El pasado 8 de marzo fui
invitada a la Jornada de puertas abiertas que ofreció Alzola en su fábrica.
Allí tuve la oportunidad de conocer los entresijos que conlleva el
embotellamiento de agua de manantial. Desde divertidas curiosidades
sobre el diseño de botellas de plástico y de vidrio, hasta el
rompecabezas de elegir el proyecto definitivo para las etiquetas y
los envases. Las campañas en las redes sociales y patrocinios para
el Athletic Club y su #sangredeleon, la colaboración de @igersbilbao
para la difusión de imágenes relacionadas con el agua y
#basquewater, o la colaboración con Bilbao Basket con el
#planBBwater, son algunas de las acciones llevadas a cabo, para que
entre todos hablemos de la Cultura del Agua y como unos pocos podemos
cambiar nuestro entorno para transformar el mundo en global.
Como reconocimiento a
toda esta labor, el periódico Alirón dedicó las páginas centrales del día 10 de marzo a Alzola y a este
marco de acciones, entre las que se encuentra la entrega de premios
del concurso fotográfico realizado en Instagram, donde pude
participar con bastante acierto y llevarme tres veces mi
peso en agua.
A continuación os dejo
mi aportación publicada en el número 13 de Alirón referente a la
pregunta:
¿Qué has aprendido
en la Jornada de puertas abiertas de Alzola?
Hoy he tenido la
oportunidad de conocer a un gran equipo que tiene al agua Alzola
metida en la cabeza y arraigada fuertemente en su interior. Este agua
de manantial, corre por sus venas y bombea fuerte sus corazones, para
dar vigor al amor que sienten por su tierra y por su agua.
He descubierto la
historia del pueblo de Alzola, que se remonta al siglo XV, cuando
fabricaban barcos para salir por el río Deba a pescar ballenas
al Cantábrico. Ya nadie recuerda el mar cuando todo eran peligros,
cuando la grasa de ballena era utilizada para iluminar las casas o
para qué se inventó la sidra. ¡Ah!, ¿no lo saben? Los marineros
debían combatir una enfermedad que padecían, por no poder comer
alimentos frescos durante los meses que estaban en alta mar. Era el
mortal escorbuto que remitía con la ingesta de vitamina C, como en
esta región no abundaban los cítricos se sustituyó por manzanas
que también tienen esa vitamina, pero ¡qué mejor! que tomarla en
forma de sidra y no en compota ¿verdad?
Los siglos fueron pasando
y la ausencia de guerras y cierto aumento de conocimiento sobre la
vida sana, hizo que la gente tomara el gusto por el baño y el aseo.
Fue entonces cuando el agua se convirtió en fuente de salud y la
burguesía empezó a frecuentar lugares con fuentes medicinales. En
Alzola el agua sale a 29 grados, más que suficiente para darse un
buen remojón y quedarse muy relajado. La existencia del Balneario de Alzola aún está viva en los recuerdos lejanos de alguna gente del
pueblo, y quedó muy bien plasmada en la obra El Balneario de
Carmen Martín Gaite, que describió a la perfección como era este
lugar hace cien años.
Si miramos con
detenimiento, veremos que la historia de Alzola no puede desaparecer,
ya que sigue siendo un lugar único en el mundo. No hay otro lugar
con las mismas características geológicas, para que una gota de
agua de lluvia, viaje a través de la tierra durante 25 años, hasta
brotar a la superficie. Esa pausada destilación es embotellada con
una excepcional composición que le confieren un sabor fresco y
equilibrado. Los seres humanos somos un 60% agua, deberíamos cuidar
esa parte líquida con buenos hábitos.
Si tienen la oportunidad
de beber agua de este manantial pruébenla, el agua del grifo está
bien para fregar y ducharse, pero no para hidratarse y aportar
minerales a las células de nuestro cuerpo.
El agua es fuente de vida:
cuídenla y cuídense.
2 comentarios:
Isabel! Enhorabuena por tu interés y por tu actitud! Nos ha encantado conocerte, y nos consta que has dejado huella hallá donde pasaste por las tierras y las aguas del Geoparque de las Costa Vasca. Bienvenida #ArgiarenIspilu #BertutearenErregina
Gracias Az por tus palabras. ¿Quién sabe si en otra vida no fuí una gota viajera de Alzola? Veinte años dan para recorrer mucho planeta.
Mi huella es diminuta comparable con la huella que me ha dejado la visita a Alzola, a la Comarca de Debabarrena y a la Costa Vasca. Soy una defensora de las maravillas que atesora España, aunque a veces mi mochila me lleve a explorar otros países y continentes.
Espero que el destino vuelva a juntar nuestros caminos. Un abrazo.
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