Playa Nogales, La Palma |
Nací siendo viento donde
acaba el mundo, en aquellos confines de la tierra donde no había
nada, sólo silencio, hasta que un día llegó la tormenta y el
fuego. Con un millón de rayos y truenos dio luz a la oscuridad de la
noche, formando los primeros fuegos artificiales del planeta en la
montaña de Las Tricias.
Cuando el sol salió e
iluminó el paisaje del Parque natural de Las Nieves, cientos
de animales poblaban aquella región. Pero el aire sólo tenía ojos
para las aves y los colores de sus plumajes. Fue así como se
encontró persiguiendo un hermoso pájaro que se posó en la orilla
de un riachuelo.
El viento no podía
reflejarse en aquel divino espejo, tan sólo veía el paisaje
duplicado del Parque Nacional de la Caldera de Taburiente. El
pájaro que se refrescaba y la imagen del cielo estaban ahora en el
suelo, ¡nubes, sol y firmamento!. Las copas de los árboles, las
hojas, grandes montañas o diminutas piedras, eran ahora dos, y no un
solitario viento.
Fue entonces cuando quiso
convertirse en agua, para dejar de volar solo y poder ser acariciado
por todos los reflejos de la Madre Naturaleza. Buscó la manera de
meterse en el agua, lo intentó con fuerza, pero siempre resbalaba.
Empezó a llover, y cada vez había más agua. La tierra estaba
empapada, los ríos caudalosos se agrandaban y terminó por caer en
un infinito y profundo lugar cerca del Faro de Fuencaliente,
que el viento recordaba de su niñez, cuando se pasaba el tiempo
jugando con el agua.
Fue en aquel momento
cuando recordó que en el mar se podía fundir en un millón de
abrazos con el agua para formar grandes olas que acariciaban la isla
de La Palma.
Dedicado a Alzola Basque Water para que estos días salgan victoriosos de su dura batalla.
Dedicado a Alzola Basque Water para que estos días salgan victoriosos de su dura batalla.