Ruta por Osor: el encanto escondido de Les Guilleries

Osor
En Osor te puedes trasladar a la época medieval paseando por sus calles y puentes

Osor fue una de las poblaciones más bonitas y frescas que visitamos este agosto en la comarca gerundense de La Selva. Allí disfrutamos de un día de pícnic marcado por el ritmo pausado de nuestros pasos y el clic de las cámaras fotográficas. Dejamos el coche en un aparcamiento gratuito junto a la Riera de Osor, frente a la Plaça de la Vila, punto de partida de nuestro recorrido a pie por la población. El itinerario nos llevó a descubrir los dieciséis lugares de interés cultural e histórico, además de varios rincones con un encanto muy particular.

Plaça de la Vila


Plaça de la Vila
Un buen rincón donde descubrir la vida cotidiana de Osor

Nuestra ruta comienza en la Plaça de la Vila. Durante el franquismo, entre 1939 y 1979, la plaza pasó a llamarse Plaza Borell, y algo similar ocurrió con el actual Passeig del Borrell, conocido entonces como Paseo Borrell. Este paseo formaba parte del antiguo Barrio Vidal, un conjunto de casas donde destacaban cal Xarpant, cal Cisteller y can Banyadret. El Barrio Vidal fue, además, el primer lugar de Osor donde se disfrutó de agua potable, gracias a la Font del Borrell, que abasteció al vecindario en la década de 1920.

Can Vidal


Can Vidal
La fachada del Passeig del Borrell conserva su aspecto primitivo

En la Plaça de la Vila se alza Can Vidal, también conocida como Can Barraca y antiguamente como Ca l’ Emília. Es una de las casas más notables de Osor. El edificio presenta dos fachadas principales: una orientada al Passeig del Borrell —la más antigua— y otra que da a la Plaça de la Vila, de construcción posterior, probablemente del siglo XVII. En la planta baja se abre un portal cuadrangular y dos pequeñas ventanas con dintel monolítico y montantes de piedra robustos.

Can Vidal
Ventana gótica de siete arcos conopiales labrada en piedra arenisca en la fachada de Can Vidal

En el primer piso hay dos vanos: a la izquierda, una ventana rectangular con dintel y montantes de piedra; a la derecha, una magnífica ventana gótica con siete arcos conopiales, labrada íntegramente en piedra arenisca. En las impostas laterales se aprecian grabados: a la izquierda, pequeños cuerpos circulares, y a la derecha, dos instrumentos de difícil identificación. El segundo piso actúa como buhardilla o galería, rematado por un gran alero de madera prominente.

Can Vidal
Portal adovelado y escudos familiares en la fachada que da a la Plaça de la Vila 

La fachada que da a la Plaça de la Vila muestra una factura posterior. En la planta baja destacan un portal adovelado de arco de medio punto, con dovelas rústicas pequeñas, y una ventana rectangular con dintel monolítico y alféizar. En esta misma planta se conservan dos escudos de piedra con inscripciones: “Ad Honorem Feminarum / 1193–1964 / De Vallescar” (En honor a las mujeres de Vallescar 1193–1964) y “Persevero et vinco/ 1193–1964 / De Vallescar” (quizás un lema familiar: Persevero y venzo).

Font del Borrell


Font del Borrell
La Font del Borrell es la más conocida de Osor, data al menos del siglo XVIII

La Font del Borrell es el primer punto del recorrido que vemos señalizado con carteles algo oxidados y antiguos por el paso del tiempo, pero que ayudan al visitante a comprender el pasado de Osor y seguir el itinerario patrimonial. Se trata de la fuente más conocida del municipio, cuya existencia está documentada al menos desde el siglo XVIII. El conjunto está formado por dos paredes, un depósito, una pequeña mesa de soporte y una arcada poco profunda de medio punto donde se encuentra el caño de la fuente.

Font del Borrell
Imagen antigua de la Font del Borrell de Osor

Su imagen actual corresponde a la remodelación de 1994, aunque ya había sido restaurada en varias ocasiones durante los siglos XIX y XX. El agua de Osor siempre ha gozado de gran fama local, y la de la Font del Borrell es especialmente apreciada. No solo es la fuente más popular del pueblo, sino también la que proporcionó el primer suministro de agua potable al Barrio Vidal en la década de 1920.

