Mostrando entradas con la etiqueta Francia. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Francia. Mostrar todas las entradas

Musée Narbo Via: el legado romano de Narbona renace

Musée Narbo Via
Cabeza de bóvido (prótomo) con guirnaldas, bloque lapidario de Narbo Martius

En la ciudad de Narbona, antigua colonia romana de la Galia conocida como Narbo Martius, un museo de arquitectura contemporánea acoge hoy el espléndido patrimonio arqueológico de su pasado. El Musée Narbo Via reúne por primera vez las colecciones que antes se encontraban repartidas entre dos espacios del centro urbano: el museo lapidario, instalado en la Iglesia de Notre-Dame de Lamourguier, y el museo arqueológico de Narbona, ubicado en el Palais des Archevêques. 

Narbona
Fragmento de argamasa pintada con máscara teatral (segunda mitad del siglo I a. C.)

A este valioso conjunto se suman numerosas obras que hasta ahora permanecían sin exponerse o que proceden de recientes excavaciones realizadas en los antiguos puertos romanos de la ciudad. El resultado es una colección que permite recorrer la historia de Narbona desde su fundación hasta su época de esplendor. El museo, inaugurado el 11 de diciembre de 2021, tras la colocación de su primera piedra en noviembre de 2015, ofrece un recorrido permanente de 2.600 m² y una sala de exposiciones temporales de 500 m².

El Musée Narbo Via: una obra de Foster+Partners 

Narbona
Edificio del Musée Narbo Via, museo de la antigua Narbo Martius

El Musée Narbo Via es una creación del prestigioso estudio británico Foster+Partners, responsable de obras emblemáticas en Occitania como el Viaducto de Millau o el Carré d’Art de Nîmes. Concebido como un edificio monumental a la entrada de Narbona, en un emplazamiento contiguo al Canal de la Robine y junto a unos jardines inspirados en la tradición francesa y en la casa romana.

El recorrido del Musée Narbo Via 

Musée Narbo Via
Mapa con ciudades romanas, entre ellas Narbo Martius, en el vestíbulo del museo

La creación del Museo Narbo Via dio lugar a un enorme trabajo de revisión y restauración de las colecciones arqueológicas de Narbona. El resultado es un recorrido permanente que presenta los tesoros de una colección de casi 10.000 piezas. Entre sus puntos destacados se encuentran los 1.500 bloques lapidarios, uno de los conjuntos más importantes de Europa; una serie excepcional de pinturas murales y mosaicos procedentes de lujosas viviendas romanas; y los hallazgos subacuáticos del DRASSM (Departamento de Investigaciones Arqueológicas Subacuáticas y Submarinas). 

Narbo Martius
Bajorrelieve con armas y escudos romanos en la Galería Lapidaria

El museo permite revivir la antigua Narbo Martius, capital romana cuyo esplendor apenas se percibe hoy en el paisaje urbano. A través de fragmentos recuperados en excavaciones realizadas durante más de siglo y medio —y de hallazgos recientes en el centro de la ciudad y en los antiguos puertos romanos—, el visitante puede reconstruir la historia de una urbe que fue clave en la Galia romana. 

Narbo Martius
Gracias a las recreaciones 3D podemos trasladarnos a la antigua Narbo Martius

El recorrido, de carácter espectacular e inmersivo, sigue un eje cronológico y temático que abarca seis siglos, desde la fundación de la colonia romana hasta el dominio visigodo en el año 462. Las salas invitan a descubrir todos los aspectos de la vida en Narbo Martius: su arquitectura, su organización política y religiosa, su vida doméstica y su actividad portuaria. Dispositivos digitales y recreaciones en tres dimensiones acompañan la visita, ofreciendo una experiencia que combina el rigor científico con la reconstrucción de una ciudad desaparecida.

Una gran galería lapidaria


Narbona
La colección lapidaria del museo Narbo Via es única en Europa

El recorrido del Musée Narbo Via comienza en una imponente galería lapidaria que devuelve a la antigua Narbo Martius toda su monumentalidad. A lo largo de 76 metros de largo y 10 metros de altura, un muro reúne 760 bloques romanos de piedra, vestigios de templos, monumentos y necrópolis que recuerdan el esplendor de la capital de la provincia de Galia Narbonense. Las piezas de este espectacular muro pueden desplazarse mediante un transelevador, único en el mundo museístico, lo que permite a los arqueólogos y científicos estudiar los bloques directamente en el espacio expositivo.

Musée Narbo Via
Numerosos fragmentos de Narbo Martius fueron utilizados para levantar las murallas medievales

A través de frisos, inscripciones y relieves —máscaras de teatro, motivos vegetales o armas—, la galería ofrece distintos niveles de lectura apoyados por dos pantallas integradas e interactivas táctiles que permiten visualizar reconstrucciones tridimensionales y conocer el origen de cada fragmento. Este muro monumental actúa como el hilo conductor del museo: evoca las antiguas vías romanas junto a las necrópolis y los muros de la ciudad medieval que reutilizaron los bloques antiguos, preservados durante siglos en la Iglesia de Notre-Dame de Lamourguier antes de su traslado definitivo al nuevo museo de Narbo Via.

Descubriendo la ciudad de Narbo Martius


Narbona
Acrotera decorada con un busto de Hércules

Al final de la galería lapidaria, el visitante accede al recorrido permanente del Musée Narbo Via, estructurado en seis secciones cronotemáticas que narran la evolución de Narbo Martius desde su fundación en el siglo II a. C. hasta la llegada de los visigodos en el siglo V. Cada sala combina piezas originales con recursos digitales inmersivos que permiten recorrer seis siglos de historia y redescubrir la grandeza de la primera colonia romana fundada fuera de Italia.

