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El Castillo de Cardona: Patrimonio histórico y escenario de cine

Castillo de Cardona
El Castillo de Cardona es conocido como la fortaleza inexpugnable

En lo alto de un promontorio que domina el valle del Cardener, el Castillo de Cardona se alza como un testigo milenario de la historia de Catalunya. Fundado alrededor del 886 por orden del conde Guifré el Pilós (Wifredo el Velloso), el mismo que construiría el Monasterio de Santa María de Ripoll, fue evolucionado a lo largo de los siglos.

Rincones imprescindibles del Castillo de Cardona 

Castillo de Cardona
Baluarte de la Torre

Este imponente conjunto fortificado de unos 62000 m2 ha sido escenario de intrigas medievales, resistencia en conflictos bélicos y el centro de poder vinculado a la influyente familia de los Cardona. Sus murallas, torres y baluartes cuentan historias de nobleza, fe y guerra, mientras que la Basílica de Sant Vicenç es un referente del primer románico catalán. 

Castillo de Cardona
Distribución de las dependencias del Castillo de Cardona

Recorrer los puntos más destacados del Castillo de Cardona es sumergirse en un viaje por la Edad Media, la arquitectura defensiva y las leyendas que envuelven sus piedras. Desde la imponente Torre de la Minyona hasta la intrincada red de baluartes que protegían la fortaleza, cada rincón guarda un fragmento de un pasado que aún resuena entre los muros de este castillo ¡jamás conquistado por la fuerza de las armas!

Corona de baluartes (siglos XVII-XIX) 

Castillo de Cardona
Es posible recorrer un tramo del foso perimetral para observar las defensas del Castillo de Cardona

Lo primero que nos va a llamar la atención es el conjunto defensivo del Castillo de Cardona. Fue construido entre los años 1690 y 1795, rodeando toda la montaña donde se asienta el castillo. Consta de siete baluartes con muros de hasta 4 metros de grosor y cien troneras para artillería. La riqueza que proporcionaban las Minas de Sal de Cardona hacían necesaria que esta posición fuera protegida contra cualquier enemigo

Castillo de Cardona
Baluarte de Santa María visto desde la Torre de la Minyona

Subiendo en coche, antes de llegar al aparcamiento, el primer baluarte que veremos es el Baluarte de Santa María, situado en la parte norte de la fortificación, seguido, en sentido contrario a las agujas del reloj, por el Baluarte de Sant Carles, Baluarte del Caballero o de Sant Ambròs, Baluarte de Sant Llorenç, donde se encontraba la puerta principal entre los siglos XVII y XIX, el Baluarte de Sant Vicenç que fue reconstruido en 1810 y el Baluarte de Sant Pere con su garita “del Diablo”, que serían reparados en el año 1693 por orden de Juan Clarós Alonso Pérez de Guzmán el Bueno (1642-†1713), Virrey de Catalunya y duque de Medina Sidonia.

Casamatas (1811-1813)

Castillo de Cardona
Esta casamata se construyó para protegerse de las tropas napoleónicas

Esta batería cubierta o búnker ya existía en el siglo XVIII, pero lo que podemos ver en la actualidad se realizó durante la Guerra de la Independencia (1808-1814). Las casamatas fueron construidas entre los años 1811 y 1813, en un momento crucial en el que las tropas napoleónicas ocupaban gran parte del territorio. Su función principal era proteger de la artillería enemiga, a la guarnición del castillo y a sus cañones, así como servir como punto estratégico de defensa en caso de asedio. Una inscripción en su entrada atestigua su finalización en 1813, bajo el reinado de Fernando VII (1784-†1833).

Torre del Homenaje o Torre de la Minyona (siglos X-XX) 


Castillo de Cardona
La construcción defensiva más antigua del Castillo de Cardona es la torre de la Minyona

Situada en el punto más alto del castillo, la torre cilíndrica original medía 25 metros de altura y 10’5 metros de diámetro. Su función era de vigilancia y representación del poder señorial. Hoy, la torre mide 12’5 metros debido a las reformas militares realizadas entre 1794 y 1810 para evitar que sirviera de referencia artillera. Unas escaleras permiten subir a lo alto de la torre y contemplar el extenso panorama a los pies del castillo.

La leyenda de la Minyona

Castillo de Cardona
Adales permaneció encerrada en la Torre de la Minyona hasta su muerte

En el siglo XVIII, surgió la leyenda de la Minyona (doncella, en español), que cuenta el romance entre una joven noble, hija de los vizcondes Ramon Folc I (1040-†1086) y Enguncia de Osona (*-†1062). En el siglo XI, la joven Adales se enamoró del caudillo musulmán que vivía en el Castillo de Maldà. Para evitar este amor prohibido, los padres encerraron a Adales en la Torre del Homenaje. Triste y desconsolada, Adales murió en la torre, sin que el amor de su príncipe pudiera salvarla.
 
Castillo de Cardona
Las visitas guiadas permiten acceder al interior de la torre

El musulmán, convertido al cristianismo, levantó una cruz de piedra como muestra de su fe y su amor, y nunca se desposó con otra mujer, ya que su amor era verdadero. Desde entonces, se dice que el fantasma de Adales vaga por el castillo de Cardona, buscando a su amado o quizás, buscando venganza por su trágico destino. Algunos afirman que el fantasma es el alma en pena del caudillo musulmán.

Capilla de San Ramón Nonato (siglos XVII-XX) 


Castillo de Cardona
Una placa conmemora el suceso de San Ramón Nonato ocurrido en Cardona

Construida entre 1681 y 1683 por la familia ducal en honor a San Ramón Nonato, protector de las mujeres embarazadas, la capilla fue reformada en 1962 bajo la dirección del arquitecto Camil Pallàs. Según la tradición, San Ramón Nonato era familiar de los Vizcondes de Cardona, y de camino a Roma para recibir el birrete cardenalicio, pernoctó en 1240 en el Castillo de Cardona.