Carrer del Verger


Carrer del Verger
Callejuela empedrada que invita a descubrir el alma medieval de Osor

El recorrido en forma de U nos lleva a adentrarnos en la población por el Carrer del Verger, una de esas calles donde empieza a percibirse la magia de las callejuelas empedradas y las casas de piedra que caracterizan Osor. La calle desemboca en la Plaça del Verger, que en su corto recorrido luce una buena colección de bellas casas de piedra, cada una con su propio encanto. En este punto aparece uno de los elementos más singulares del casco antiguo: la Torre dels Recs, que asoma imponente entre los tejados.

Plaça del Verger


Plaça del Verger
Vista de la Torre dels Recs desde la Plaça del Verger

La Plaça del Verger ha cambiado de nombre a lo largo del tiempo. Desde el siglo XIX aparece documentada como Vergés, aunque durante el franquismo se dividió entre la Plaza de España y la Calle Verdaguer. En noviembre de 1936, pasó a denominarse Plaza de la República. En este espacio se encontraba Ca les Hermanes —también conocida como Ca les Monges o la Joieria—. Este antiguo convento del siglo XVI, funcionó como escuela regida por las Hermanas Carmelitas desde finales del siglo XIX hasta la Guerra Civil.

Plaça del Verger
La Plaça del Verger está rodeada de casas de piedra

El edificio servía como parvulario y escuela de niñas. Hasta 1925, existió además una Escuela Parroquial para niños, dirigida por el cura del pueblo. Ambas eran escuelas privadas, pero con matrícula gratuita. Tras la guerra, el centro no volvió a abrir, en parte porque durante el conflicto el local se había convertido en el ayuntamiento y en una cooperativa.

Cartel de la película donde puede verse a los protagonistas, el Pont Vell y a habitantes de Osor

Un hecho curioso marcó la historia del lugar: en 1957 la plaza fue escenario del rodaje de la película “Juanillo, papá y mamá”, dirigida por Julio Salvador y Juan Alberto Soler. El film, con guion de José Suárez Carreño —Premio Nadal— y Giovanni de Eramo, transformó a Osor en la ficticia localidad de Bellomonte. La historia narraba la vida de un niño huérfano y pobre que acababa siendo adoptado por una familia rica. 

Osor
Los protagonistas de la película “Juanillo, papá y mamá” filmada en Osor

El rodaje despertó gran expectación: muchos vecinos participaron como figurantes, compartiendo escenas con Conrado San Martín, Lina Rosales, Juan Capri y el joven Miguel Ángel Rodríguez. La película culminaba con una fiesta final rodada en la Plaça del Verger, en la que intervino buena parte del pueblo, en una producción inspirada en el éxito de Marcelino, pan y vino.

Torre dels Recs


Torre dels Recs
Vista de la Torre dels Recs adosada en un extremo a una vivienda

La Torre dels Recs, también conocida a lo largo del tiempo como Torre de Medinaceli, de la Cárcel, de Sant Joan o de Osor, se alza entre el Carrer Sarsanedes y la Plaça del Verger, justo frente a la iglesia parroquial. Se trata de una torre de defensa de planta cuadrangular con cuatro plantas, de unos 7 metros de lado y 15 de altura, construida en 1439 por Violant de Recs, esposa de Ramon de Vilanova. La obra se levantó con la autorización de las señoras del Valle de Osor, Sancha Ximenis e Isabel de Cabrera, como recompensa por los servicios prestados por el padre de ViolantBernard de Recs

Aspillera en la planta baja de la Torre dels Recs

El permiso concedía incluso agujerear la muralla de la villa para edificar una torre, ya fuera redonda o cuadrada, con techo, ventanas, almenas, falsas puertas y agujeros para bombardas, pensada para la defensa del pueblo. El nombre de la familia Recs (derivado del latín Reig) está documentado en Osor desde el siglo XIV, y su residencia era la actual Can Roure. Con el tiempo, la torre pasó a manos de los Medinaceli, de quienes tomó otro de sus nombres históricos. 

El hecho de que la construyera Violant de Recs le dio el nombre

Construida pocos años después de los terremotos de 1427, se cree que se reutilizaron materiales procedentes de edificios dañados, lo que explicaría la diversidad de piedras y acabados en su fábrica. Está levantada con mampostería desbastada y grandes sillares en las esquinas, y conserva ventanales góticos trebolados, aspilleras —algunas diseñadas para armas de fuego— y conserva restos de almenas en la fachada sur. 

Torre dels Recs
Interior de la Torre dels Recs, con un asiento de piedra junto a la ventana gótica trebolada

Mientras que las aberturas del sur son de arco de medio punto, las del norte presentan canecillos y arcos trebolados, y las esquinas están perfectamente talladas. Durante el siglo XIX la torre fue utilizada como prisión municipal, origen del nombre de Torre de la Cárcel. En 1932, su primer piso acogió un depósito de agua potable con capacidad para más de 50.000 litros. El proyecto, que costó 725 pesetas, introdujo los primeros contadores de agua en Osor, con un precio de 40 céntimos el metro cúbico. El depósito fue retirado durante las obras de restauración. 