El auge de la colonia: desde su fundación al reinado de Augusto


Narbo Martius
Lingote de plomo con el sello Minuciorum y Ap(pi) lun(ii) Zeth(i) (siglo I d. C.)

La primera ciudad colonial de Narbo Martius permanece aún oculta bajo la urbe moderna, y por ello sigue siendo una de las etapas menos conocidas de su historia. Sin embargo, las fuentes y los hallazgos arqueológicos confirman la importancia de su actividad portuaria y comercial, que situó a la colonia en un punto estratégico para el tráfico de mercancías entre Italia, Hispania y el oeste de la Galia. 

Musée Narbo Via
Inscripción del liberto Titus Voltilius Antiochus (finales del siglo I a. C. - principios del siglo I d. C.)

Esa posición privilegiada le otorgó también un papel militar esencial durante la guerra de las Galias (58-50 a. C.), al convertirse en base logística para el abastecimiento de los ejércitos de Julio César. En el 45 a. C., el propio César emprendió la refundación de Narbo Martius, repartiendo tierras entre los veteranos de la Décima Legión como recompensa por su servicio. 

Narbo Martius
Bajorrelieve que representa a un navío en piedra caliza. Alto Imperio

Pocos años después, en el 27 a. C., el emperador Augusto confirmó la relevancia de la colonia al convocar en la ciudad la asamblea general de toda la Galia, destinada a organizar la administración provincial, el censo y el catastro. En reconocimiento a su papel político y simbólico, concedió a Narbo Martius un privilegio excepcional: que la provincia de la que era capital llevara su nombre, la Galia Narbonense.

Los orígenes de la colonia romana


Moneda romana
Moneda del oppidum de Montlaurès

La primera sección está dedicada a los inicios de Narbo Martius, fundada en el año 118 a. C. como puerta de entrada de Roma en la Galia. Su posición estratégica, en el cruce de las vías Domitia y Aquitania, permitió su rápido desarrollo. Aquí se presentan inscripciones antiguas, monedas procedentes del oppidum de Montlaurès y fragmentos arquitectónicos que evocan los primeros templos y edificios públicos de esta “pequeña Roma” naciente.

Narbo Martius, primera colonia romana de la Galia


Narbo Martius
Moneda de bronce con el perfil de Octavio (40 a. C.)

En el 125 a. C., la ciudad griega de Massilia, aliada de Roma, solicita ayuda ante los ataques de la tribu gala de los saluvios. El Senado romano envía entonces a sus ejércitos, dirigidos por Cneo Domicio Enobarbo y Quinto Fabio Máximo, para intervenir en el conflicto. En pocos años, los romanos logran someter a los principales pueblos del sur de la Galia hasta los Pirineos, asegurando así el control de un corredor estratégico entre la península itálica y Hispania, que ya se encontraba parcialmente bajo dominio romano. Esa nueva autoridad sobre el territorio se materializa con la construcción de una gran vía de comunicación, la Vía Domitia, que conectaba Italia con la península ibérica a través de la Galia meridional.

Ases de «Octavio en la proa»
Moneda de bronce donde puede verse la proa de un barco (40 a. C.)

Para consolidar esta posición y garantizar la protección de sus intereses, el Senado ordena en el 118 a. C. la fundación de Narbo Martius, la primera colonia romana fuera de Italia. Situada en la parte baja del valle del río Aude, cerca del oppidum galo de Naro (Montlaurès), la colonia acoge a unos dos mil ciudadanos romanos procedentes de Italia. Su creación responde a varios objetivos: proteger un enclave estratégico frente a las tribus galas, controlar las rutas comerciales y los recursos naturales —en especial los minerales de la Montagne Noire (Montaña Negra) y las Corbières— y repartir tierras entre los colonos italianos.

La ciudad monumental: el urbanismo y los grandes monumentos


Narbona
Placa de mármol con águilas sujetando una guirnalda (primera mitad del siglo II d. C.)

La segunda parte del recorrido explora el urbanismo de Narbo Martius y su riqueza arquitectónica. Los fragmentos de mármol y relieves permiten imaginar una ciudad de monumentos majestuosos que reflejaban su prosperidad. La escenografía evoca la monumentalidad de la urbe en su apogeo, destacando especialmente los restos del Capitolio, el mayor templo conocido de la Galia, verdadero símbolo del poder y la fe romana.

Los monumentos de Narbo Martius


Narbo Martius
Fragmentos arquitectónicos de diversos monumentos públicos de la ciudad romana de Narbo Martius

“Yo te saludo, Narbona, rica en salud, digna de contemplar por la belleza de tu ciudad y campo, con tus murallas, tu gente, tu extensión, tus comercios, tus puertas, tus pórticos, tu foro, tu teatro, tus santuarios, tus capitolios, tus casas de cambio, tus termas, tus arcos [...]. Orgullosa en medio de tus ciudadelas casi arruinadas, testigos de rastros gloriosos de la antigua guerra, tus calles erigidas a base de golpes.”

— Sidonio Apolinar, Epistulae, IV, 3

La ciudad que evoca el poeta Sidonio Apolinar, ya en el año 465, es una urbe antigua y en parte en ruinas, pero todavía marcada por la riqueza y el esplendor de su conjunto monumental, testimonio de su pasado político y cultural de primer orden.

Musée Narbo Via
Estatua de águila en mármol, posible acrotera (finales del siglo I a. C.–inicios del I d. C.)

Narbo Martius alcanza su edad de oro durante los dos primeros siglos de nuestra era, cuando la colonia llega a extenderse sobre unas 240 hectáreas, incluidas las necrópolis. La ciudad se desarrolla a lo largo de la orilla norte del actual canal de la Robine, antiguo cauce del río Aude, y presenta una trama urbana ortogonal que organiza el espacio en manzanas regulares. En ellas se alzan los grandes monumentos característicos de toda capital romana: foro, templos, anfiteatro, termas y mercado, mientras que las actividades artesanales se concentran en los márgenes y las necrópolis se sitúan a lo largo de las vías de acceso.