Cardona
Compendio de la vida y milagros del glorioso Cardenal San Ramon Nonnat (1714)

San Ramón Nonato cayó enfermo durante su estancia en el castillo de Cardona y cuenta la leyenda, que a pedir el Viático (la extremaunción), fue el propio Jesucristo, acompañado de ángeles vestidos de mercedarios, quien le dio la Eucaristía al santo. En la habitación donde murió San Ramón Nonato, llamada “Cambra d’En Perot Call” mandó la duquesa Doña Catalina de Aragón y Sandoval (1635-†1697) construir la capilla del siglo XVII.

Palacio Ducal y Parador Nacional 


Castillo de Cardona
Entre el patio de armas y el claustro gótico se encontraba la Sala Dorada

A lo largo de los siglos, el Castillo de Cardona ha experimentado numerosas transformaciones debido a su uso ininterrumpido y a los conflictos bélicos que marcaron su historia. Durante la Guerra de Sucesión y, especialmente, en las Guerras Carlistas, sufrió importantes daños, que se agravaron con los bombardeos de la Guerra Civil de 1936. Estas destrucciones han dificultado la reconstrucción fiel de sus distintas fases arquitectónicas.

Parador de Cardona
Imagen antigua del Parador Nacional de Turismo (1970)

Una escalera exterior al norte y varios ventanales de clara influencia románica y gótica sugieren que la construcción original data de los siglos XII y XIII, aunque la parte meridional del palacio fue añadida posteriormente. Por un arco ojival se accede al patio y entre éste y el claustro gótico se encontraba la Sala Dorada, denominada así por su rica decoración. Un inventario del 20 de agosto de 1584, realizado por orden de los duques de Cardona, revela la opulencia de la residencia ducal.

Castillo de Cardona
Fotografía de la película "Campanadas a medianoche" filmada en el Castillo de Cardona en 1964

El palacio albergaba tapices de oro, seda y lana, capaces de cubrir hasta 89 metros de pared, con algunos ejemplares de hasta 15 metros de longitud. Además, se documentaron 75 tapices y 14 alfombras de gran tamaño, de entre 4 a 7 metros de lado. Los registros históricos también mencionan la existencia de un "Parque de selvatgines", un terreno dentro del castillo destinado a la cría de animales salvajes y de caza.

Parador de Cardona
Imagen antigua del Parador Nacional de Turismo (1970)

Antes de la construcción del Parador Nacional de Turismo, el castillo conservaba aún la distribución de salas y almacenes de épocas pasadas. Se podían apreciar elementos góticos y medievales en el patio ducal, alrededor del cual se erigía el palacio señorial. En su centro se encuentra aún la gran cisterna subterránea, oculta bajo el empedrado.

Parador de Cardona
El castillo de Cardona fue el primer parador de Catalunya y el quinto de la red estatal

En la cara norte del palacio se hallaba la Sala dels Entresols, donde en 1534 se resolvió un litigio entre el rector de Sant Miquel y el abad de Sant Vicenç, con el duque Ferran Ramon Folc y el canónigo Joan Soler de Guissona como árbitros. Sin embargo, parte de las antiguas dependencias fueron restauradas y adaptadas para albergar el Parador Nacional de Turismo, permitiendo a los visitantes experimentar de cerca la grandeza de este castillo. El Parador de Cardona está cerrado en la actualidad por reformas.

Patio de armas del palacio del castillo (siglos XII-XX)


Castillo de Cardona
Imagen antigua del patio de armas del palacio del castillo

Centro de la vida palaciega entre los siglos XII y XIV, donde residieron los vizcondes y condes de Cardona con su séquito. Este espacio fue el núcleo de la Casa del Señor, en un ambiente cortesano inspirado en la corte real de Barcelona. Sus pabellones albergaban fastuosas estancias decoradas con tapices, mobiliario de lujo y arcones repletos de documentos, testimonio del poder de la familia. Aquí se celebraban audiencias, banquetes y acuerdos estratégicos que consolidaron la influencia de los señores de Cardona en el territorio.

Porches: mitad castillo, mitad canónica (siglos XI-XX)

Castillo de Cardona
La comunidad religiosa estaba formada por una docena de canónigos, liderados por un abad

Una estructura porticada conectaba el patio del palacio con el recinto monástico de Sant Vicenç. Su origen se remonta a la donación de esta área a la abadía en 1040. En la parte meridional del claustro, junto a la casa de los canónigos, se encontraba la residencia del abad que, en tiempos de ocupación militar, como en la guerra de sucesión, se convertiría en la casa del gobernador

Claustro (siglos XIV-XX)


Iglesia de Sant Vicenç
Delante de la fachada de la iglesia encontramos el pequeño claustro de arcos góticos

Construido hacia 1330, este claustro presenta columnas cuadrilobuladas y capiteles decorados con cardos y el escudo de los señores de Cardona, símbolos de su linaje y poder feudal. A diferencia de la mayoría de los claustros monásticos, este se encuentra frente a la iglesia y no en un lateral, debido a la topografía accidentada de la montaña. Con unas medidas reducidas de 10,5 metros de largo por 7,5 de ancho, su diseño responde a la necesidad de adaptar el espacio conventual a un terreno irregular

Iglesia de Sant Vicenç
Los capiteles están decorados con cardos y el escudo de los señores de Cardona

Posee cinco arcos en los lados mayores y tres en los menores, apoyados sobre columnas con capiteles esculpidos, algunos de los cuales fueron recuperados tras siglos de transformaciones militares. En su parte superior existía un sobreclaustro, que comunicaba directamente el palacio de los señores con la Iglesia de Sant Vicenç, permitiendo su acceso privado a los servicios religiosos sin necesidad de atravesar el resto del conjunto monástico.

