cera de abejas.

Más información: Le Musée La Cité des Abeilles. Dirección: 31510 Génos. Se recomienda reservar las visitas a través de su web o en el teléfono: +33 (0) 561 796 804. Horario: De marzo a junio, septiembre y octubre, martes, jueves y sábados de 14 a 18 h. En julio y agosto, de lunes a sábado de 14 a 18 h. Entrada: 7 €. Web: Le Musée La Cité des Abeilles

Toda la información generada durante mi escapada a la Ciudad de las Abejas puede consultarse a través de los hashtags #pyrenees31 y #TourismeHG.

Qué más ver cerca

Prolonga la experiencia adentrándote en una ruta de senderismo por los valles y cascadas que rodean Luchon. Desde paseos tranquilos hasta itinerarios más exigentes, estas rutas permiten recorrer paisajes de montaña, praderas salpicadas de flores silvestres y descubrir cascadas y lagos.

Basílica de Saint-Just de Valcabrère: joya románica con huella romana

Basílica de Saint-Just de Valcabrère
Vista general de la Basílica románica de Saint-Just de Valcabrère

Enclavada a apenas 600 metros al este del antiguo asentamiento romano de Lugdunum Convenarum, la Basílica románica de Saint-Just de Valcabrère se alza como un singular testimonio de la historia europea. Construida en el siglo XII sobre un antiguo recinto funerario del siglo IV, esta basílica, declarada Patrimonio Mundial por la UNESCO en 1998, junto con otros 68 monumentos del Camino de Santiago en Francia, combina con armonía los vestigios del mundo clásico con el arte románico.

Basílica de Saint-Just de Valcabrère
Losa incrustada en el muro exterior, al lado izquierdo de la puerta de entrada

El lugar, que en época romana fue una necrópolis pagana y más tarde un cementerio paleocristiano, pronto se convirtió en un centro de devoción, quizá impulsado por la veneración de alguna tumba cristiana. Los peregrinos que recorrían la vía de Arlés hacia Santiago de Compostela encontraban aquí una etapa de descanso y oración, en plena encrucijada de caminos: la ruta de la montaña, la llanura que conectaba Dax con los Pirineos y la vía fluvial del Garona.

Basílica de Saint-Just de Valcabrère
Bajorrelieve en mármol donde aparece un legionario con lorica segmentata

La originalidad de Saint-Just radica en el uso de materiales reutilizados procedentes de la antigua ciudad romana: bloques de mármol, columnas, capiteles y fragmentos de frisos que, lejos de desentonar, refuerzan el carácter atemporal y monumental del templo. Recorrer sus muros es viajar, piedra a piedra, por más de dieciséis siglos de historia.

Las etapas de la construcción


Basílica de Saint-Just de Valcabrère
El elemento más tardío es el imponente campanario, levantado en el siglo XIV

La historia constructiva de la Basílica de Saint-Just de Valcabrère no está del todo documentada, aunque los estudios coinciden en situar sus principales fases de construcción entre finales del siglo XI y comienzos del XIII. La única excepción es el imponente campanario, levantado en el siglo XIV, dotando de solemnidad al conjunto arquitectónico. De este largo proceso constructivo solo se conocen dos fechas con certeza. 

Basílica de Saint-Just de Valcabrère
Bajorrelieve en mármol blanco incrustado en el muro exterior de la basílica

La primera corresponde al año 1083, cuando Bertrand de L'Isle-Jourdain, obispo de Comminges —posteriormente canonizado como San Bertrán en 1309—, celebró misa en este lugar y residió cerca de la basílica, lo que sugiere la existencia de un culto ya establecido. La segunda, documentada con certeza, es octubre de 1200, cuando el obispo de Comminges Raymond-Arnaud Labarthe consagró el altar mayor, como lo atestigua un pergamino encontrado en su mampostería.