Es una torre de defensa de cuatro plantas, de aspecto robusto y fachada de piedra

Actualmente, la puerta de acceso principal se encuentra en la planta baja, aunque originalmente se abría a la altura del primer piso de la fachada norte. Un ingenioso sistema de abertura permite el acceso a la Torre de forma gratuita. Sólo tienes que registrarte en su página web a través de un QR situado junto a la puerta y te enviarán un código para abrir la cerradura electrónica. La Torre dels Recs sigue siendo uno de los símbolos más reconocibles de Osor, testimonio de su pasado medieval.

Església de Sant Pere


Església de Sant Pere
Vista exterior de la Església de Sant Pere

La Església de Sant Pere de Osor es el principal edificio religioso de la población y uno de los más antiguos del valle. La primera mención del lugar data del año 860, cuando se registra una donación de un alodio del Valle de Osor al monasterio de Amer. La parroquia de Sant Pere aparece documentada por primera vez en el año 922, compartiendo entonces jurisdicción con Sant Hilari y Solterra. La iglesia original, situada en una colina, era una pequeña construcción prerrománica que fue sustituida hacia 1125 por un templo románico consagrado por el obispo de Vic, Ramon Gaufred

Església de Sant Pere
Arcuaciones lombardas y lesenas del antiguo templo románico

De aquella edificación románica se conserva el muro meridional, con nueve arcuaciones lombardas, lesenas en los extremos y un ventanal. Los terremotos de 1427 y 1430 causaron graves daños en el templo, los puentes y buena parte del pueblo. Según fuentes antiguas, todas las casas del valle y de Osor fueron derribadas. La iglesia fue reconstruida con aires barrocos a partir de mediados del siglo XV, manteniendo la estructura del templo románico. Entre los siglos XVI y XVIII se añadieron varios altares laterales, dedicados a la Verge del Roser, Sant Crist, Sant Roc y Sant Sebastià

Església de Sant Pere
Fachada de la iglesia de Sant Pere donde puede verse el rosetón y el ojo de buey

A finales del siglo XVIII, la iglesia se hallaba muy deteriorada y fue objeto de amplias reformas y ampliaciones hasta 1833, año en que se dio por concluida la obra. La fachada actual, datada en 1798, presenta una orientación inversa con respecto a la iglesia románica original. En 1977, tras el derribo de construcciones anexas, apareció parte del crucero románico empotrado en el muro barroco, lo que confirmó que la iglesia primitiva contaba con una nave y tres ábsides orientados a levante, dedicados a Sant Joan, Sant Pere y Sant Tomàs. 

Església de Sant Pere
El templo fue reconstruido tras los terremotos de 1427 y 1430

El edificio actual, de estilo barroco con elementos neoclásicos, tiene una única nave con cuatro capillas comunicadas a cada lado. Su portal adovelado de arco rebajado, hecho con bloques de granito, luce grabada la fecha de 1798 en la dovela clave. Sobre la puerta se abre una hornacina vacía, un gran rosetón con malla de hierro y un óculo bajo el alero de teja y baldosa. 

Església de Sant Pere
Vista del posible esconjuradero, usado para proteger las cosechas de tormentas y plagas

A la derecha de la fachada se alza una torrecilla rectangular, identificada por los investigadores locales como un antiguo esconjuradero o comunidor (en catalán). Estas construcciones, frecuentes entre los siglos XVI y XVIII, se ubicaban en las iglesias para realizar rituales destinados a proteger las cosechas de tormentas, plagas u otros peligros. Aunque son habituales en el Pirineo aragonés y Castilla y León, en la comarca de Les Guilleries y el Montseny también se conservan algunos ejemplares.

Església de Sant Pere
Campanario cuadrado de la iglesia de Sant Pere de Osor

El campanario, de planta cuadrada, está construido con grandes sillares rojizos en las esquinas. Presenta una puerta de acceso con arco rebajado, ventanas geminadas de medio punto —dos por fachada, salvo en la de levante que tiene sólo una, tapada— y almenas escalonadas de ladrillo añadidas probablemente en el siglo XIX. En sus muros aún se aprecian los huecos de los soportes de los andamios originales. 