Iglesia de Sant Vicenç (1019-1040)


Castillo de Cardona
Presentación de Cristo en el Templo

Perfecta muestra del primitivo románico catalán, su construcción fue impulsada en 1019 por el Vizconde de Cardona Bermon I (1005-†1030), aconsejado por el Abad Oliba (971-†1046), obispo de Vic y Ripoll. Fue la primera iglesia parroquial de Cardona y su construcción hubo de acabarla San Eribaldo, obispo de Urgell y señor de Cardona, hermano de Adales, la de la leyenda. De planta basilical con tres naves cortadas por un crucero poco desarrollado, combina influencias carolingias con la experimentación arquitectónica del románico meridional.

Pórtico (1019-1040)


Iglesia de Sant Vicenç
Cristo en Majestad (Maiestas Domini)

Lo primero que llama la atención es un vestíbulo monumental que, desde el siglo XII, acogió los enterramientos de los señores de Cardona. El pórtico o nártex de la Iglesia de Sant Vicenç, cubierto por bóvedas de arista, fue decorado a finales del siglo XII con un extraordinario ciclo pictórico atribuido a la escuela del Maestro Polinyà. Las pinturas originales se conservan en el Museo Nacional de Arte de Catalunya (MNAC), mientras que en el pórtico se exhiben reproducciones fieles a las originales.

Iglesia de Sant Vicenç
Asunción y Glorificación de María

La decoración mural se divide en dos grandes relatos. Por un lado, con escenas del Nuevo Testamento, como el Cristo en Majestad (Maiestas Domini), rodeado por los símbolos de los evangelistas y un conjunto de ángeles. Junto a esta imagen, que refuerza la solemnidad del espacio, se encuentran la Presentación de Cristo en el Templo, la Asunción y Glorificación de María y la Flagelación de Cristo.

Iglesia de Sant Vicenç
La defensa de Girona en 1285

El otro gran relato de este pórtico es la pintura añadida a finales del siglo XIII. Se trata de la escena, que muestra la defensa de Girona en 1285. Un episodio de la cruzada que Felipe III de Francia (1245-†1285), lanzó contra Pedro III de Aragón (1240-†1285). Entre las figuras representadas aparece el vizconde Ramon Folc VI de Cardona (1259-†1320), líder destacado en la resistencia contra el asedio francés. En la composición se pueden ver caballeros en combate, soldados defendiendo las murallas y los escudos de los Cardona, Anglesola, Entença, Montornès, el escudo real de Francia, el del duque de Borgoña y el de Carlos de Valois.

Iglesia de Sant Vicenç
En el pórtico se celebraban procesiones y penitencias públicas

La combinación de lo sagrado y lo bélico en un mismo espacio no es casual. El pórtico, concebido como lugar de acogida y tránsito espiritual, se convierte también en un espacio de exaltación nobiliaria, donde la familia Cardona refuerza su prestigio vinculando su linaje tanto a la protección divina como a la defensa del territorio. En los extremos del nártex, unas puertas dan acceso al tejado y a la tribuna privada de los señores de Cardona.

Tribuna (1019-1040)


Iglesia de Sant Vicenç
Acceso a la tribuna reservada a los señores de Cardona

Estructura elevada sobre el pórtico, reservada para los señores de Cardona. Tenía acceso desde el pórtico y desde el segundo piso del claustro. Un elemento poco común en la región y en su estilo. Desde esta tribuna, los señores asistían a los oficios sin mezclarse con el clero ni la comunidad. Su ubicación privilegiada, con vistas directas al altar mayor, subraya el poder de la familia sobre la canónica.

Nave (1019-1040)


Iglesia de Sant Vicenç
Nave central Iglesia de Sant Vicenç

Dividida en tres secciones, la nave central, con 6,5 metros de ancho y 18,7 metros de alto, es notable por sus grandes ventanales, una característica poco común en la arquitectura catalana del siglo XI. Doce pilares cruciformes elevan la bóveda de cañón de la nave central hasta los 19’8 m. Las bóvedas de los laterales son de crucería y miden 9 m de altura.

Transepto (1019-1040) 


Iglesia de Sant Vicenç
Una de las pocas tumbas que se conservan en el suelo del transepto de la Iglesia de Sant Vicenç

En el transepto de la Iglesia de Sant Vicenç fueron enterrados los miembros del linaje de Cardona hasta el siglo XVI. Posteriormente, acogió tumbas de abades y canónigos, aunque muchas fueron destruidas durante la ocupación militar. El crucero presenta una estructura sobria y equilibrada, con bóvedas semicirculares en sus extremos que apenas sobresalen del plano de la nave.

Iglesia de Sant Vicenç
La Iglesia de Sant Vicenç dispone de tres naves: una central y dos laterales

Sobre él se eleva una cúpula octogonal sobre trompas, considerada la más antigua conservada en España, un testimonio excepcional de la arquitectura románica. En los extremos del crucero se encuentran dos mausoleos, que albergan los sepulcros de dos importantes figuras históricas vinculadas al castillo:

Panteón del duque Ferran I (siglo XVI)


Iglesia de Sant Vicenç, Cardona
Panteón del duque Ferran I

A la izquierda encontramos la tumba en alabastro que alberga los restos del duque Ferran Ramon Folc I (1469-†1543) y su esposa Francesca Manrique de Lara. (1470-†1529) está situada a la izquierda del altar mayor de la iglesia. Esta obra funeraria, realizada en el siglo XVI, es un testimonio del poder y prestigio de la familia Cardona. El sepulcro se encuentra en un arcosolio de estilo renacentista profusamente decorado con motivos geométricos, vegetales y florales.