Basílica de Saint-Just de Valcabrère
Nicho funerario del siglo XIV en la esquina derecha exterior de la basílica

En 1387, la basílica contaba con un capítulo de canónigos formado por cuatro miembros, una comunidad que continuó la tradicional función litúrgica y custodia del lugar. De esa misma época data el nicho funerario del siglo XIV situado en la esquina derecha exterior de la basílica, un vestigio que recuerda el papel del templo como lugar de enterramiento y la relevancia espiritual que alcanzó en la Edad Media.

El portal del cementerio


Basílica de Saint-Just de Valcabrère
El arco del portal está rodeado por un friso

El portal del cementerio es lo primero que veremos, ya que sirve de puerta de acceso al recinto de la Basílica románica de Saint-Just de Valcabrère. Se trata de un montaje singular formado por elementos arquitectónicos heterogéneos, probablemente procedentes del antiguo convento franciscano de Valcabrère, (Couvent des Cordeliers), destruido tras la Revolución de 1789, o del claustro desaparecido de la basílica. 

Basílica de Saint-Just de Valcabrère
Crismón románico del portal del cementerio, símbolo de Cristo y la eternidad

A la izquierda del portal destaca un crismón románico tallado en piedra, uno de los símbolos más característicos del arte cristiano medieval. Este motivo, formado por las letras X (ji) y P (rho), iniciales del nombre de Cristo en griego (Christos), solía colocarse para recordar al visitante que estaba entrando en un espacio sagrado. A veces, los brazos de la cruz podían estar rematados por los símbolos de alfa (Α) y omega (Ω, ω), la primera y última letra del alfabeto griego, que aluden a Cristo como principio y fin de todas las cosas.

Basílica de Saint-Just de Valcabrère
Placa funeraria romana del siglo I, reutilizada en el portal del cementerio

A la derecha del portal veremos una placa funeraria del siglo I d. C. con una inscripción conmemorativa encargada en vida por un liberto romano, Caius Iulius Atticus (anteriormente esclavo de Eros). El epitafio está dedicado también a su esposa fallecida, Iulia Saluiola, igualmente antigua esclava liberada, y a su hijo, Caius Iulius Victor, ciudadano romano, fallecido prematuramente a los 18 años.

Basílica de Saint-Just de Valcabrère
Capiteles crochet con motivos vegetales en el portal del cementerio

El arco del portal, de medio punto, procede de algún edificio románico y muestra una arquivolta decorada con una moldura redondeada y otra de diseño en damero. Este conjunto descansa sobre dos capiteles crochet decorados con motivos vegetales en forma de gancho, que a su vez se apoyan en columnillas con base románica. Esta práctica de reutilización de piezas antiguas se aprecia en los numerosos detalles del conjunto.

La portada principal de la basílica


Basílica de Saint-Just de Valcabrère
La portada principal, situada al norte, es una auténtica obra maestra del arte románico

La portada principal de la Basílica de Saint-Just de Valcabrère, situada en el lado norte de la basílica, es una auténtica obra maestra del arte románico, pese a la sobriedad de la fachada, apenas adornada con algunos fragmentos antiguos. El protagonismo recae en el tímpano, las estatuas-columna y los capiteles historiados que enmarcan la puerta y que vamos a ver en detalle, a continuación.

El tímpano


Basílica de Saint-Just de Valcabrère
El tímpano está ilustrado con una escena evocada en el capítulo IV del Apocalipsis de San Juan

El tímpano situado en la parte superior está enmarcado por un arco decorado con motivo de damero y otros tres arcos interiores, que muestran, en el centro, a Cristo en Majestad. Sentado en un trono de diseño antiguo, bendice con la mano derecha y sostiene con la izquierda el Libro de las Sagradas Escrituras.

Basílica de Saint-Just de Valcabrère
Ángel con incensario sobre las cabezas de San Mateo y San Marcos

Cristo aparece con nimbo crucífero, un círculo luminoso con una cruz inscrita en su interior, dentro de una mandorla, símbolo de la gloria divina, sostenida por dos evangelistas: San Marcos con su león (izquierda) y San Juan con el águila (derecha). Los otros dos evangelistas ocupan los extremos del arco: San Mateo con el hombre (izquierda) y San Lucas con el buey (derecha). Sobre esta escena, dos ángeles portan incensarios en gesto de adoración.