La ornamentación de los monumentos


Narbona
Fragmentos de los numerosos monumentos de Narbo Martius

Ningún edificio romano ha llegado completo hasta nuestros días, pero los numerosos fragmentos arquitectónicos conservados —frisos, capiteles, cornisas— dan cuenta del esplendor que debió mostrar Narbo Martius en su apogeo. La influencia directa de Roma es evidente: sus promotores adoptaron modelos arquitectónicos romanos y, en ocasiones, recurrieron a artesanos y canteros de la capital imperial

Narbo Martius
El estilo corintio predomina en todos los fragmentos que se conservan de Narbo Martius

El estilo más representado es el orden corintio, heredero de la tradición griega, que concede protagonismo a los motivos vegetales, especialmente a las hojas de acanto. Durante el reinado de Augusto, este lenguaje decorativo adquirió un sentido ideológico: exaltaba la paz, la abundancia y la prosperidad de la nueva era que el emperador pretendía instaurar, al tiempo que afirmaba la continuidad cultural de Roma con la civilización helénica. Con el tiempo, el orden corintio se convirtió en un símbolo duradero de la majestuosidad y del poder romano.

El Capitolio: de la excavación a la reproducción en 3D

Narbo Martius
Proyección que recrea visualmente el Capitolio, el mayor templo conocido de la Galia

A lo largo del recorrido, el visitante encuentra cuatro espacios temáticos que invitan a adentrarse en el trabajo de los arqueólogos y a descubrir las últimas investigaciones sobre Narbo Martius. Estos espacios, combinan vídeos, proyecciones y reconstrucciones en 3D. A mano izquierda de la sala II dedicada a la ciudad y sus monumentos encontramos las dos primeras. En una podemos ver una reconstrucción tridimensional del Capitolio, elaborada a partir de los datos científicos disponibles.

El redescubrimiento de la ciudad antigua 

Narbo Martius
Proyección que recrea visualmente el urbanismo de la antigua ciudad romana de Narbo Martius

Enfrente, otra sala muestra una proyección de unos cinco minutos de duración que nos presenta el redescubrimiento del urbanismo de Narbo Martius, a partir de las excavaciones realizadas en la ciudad. Con imágenes simuladas de la ciudad y también de la parcela de viviendas que ocupaba 1915 m2 la Domus del Clos de la Lombarde que incluía dos casas de los siglos I y III d.C., un complejo termal y una zona dedicada a la fabricación artesana. 

La sociedad narbonense


Musée Narbo Via
Altar de la Paz Augusta en mármol dedicado a Augusto (posterior al siglo I a. C.)

En esta sección, el museo Narbo Via invita a conocer la vida social, política y religiosa de los habitantes de Narbo Martius. A través de esculturas, bajorrelieves, inscripciones funerarias y honoríficas, se descubren los rostros y nombres de quienes habitaron la ciudad hace dos mil años. Los objetos expuestos ilustran las jerarquías sociales, las prácticas cívicas, los cultos, los juegos y los espectáculos que formaban parte de la vida cotidiana de esta activa colonia romana.

El culto imperial en Narbo Martius


Musée Narbo Via
Base en mármol dedicada al Numen de Augusto, copia de un texto del siglo I

El culto imperial era una de las expresiones más visibles de la lealtad hacia Roma: un rito compartido por todos los pueblos del Imperio que honraba tanto a los emperadores divinizados tras su muerte como al genio protector del emperador reinante. En Narbo Martius, la devoción hacia la figura de Augusto se manifestó muy pronto. Una inscripción dedicada a su numen o fuerza divina, datada en el año 11 d. C., demuestra la temprana adhesión de la colonia al nuevo orden instaurado por el primer emperador.

Narbo Martius
Fragmento en bronce de la Ley del Flamen que regulaba el culto imperial (siglo I d. C.)

Durante la época flavia (69-96 d. C.) se levantó el santuario provincial, espacio central de la vida religiosa y política de la provincia de Galia Narbonense. Allí se celebraban las reuniones anuales del consejo provincial de Narbo Martius, que congregaba a los representantes de cada ciudad para rendir homenaje al emperador y renovar los lazos de fidelidad con Roma. El culto estaba confiado a sacerdotes locales, encargados de presidir las ceremonias y rituales oficiales, aunque las familias más influyentes de la ciudad también solían consagrar altares y estatuas a los soberanos, en un gesto de prestigio y piedad cívica.

Los emperadores de Narbo Martius

Narbona
Inscripciones en mármol dedicadas a Lucio Vero, Julia Domna y los Lares Augustales

La ciudad mantuvo vínculos estrechos con varios emperadores. Augusto se alojó en Narbo Martius en el año 27 a. C., y un siglo más tarde Adriano la visitó durante su viaje por la Galia (121-122 d. C.). Además, Narbo Martius fue probablemente la ciudad natal del emperador-soldado Marco Aurelio Caro (c. 224-283) y de sus hijos Marco Aurelio Numerio Numeriano (c. 253-284) y Marco Aurelio Carino (c. 250-285), quienes heredaron brevemente el trono durante un periodo de inestabilidad política a finales del siglo III.

El retrato romano


Musée Narbo Via
Retratos romanos en mármol que reflejan la diversidad y el realismo del arte imperial

En Narbo Martius, como en todo el mundo romano, los retratos esculpidos formaban parte esencial de la vida cotidiana. En los hogares de las familias aristocráticas, los retratos de los antepasados mantenían vivo el culto familiar y se exhibían durante los ritos públicos o las procesiones fúnebres. En las tumbas, el difunto era representado mediante estatuas o bajorrelieves, con el fin de preservar su memoria y perpetuar su presencia. En el espacio público, las estatuas honoríficas exaltaban la figura de benefactores, magistrados o emperadores, reforzando así los valores de identidad y prestigio cívico.