Església de Sant Pere
Detalle de la parte superior del campanario

En 1805, un robo documentado en las actas municipales describe la sustracción de objetos litúrgicos de plata de su interior, entre ellos dos bordones (bastones altos llevados en procesiones o actos solemnes), la cruz gorda (la cruz procesional principal), la Vera Cruz, los incensarios, la naveta (recipiente en forma de barco donde se guarda el incienso) y cuchara del incienso y dos paces (objetos con una imagen sagrada, que se ofrecían para besar en señal de paz durante la misa). 

Església de Sant Pere
Imagen antigua de Osor donde puede verse, a mano izquierda, la iglesia

En 1936, durante la Guerra Civil, el templo sufrió graves destrozos: se destruyeron las imágenes, el altar mayor y desaparecieron tres campanas. Durante la contienda, el edificio fue utilizado como almacén y taller. Hoy, la Església de Sant Pere se alza sobre una gran terraza con vistas a la riera de La Noguerola. Su estructura barroca, unida al campanario y la torreta, recuerda que esta iglesia ha sobrevivido estoicamente a terremotos, guerras y reformas.

Can Roure


Can Roure
Can Roure es una casa señorial de los siglos XIV y XV

Entre el Carrer Major y el Pont Vell, en la confluencia del Carrer de la Riera, se levanta Can Roure, una de las casas más notables del casco antiguo de Osor. Este edificio señorial, de tres plantas y patio amurallado, conserva elementos arquitectónicos de gran valor como un ventanal gótico flamígero del siglo XV y un portal adovelado de medio punto realizado en piedra caliza. 

Can Roure
En la segunda planta pueden verse aberturas cerradas de las antiguas almenas con aspilleras

La casa perteneció originalmente a la familia Recs (siglo XIV) —una de las familias más influyentes de la villa durante la Edad Media— y más tarde pasó a manos de los Vilanova (siglo XV) y de los Llavari. Se cree que el edificio sufrió graves daños durante los terremotos de 1427, por lo que su configuración actual corresponde, al menos en parte, a una reconstrucción de la segunda mitad del siglo XV. 

Can Roure
 Bello ventanal gótico de Can Roure

El ventanal gótico, formado por dos arcadas treboladas separadas por una columnilla con capitel de decoración floral, guarda similitud con otros ejemplos contemporáneos en el vecino municipio de Anglès (como Can Verdaguer). Sobre la fachada, de aspecto enlucido y hoy en mal estado, aún se distinguen restos de almenas con aspilleras, tres en la fachada principal y seis en la lateral.

Can Roure
Tras su portal puedo imaginarme el aire noble de otras épocas

En la planta baja se abre el gran portal adovelado, y a su izquierda, una escalera exterior —añadida probablemente en el siglo XIX— que conduce al piso superior. El patio delantero está delimitado por un pequeño murete. Aunque actualmente está deshabitada, Can Roure sigue siendo uno de los ejemplos más representativos de la arquitectura civil tardomedieval de Osor, testimonio de la prosperidad que vivió la villa entre los siglos XV y XVI.

Pont Vell


Este puente de piedra del siglo XV era de grandes proporciones para la época

El Pont Vell de Osor, documentado desde el siglo XV, es una de las imágenes más reconocibles de la población y un símbolo de su pasado medieval. Su función era unir los dos márgenes del pueblo, separados por la riera de Osor, comunicando las actuales calles del Carrer del Pont y del Carrer de França. El puente se levantó tras los terremotos de 1427-1430, que destruyeron buena parte de la villa y su antigua estructura de paso, probablemente un puente románico.

Aunque solo es visible una gran arcada, cuatro más pequeñas permanecen ocultas

Desde entonces, ha sido reconstruido en varias ocasiones, pero conserva su trazo original de piedra, con un gran arco central que domina el paisaje. Aunque hoy solo se distingue una arcada principal, bajo las casas adosadas al puente aún permanecen ocultos los restos de cuatro arcos menores, testimonio de la amplitud que tuvo en origen. La base del arco del lado del Carrer del Pont conserva también vestigios de un doble tajamar, elemento destinado a frenar la fuerza del agua durante las crecidas.

Vista del Pont Vell desde el Carrer del Pont

El empedrado del paso, con ligera forma de lomo de asno, está formado por lombardas de piedra caliza de tamaño medio y pequeño, bien conservadas pese al paso de los siglos. El pretil, irregular y tosco, se compone de grandes bloques de piedra, totalmente irregulares. El Pont Vell ha inspirado a pintores y fotógrafos, que han encontrado en su silueta de piedra y en el rumor de la riera uno de los rincones más evocadores de Osor.