Las estatuas-columna


Basílica de Saint-Just de Valcabrère
Flanqueando el acceso de entrada se alzan cuatro estatuas de mármol de tamaño natural

A ambos lados de la puerta, las columnas esculpidas en forma de estatuas representan a los santos patronos San Justo (izquierda) y San Pastor (derecha), junto a San Esteban (en segundo plano a la izquierda) y Santa Elena (en segundo plano a la derecha). El estilo de estas esculturas, que recuerda al pilar de los evangelistas del claustro de San Bertrand de Comminges, ha permitido fechar la portada de Saint-Just de Valcabrère hacia finales del siglo XII.

San Justo y San Esteban


Basílica de Saint-Just de Valcabrère
Las vestiduras de San Justo no se corresponden con su condición

San Justo, uno de los jóvenes patronos de la basílica, viste túnica larga y casulla, con la mano derecha levantada en señal de bendición mientras pisa un monstruo que simboliza a Satanás vencido. Tras él se alza la estatua de San Esteban, identificado gracias al acto de consagración de la basílica y a la escena de lapidación de su capitel.

San Pastor y Santa Elena

Basílica de Saint-Just de Valcabrère
Santa Elena sostiene una cruz sobre su pecho junto a San Pastor, compañero de martirio de San Justo

San Pastor aparece vestido como diácono, aunque la iconografía no corresponde con la edad de los santos, que fueron ejecutados con apenas 7 y 9 años. Tras él se encuentra una figura femenina identificada en otros tiempos como Santa Clotilde o una condesa de Comminges. Identificada actualmente como Santa Elena, madre del emperador Constantino, reconocida por la tradición como la descubridora de la Santa Cruz, de la que esta basílica conservó un fragmento.

Capitel de San Justo

Basílica de Saint-Just de Valcabrère
Capitel con la decapitación de San Justo

Los capiteles que coronan las figuras de la portada principal de la Basílica de Saint-Just de Valcabrère muestran escenas de gran interés. El capitel que corona la figura de San Justo representa su decapitación, un momento culminante de su martirio. La escena está esculpida con gran fuerza narrativa, destacando el contraste entre la serenidad del santo y el dramatismo de su suplicio.

Capitel de San Esteban


Basílica de Saint-Just de Valcabrère
Capitel con la lapidación de San Esteban

El capitel de San Esteban está decorado con la escena de su lapidación, el episodio más representativo de su martirio como primer mártir cristiano. Esta representación refuerza el vínculo entre la iconografía de la portada y la dedicatoria de la basílica. Aún se aprecian restos de los antiguos colores que decoraban estas esculturas, especialmente los tonos rojos, ocres y azules.

Capitel de San Pastor


Basílica de Saint-Just de Valcabrère
Capitel con el arresto y el suplicio de San Pastor

En el capitel de San Pastor se relata su arresto y suplicio. Pueden verse varios personajes, entre ellos uno atado con cuerdas, simbolizando la captura y martirio del santo. Este relieve pone de manifiesto el destino común de los dos jóvenes hermanos, mártires españoles, ejecutados en Complutum (Alcalá de Henares) en el año 304, por orden del gobernador Daciano, durante la persecución del emperador Diocleciano.

Capitel de Santa Elena


Basílica de Saint-Just de Valcabrère
Capitel de Santa Elena
El capitel de Santa Elena muestra una escena de viaje: una mujer con vestimenta de peregrina se dispone a montar a caballo, asistida por un sirviente barbudo que carga un tonel y porta un bastón. Escondido entre el follaje aparece un ángel que anima a los viajeros, una referencia alegórica al peregrinaje de Santa Elena a Tierra Santa.