Narbona
Estatua acéfala de una mujer vestida en mármol (siglo I d. C.)

Para los romanos, el rostro encarnaba la personalidad: sus rasgos se reproducían con un realismo minucioso, siguiendo a menudo los modelos impuestos por los retratos de la pareja imperial reinante. El atuendo y los atributos de cada figura señalaban su rango social, su condición o su función pública. El tipo más habitual era el retrato togado (togatus), que mostraba al ciudadano vestido con toga, símbolo de la ciudadanía romana, mientras que la matrona, su esposa, aparecía con una estola (stola), prenda larga y plisada, ceñida a la cintura, reflejo de su estatus dentro del ideal femenino romano.

La ciudad y el emperador


Narbo Martius
Cipo funerario de Titus Vettius Loripes en piedra caliza (principios del siglo I d. C.)

Como capital de la Galia Narbonense, Narbo Martius albergaba la sede del gobierno provincial, presidido por el gobernador y su administración, en contacto directo con Roma y el emperador. La vida política local se organizaba en torno a una asamblea de notables, la orden de los decuriones, que se reunía en la curia, un gran edificio público situado en el foro. De entre los decuriones se elegían los magistrados municipales, cuyos nombres han llegado hasta nosotros gracias a numerosas inscripciones funerarias. 

Musée Narbo Via
Friso de armas en piedra caliza que combina armas legendarias y trofeos de guerra (siglo I d. C.)

Su carrera seguía las etapas reglamentadas del cursus honorum o carrera de los honores: los ediles se ocupaban del mantenimiento de las calles, los edificios públicos, la organización de los juegos y el abastecimiento de los mercados; los cuestores administraban las finanzas; los pretores impartían justicia; y los duunviros (duumviri), dos magistrados elegidos anualmente, ejercían de forma colegiada la máxima autoridad de la ciudad.

Una sociedad muy organizada y llena de rituales


Narbona
Estela funeraria en piedra caliza del panadero Marcus Careieus Asisa (primera mitad del siglo I d. C.)

Los bloques antiguos conservados en el Musée Narbo Via ofrecen un testimonio excepcional de la vida social y cultural de la antigua Narbo Martius. A través de sus inscripciones funerarias, el visitante puede descubrir las historias personales de quienes habitaron la ciudad: desde ciudadanos distinguidos hasta artesanos, médicos, peluqueros o comerciantes, pasando por libertos y extranjeros integrados en la vida cotidiana de la colonia. Solo los esclavos permanecen ausentes de estos registros, un reflejo de las jerarquías sociales de la época.

Musée Narbo Via
Fragmento de friso ornamentado con una máscara de teatro y guirnaldas (siglo I d. C.)

La sociedad romana era, ante todo, profundamente jerarquizada. El poder de las clases acomodadas se manifestaba tanto en la disposición de las necrópolis, donde los mausoleos monumentales se alzaban junto a tumbas más humildes, como en las gradas de los espectáculos, donde el público se distribuía rigurosamente según su estatus y fortuna. Como capital de la provincia, Narbo Martius mantenía una relación estrecha con el aparato político e imperial, regida por un calendario cívico y religioso que articulaba el ritmo de las festividades, los sacrificios y los ritos dedicados a los dioses del panteón romano, a los antepasados y al propio emperador.

La muerte en el mundo romano. Ritos y creencias


Narbona
Estela en piedra caliza en bajorrelieve de Lucius Sergius Gallicanus (siglos I-II d. C.)

La relación de los romanos con la muerte estaba marcada por una mezcla de superstición, religiosidad y pragmatismo. Los vivos y los muertos ocupaban esferas separadas, pero era esencial garantizar una transición ordenada entre ambas. Los funerales variaban según el rango social: desde procesiones solemnes y banquetes hasta ceremonias más modestas, siempre presididas por el respeto a los ritos purificadores. Tras la cremación, las cenizas del difunto se depositaban en una urna funeraria acompañada de ofrendas; de este modo, el espíritu podía unirse a los manes, las almas divinizadas de los antepasados protectores del hogar.

Juegos y espectáculos


Narbo Martius
Bajorrelieve en piedra caliza que muestra a un gladiador (siglo I d. C.)

El ocio desempeñaba un papel central en la vida cotidiana romana. Los notables de Narbo Martius organizaban espectáculos públicos que reforzaban los lazos entre el poder y la ciudadanía. Aunque aún no se han localizado con certeza el teatro ni el circo de la ciudad, su existencia resulta muy probable. En el anfiteatro, los narbonenses habrían asistido a combates de gladiadores, cacerías con animales exóticos —osos, leones, tigres, panteras o toros— y exhibiciones de luchadores profesionales.

Musée Narbo Via
Bajorrelieve en piedra caliza que representa las carreras de carros (siglo I d. C.)

El circo acogía las carreras de carros, el espectáculo más popular del mundo romano: los aurigas guiaban sus cuadrigas durante siete vueltas a la pista, en una competición que desataba pasiones colectivas. En el teatro, compañías de actores, músicos y bailarines ofrecían representaciones de comedias, tragedias, danzas y piezas musicales, reflejo de una cultura urbana refinada que hacía de Narbo Martius un vibrante centro de la vida artística y festiva de la provincia.

Las domus y la vida cotidiana


Musée Narbo Via
Mosaico de Baco ebrio en piedra y pasta de vidrio (siglo II o principios del siglo III d. C.)