Iglesia de Sant Vicenç
Detalle del panteón del duque Ferran I y su esposa Francesca Manrique

En la tapa del arca, yacen las figuras de Ferran y Francisca, ricamente ataviados y coronados. El duque, vestido con armadura, reposa su cabeza sobre su brazo izquierdo, mientras que su esposa, con un rosario en las manos, descansa plácidamente. La tumba está adornada además con figuras de dos ángeles que sostienen la lápida mortuoria, y las figuras de San Sebastián y San Jerónimo.

Sepulcro del conde Joan Ramon Folc I (1668)


Iglesia de Sant Vicenç, Cardona
Sepulcro del conde Joan Ramon Folc I

Frente al anterior sepulcro, encontramos el monumento funerario en mármol encargado por el duque Lluís Ramon Folc en 1668 para albergar los restos de su tatarabuelo, el segundo conde de Cardona. Joan Ramon Folc I (1375-†1441) que fue Almirante de la flota de la Corona de Aragón, descansa en un sepulcro realizado por Joan y Francesc Grau, grandes representantes de la escuela barroca.

Iglesia de Sant Vicenç, Cardona
Detalle del monumento funerario de Joan Ramon Folc I

La gran urna funeraria es sostenida por leones y se conserva una inscripción latina que puede verse en la parte inferior de la lápida, donde se resumen las gestas y títulos del conde de Cardona. El diseño, de líneas solemnes y equilibradas, refleja la tradición funeraria nobiliaria del siglo XVII, combinando elementos heráldicos con una estética monumental. La presencia de los leones, símbolo de poder y protección, refuerza la imagen de Joan Ramon Folc I como un pilar del linaje de los Cardona y de la Corona de Aragón.

Cripta (1019-1040)


Iglesia de Sant Vicenç
La luz natural en un espacio subterráneo es un rasgo inusual que realza su encanto

La capilla subterránea que se extiende bajo el presbiterio y el ábside central, mide unos 10 m de fondo por unos 5 m de ancho y 2’65 m de altura. Conocida como la Capilla de las Reliquias o de la Santa Espina porque albergó notables reliquias de San Sebastián, de Santa Úrsula y de Santa Inés. Destacan la luz de la cripta, ya que, al estar todo el edificio elevado sobre un montículo, permite que entre la luz solar por las ventanas.

Iglesia de Sant Vicenç
Antiguamente, la cripta estaba decorada con pinturas medievales

Las tres naves están cubiertas por bóvedas de arista con dos hileras de columnas rústicas monolíticas. Las columnas, de capiteles troncopiramidales, reflejan una austeridad propia del primer románico catalán, mientras que la disposición de sus bóvedas recuerda estructuras carolingias. Su acceso original era lateral, pero en el siglo XVII se añadió la entrada frontal decorada con pinturas de San Miguel, San Sebastián y San Francisco.

Presbiterio (1019-1040)


Iglesia de Sant Vicenç
En el presbiterio, los señores de Cardona juraban fidelidad a San Vicente

El presbiterio de la Iglesia de Sant Vicenç se encuentra bastante elevado para dejar paso a las tres escalinatas que bajan a la cripta. En el espacio del presbiterio era donde los señores de Cardona realizaban su juramento sacramental a Sant Vicenç antes de tomar posesión de sus dominios. Su altura refuerza la solemnidad del acto, mientras que su diseño, influenciado por la arquitectura carolingia, evoca la tradición de las grandes basílicas medievales.

Cabecera (1019-1040)


Castillo de Cardona
Los ábsides de Sant Vicenç son un ejemplo del primer románico catalán

Compuesta por tres ábsides semicirculares, dedicados a la Virgen, San Juan y San Vicente Mártir, la cabecera de la iglesia destaca por su monumentalidad y por la depuración formal propia del primer románico catalán. El ábside central, de mayores dimensiones, está elevado y originalmente contaba con una gran escalinata, que fue modificada con la apertura del acceso a la cripta en el siglo XVII. En la actualidad, es accesible a través de dos escaleras que flanquean la cripta subterránea. 

Iglesia de Sant Vicenç
Vista del ábside central y del presbiterio elevado

El ábside central destaca por su diseño robusto y equilibrado, influenciado por la arquitectura carolingia y otoniana, especialmente por los modelos de la abadía de Saint-Michel de Cuxa y el Monasterio de Sant Pere de Rodes. Los muros, de gran espesor, están aligerados con una serie de hornacinas de medio punto y ventanas de doble derrame, lo que suaviza la contundencia de la estructura y favorece la entrada de luz natural. 

Iglesia de Sant Vicenç
Una gran cruz se eleva en el ábside central

A diferencia del ábside principal, los dos ábsides laterales, más pequeños, se abren directamente al exterior sin un espacio de presbiterio intermedio, lo que refuerza la sensación de unidad arquitectónica en la cabecera. En el exterior, los ábsides presentan una decoración de arcuaciones lombardas y lesenas, típica del románico temprano, que dota de ritmo y verticalidad a la estructura.

Polvorín (1718-1721)


Castillo de Cardona
Garita de guardia en el baluarte de Sant Sebastià

Construcción situada en el nivel inferior de la iglesia de Sant Vicenç, utilizada como almacén de pólvora tras la conversión del castillo en fortaleza militar. Edificado entre 1718 y 1721, su ubicación semienterrada garantizaba una mayor protección contra explosiones y ataques enemigos. Su diseño sigue los principios de la ingeniería militar borbónica, con muros gruesos y ventilación estratégica para evitar la acumulación de gases inflamables.