Corredor de la riera


Corredor de la riera
Los corredores permiten el acceso directo, desde las casas o calles, hasta el agua

En épocas pasadas, la riera de Osor era el eje de la vida del pueblo, por lo que los corredores que llegan hasta sus aguas fueron esenciales. Servían para acceder al agua, ya fuera para lavar ropa o dar de beber a los animales. Algunos corredores conservan muros y escalones de piedra centenarios, testigos del ingenio popular, y forman hoy un recorrido pintoresco donde perderse por un momento en el pasado.

Riera de Osor


Riera de Osor
Este curso fluvial nace en las Guilleries y desemboca en el Ter

La riera de Osor es el eje natural que atraviesa la población y da forma al valle. Tras nacer, entre los términos de Espinelves y Sant Hilari Sacalm, la riera desciende con fuerza, formando desfiladeros estrechos y escarpados, rodeados de peñascos y vegetación densa, que permiten la aparición de saltos de agua y tramos de gran belleza natural. A medida que se acerca a Osor, su curso se suaviza, dibujando meandros sinuosos antes de unirse al río Ter.

Riera de Osor
Cauce natural que serpentea entre vegetación y viejos molinos

Su longitud total es de unos 25 km entre Sant Hilari y el puente que separa Anglès de la Cellera. Hidrológicamente, destaca como el curso fluvial más caudaloso de los que nacen en las Guilleries. A lo largo de los siglos, la riera ha sido aprovechada para riego agrícola, movimiento de ruedas de molinos, generación de electricidad y actividades de industria textil y minera.

Riera de Osor
La Riera de Osor atraviesa el pueblo y da vida al paisaje urbano

Actualmente, es posible recorrer un itinerario llano de 2,1 km a lo largo de la Riera de Osor que discurre cerca del pueblo. Este paseo de baja dificultad ofrece la oportunidad de observar flora y fauna de ribera, disfrutando de un tramo de gran belleza paisajística y de la tranquilidad que proporciona el agua. En verano se convierte en un excelente refugio climático.

Lavadero de Ca n'Aubreda


Lavadero de Ca n’Aubreda
El Lavadero de Ca n’Aubreda aprovechaba el agua de la acequia del Molí d’en Serra

En la primera mitad del siglo XX, para evitar bajar hasta la riera a hacer la colada, los vecinos aprovecharon la acequia del Molí d'en Serra para construir un lavadero público donde lavar la ropa. Se llenaba con el agua procedente de la Font de Ca n’Aubreda. Bajando unas escaleras se llega hasta las antiguas piedras que forman el lavadero y a una pequeña tajadera de piedra bastante bien conservada, aunque con exceso de vegetación salvaje alrededor.

Font de Ca n'Aubreda


Fuente de Ca n’Aubreda
La Font de Ca n’Aubreda está documentada desde el siglo XIX

La Font de Ca n’Aubreda, documentada desde el siglo XIX, toma su nombre del antiguo linaje Albereda. El aspecto que hoy se puede contemplar data de 1869, cuando se llevó a cabo una reparación que cubrió parcialmente el torrente. En un poema popular de mediados del siglo XX dedicado a las fuentes de Osor, se dice de ésta: “La de Can Aubreda es molt bona / si no regan gaire estona” (La de Can Aubreda es muy buena / si no riegan mucho rato).

Carrer de França


Carrer de França
El Carrer de França es la calle empedrada más larga de Osor

El Carrer de França es la calle más larga empedrada con adoquines de Osor. Anteriormente, se había llamado Carrer de Nostra Senyora del Coll, ya que, de hecho, forma parte del antiguo camino Real que se dirigía hacia este santuario. Durante el franquismo se conoció como Calle de los Mártires, y en 1978 se propuso renombrarla Carrer Guilleries. A lo largo de esta calle se conservan varias casas donde aún pueden verse dinteles de piedra de los siglos XVI, XVII y XVIII, testigos de la historia y antigüedad de Osor.

Carrer de França
Casas con dinteles de los siglos XVIII y XIX bordean el pintoresco Carrer de França

Una curiosa historia oral explica el origen del nombre del Carrer de França. A finales del siglo XIX o principios del XX, vivía en esta calle un francés conocido como “l’avi Pierre”, instalado en la casa que hoy se identifica como Can Pones. Por motivos políticos de la época, se dice que pudo colocar la bandera de su país en el balcón, lo que le granjeó cierta simpatía entre los vecinos, que empezaron a llamar a la calle “del Francès”. 