El visitante se adentra en el centro de la exposición de Narbo Via, en un simbólico atrio de una domus, que permite acceder a cualquiera de las salas inmersivas. En el centro de la sala, destaca un gran mosaico dedicado a Baco, mientras las paredes muestran pinturas murales comparables a las de Pompeya, procedentes del sitio arqueológico del Clos de la Lombarde, descubierto en 1973. Junto a ellas, esculturas y objetos cotidianos permiten reconstruir el refinamiento y la intimidad de las viviendas aristocráticas de Narbo Martius.

Las viviendas romanas


Narbo Martius
Dos fragmentos de trapezóforos (soportes de mesa) en mármol (siglo I a. C.)

Como toda colonia fundada bajo el dominio de Roma, Narbo Martius acoge una población llegada de Italia que reproduce, en suelo galo, el estilo de vida característico de la metrópoli. La ciudad se organiza siguiendo una trama ortogonal, con calles que se cruzan en ángulo recto y delimitan manzanas de casas agrupadas en barrios con funciones específicas. Entre los testimonios más reveladores del modo de vida romano destacan las domus, residencias urbanas de las clases acomodadas, ricamente ornamentadas con mosaicos, esculturas y pinturas murales.

Musée Narbo Via
Retrato del emperador Caracalla en mármol (212-217 d. C.)

Su disposición sigue el modelo de las casas de Pompeya y Herculano, articuladas en torno a un atrio —espacio central y de representación— y un peristilo, patio porticado que rodea el jardín y organiza la vida privada y familiar. Aunque las excavaciones han revelado sobre todo viviendas aristocráticas, se sabe que Narbo Martius albergó también casas más modestas, hoy aún poco documentadas, que completaban la diversidad social de la ciudad romana.

El atrio 

Narbo Martius
Simulación digital de la decoración de las paredes del atrio

El atrio, reconstruido en el museo Narbo Via, evoca el corazón simbólico y funcional del hogar. La abertura cenital del techo permitía la entrada de la luz y del agua de lluvia, que se recogía en un estanque (impluvium). Para las familias influyentes de Narbo Martius, este espacio era además un marco de prestigio social: allí se exponían los lares (deidades protectoras del hogar y la familia), los retratos de los antepasados y los documentos que demuestran el pasado ilustre de la familia. En el tablinum (despacho), abierto al atrio, el pater familias (padre de familia) despachaba los asuntos políticos y administrativos y recibía a sus clientes.

El triclinio o comedor


Musée Narbo Via
Pinturas del triclinio de la Casa de los Pórticos (finales del siglo II - principios del siglo III d. C.)

El recorrido doméstico culminaba en el triclinio, o comedor, uno de los ambientes más suntuosos de la casa. En la llamada Casa de los Pórticos, este espacio conserva un espléndido conjunto pictórico del siglo III d. C. que combina la elegancia de los fondos rojos con figuras alusivas a la victoria y la prosperidad: una Victoria alada en la parte central, un Genio o divinidad con el cuerno de la abundancia y una pátera o recipiente para las ofrendas líquidas.

Narbo Martius
Bóveda pintada del triclinio (finales del siglo II - principios del siglo III d. C.)

A la derecha, se puede ver un soldado con armadura apoyado sobre su lanza, está coronado por un busto de Apolo laureado, divinidad tutelar del emperador desde la época de Augusto. El programa decorativo, se complementa con un friso de soldados armados y una bóveda pintada poblada de divinidades, refleja el vínculo entre la esfera doméstica y el culto imperial, probablemente patrocinado por un sevir, sacerdote del emperador.

La construcción romana 

Narbo Martius
Mosaico con grifos de una de las casas más antiguas de Narbo Martius (siglo I a. C.)

La arquitectura de Narbo Martius refleja las técnicas y materiales característicos del Mediterráneo romano. Los constructores emplean madera, ladrillo, piedra y tierra cruda, pero la gran innovación técnica es el mortero de cal, que actúa como aglutinante y permite levantar estructuras más sólidas y duraderas. En los edificios públicos y privados, los muros de piedra se refuerzan con capas de mortero, y los suelos se recubren con distintos tipos de pavimentos.

Musée Narbo Via
Pavimento de Clos de la Lombarde en opus sectile con mármoles de colores (siglo I d. C.)

El opus spicatum, con ladrillos dispuestos en forma de espina de pez; el opus sectile, elaborado con fragmentos de piedra cortada; o los mosaicos, que combinan teselas de mármol o cerámica para crear motivos geométricos y figurativos. El dominio técnico romano se extiende también al suministro y la gestión del agua. Un acueducto abastece la ciudad, distribuyendo el agua mediante conducciones de plomo hacia fuentes, termas y viviendas privadas. 

Narbo Martius
Estatua de un joven Hércules, copia romana de un original griego en mármol (siglo I d. C.)

Las cisternas y estanques se impermeabilizan con un revestimiento compuesto de cerámica triturada y mortero de cal, garantizando su estanqueidad. Las paredes y techos, por su parte, se cubren con argamasa pintada, en la que los pigmentos minerales proporcionan una gama de colores duraderos. Aunque el uso del oro es limitado, la policromía contribuye a dotar de vida y prestigio tanto a los espacios públicos como a las residencias privadas. Estas técnicas y motivos, difundidos por todo el Imperio, son una muestra tangible de la unidad cultural romana, capaz de integrar las tradiciones locales dentro de un lenguaje artístico común.

Murales romanos


Narbo Martius
Fragmentos de argamasa pintada. Segundo estilo pompeyano (siglo I a. C.)