Baluarte del Cementerio (siglos XVII-XIX)


Castillo de Cardona
Baluarte de Sant Vicenç

Ubicado a levante del templo, debe su nombre al antiguo cementerio parroquial de Sant Vicenç. Desde aquí se aprecia la cabecera del templo con su decoración lombarda. Construido entre los siglos XVII y XIX, este baluarte formaba parte del sistema defensivo modernizado del castillo, diseñado para resistir la artillería. Su posición estratégica permitía el control visual del acceso oriental, protegiendo la iglesia y los puntos vulnerables de la fortaleza. Aún conserva restos de parapetos y troneras para cañones.

Camino cubierto (siglos XVII-XIX)


Castillo de Cardona
El camino cubierto protegía el acceso a la fortaleza mediante un recorrido fortificado

Este sendero defensivo que conecta el castillo con la villa de Cardona fue reformado en diversas ocasiones entre 1737 y 1828. Su trazado en zigzag con rampas empedradas y escalonadas facilitaba la defensa. El camino, protegido con muros, conducía a un pequeño fortín o avanzadilla conocido con el nombre de BoneteLa Corona de baluartes del Castillo de Cardona está unida por tramos de muralla, llamados cortinas, formando un perímetro cerrado que rodea la totalidad del recinto y refuerza su carácter inexpugnable.

Un castillo de película


Castillo de Cardona
Gracias a sus películas, Orson Welles ha quedado ligado a la historia del Castillo de Cardona

El Castillo de Cardona se ha consolidado como un Tesoro de la Cultura Cinematográfica Europea. La colegiata de Sant Vicenç, que recibió en 2016 este reconocimiento de la Academia de Cine Europeo, ha servido de escenario para múltiples producciones. Desde las impactantes imágenes de "Campanadas a medianoche" rodadas en octubre de 1964 por Orson Welles, hasta producciones italianas como "El arquero de Sherwood" (1971) y "La espada normanda" (1971), el castillo ha sido testigo de historias épicas medievales y modernas.


En décadas posteriores, el recinto del castillo ha acogido los rodajes de "La Cripta" (1981) de Cayetano del Real, "Daniya, jardín del harén" (1988) de Carles Mira, la comedia musical "No me creo lo que veo" (2003) de Nigel Dick y "Los últimos días del mundo" (2009) de Arnaud Larrieu. También se filmó en 2002 el videoclip del grupo S Club "Who Do You Think You Are?" con Michael Jackson, donde se muestran varios de los espacios del Castillo de Cardona.


Sin olvidar el icónico anuncio protagonizado por Daniel Craig para Heineken de 2020, antes del estreno de la película de la saga de James Bond “Sin tiempo para morir" (No time to die). Cada rodaje y campaña publicitaria, desde las épicas producciones internacionales hasta los anuncios televisivos, que han elegido el Castillo de Cardona han sabido realzar su esencia medieval.

El Castillo de Cardona
El Castillo de Cardona es una de las fortalezas más emblemáticas de Catalunya

Quien recorra sus muros milenarios se encontrará viajando en el tiempo, descubriendo leyendas y gestas de la nobleza catalana, que aún resuenan en cada piedra. Como una de las fortalezas más emblemáticas de Catalunya, el castillo de Cardona es una visita imprescindible para los amantes de la historia, la arquitectura y los escenarios cinematográficos, que pueden confirmar su relevancia histórica y su atractivo en el mundo del cine.

Monasterio de Santa María de Ripoll: Joya del románico catalán

Ripoll
El Monasterio de Santa María de Ripoll es un emblema del arte románico catalán

En la confluencia de los ríos Ter y Freser, al abrigo de las montañas del Pirineo catalán, se erige el Monasterio de Santa María de Ripoll, una joya arquitectónica y espiritual que ha sido testigo de más de mil años de historia. Su fundación, hacia el año 879, estuvo estrechamente ligada a la figura del conde Guifré el Pilós (Wifredo el Velloso), el artífice de la repoblación del territorio tras la reconquista de las tierras catalanas.

Ripoll
El pórtico se ha protegido con cristales para frenar el deterioro de la portada románica

Para materializar su visión, Guifré confió la creación del cenobio al sacerdote Daguí, quien se convirtió en el primer abad del monasterio entre 879 y 902. En un principio, las modestas edificaciones fueron reemplazadas por un templo consagrado solemnemente en el 888 por el obispo Godmar, en presencia del propio Guifré (c. 840-†897) y su esposa, Guinidilda de Ampurias (*-†900). Este primer templo, dedicado a Santa María, marcó el inicio de una historia que pronto posicionaría a Ripoll como un referente religioso, cultural e intelectual

Ripoll
Galería del claustro románico

La expansión y consolidación del monasterio se aceleraron durante los siglos X y XI, gracias al patrocinio de los condes de Besalú y Cerdaña y también al impulso de abades visionarios como Arnulf (938-970), Guidiscle (970-979) y el célebre Oliba (1008-1046). Bajo su dirección, el monasterio experimentó importantes transformaciones, incluyendo la construcción de una basílica de cinco naves y siete ábsides, una disposición que lo diferenció entre los cenobios de la época. 

Ripoll
Galería del claustro de época gótica

No obstante, la importancia de Ripoll no se limitó a su imponente arquitectura. Desde sus primeros siglos, el monasterio se convirtió en un centro de formación religiosa y cultural. Su scriptorium y su incipiente biblioteca atraían a estudiosos de toda Europa, consolidando a Santa María de Ripoll como un faro del saber medieval.