Los herrajes de la puerta


Basílica de Saint-Just de Valcabrère
Herrajes originales con roleos y un anillo de bronce en la puerta principal

La puerta de madera conserva sus herrajes originales, decorados con delicados roleos similares a los que se encuentran en el Rosellón. En el batiente derecho se distingue una herradura y, a modo de tirador, vemos dos anillos de bronce soldados en forma de asa. El cerrojo deslizante se acciona mediante un anillo de cobre adornado con pequeñas bolas guilloché, un motivo utilizado en la Grecia y Roma clásicas.

La nave central y las naves laterales


Basílica de Saint-Just de Valcabrère
Nave central con arcos semicirculares románicos

La Basílica de Saint-Just de Valcabrère cuenta con una planta basilical, muy característica en la región de Comminges, que otorga monumentalidad a un edificio de proporciones relativamente modestas. La nave central, que conduce al coro, está cubierta por una bóveda de cañón sostenida por arcos semicirculares, mientras que las naves laterales presentan bóvedas de cuarto de cañón y desembocan en absidiolos cubiertos con bóvedas de horno.

Basílica de Saint-Just de Valcabrère
Tabernáculo del siglo XVII en el absidiolo derecho

Estas naves se comunican con la central mediante arcos de medio punto apoyados en robustos pilares cuadrados construidos, en gran medida, con materiales reutilizados de la antigua ciudad romana, empleados en su estado original sin apenas modificaciones. La nave se divide en cuatro tramos desiguales.

Basílica de Saint-Just de Valcabrère
Decoración de un arco de la nave lateral

Los tres tramos más alejados del coro destacan por su sobriedad, sin apenas decoración escultórica, con la luz filtrándose de manera tenue por pequeñas ventanas abiertas a gran altura. En algunos puntos aún se conservan restos de pinturas murales, testigos del colorido original del templo románico.

Basílica de Saint-Just de Valcabrère
Columnas geminadas de la nave central

El primer tramo, próximo al coro, recibió un tratamiento más elaborado: columnas geminadas y fragmentos de columnas superpuestos de forma tosca, que coinciden con las columnas de la entrada al coro. Este tramo presenta cuatro arcos de igual altura, incluido el arco triunfal que da acceso al presbiterio, y que sostienen una bóveda elevada que sirve de base al campanario, erigido probablemente en el siglo XIV. 

Basílica de Saint-Just de Valcabrère
Detalle de la talla policromada del siglo XV de la Virgen

En la nave lateral izquierda, en el muro del fondo, puede verse una elegante composición de tres arcos de medio punto sobre columnas y una cornisa, un motivo ornamental que se repite también en el coro. En el absidiolo izquierdo puede verse la imagen policromada de la Virgen con el Niño, una talla en madera del siglo XV. La Virgen, coronada y sentada, sostiene al Niño sobre su pierna izquierda; la escultura, ahuecada por detrás para evitar deformaciones, conserva buena parte de su policromía original.

Los elementos romanos reutilizados


Basílica de Saint-Just de Valcabrère
Capitel romano reutilizado para el agua bendita

La Basílica de Saint-Just de Valcabrère destaca por la extraordinaria reutilización de materiales de la Antigüedad, procedentes de la antigua ciudad romana de Lugdunum y de sus monumentos cercanos. Sus constructores románicos convirtieron estas ruinas en una cantera, incorporando columnas, capiteles, frisos, sarcófagos y grandes bloques de mármol en la estructura del templo. 

Basílica de Saint-Just de Valcabrère
Vestigio de pintura mural del siglo XIV con diseño geométrico en damero

Estos fragmentos fueron integrados con habilidad en la estructura del templo, no para ser contemplados, sino para quedar ocultos bajo enlucidos y pinturas con motivos geométricos o escenas bíblicas. La sobriedad actual del edificio oculta la riqueza cromática que tuvo en el pasado. De las pinturas murales originales sólo sobreviven algunos vestigios, como el fragmento del siglo XIV en uno de los pilares, donde aún se distingue la silueta de un profeta o apóstol, y un motivo geométrico en la nave lateral.

