Yemen (en árabe اليمن
Al-Yaman),
deriva de la palabra Al-Yumn que significa bendición y
prosperidad. Ptolomeo traduciría al griego el nombre como
Eudaimon Arabia “Afortunada Arabia” y de ahí llegó el
calificativo latino de “Arabia Felix” que ensalza las fértiles
zonas de sus montañas y la abundancia de agua en contradicción con
los desiertos de otras zonas de Arabia.
Yemen es la Arabia Feliz
de los aromas a especias, del fragante incienso y de la enigmática
mirra. Aromas exóticos y evocadores que los yemeníes han seguido
utilizando a través del tiempo con sabiduría y talento. Aún es
posible encontrar incienso y mirra a granel en sus mercados o zocos
(en árabe سوق
sūq).
Yemen fue dominado por
tres civilizaciones sucesivas: los mineos, los sabeos y
los himyaríes. El Reino de Ma'in gobernó en el noroeste del
Yemen desde el siglo IX a. C. hasta el siglo I a. C., el bíblico Reino
de Saba se extendió en la zona sur-occidental del Yemen desde el
siglo IX a. C. hasta el 275 d. C. y por último provenientes de una
antigua tribu semítica, los himyaríes se aliarían con los
sabeos desde el siglo VIII a. C. hasta el siglo III d. C.
La economía y riqueza
del Yemen se basó durante siglos en el cultivo de incienso, mirra y
el comercio de especias. Todos estos productos fueron enormemente
valorados por las civilizaciones antiguas y eran utilizados en
ocasiones como productos mágicos. Se sabe que los hebreos valoraban
el incienso y la mirra ¡cómo si se tratara de oro!. Esto nos lleva
al célebre acontecimiento de la visita a Belén de los Reyes Magos
de Oriente. Al recién nacido Jesús de Nazaret le obsequiarían con
cofres cargados de oro, incienso y mirra, de reconocido valor.
Cuenta una leyenda
(algunos dicen que está en la Biblia) que el Rey Melchor
salió del punto más meridional de la Ruta del incienso en busca del
nacimiento del Mesías. Ese lugar está localizado en el Golfo de
Adén, entre las poblaciones de Adén y Al Mukalla en Yemen. El puerto
situado en el Índico es un hermoso lugar de aguas azules en precioso contraste con el verdor de la vegetación. Desde antiguo este lugar
servía para la llegada de los barcos de la Ruta del incienso y de
enlace con las expediciones que viajaban a la India y a Oriente. En
la actualidad las aguas transparentes de las playas de arena blanca,
como ahora Bir’Ali, siguen salvajes y vírgenes, sin que
ningún complejo hotelero se haya afincado. Entre arrecifes de coral
se extienden hoy los antiguos ecos de la Ruta del incienso y un mar
lleno de aventuras como telón de fondo. Con las luces del amanecer
es posible contemplar grupos de delfines saltando sobre sus aguas. La
naturaleza regala al viajero estupendas sorpresas en Yemen.
En el camino entre Ataq y
el mar, concretamente entre Ar-Rawdah y Bir Ali, se encuentra una
antigua población judía conocida con el nombre de Azzan, de
aquí dicen que partió el Rey Baltasar para adorar al niño
en el portal de Belén. En la actualidad la población es un bastión
de al-Qaeda; esperemos que esto no sea un impedimento para que los
Reyes Magos lleguen este año a nuestras casas ;)
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