La portada: un triunfo del arte románico catalán


Ripoll
Vista de la portada de Santa María de Ripoll

La portada de Santa María de Ripoll constituye una obra maestra de la escultura románica, donde la piedra sirve para narrar episodios bíblicos, historias de santos y alegorías profundas. Enmarcada entre las torres campanarios, esta monumental composición se alza como un arco de triunfo, concebido por manos anónimas pero dotadas de una habilidad extraordinaria. El conjunto escultórico, tallado en piedra de gres local, está estructurado en tres niveles horizontales delimitados por columnas y decorados con frisos que dan paso a siete registros de escenas.

Ripoll
El Cristo en Majestad de la portada de Santa María de Ripoll

Estas abarcan desde pasajes históricos y bíblicos hasta simbolismos de virtudes y vicios, todo ello engarzado en una narrativa que fusiona lo espiritual y lo cotidiano con maestría. En el centro, un Cristo en Majestad preside la composición, rodeado por los cuatro evangelistas y aclamado por los veinticuatro ancianos del Apocalipsis. Desde este punto central se despliega una serie de episodios en los que se representa la intervención divina en la historia del pueblo elegido. 

Ripoll
Escenas de la vida de San Pablo en la portada de Santa María de Ripoll

Por ejemplo, Moisés aparece abriendo el Mar Rojo y guiando a los israelitas a través del desierto, mientras la lluvia del maná y el agua brotando de la roca simbolizan la infinita bondad de Yahvé. En las arquivoltas que enmarcan la puerta, se esculpen escenas de gran intensidad simbólica. En una de ellas, los profetas Jonás y Daniel prefiguran a Cristo mediante episodios como la salvación del profeta Daniel en la fosa de los leones. 

Ripoll
Detalle del friso y los capiteles de la portada de Santa María

Otra arquivolta destaca por narrar los milagros y el martirio de San Pedro y San Pablo, ambos representados también en las estatuas columna que sustentan el conjunto. Los montantes laterales de la puerta muestran un calendario agrícola en el que los meses del año se asocian a labores como la siega, la vendimia y la matanza del cerdo, escenas que conectan lo divino con el ciclo vital de los hombres.

Una narrativa visual cargada de simbolismo 

Ripoll
Cristo entre cuatro músicos sobre una escena de la vida de Daniel

En los registros superiores, destacan las figuras de Moisés y David, gobernantes y guías espirituales que simbolizan el liderazgo y la protección divina. En las escenas de David, el traslado del Arca de la Alianza o la coronación de Salomón subrayan la legitimidad del poder religioso. Además, las imágenes de luchas evocan las cruzadas y la Reconquista, vinculando la epopeya bíblica con los acontecimientos históricos del siglo XII. 

Ripoll
Cristo ofrece la Ley a Moisés y Aarón sobre una escena de la vida de Daniel

El friso superior culmina con los veinticuatro ancianos del Apocalipsis, mientras que la figura central de Cristo en Majestad subraya el mensaje redentor que atraviesa toda la portada. Las inscripciones latinas, aunque en gran parte desaparecidas, refuerzan esta lectura, combinando el simbolismo espiritual con alusiones al contexto político de la época.

Ramon Berenguer IV
Retrato de Ramon Berenguer IV por Juan Amills (1854)

La construcción de esta magnífica obra se sitúa entre 1140 y 1160, durante el reinado de Ramon Berenguer IV (c. 1113-†1162), benefactor del monasterio. Su diseño parece haber sido inspirado en las miniaturas de las Biblias monásticas, trasladando a la piedra la riqueza narrativa de estos manuscritos. Aunque el paso del tiempo ha dejado cicatrices, la portada sigue siendo una joya única del románico catalán, testimonio de la fe, el arte y la historia de toda una época.

La Basílica de Oliba


Ripoll
Nave central de la basílica

Sobre los sólidos cimientos ya establecidos por generaciones previas, Ripoll alcanzó su máximo esplendor bajo la dirección del abad Oliba, entre el año 1008 y 1046, descendiente directo de la estirpe condal de Cerdaña y Besalú. Oliba (971-†1046), bisnieto de Guifré el Pilós, renunció a sus títulos como conde para abrazar la vida monástica en Ripoll, donde fue elevado a abad y más tarde a obispo de Vic. 

Ripoll
Adosadas a los pilares de la nave central se pueden ver varias urnas sepulcrales

Con un espíritu visionario y un profundo amor por el monasterio que su familia había engrandecido, Oliba dejó una huella indeleble en la basílica, transformándola en un majestuoso símbolo de fe y devoción. En el año 1032, tras doce años de labor ininterrumpida, la basílica fue solemnemente consagrada en una ceremonia presidida por obispos, abades y nobles, que reafirmaron los privilegios del monasterio. 

Ripoll
Pila bautismal

Bajo la meticulosa dirección del abad, se completó un diseño inspirado en las basílicas cristianas tradicionales. El edificio se amplió con un transepto monumental coronado por siete ábsides y una fachada con dos imponentes campanarios simétricos, que añadían majestad al conjunto. La estructura, de 60 por 40 metros, destacaba por sus formas austeras y sólidas, embellecidas únicamente por arcuaciones ciegas y lesenas en los muros exteriores.

Ripoll
Detalle del Altar Mayor de la basílica del Monasterio de Santa María de Ripoll

El interior del templo albergaba un santuario en el transepto, cuya área central estaba decorada con un mosaico realizado por el monje Arnau. Este mosaico, una obra maestra del arte medieval, combinaba círculos geométricos con motivos florales, animales fantásticos y peces en colores vibrantes. Los altares de las absidiolas, dedicados a santos como San Poncio, San Rafael, San Jorge y San Benito, estaban revestidos con frontales de orfebrería, destacando el altar mayor, dedicado a Santa María.