Las pinturas murales son uno de los testimonios más brillantes de la estética doméstica romana. Las paredes de las casas se cubren con colores intensos y composiciones que combinan arquitectura en trampantojo, figuras humanas, animales fantásticos y motivos vegetales, creando un universo visual entre lo real y lo imaginario. Gracias a la excepcional conservación de las viviendas de Pompeya, los arqueólogos del siglo XIX pudieron establecer, a partir de 1880, una clasificación en cuatro estilos pictóricos.

Musée Narbo Via
Panel con decoraciones de ortostatos e hilera de óvalos. Segundo estilo pompeyano (siglo I a. C.)

Estas reproducciones se muestran en una proyección mural del museo. El primer estilo, de inspiración helenística, reproduce en relieve las fachadas monumentales de la arquitectura griega, imitando mármoles y molduras. El segundo estilo introduce la ilusión de profundidad mediante trampantojos arquitectónicos, abriendo muros ficticios hacia paisajes y escenas mitológicas. El tercer estilo, en reacción al anterior, simplifica la composición: elimina las perspectivas, estiliza los elementos arquitectónicos y convierte el muro en una superficie decorativa más abstracta.

Narbo Martius
Decoración de techo que representa una cabeza de Medusa (siglo I d. C.)

Finalmente, el cuarto estilo sintetiza los dos precedentes, combinando la apertura espacial del segundo con la ornamentación refinada del tercero. En las provincias romanas, como en Narbo Martius, la pintura mural sigue las principales líneas de esta evolución, aunque incorpora variantes regionales que reflejan la identidad artística local dentro del amplio marco del gusto imperial.

Las casas del Clos de la Lombarde


Clos de la Lombarde
Detalle del mosaico de la Casa de los Pórticos, piedra y pasta de vidrio (siglo I d. C.)

El yacimiento del Clos de la Lombarde, descubierto en 1973 durante las obras de construcción de un edificio administrativo, reveló una manzana completa de época romana, delimitada por cuatro calles y ocupada por dos grandes domus —la Casa de los Pórticos (975 m²) y la Casa del Gran Triclinio (700 m²)—, además de una pequeña zona artesanal y termal. Bajo las viviendas modernas, los arqueólogos desenterraron progresivamente este conjunto urbano, activo entre el siglo I a. C. y el siglo III d. C., hasta su abandono y posterior ocupación, a finales del siglo IV, por una basílica paleocristiana.

Narbo Martius
Genio o divinidad con el cuerno de la abundancia de la Casa de los Pórticos

Durante tres décadas de excavaciones, el sitio ha proporcionado una valiosa cantidad de elementos decorativos —pavimentos, pinturas murales, esculturas—, así como numerosos objetos domésticos que ilustran el día a día de sus habitantes. El Clos de la Lombarde constituye, así, un testimonio excepcional de la vida de los notables de Narbo Martius, permitiendo reconstruir con precisión la organización, el confort y la estética de las viviendas urbanas durante los tres primeros siglos de nuestra era.

Un día en el Clos de la Lombarde


Clos de la Lombarde
Sileno ebrio, estatua de mármol (siglos I-II d. C.)

Entre los habitantes identificados destaca Marcus Clodius Aestivo, propietario de la Casa del Gran Triclinio, cuyo nombre aparece en un altar doméstico dedicado a la diosa Tutela. Su ejemplo nos permite imaginar el ritmo cotidiano de una familia acomodada hacia el año 200. Aestivo se levanta al amanecer y dedica la mañana a sus asuntos públicos y privados en el tablinum, donde revisa las cuentas y recibe a sus clientes, a quienes entrega la sportula, una donación simbólica en dinero. 

Narbo Martius
Decoraciones encontradas en el Clos de la Lombarde

Mientras tanto, sus hijos asisten a la escuela y su esposa, ayudada por una sirvienta, supervisa el servicio doméstico antes de ir al mercado. Al mediodía, la familia toma una comida ligera y, tras la siesta, la tarde se reserva al ocio y al bienestar: Aestivo acude a las termas, los niños juegan en la calle y el vecindario se llena de vida. Por la noche, los anfitriones reciben a sus invitados en el triclinio, donde degustan los platos preparados por el personal de servicio. Las conversaciones, las risas y el vino animan la velada hasta que, con la débil luz de las lámparas de aceite, la familia se retira temprano a descansar.

La familia romana 

Narbo Martius
Herma de tema dionisíaco con ménade y sátiro coronados de pámpanos en mármol (siglos I-II d. C.)

En la sociedad de Narbo Martius, como en todo el mundo romano, el individuo no se concibe de manera aislada, sino como parte de un clan o linaje —la gens—, cuyos miembros comparten un ancestro común y un mismo nombre familiar. Dentro de cada gens, las distintas ramas se organizan en familiae, término que en latín designa no sólo a los parientes de sangre, sino a todos aquellos que conviven bajo un mismo techo. 

Musée Narbo Via
Disco ornamental con Júpiter Amón barbudo con cuernos de macho cabrío junto a Juno en mármol

La familia romana incluye así al padre, la madre y los hijos, pero también a los esclavos y a sus propios descendientes, integrados en la vida doméstica del hogar. Este microcosmos refleja el orden jerárquico de la sociedad romana: en la cúspide se encuentra el pater familias, figura de autoridad absoluta a la que todos deben respeto y obediencia. Responsable de los bienes y del prestigio del linaje, preside los cultos domésticos y representa públicamente a la familia. 

Musée Narbo Via
Utensilios romanos en bronce: simpulum (cucharón) y colador con mango en forma de cuello de cisne

A su lado, la matrona, su esposa legítima, encarna la virtud y la estabilidad del hogar. Dirige las tareas domésticas, la educación de los hijos y la organización del servicio, que recae en manos de los esclavos. Estos, considerados jurídicamente como propiedad de sus amos, carecen de derechos propios, aunque forman parte esencial de la estructura cotidiana de la casa.

