Utrera es de aquellas
ciudades que a pesar de su importancia histórica, su riqueza y
patrimonio, pasan desapercibidas a la sombra de ciudades mayores, en
este caso de Sevilla. Apenas 24 kilómetros de distancia son los que
separan Sevilla de Utrera, así que si el embrujo de Hispalis os
libera, acercaros al lugar donde en época de Alfonso XI
de Castilla se reunían los ejércitos
cristianos para poder entrar en tierras del Islam.
Cuatro siglos más tarde
de aquellas escaramuzas, batallas y guerras, se construiría la casa
palacio que desde 1990 alberga la Casa de la Cultura. Aquí os
facilitarán un mapa si encontráis la Oficina de Turismo de la Plaza
del Altozano cerrada. Desde la Calle Rodrigo
Caro se divisa la Parroquia de
Santa María de la
Mesa; una iglesia de estilo gótico edificada en el año
1401 y reformada posteriormente en el año 1.600. Os asombrarán sus
extraordinarias proporciones y su esbelta torre que data del
siglo XVI, obra del arquitecto Hernán Ruiz.
Atentos al coro compuesto de 26 asientos bajos y 35 altos,
obra de 1744 de Felipe del Castillo.
La entrada es gratuita y tanto el exterior del edificio como el
interior, valen la pena.
Frente a la Parroquia de
Santa María de la Mesa nos encontramos con un magnífico entorno
formado por varias casas solariegas y la Plaza del
Porche de Santa María,
separada en dos mitades por una calle. En un lado se encuentra la
Estatua
de
Rodrigo
Caro y en la otra la
Peña Flamenca Curro de Utrera. Pero lo que más destaca son las
impresionantes vistas que se obtienen de la Parroquia de Santa María
de la Mesa; un auténtico mirador.
Lo más cercano que se
distingue en el mapa desde esta posición es el Castillo de
Utrera; una vieja fortaleza medieval de origen islámico
que estuvo a punto de desaparecer por su estado ruinoso y que
afortunadamente ha sido recuperada. Destaca la Torre
del
Homenaje, la parte
mejor conservada, con planta cuadrada y una terraza con hermosas
vistas
de Utrera que no os debéis perder. Cuando estuvimos estaban
acondicionando varios espacios con grandes sofás y camas con dosel y
mosquiteras, al más puro estilo “chill-out ibicenco”. Así que
si queréis relajaros entre cojines, luz de velas y música en
verano, éste es el mejor lugar de Utrera.
Más por pura intuición
que otra cosa nos acercamos a la Parroquia de
Santiago El Mayor; un templo
de estilo gótico del siglo XIV. Su planta también es de grandes
proporciones con una altura más que considerable. Está dividida por
pilares y cubierta con una hermosa bóveda con nervaduras,
conserva varias capillas barrocas y neoclásicas y una bonita cúpula
sobre el crucero que data de 1596, obra de Lorenzo de
Oviedo.
Justo al lado se
encuentra el Hospital de la
Santa Resurrección, fundado en 1514 por
Doña Catalina de Perea,
viuda de Don Lope Ponce de
León. Se conservan del edificio original, los arcos de
medio punto que sujetan columnas de mármol blanco y algunos pilares,
ubicados en el Patio Central, decorado con azulejería con motivos
mudéjares y renacentistas. Aquí se encuentran los sepulcros de los
Ponce de León que se recomienda ver.
Plaza de la Constitución |
Las callejuelas en cuesta
nos llevan hasta la Plaza de la
Constitución, una de las plazas con más encanto de
Utrera. En una esquina, se puede observar una de las torres del
recinto amurallado de época medieval. Está presidida por un
monumento a Enrique Montoya; trovador de coplas
nacido en Utrera.
A continuación de la
Plaza de la Constitución
se encuentra la Plaza del Altozano;
una plaza llena de terrazas y mucho ambiente donde se reúnen los
utreranos a disfrutar de sus dulces, os recomiendo que probéis los
mostachones ¡deliciosos!. En esta plaza se encuentra la Oficina de
Turismo de Utrera; en un pequeño quiosco de estilo mudéjar. Aunque
sólo abren por la mañana.
Aquí mismo se encuentra
la Iglesia de San Francisco,
construida en 1645 para la Orden de los jesuitas y ocupada en 1797
por franciscanos. Su única nave está cubierta con bóvedas de cañón
y arcos, donde cabe destacar las pinturas de la bóveda que se
conservan, de mediados del siglo XVIII, obra del pintor sevillano Juan
de Espinal. El Retablo Mayor
destaca por su amplio dosel en forma de baldaquino. La entrada es
gratuita pero aceptan donativos para la restauración.
Para acabar la ruta por
Utrera hay que dejar la Iglesia de San Francisco a las espaldas, y
encontrar una coqueta callejuela llamada la Calle El
Niño Perdido. Aquí se encuentra la antigua
judería utrerana y donde se levantaba la sinagoga que a lo largo de
la historia fue transformada en hospital, iglesia, cementerio y en
hospicio. En esta peculiar judería os recomiendo ralentizar el paso
y descubrirla poco a poco, con el tamaño de los pasos de un niño,
será un bonito recuerdo para llevaros a casa.
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