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Dos imágenes antiguas del ciborio del Altar Mayor a principios del siglo XX

Este altar, un verdadero tesoro, estaba compuesto por un entablamento de jaspe, un frontal de oro adornado con piedras preciosas y esmaltes, y un baldaquino de columnas revestidas de plata cincelada. Con el paso de los siglos, la basílica experimentó nuevas transformaciones. En el siglo XII, se reemplazaron las cerchas de madera por bóvedas macizas y se añadieron elementos románicos, como la grandiosa portada historiada y una nueva galería en el claustro.

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Vista del interior de la iglesia antes de su restauración (1879)

Bajo el abadiato de Ramon de Vilaregut (1300-†1348), entre el año 1280 y 1310, se construyó un atrio conocido como galilea, que funcionaba como espacio funerario, albergando tumbas suntuosas a ambos lados de la portada. El terremoto de 1428 dejó su huella en la basílica, provocando el derrumbe de la bóveda mayor, que fue reconstruida con bóvedas de crucería.

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Vista del interior de la iglesia antes de su restauración (1879)

A pesar de las pérdidas sufridas a lo largo de los siglos, como los espléndidos frontales de oro y plata descritos en los inventarios medievales, fragmentos del mosaico original, bases de columnas y claves de bóvedas góticas aún pueden contemplarse en el lapidario del monasterio y en el Museo Nacional de Arte de Cataluña. Estos vestigios son testimonio de la grandeza y la devoción que caracterizaron la obra del abad Oliba y de los que lo sucedieron, elevando a Ripoll como un centro espiritual y artístico incomparable en su época.

Los Sepulcros Condales

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Lápida sepulcral del obispo Josep Morgades

El Monasterio de Santa María de Ripoll fue durante siglos el panteón del linaje condal de Cerdaña-Besalú, que dio origen a los condes de Barcelona. Aquí reposaron figuras ilustres que, generación tras generación, contribuyeron a la grandeza de la abadía. Guifré el Pilós, fundador de esta tradición, fue enterrado en el 897 frente a la puerta del dormitorio monástico.

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Sepulcro del obispo Radulf

Junto a él, descansaba su hijo Radulf (c. 885-†942), obispo de Urgell. Sus restos, exhumados en el siglo XIX, se encuentran hoy en un arca en el crucero de la basílica. Otros miembros del linaje también tuvieron sepulturas destacadas: Miró, conde de Besalú (878-†927), junto con su hijo, el obispo Miró de Girona (c. 920-†984); la condesa Ava de Cerdaña (c. 900-†962), esposa de Miró; y los hijos de Guifré, como Sunyer I (c. 890-†950), conde de Barcelona, y Seniofred (c. 880-†945), conde de Urgell.

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Tumba modernista del conde de Besalú, Bernat Tallaferro

Uno de los sepulcros más emblemáticos es el de Bernat Tallaferro (c. 970-†1020), hermano del abad Oliba, cuyos restos fueron trasladados en 1878 a un arca que hoy se encuentra en la nave central. Este mausoleo familiar incluía a su hijo Guillem I de Besalú (*-†1052) y a su nieto Bernat II (*-†c. 1097), el último conde de Besalú, que también fue enterrado en el monasterio, aunque su tumba no se ha conservado.

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Sepulcro de Ramon Berenguer III, el Grande

El siglo XII marcó la llegada de los condes de Barcelona al panteón. Ramon Berenguer III (1082-†1131), reposa en un sarcófago decorado con relieves que narran su muerte y ascenso al cielo. Su tumba fue restaurada a finales del siglo XIX y ocupa un lugar destacado en el crucero sur de la basílica. Ramon Berenguer IV, conocido como "el Santo", murió en 1162 y, aunque su tumba fue saqueada en 1794 y sus restos destruidos en 1835, un cenotafio honra su memoria en el transepto norte.

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Cenotafio de Ramon Berenguer IV, el Santo

La restauración del monasterio permitió recuperar y reubicar varias sepulturas condales, como las urnas modernistas de Bernat Tallaferro y Radulf, hijo de Guifré, que hoy se encuentran adosadas a los pilares cercanos al presbiterio. Aunque los ataques franceses y los incendios del siglo XIX destruyeron gran parte del patrimonio funerario, el monasterio de Ripoll sigue siendo un símbolo de la memoria de los condes catalanes y su legado.

Necrópolis del Monasterio de Santa María de Ripoll


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Vista de varias tumbas en la Necrópolis del Monasterio de Santa María de Ripoll

La necrópolis del monasterio de Ripoll constituye un legado arqueológico de relevancia excepcional, tanto por su complejidad funeraria como por su conexión histórica con el pasado románico del lugar. Este espacio alberga 65 sepulturas que datan de épocas paleocristianas y altomedievales, abarcando un amplio periodo que va desde los siglos VI-VII hasta el XI. Situada en el subsuelo de la cabecera de la iglesia, entre el ábside central y el brazo oriental del transepto, la necrópolis destaca por la diversidad de estilos funerarios, que incluyen fosas simples, túmulos, sarcófagos antropomórficos y sepulcros realizados con losas de piedra.

El claustro


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Vista de la galería románica

El claustro del Monasterio de Santa María de Ripoll es un testimonio arquitectónico que combina el románico y el gótico, reflejando las diferentes etapas constructivas del conjunto monástico. Aunque las primeras edificaciones monásticas datan de tiempos del abad Arnulf, realizadas entre el 938 y el 970, no se han conservado restos de aquel primer claustro. 