Basílica de Saint-Just de Valcabrère
Friso con delicados motivos decorativos en forma de ramilletes

En el primer tramo de la nave central, próximo al coro, se aprecia la disposición de tambores de columnas, bloques cilíndricos y capiteles que sustentan el arco triunfal y los arcos de los absidiolos. La nave lateral norte, por su parte, conserva arquerías apoyadas en muros formados con losas de sarcófagos, cada uno cortado en cuatro piezas laterales (de unos 12 cm de grosor) y una pieza de fondo (de entre 20 y 25 cm).

Basílica de Saint-Just de Valcabrère
Al fondo de la nave podemos ver esta copia de un fragmento de sarcófago

La progresiva escasez de materiales antiguos se hace evidente en los tramos más alejados del coro, donde los canteros emplearon piedras toscas e irregulares. Este detalle constructivo permite deducir que la construcción de la iglesia comenzó por la cabecera y avanzó hacia el fondo de la nave. Y es aquí donde veremos un fragmento de sarcófago romano, hallado en una tumba medieval del cementerio de Saint-Just-de-Valcabrère. El relieve representa una escena de ofrendas a una difunta recostada en una cama.

El coro y su conjunto monumental


Basílica de Saint-Just de Valcabrère
Detalle de la arquería mural de once arcos de medio punto en el coro románico

El coro de la Basílica de Saint-Just de Valcabrère es uno de los espacios más singulares del templo, tanto por su estructura como por su decoración. El coro se cierra con un ábside cubierto por una bóveda de cuarto de esfera (o cul-de-four), perforada por tres ventanales que bañan de luz el presbiterio. A su alrededor, una elegante arquería mural de once arcos de medio punto se apoya sobre un estilóbato, generando una sensación de ritmo y profundidad.

Basílica de Saint-Just de Valcabrère
Columnas con fuste acanalado en el absidiolo norte

A ambos lados del coro se abren los absidiolos, de planta ligeramente en herradura —un poco más de la mitad de una circunferencia—, cubiertos por segmentos de cúpula que completan el conjunto. Esta disposición refuerza el carácter monumental del presbiterio, enmarcado por columnas con bases toroides y capiteles esculpidos. Una abertura de arco de medio punto comunica el ábside central con el absidiolo norte.

Basílica de Saint-Just de Valcabrère
Detalle decorativo en la plataforma del ciborio

El corazón de este espacio lo ocupa el altar mayor, protegido por un delicado ciborio gótico que contrasta con la sobriedad del románico. Bajo el altar se encuentra una cripta abovedada, minúscula pero de gran valor histórico. Hoy en día, en este espacio se exhibe una imagen del pergamino de consagración del altar, hallado en 1885, uno de los descubrimientos más importantes de la historia del templo.

El altar mayor


Basílica de Saint-Just de Valcabrère
Altar mayor consagrado en 1200 en honor de San Esteban, San Justo y San Pastor

El altar mayor está formado por un bloque macizo rectangular de piedra con mesa de mármol tallada de superficie ligeramente cóncava. Fue consagrado en octubre del año 1200, como lo certifica el pergamino encontrado en 1885 dentro de su propia mampostería. Este documento, fechado, firmado y sellado por Raymond-Arnaud Labarthe (obispo de Comminges entre 1188 y 1205), es el único testimonio escrito que permite fechar con exactitud la basílica.

Basílica de Saint-Just de Valcabrère
Fotografía del pergamino original y transcripción en francés

El pergamino, que hoy se conserva en perfecto estado, señala que el altar fue consagrado en honor de San Esteban protomártir y de los santos Justo y Pastor, patronos del templo. La inscripción del pergamino incluye fragmentos de los Diez Mandamientos y el inicio de los Evangelios, terminando con estas palabras:

“Este altar mayor ha sido consagrado en honor de San Esteban protomártir y de los santos mártires Justo y Pastor, por el señor R., obispo de Comminges.”

