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La Torre Agbar (con fotografías de Anibal Trejo y texto de Planeta Dunia)


Anibal Trejo


El día de San Valentín es un buen momento para contaros una historia; un buen día, Anibal enamorado de la fotografía, le propuso a Ana apasionada de las letras, juntar sus trabajos. Así nació la primera novela romántica viajera en imágenes de la que tengo constancia. El texto completo no se puede leer ni en el blog de él ni en el blog de ella, tan sólo viajando con un dulce vaivén de un lado para otro, se consigue saber la historia de los dos protagonistas. Estamos en Barcelona ciudad abierta al mar, donde las olas salpican la tierra y a veces los besos saben a sal.

Feliz día de los enamorados, aunque sea sólo de los viajes

He sido formalmente invitada a una fiesta misteriosa en la Torre Agbar. Me dirijo hacia la Plaça de Les Glòries y miro asombrada esta construcción de 142 metros de altura que se ha convertido en uno de los símbolos de Barcelona.

Torre Agbar
Torre Agbar. Fotografía de Anibal Trejo
Las indicaciones son tan raras como el motivo de mi presencia:

  • Serán pocos invitados.
  • Habrá bebida para todos.
  • No se puede fumar dentro, para eso está la terraza.
  • Se aceptan bombones, vino y flores como presente de bienvenida, pero no hace falta traer ni postre ni comida, ya que seguramente sobrará.
  • #TorreAgbarNight

Toda invitación requiere una nota de agradecimiento que envío por correo a mi enigmático anfitrión. Llegado el momento me dirijo tímida a dar las gracias por la oportunidad de conocer el interior de este curioso edificio multicolor diseñado por el arquitecto francés Jean Nouvel.

Torre Agbar
Torre Agbar. Fotografía de Anibal Trejo
Las pocas palabras, de quien me ha recibido, me hacen sentir como en casa, así que me quito el abrigo y saludo tímidamente a todos los invitados. Me quedo observando los movimientos de los que estamos allí congregados, especialmente del apuesto anfitrión.

Un cálido rubor maquilla mis mejillas cuando pienso en qué pasará si me ofrece una bebida. Antes de que acabe con mi copa, me atreveré a conversar con el resto de invitados, aunque no dejaré de seguir a aquel hombre vestido con un elegante traje. Tengo que concentrarme, apartar la vista, interesarme por alguna conversación o por algún personaje de esta fiesta y acabar por relajarme.

Torre Agbar
Torre Agbar. Fotografía de Anibal Trejo
Decido salir a la terraza a admirar el paisaje nocturno de Barcelona, estoy en la planta 31 y las vistas son fabulosas. Mi fuga no ha pasado inadvertida, y lo que es peor, él se ha dado cuenta que estoy fuera y viene a verme. Entablamos una pequeña conversación que se alarga en el tiempo lo suficiente, como para que dos desconocidos se sientan cómodos.

Las fantasías femeninas no tienen límite y el deseo me hace creer que él busca mi única presencia y me siento halagada y enamorada. Es normal que después, con el ánimo subido continúe en la fiesta, quién sabe hasta que hora, no importa, disfrutaré sin prisas para saborear este mágico momento. La Torre Agbar está iluminada por 4500 luces y Dunia hoy las siente todas con mayor fuerza.

Esta historia sigue en el blog de Anibal Trejo 

Torre Agbar
Torre Agbar. Fotografía de Anibal Trejo
Dunia reunió el valor necesario y decidió que cuando todo el mundo se hubiera ido, se quedaría a recoger. Marc le había sorprendido con la historia de la construcción de esta torre que presumía de haberse inspirado en la montaña de Montserrat. Esperaba que siguiera sonando la música y pensó dejar dos copas de vino para saborearlas cuando todo estuviera más o menos ordenado... Puede que en ese momento estuviera amaneciendo y los colores anaranjados y lilas de la mañana, inundaran el salón o quizás vieran ese amanecer desde la terraza.