El puerto y el comercio


Musée Narbo Via
Epitafio en piedra caliza de Philomusus, vendedor de frascos (finales del siglo I a. C.)

La quinta sección se dedica a la actividad económica y portuaria de Narbo Martius, uno de los grandes centros comerciales de la Galia meridional. Las vitrinas muestran ánforas, cerámicas, minerales y estelas de comerciantes, testimonios de un tráfico intenso de mercancías —vino, aceite, sal, garum o metales— que transitaban por los muelles del puerto romano. Algunos bloques tallados con representaciones de barcos completan esta visión del dinamismo mercantil que conectaba Narbo Martius con todo el Mediterráneo.

Narbo Martius, centro del comercio marítimo romano


Narbo Martius
Ánforas romanas de aceite y vino. Producción y comercio entre Bética, Galia, África y Quíos

Entre el siglo I a. C. y el siglo I d. C., Narbo Martius se consolida como el gran punto de redistribución de los productos mediterráneos en la Galia. Sus dársenas reciben sin cesar vino y vajilla itálica, cargamentos que, con el cambio de era, se diversifican con productos de la Hispania romana y mercancías procedentes del Mediterráneo oriental, como los vinos de Grecia. A partir del siglo I d. C., los flujos comerciales se intensifican y el tráfico marítimo alcanza su apogeo en el siglo II.

Narbona
Bajorrelieve en piedra caliza que representa un buque mientras se está cargando. Alto Imperio

Desde el puerto narbonense se exportan hacia Italia los vinos galos y la cerámica local, mientras los navíos transportan también piedra de las canteras cercanas, minerales extraídos de las Corbières y la Montaña Negra, trigo y la indispensable sal de la laguna. Narbo Martius se convierte, además, en el principal puerto de tránsito del aceite y las salmueras que llegan del sur de la península ibérica con destino a Italia y Ostia, el puerto de Roma.

Las embarcaciones y sus representaciones


Narbona
Bajorrelieve en piedra caliza que representa la carga de un barco. Alto Imperio

Las actividades portuarias de Narbo Martius dejaron huella no solo en su economía, sino también en su iconografía funeraria. En los bajorrelieves que decoraban las tumbas de comerciantes y armadores se representaban embarcaciones, símbolo de prosperidad y orgullo profesional. Estas imágenes permiten hoy identificar los tipos de barcos que atracaban en el puerto y testimonian la relevancia del comercio marítimo en la vida de la colonia.

Narbo Martius
Bajorrelieve en piedra caliza con escena de llenado de ánfora (siglos I a. C.–I d. C.)

Los navicularii —armadores que fletaban las naves— desempeñaban un papel esencial en el transporte de mercancías. Gracias a ellos, Narbo Martius se convirtió en un punto neurálgico del comercio entre Hispania, Italia y la Céltica. Estrabón, en el siglo I a. C., ya destacaba la intensa actividad del puerto, donde se concentraban numerosas sociedades mercantiles dedicadas tanto al tráfico marítimo como al comercio local. Algunos comerciantes vendían sus productos directamente, mientras que otros dependían de patronos o de compañías más amplias.

Narbona
Bajorrelieve en piedra caliza de un barco y busto de una mujer con velo. Alto Imperio

Los tipos de embarcaciones eran variados y se adaptaban a las condiciones de navegación. La corbita, de gran tamaño y casco redondeado, era idónea para largas travesías por alta mar; la actuaria, más ligera y de propulsión mixta, se destinaba a la navegación costera; y la horreia, de menor calado, se empleaba para el transporte dentro del puerto o por los ríos. Este conjunto de naves aseguraba el flujo constante de bienes que abastecía tanto a la colonia como a Roma. 

En el centro de las excavaciones del puerto antiguo


Narbo Martius
Proyección que recrea el sistema portuario de Narbo Martius

A la izquierda de la sala dedicada al puerto comercial de Narbo Martius encontramos las otras dos salas inmersivas. La primera dedicada a las investigaciones que se están llevando a cabo en la actualidad sobre el sistema portuario de la antigua colonia y que están aportando nuevos datos y piezas sobre el periodo romano. Los estudios recientes permiten imaginar la magnitud de su sistema portuario, estructurado en torno a un conjunto de antepuertos en la laguna, complementado por un puerto fluvial comunicado con la ciudad a través de un brazo del Aude.

Musée Narbo Via
Lingote de estaño con el sello L(ulius) Valer(ius) Aug(ustae) I(ibertus), a com(mentariis) (siglo I d. C.)

En la Isla de Saint-Martin, los capitanes maniobraban sus barcos antes de descargar las mercancías en los almacenes de Port-la-Nautique, situados al norte de la laguna. A finales del siglo I, esta zona fue sustituida por las nuevas instalaciones de Mandirac, en la desembocadura del Aude antiguo, donde dos diques monumentales de más de dos kilómetros canalizaban el río y facilitaban el transbordo de las cargas hacia la ciudad.

Un gran puerto comercial mediterráneo


Musée Narbo Via
Ancla marina de madera y plomo encontrada en el muelle antiguo de La Nautique (siglo I d. C.)

El poeta Ausonio, en el siglo IV, evocará su esplendor describiéndola como una ciudad donde confluyen las mercancías del mundo entero: “A ti te enriquecen las mercancías del Mar Eoo y los mares ibéricos; a ti, las flotas del mar Líbico y del profundo mar Siciliano; y lo que a través de ríos y barcos de rutas diversas se trae; para desembarcar en ti, desde todo el orbe se navega...”. Narbo Martius se inscribe así entre los puertos más ilustres del Imperio, junto a Arelate (Arlés), Massilia (Marsella) y Lugdunum (Lyon), floreciendo gracias a un comercio de distribución alimentado por su posición geográfica privilegiada en la encrucijada de las vías marítimas que unían Italia, Hispania y África, y de las grandes rutas terrestres de la Vía Domitia y la Vía Aquitania.