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Imagen antigua del hallazgo en el altar de la Basílica de Saint-Just de Valcabrère

Junto al pergamino se hallaron varias reliquias: una urna cineraria de vidrio, lienzos con restos de sangre, una vértebra y otro hueso bien conservado, una pequeña ampolla sellada con restos orgánicos de origen indeterminado y un fragmento de tela dorada. Todo este conjunto estaba cuidadosamente guardado en el interior de un capitel hueco, integrado en la estructura del altar.

El ciborio


Basílica de Saint-Just de Valcabrère
Ciborio gótico del siglo XIII con sarcófago y estatuas de San Justo y San Pastor

Detrás del altar mayor se alza un delicado ciborio gótico de dos niveles, construido en el siglo XIII. Su estructura, formada por arcos trilobulados profusamente ornamentados, enmarca un sarcófago de piedra vacío, cubierto por una tapa a cuatro vertientes. A ambos lados del ciborio se encuentran las estatuas policromadas de San Justo y San Pastor, patronos del templo, cuya veneración se remonta a los orígenes de la iglesia. Una escalera de doble tramo permite acceder al nivel donde se sitúa el sarcófago, aunque debe usarse con cuidado debido a la estrechez de los peldaños.

La cripta


Basílica de Saint-Just de Valcabrère
Clave decorada en la bóveda de la cripta

Bajo el ciborio se encuentra una pequeña cripta abovedada, un espacio que en la Edad Media servía como lugar de recogimiento y oración. Los peregrinos acudían allí para impregnarse de la fuerza sobrenatural que emanaba de las reliquias de los santos allí custodiadas. Recordemos que la Basílica de Saint-Just de Valcabrère era una parada para los peregrinos que hacían el Camino de Santiago.

El órgano de Saint-Just de Valcabrère

Basílica de Saint-Just de Valcabrère
Órgano de Gerhard Grenzing, integrado en la nave románica

El órgano actual de la Basílica de Saint-Just de Valcabrère es una pieza contemporánea encargada al maestro organero alemán Gerhard Grenzing por el Festival de Comminges, que fue inaugurado el 3 de agosto de 1980. Este instrumento de 19 registros, con dos teclados y pedal, está concebido con una estética sonora de tradición nórdica, ideal para la música barroca alemana y, en particular, para las composiciones de Johann Sebastian Bach. La caja de castaño, sobria y proporcionada, se integra de forma natural con la sobriedad de la nave románica.

El claustro


Basílica de Saint-Just de Valcabrère
Vista del muro exterior del claustro de la Basílica de Saint-Just de Valcabrère

Al sur de la Basílica de Saint-Just de Valcabrère se encontraba un claustro medieval, del que hoy apenas quedan algunos restos. Su galería norte se apoyaba directamente sobre el muro meridional del templo, donde aún se abre una pequeña puerta que debió servir de acceso a los canónigos. Entre la hierba se distinguen los vestigios de los antiguos muros interiores, mientras que el muro exterior, restaurado en diversas ocasiones, sigue en pie.

Basílica de Saint-Just de Valcabrère
Vestigios del claustro medieval junto al lado sur de la basílica

Las excavaciones arqueológicas realizadas en 1943 y 1950 sacaron a la luz un conjunto de espacios rectangulares anteriores al edificio actual, que se prolongan bajo la basílica y son visibles entre los contrafuertes. Estas estructuras, construidas con piedras irregulares —morillos y cantos rotos— colocadas con sorprendente orden en la mampostería, se han datado entre la Antigüedad tardía y el siglo XI.

Basílica de Saint-Just de Valcabrère
Muro meridional donde se apoyaba la galería norte del claustro medieval

En este sector meridional también se hallaron restos de muros prerrománicos, que permiten identificar la huella de un antiguo transepto, situado a la altura de los dos primeros tramos de la nave. Este transepto, que habría dado a la iglesia una planta en cruz latina, podría corresponder a un edificio de culto anterior al actual, probablemente levantado entre los siglos IX y X, en plena transición del mundo carolingio al románico. Estos vestigios confirman la prolongada historia del lugar como espacio de culto.