Moraleja femenina de esta historia
En cualquier fiesta hay una subfiesta, aún mejor, la exclusiva zona de la cocina es un buen lugar para que dos cuerpos bailen, desfilen, paseen, es parte del juego de la seducción, no hay baile, no hay desfile y tampoco paseo, pero los amantes no han de estar estáticos, impasibles ni fríos.

Torre Agbar
Torre Agbar. Fotografía de Anibal Trejo
Será el alcohol, será el ambiente, será la compañía, la cuestión es que hará falta mucho hielo; como excusa, como aliciente, como material refrescante. Será divertido disimular en la mesa, entre un hombre y una mujer que se desean, esas miradas de complicidad, esas sonrisas coquetas, ese “pásame la ensalada”…


Descubre qué piensa ella
Tomaré mi copa de vino tinto y beberé de ella saboreando su contenido, el color burdeos mojará mis labios y sólo podré pensar en besos, besos dulces y afrutados. Fugaces como el tiempo que se desvanece en las manos y querré más, mucho más.

Torre Agbar
Torre Agbar. Fotografía de Anibal Trejo

Más noches con velas…. más noches con luna…. más días interminables.

¿Qué extraño hechizo se ha introducido en mi alma? No es amor, mi corazón no late aceleradamente, seguramente será la soledad que juega conmigo en el tablero del firmamento, me he vuelto estrella ¿lo sabías? y miro la luna, pronto su influjo me hará suya y soñaré con sábanas de raso y chimeneas encendidas. Y en la oscuridad de la noche la luna resplandecerá brillante y yo no tendré que huir, no tendré que ocultarme, me sentiré segura, me sentiré deseada.

Cuando me preguntes si estoy bien, contestaré que sí; cuando me preguntes si necesito algo, reuniré el valor de pedirte un amanecer. Abrázame mientras despunta el alba, no importa el frío del exterior, estréchame fuerte, tus brazos me bastan.

Y pensar que todo esto empezó con una fiesta de inauguración.

Cuento para escuchar, relato para sentir #EscuchaLaPalma

La Palma
Playa Nogales, La Palma

Nací siendo viento donde acaba el mundo, en aquellos confines de la tierra donde no había nada, sólo silencio, hasta que un día llegó la tormenta y el fuego. Con un millón de rayos y truenos dio luz a la oscuridad de la noche, formando los primeros fuegos artificiales del planeta en la montaña de Las Tricias.

Cuando el sol salió e iluminó el paisaje del Parque natural de Las Nieves, cientos de animales poblaban aquella región. Pero el aire sólo tenía ojos para las aves y los colores de sus plumajes. Fue así como se encontró persiguiendo un hermoso pájaro que se posó en la orilla de un riachuelo.

El viento no podía reflejarse en aquel divino espejo, tan sólo veía el paisaje duplicado del Parque Nacional de la Caldera de Taburiente. El pájaro que se refrescaba y la imagen del cielo estaban ahora en el suelo, ¡nubes, sol y firmamento!. Las copas de los árboles, las hojas, grandes montañas o diminutas piedras, eran ahora dos, y no un solitario viento.

Fue entonces cuando quiso convertirse en agua, para dejar de volar solo y poder ser acariciado por todos los reflejos de la Madre Naturaleza. Buscó la manera de meterse en el agua, lo intentó con fuerza, pero siempre resbalaba. Empezó a llover, y cada vez había más agua. La tierra estaba empapada, los ríos caudalosos se agrandaban y terminó por caer en un infinito y profundo lugar cerca del Faro de Fuencaliente, que el viento recordaba de su niñez, cuando se pasaba el tiempo jugando con el agua.

Fue en aquel momento cuando recordó que en el mar se podía fundir en un millón de abrazos con el agua para formar grandes olas que acariciaban la isla de La Palma.

Dedicado a Alzola Basque Water para que estos días salgan victoriosos de su dura batalla.

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