Navegar sobre el Mediterráneo romano 

Narbona
Proyección sobre la navegación romana con maquetas de navíos romanos

En la sala de enfrente, una proyección de unos diez minutos de duración permite conocer los navíos romanos y las técnicas de navegación romanas. En la sala pueden verse cuatro maquetas de barcos como el Ponto “Juppiter” un gran barco de tres mástiles para navegar en alta mar, mientras en las paredes se proyectan planos y medidas. También hay una representación de la Corbita “Thalia”, el barco comercial más representado en la marina romana o la Scapha, pequeñas embarcaciones con capacidad para 11 marineros al servicio de los grandes veleros.

De Roma a los visigodos: la Narbona tardoantigua


Narbona
Sarcófago en mármol llamado «del Buen Pastor». Taller narbonense (siglos IV-V)

La última sala aborda la transformación de la ciudad entre los siglos III y V d. C. Bajo la influencia del cristianismo y ante las invasiones, Narbona se protege tras nuevas murallas y levanta templos dedicados al nuevo culto. Muchos edificios antiguos, incluido el Capitolio, fueron desmantelados para reutilizar sus materiales. Este periodo de transición se refleja en sarcófagos esculpidos, altares, monedas votivas y objetos litúrgicos que ilustran el paso de una metrópoli romana a una capital cristiana bajo el obispo Rusticus.

Narbo Martius en la Antigüedad tardía

Musée Narbo Via
Fragmento de un sarcófago paleocristiano en mármol (siglo IV)

A partir del siglo III, Narbo Martius atraviesa un periodo de inestabilidad económica y militar. Aunque conserva su condición de puerto destacado, el desarrollo del eje comercial entre Italia y la Galia del Norte, con Arelate y Lugdunum como nuevos polos de atracción, reduce su influencia en las rutas mediterráneas. A esta pérdida de protagonismo se suman las incursiones de los alamanes, que obligan a fortificar la ciudad hacia el año 270 con una sólida muralla. La reforma administrativa impulsada por Diocleciano a finales del siglo III mantiene a Narbo Martius como capital provincial, aunque ahora de una circunscripción más reducida: la Narbonense Primera, extendida entre el Ródano y los Pirineos.

Musée Narbo Via
Sarcófago en mármol de estilo aquitano (siglo V)

El siglo V marca un nuevo capítulo en la historia de la ciudad. Las migraciones germánicas desbordan las fronteras del Imperio, y los visigodos se convierten en protagonistas del panorama político. Tras el saqueo de Roma en el 410, el rey Ataúlfo entra en Narbona tres años más tarde en calidad de aliado, y su matrimonio con Gala Placidia, hermanastra del emperador Honorio, simboliza una paz efímera. El acuerdo de 418 devuelve temporalmente la ciudad al Imperio, pero en el 462 el poder romano la cede definitivamente a los visigodos, ya asentados en Aquitania.

El cristianismo en Narbona

Narbona
Pie de altar en mármol con inscripción conmemorativa del sacerdote Hilarius (486 d. C.)

Durante este tiempo de transformaciones, la ciudad experimenta una intensa renovación religiosa. Narbo Martius, abierta al Mediterráneo y receptiva a las nuevas corrientes espirituales, adopta tempranamente el cristianismo. Pablo, su primer obispo, figura entre los siete enviados por Roma a evangelizar la Galia a mediados del siglo III, y su tumba dio origen a la Basílica de Saint-Paul. Con la oficialización de la nueva fe, la ciudad se convierte en metrópolis cristiana de la provincia Narbonense Primera, y los testimonios arqueológicos reflejan el cambio: las inhumaciones sustituyen las cremaciones, las inscripciones funerarias incorporan símbolos cristianos y los sarcófagos se adornan con escenas evangélicas.

Rusticus, obispo fundador de Narbona en el siglo V


Musée Narbo Via
Dintel en mármol de la catedral con inscripción conmemorativa del obispo Rusticus (445 d. C.)

La ciudad también se transforma físicamente. Las dificultades del siglo III provocan el abandono de barrios periféricos y la concentración de la población en un núcleo fortificado. En los siglos siguientes, surgen iglesias en los suburbios, acompañadas de áreas de enterramiento cristiano, como en el Clos de la Lombarde o en Saint-Félix. Dentro de la muralla, se erige una primera catedral en el siglo IV, reconstruida tras un incendio en el 445 gracias al obispo Rusticus.

Musée Narbo Via
Detalle del sarcófago en mármol llamado «de la orante» (siglo IV)

Este influyente prelado, al frente de la diócesis entre 427 y 461, impulsa la construcción o restauración de varias iglesias y se convierte en una figura esencial de la vida religiosa y política de la ciudad. Su labor pastoral y su correspondencia con personalidades como San Jerónimo o el papa León I evidencian su papel de mediador y protector. A su muerte, Narbona contaba ya con seis iglesias, signo de una comunidad cristiana plenamente consolidada.

Más información: Musée Narbo Via. Dirección: 2 Avenue André Mècle, 11100 Narbonne. Horario: De martes a domingo, del 1 de octubre al 30 de abril, de 10 a 18 h. Del 2 de mayo al 30 de septiembre, de 10 a 19 h. Entrada: 9 €. Web: Musée Narbo Via

Qué más ver cerca

Si te apasiona seguir las huellas de Roma, no te pierdas mi artículo sobre la Vía Domitia, centrado en el legado romano de la región: Ensérune, Loupian, Ambrussum y el Pont du Gard, hitos de la primera calzada romana construida en la Galia.

Los viajes más populares