Basílica de Saint-Just de Valcabrère
Antiguos sarcófagos de la necrópolis paleocristiana

La necrópolis asociada a este antiguo santuario ha revelado un importante conjunto funerario, con numerosos sarcófagos de piedra exhumados junto al muro de clausura y bajo el absidiolo norte. Algunos de estos sepulcros, encajados en los cimientos actuales, son anteriores a los siglos XI y XII, lo que evidencia una vez más la larga tradición de enterramientos en este lugar sagrado.

Basílica de Saint-Just de Valcabrère
Fragmento de una máscara trágica reutilizada del teatro de Lugdunum Convenarum

Avanzando hacia la cabecera, en el último contrafuerte sur, podrás descubrir una hermosa máscara de teatro de época romana, sostenida por cintas, con un peinado alto y largas trenzas que enmarcan el rostro. Reutilizada como elemento decorativo, testimonio de la riqueza monumental de la antigua Lugdunum Convenarum

La cabecera


Basílica de Saint-Just de Valcabrère
En la cabecera se reutilizaron losas de sarcófagos y piedras talladas en mármol

La cabecera de Saint-Just de Valcabrère es una de las piezas más singulares del románico pirenaico, tanto por su ingenio técnico como por la riqueza de sus materiales. En su construcción se reutilizaron losas de sarcófagos en los muros y grandes bloques de mármol en contrafuertes y esquinas, lo que aporta al conjunto un aspecto poco habitual.

Basílica de Saint-Just de Valcabrère
Cabecera con absidiolos poligonales y ábside central rectangular con contrafuertes

A diferencia del interior, donde los absidiolos son semicirculares, el exterior presenta un diseño poligonal para los absidiolos y rectangular para el ábside central. Este último está enmarcado por dos contrafuertes unidos por un arco de medio punto que forma una hornacina en cuyo centro se abre una ventana axial

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Campanario junto a la cabecera escalonada en tres niveles

El diseño de la cabecera se organiza en tres niveles de cubierta que generan una sensación de ascenso. Los tejados de los absidiolos forman el primer nivel; sobre ellos se eleva una segunda cubierta, marcada por la ondulación de las trompas que suavizan el paso entre planos; y, finalmente, la bóveda de horno del ábside central, coronada por un tejado a cinco vertientes, completa el conjunto. Este escalonamiento progresivo dirige la mirada hacia el campanario.

Basílica de Saint-Just de Valcabrère
Cabeza de toro reutilizada en la cabecera de la Basílica de Saint-Just de Valcabrère

Este juego de volúmenes y alturas, concebido para corregir las irregularidades del plano original, se considera una auténtica proeza constructiva del arte románico pirenaico. Las falsas trompas y arcos exteriores cumplen una función tanto técnica, al facilitar la disposición de las cubiertas, como estética, creando una silueta armónica y sorprendentemente moderna.

Más información: Basílica de Saint-Just de Valcabrère. Dirección: Route du cimetière, 31510 Valcabrère (Francia). Teléfono: +33 561 954 906. Horario: En mayo y octubre, diariamente de 10 a 18 h. De junio a septiembre, diariamente de 10 a 19 h. De noviembre a abril, fines de semana y festivos de 14 a 17 h. Entrada: 3 €. Gratis para niños menores de 10 años. Audioguía disponible en la entrada y en el siguiente enlace

Toda la información generada durante mi escapada a Basílica de Saint-Just de Valcabrère puede consultarse a través de los hashtags #pyrenees31 y #TourismeHG.

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Saint-Bertrand-de-Comminges es uno de los pueblos más bonitos de Francia, coronado por la catedral de Sainte-Marie. Entre sus calles medievales se conservan varios monumentos declarados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

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