Carrer de França
Imagen antigua del Carrer de França de Osor

Esta calle también nos recuerda una tradición artesanal de Osor ya perdida. En 1926, se trasladó aquí el taller de alpargatas de Lluís Pons, que alternaba este trabajo con el de barbero, y donde ya se había instalado otro artesano, Quimet Espardenyer, en la casa conocida actualmente como Can Lluís. Ambos hacían a mano alpargatas catalanas con suela de yute o cáñamo. Con el tiempo, su hijo Antonio mecanizó el taller, introdujo la producción de suela de goma y llegó a vender al por mayor.

Hornacina de Can Toni


Imagen de San Antonio
Hornacina de Can Toni con imagen de San Antonio, en el Carrer de França

La hornacina de Can Toni, situada en la fachada del Carrer de França, es un testimonio del pasado religioso y decorativo de Osor. En ella puede verse una imagen de San Antonio, patrón de los animales y protector del hogar, enmarcada con decoración de cerámica catalana. Estas hornacinas, habituales entre los siglos XVIII y XIX, se colocaban en las fachadas como signo de devoción y para invocar la protección del santo sobre la familia y sus bienes.

Molí Sarsanedes


Molí Sarsanedes
Maria Sarsanedes pidió permiso para producir electricidad para uso privado

El Molí Sarsanedes se ha conocido también como Molí de Cercenedes, Molí de la Mata, de Mirapeus o d’en Vila, y se tiene constancia de que ya existía en 1746. Está formado por un conjunto de edificios de una planta, construidos en mampostería, piedra y cubierta de baldosa, con aberturas rectangulares enmarcadas en ladrillo. Su importancia histórica va más allá de la arquitectura. En 1910, gracias a la iniciativa de Maria Sarsanedes, se produjo electricidad por primera vez en Osor utilizando la energía hidráulica de este molino.

Molí Sarsanedes
El Molí Sarsanedes produjo por primera vez electricidad en Osor en 1910

En junio de 1911, el concejal Antoni Pons propuso extender el alumbrado público al municipio, instalándose veintidós farolas de doce bujías que funcionaban desde las últimas horas de la tarde hasta la madrugada. No fue hasta 1916 que la electricidad llegó a los domicilios cercanos a la línea, marcando el inicio de la electrificación de Osor. Desde este punto del recorrido deshacemos el camino hasta el Pont Vell y, tras dejar atrás Can Roure, giramos a la izquierda por el Carrer Major.

Pont de Can Vidal


Pont de Can Vidal
Puente medieval de una sola arcada sobre la riera de la Noguerola

Situado entre el Ayuntamiento de Osor y la Iglesia de Sant Pere, encontramos el Pont de Can Vidal, también conocido como Pont de la Noguerola. Este pequeño puente de piedra medieval de una sola arcada, ligeramente apuntada, servía como paso del antiguo camino de Anglès a Sant Hilari Sacalm. Se alza unos 4 metros de altura sobre la riera de la Noguerola y se construyó con piedra, guijarro y mortero. 

Pont de Can Vidal
El Pont de Can Vidal unía por el antiguo camino Anglès con Sant Hilari Sacalm

Como las crónicas indican que tras los terremotos de 1427 y 1430 no quedó ningún puente en pie, su reconstrucción probablemente data de la segunda mitad del siglo XV, aprovechando la estructura de un puente anterior, posiblemente de origen románico. Hoy se encuentra en desuso, pero forma un rincón muy pintoresco que resulta muy fotogénico.

Reloj del Ayuntamiento


Ayuntamiento de Osor
Reloj de 1878 de la empresa Garnier de París, procedente de la estación de Peralada

Nuestra ruta a pie por Osor concluye frente al Ayuntamiento, donde se conserva una singularidad histórica: en la fachada podemos ver un reloj de la empresa Paul Garnier de París, que data de 1878 y proviene de la antigua estación de tren de Perelada, que quedó fuera de servicio a principios de los años 90. En la esfera del reloj podemos ver el escudo de Osor y el nombre de la población.

Qué más ver cerca

Si te apasionan las localidades con historia y encanto, no te pierdas Girona, situada a sólo 27 km de Osor. Su trazado medieval y sus murallas bien valen una escapada. 

BOZAR: El Palais des Beaux-Arts Art Déco de Victor Horta

Bruselas
El edificio se integró en un gran proyecto urbanístico que transformó Mont des Arts
El Palais des Beaux-Arts de Bruselas representa la última gran obra pública de Victor Horta y el único edificio plenamente Art Déco de su trayectoria. Tras la Primera Guerra Mundial, el arquitecto abandonó las formas sinuosas del Art Nouveau que lo habían consagrado y adoptó un lenguaje más sobrio y geométrico, acorde con el espíritu de los nuevos tiempos.

