Dicen que el Modernismo
nació en el año 1893, cuando el arquitecto Victor Horta
(1861-1947) introdujo el hierro y la fundición en las casas
burguesas de Bruselas. Fue entre 1898 y 1901, que este arquitecto
nacido en Gante, construyó su propia casa y taller de trabajo, en la
Rue Américaine de la capital belga, donde vivió hasta 1919.
El Art Nouveau
nació con el propósito de dar al arte, un sentido funcional por
encima de la belleza; un “Nuevo Arte” que dotara cada elemento de
su propia magia. Los artistas de este estilo dieron vida a todos
aquellos materiales que pasaron por sus manos. Fue así como la
madera, la piedra, el vidrio, el hierro forjado o la cerámica,
cobraron vida. Se trataba de crear un mundo onírico cercano a la
naturaleza y que sirviera para escapar del mundo exterior que
comenzaba a ser demasiado gris e industrializado. Dicen que muchos
arquitectos de esta época eran masones y no es de extrañar que se
descubran símbolos masónicos en sus construcciones, también
veremos alguno en el interior del Museo Horta.
El Horta Museum acoge por
un lado, la mansión familiar que ha conservado en parte los
mosaicos, vidrieras y decoraciones originales, pero también el
taller, situado en el edificio contiguo y que era el lugar
donde Horta diseñaba y trabajaba en sus proyectos. Ambos
edificios fueron diseñados de tal manera que las construcciones
permanecían unidas, pero a la vez, suficientemente alejadas para
poder separar la vida profesional de la vida privada. Para ello, Horta
ideó una serie de estancias, puertas y escaleras que aunque
conectaban todas las plantas, también las mantenían fácilmente
separadas.
Entrada
La casa de Victor
Horta nos da la bienvenida en un coqueto recibidor con un
bello suelo de mosaico. Una puerta doble con una delicada
vidriera coloreada, evita que la miradas de extraños entren en
el ámbito privado de la entrada principal, pero permite que se
inunde de luz la escalera de detrás de la puerta, decorada con
mármol de Carrara.
A mano izquierda se
encuentra un espacio de puertas abatibles ideado para dar mayor o
menor capacidad a la sala y convertir una habitación de carácter
íntimo, en una gran sala de recepciones si hiciera falta. El
mueble-perchero ubicado en una de las paredes permite guardar
desde abrigos hasta paraguas, ningún elemento escapada a su función.
El espacio central de la casa está
ocupado por una luminosa escalera de mármol de Carrara. La cubierta de la parte superior está cerrada por una cristalera
en tonos amarillos, que ofrece la sensación de abundante luz
diurna, incluso en los numerosos días donde no se ve la luz del sol.
La
planta noble de la vivienda
Llegamos al amplio
comedor donde destaca el uso de ladrillos blancos esmaltados y
los elementos metálicos de color dorado que decoran como
enredaderas, las columnas, vigas y las diferentes arcadas de la
estancia. Una alfombra de roble y margen de mosaico, con los
típicos detalles en forma de lazada, preside la habitación y parece
como si fuera capaz de elevar la mesa de fresno americano del comedor
y dejarla levitando.
A mano derecha, en uno de los paños de pared,
se abren dos puertas que enmarcan un mueble-alacena con
una chimenea en la parte inferior y que permitía conservar el calor de
los platos. Una de las puertas da a la habitación que utilizaban
los sirvientes y la otra a la escalera de servicio. Quizás por ello,
frente a ambas puertas, se disponen grandes bajorrelieves de escayola que recorren
la parte superior de la pared con símbolos masónicos que hacen
referencia al tiempo y a las artes.
Lámparas en forma
de ramo de flores, radiadores labrados tapados con cortinas,
candelabros sobre la mesa que recuerdan raíces, muebles
en madera de sicomoro de formas redondeadas o barras para
colgar cuadros y que parecen lianas que en cualquier momento vayan a
comenzar a crecer y a enredarse por las paredes de la sala...
Todos
estos objetos invitan a descubrir cómo era la vida que transcurría
en esta casa y permiten además que no queramos marcharnos de esta
vivienda. Nuestros pasos nos llevarán pausadamente, hasta el fondo
del comedor donde se abre otra sala. Aquí encontramos un gran
ventanal en forma de seta que nos muestra un jardín
que crece salvaje al otro lado. El mobiliario invita a contemplar la
naturaleza que vive fuera y dentro de la casa.
Seguimos hacia el salón de música
que se abre al otro lado de la planta noble, diáfano, visible como si de
un gran escenario se tratara, discurre por un lado la escalera que
lleva al siguiente nivel, mientras un zócalo de madera de caoba
protege la parte inferior de las paredes para después dejar paso a
la seda y al papel pintado. Aquí esperaban Victor Horta y su
esposa a que estuviera la cena servida en el comedor y emulando
aquellos tiempos os dejo disfrutando de la música hasta el próximo
post donde nos adentraremos en el estudio del arquitecto y en las
estancias privadas de las otras plantas: El taller y Casa-museo de Victor Horta.
Más información:
Dirección: Rue Américaine 23-25, 1060 Saint Gilles,
Bruselas. Teléfono: 0032 2 543 04 09. Horario de martes a domingo de
14 a 17:30 h. Entrada: 8 €. Web: Museo Horta.
En el interior del museo Horta de Bruselas no está permitido hacer
fotografías. Las imágenes que ilustran este post forman parte del
libro “Museo Horta, Saint Gilles” de la editorial Ludion y de la
colección de postales marca Plaizier.
En Octubre tiene lugar la
edición de la Biennale Art Nouveau et Art Déco en Bruselas,
una ocasión única que permite visitar mansiones privadas durante
todo el mes, para así conocer la riqueza de la arquitectura
realizada a partir del año 1893 y que finalizó a principios del
siglo XX.
Si te gusta la
arquitectura de estilo Art Nouveau o modernista puedes encontrar otros magníficos museos
en Barcelona,
Salamanca,
Lisboa
o en Croix (Francia).
Agradecer a la compañía
Brussels Airlines y a la Oficina de Turismo de Bélgica: Bruselas y Valonia (que eligió mi post Escapada completa a Bruselas en el concurso #Bruselasgirly) el haber hecho posible el blogtrip que
me llevó a este fantástico museo.
Comentarios