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Detalle de una pareja de capiteles de la galería románica

Lo que vemos hoy es fruto de diversas intervenciones a lo largo de los siglos, comenzando en el período románico y culminando en el gótico tardío, configurando un espacio unitario y armónico. La galería románica, situada en el lado norte y próxima a la basílica, es la más antigua. Data de la época del abad Ramon de Berga, entre 1172 y 1206, y se distingue por sus trece arcos semicirculares decorados con molduras de motivos vegetales y testas humanas en sus intersecciones. 

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Vista de la galería norte del claustro antes de su restauración (1879)

Los capiteles, de factura desigual, presentan un rico repertorio iconográfico: animales enfrentados, entrelazados de inspiración carolingia y variantes del capitel corintio, mostrando la influencia de los bestiarios medievales. Estas columnas dobles descansan sobre bases sólidas y están coronadas por ábacos profusamente decorados.  

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Capiteles decorados con motivos foliáceos y el escudo de Cataluña

En el siglo XIV, bajo el abad Galceran de Besora (1380-1383), se añadió una galería superior a esta crujía románica. Los artistas encargados reprodujeron las proporciones originales, pero con mayor libertad ornamental, añadiendo detalles en los capiteles y ábacos, como motivos foliáceos y el escudo de Cataluña. Fue también Besora quien construyó una capilla en honor a San Macario al final de la galería.

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Capiteles con una pareja de tritones y la cena de San Benito y Santa Escolástica (siglo XIV)

El impulso definitivo en la construcción del claustro llegó con el abad Ramon Descatllar (1384-1408), quien supervisó la edificación de las galerías restantes. En el lado noreste, la intervención comenzó en 1390 con la participación del maestro cantero Pere Gregori y el escultor Jordi de Déu. Posteriormente, la galería sudeste fue completada en 1401 bajo la dirección de Pere Mieres, maestro mayor de Girona. 

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Vista del jardín del claustro desde la planta superior

Estas nuevas galerías imitaron el diseño románico de la galería norte, pero los artistas introdujeron elementos distintivos del gótico en los capiteles y ábacos, enriqueciendo el conjunto con figuras humanas, vegetales y heráldicas. El claustro superior, construido entre finales del siglo XV y principios del XVI, concluyó la estructura trapezoidal del espacio. Aunque las galerías superiores replican las proporciones y el estilo de las inferiores, algunas decoraciones muestran influencias renacentistas, especialmente en los capiteles de la galería sudeste, finalizada en 1509.

El Scriptorium Medieval


Biblia de Rodes
Detalle de la Biblia Sancti Petri Rodensis de Remigius Autissiodorensis

El scriptorium del monasterio de Ripoll fue uno de los epicentros culturales más destacados de la Europa medieval, especialmente entre los siglos X y XII. En este espacio, los monjes no solo copiaban manuscritos, sino que daban vida a auténticas obras maestras, como las célebres Biblias de Ripoll y de Rodes o Biblia Sancti Petri Rodensis, consideradas hitos del arte de la miniatura. Ripoll se convirtió en un crisol de saberes gracias a su estratégica ubicación entre Al-Ándalus y Francia, lo que permitió el intercambio de conocimientos procedentes del mundo árabe, carolingio y latino.

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Detalle de la Biblia de Ripoll

El scriptorium también funcionaba como una escuela en la que los monjes recibían formación en las siete artes liberales: el trivium (gramática, lógica y retórica) y el cuadrivium (aritmética, geometría, música y astronomía). La riqueza y diversidad de los textos allí producidos reflejan esta formación, que abarcaba desde obras clásicas latinas hasta traducciones de tratados árabes sobre astronomía y matemáticas. La maestría de los copistas y miniaturistas, como Guifred, Arnau u Oliba, dejó una huella imborrable en el arte del libro medieval.

La biblioteca del monasterio de Ripoll


Biblia de Rodes
La Biblia de Rodes es gemela de la Biblia de Ripoll

El trabajo del scriptorium permitió reunir una biblioteca de gran riqueza y diversidad, que contaba con 246 códices al fallecimiento del abad Oliba en 1046. Estos manuscritos incluían tratados de teología, ciencias, jurisprudencia y literatura clásica, con autores como Virgilio, Plutarco y Julio César. Además, los monjes no solo copiaban libros, sino que también adquirían manuscritos raros y los recibían como donativos, aumentando así el prestigio del cenobio como centro del saber.

Biblia de Ripoll
La Biblia de Ripoll se conserva en la Biblioteca Apostólica Vaticana

La producción de manuscritos continuó evolucionando durante los siglos XI y XII. En su época dorada, destacaron obras como el Breviario de música y el Tratado de astronomía, que reflejan la integración de influencias carolingias e italianas. Sin embargo, a partir del siglo XII, el enfoque del scriptorium cambió, priorizándose textos de carácter jurídico, histórico, médico y literario. Esta transición marcó también el inicio de la contribución de los monjes de Ripoll al nacimiento de la historiografía catalana.

Scriptorium de Ripoll
El scriptorium de Ripoll fue un faro de cultura para la historia intelectual de Cataluña y Europa

A pesar de su esplendor, la biblioteca de Ripoll sufrió importantes pérdidas a lo largo de los siglos. El incendio de 1835 redujo drásticamente el número de manuscritos conservados, pero alrededor de 231 ejemplares lograron salvarse y hoy se custodian en el Archivo de la Corona de Aragón. Otros códices, dispersos en bibliotecas nacionales e internacionales, siguen atestiguando el impacto de este cenobio en la cultura medieval.

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