Bruselas
Una de las puertas de entrada con perfil de acero de la Rue Ravenstein

En este edificio monumental, Horta sustituyó los motivos orgánicos por líneas depuradas, simetrías y volúmenes claros, empleando materiales como la piedra azul, el granito o el mármol con una ornamentación contenida. El resultado fue una arquitectura moderna y racional, donde la luz, la proporción y la funcionalidad reemplazaron al ornamento exuberante, marcando así el punto final de su evolución artística y el inicio de una nueva era estética en Bélgica.

Los orígenes del “Palacio de las Artes” 

Palais des Beaux-Arts
Palais des Beaux-Arts proyectado por Alphonse Balat en la Rue de la Régence (1926)

La idea de erigir en Bruselas un “templo dedicado a la música y las artes plásticas” surgió con fuerza en los albores del siglo XX, impulsada por la realeza belga y la élite cultural. Ya en el siglo XIX se pensó en un edificio para grandes conciertos y exposiciones de arte; en 1874 se inauguró el Palais des Beaux-Arts proyectado por Alphonse Balat en la Rue de la Régence, pero pronto fue ocupado por colecciones artísticas y dejó de cumplir su función original. 

BOZAR
Vista de la planta inferior, donde Horta organizó una red de salas y pasillos subterráneos

Varias ubicaciones fueron propuestas en vano, hasta que en 1913 el rey Alberto I y la reina Isabel expresaron al alcalde Adolphe Max su deseo de tener en la ciudad un “Palacio de las Artes” digno de la capital belga. Ese mismo año, el arquitecto François Malfait presentó un diseño de estilo clásico para un complejo en la recién trazada Rue Ravenstein, pero la I Guerra Mundial detuvo las obras. 

Escalera de acceso a uno de los niveles inferiores

Terminada la contienda, el proyecto volvió a cobrar vida en 1919 bajo el auspicio del ministro Édouard Anseele y del influyente senador socialista Émile Vinck. Vinck, conocedor de la obra de Victor Horta, invitó al arquitecto a asumir la dirección del nuevo “Palacio de las Artes”, desechando así la propuesta del arquitecto público Georges Hano. La ciudad cedió generosamente un terreno irregular entre la Rue Royale, la Rue Ravenstein, la Rue Terarken y la Rue de la Bibliothèque (hoy Rue Baron Horta).

Rue Baron Horta
Rue Baron Horta. Fuente "Najade", obra del escultor Jacques Marin (c. 1920)

En 1920, el gobierno solicitó al Parlamento fondos para la obra, pero la crisis económica de posguerra llevó al Senado a recortar el crédito a 100.000 francos. Finalmente, el propio Émile Vinck promovió la creación de una asociación privada, combinando apoyo público y privado para financiar la construcción. En abril de 1922, la nueva sociedad —presidida por el burgomaestre Adolphe Max, con miembros como el banquero melómano Henry Le Bœuf y el propio Vinck— dio luz verde al inicio de las obras.

Victor Horta y el estilo Art Déco


Pabellón Belga de la Exposición Internacional de Artes Decorativas de París (1925)

Victor Horta (1861-1947), célebre creador belga del Art Nouveau, afrontó este ambicioso encargo con una visión moderna. Después de la guerra su estilo derivó hacia formas geométricas que anticipan el Art Déco: ya lo había demostrado en 1925 en el Pabellón Belga de la Exposición Internacional de Artes Decorativas de París, donde utilizó un lenguaje abstracto inspirador (con ecos de Frank Lloyd Wright y hasta de arquitectura minoica o maya).

Palais des Beaux-Arts
Este complejo de salas de exposiciones y conciertos fue diseñado por el arquitecto Victor Horta

En el Palais des Beaux-Arts también introdujo esa ornamentación geométrica en las fachadas, combinándola con elementos clásicos como las imponentes columnas dóricas de la rotonda de entrada. Aunque fue criticado por los arquitectos de vanguardia —que veían sus formas como tradicionales—, la modernidad del proyecto se percibe en su programa mixto y en los materiales elegidos.

Acceso a las plantas inferiores donde se encuentran las salas de conciertos

Horta concibió el edificio como una “Ciudad de las Artes” en miniatura: un complejo cultural con dos grandes áreas complementarias. Por un lado, diseñó un centro de espectáculos con una gran sala de conciertos, una sala de música de cámara y una sala de proyecciones cinematográficas. Por otro lado, destinó la mitad del edificio a un centro de exposiciones artísticas con varias salas: una sala para escultura monumental, dos circuitos expositivos amplios para pintura y escultura, un circuito menor para fotografía y una gran sala para las artes decorativas.

Palais des Beaux-Arts
Eje de circulación interior que conecta las principales salas de conciertos del Palais des Beaux-Arts

A todo ello sumó oficinas, restaurantes, espacios de recepción y comercios integrados en la fachada. Esta estructura de música y exposiciones plásticas era inédita en Europa, semejante en cierto modo a los centros culturales utópicos de la época, y reflejaba la idea de un lugar donde las diferentes artes convergieran con una cierta dimensión social.

Desafíos de diseño para Victor Horta


Los niveles son casi invisible gracias a las numerosas salas subterráneas

El emplazamiento en el Mont des Arts presentaba retos colosales. El solar de forma irregular tenía unos 8.000 m² y una pendiente pronunciada entre la calle más alta de la Rue Royale y la más baja de la Rue Terarken. Justo a media altura se cruzaba con la nueva Rue Ravenstein (construida sobre una plataforma de hormigón entre 1911 y 1913), de modo que el edificio debía articularse en tres niveles diferentes

Espacios de descanso que rodean la Gran Sala de Conciertos

Además, la normativa urbanística imponía una serie de límites: había una servidumbre visual que protegía la vista desde el Palacio Real hacia el barrio bajo, lo que prohibía cualquier construcción que superara su altura. Por si fuera poco, el Ayuntamiento exigió que se habilitaran locales comerciales a lo largo de la Rue Ravenstein, para dinamizar aquel sector aún poco desarrollado y obtener a cambio renta por los arrendamientos.

Puerta de entrada con vidriera de diseño geométrico al Salón Real

Horta resolvió este panorama con gran ingenio: desarrolló cinco versiones del proyecto entre 1919 y 1922, siempre acomodando el complejo a la topografía. El edificio explotaba al máximo las cotas del terreno: preveía nada menos que seis entradas diferentes en distintos niveles (Rue Terarken, Rue de la Bibliothèque, Rue Villa Hermosa, Rue Ravenstein y Rue Royale). Las entradas principales, de carácter monumental, se ubicarían en la Rue Ravenstein y la Rue Royale, cada una enmarcada por un pórtico tetrástilo de columnas dóricas

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El Salón Real estaba reservado originalmente para la familia real y personalidades invitadas

En el interior, un gran eje de circulación conectaba esas entradas entre sí, recorriendo todos los circuitos de exposición y pasando junto a la sala de conciertos. De este modo, Horta logró integrar armoniosamente el edificio en una geografía compleja, como una “Ciudad de las Artes” escalonada en la ladera. Aun así, hubo concesiones: un gran vestíbulo real comunicaba la entrada de honor con el Palco Real.

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Palco Real, situado frente al escenario, símbolo del esplendor y la elegancia del auditorio

Como anécdota, se proyectó incluso una pequeña entrada privada para el monarca, que daba acceso al Salón Real y al Palco Real frente al escenario. El resultado fue una silueta masiva, pero sin exceder las alturas límites: las fachadas conservaban la elegancia neoclásica dominante en el barrio del Palacio Real, enriquecida con elementos decorativos Art Déco. La planta intermedia, accesible desde la Rue Ravenstein, alberga la entrada principal y el gran vestíbulo que distribuye el flujo de visitantes hacia las distintas salas del Palais des Beaux-Arts.

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Gran vestíbulo de acceso por la Rue Ravenstein

En este espacio se colocó en 1936 el monumento a Henry Le Bœuf, decorado con dos figuras de bronce esculpido por Victor Rousseau, como homenaje al impulsor de la institución. Este hall monumental, concebido como un punto de encuentro entre las artes y el público, se mantiene de acceso libre, fiel al espíritu democrático que inspiró a Horta y a los fundadores del edificio.

Gran Sala de Conciertos


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Vista del escenario y el órgano de la Gran Sala de Conciertos de BOZAR

La Gran Sala de Conciertos (aprox. 1.200 m²), con su planta ovalada, su acústica cuidadosamente estudiada y sus planos inclinados, fue diseñada con una capacidad para 2.200 espectadores e inaugurada en 1929. Horta la concibió muy abierta y escultórica, respondiendo a exigencias económicas —una cantidad mínima de espectadores para cubrir costos— y artísticas —que el público rodeara al intérprete, según deseaba el violinista Eugène Ysaÿe—. 

Gran Sala de Conciertos
Interior de la Gran Sala de Conciertos, concebida por Horta como un espacio envolvente

Ocupaba la mitad sur y toda la altura del edificio, con una escalera cuadrada al norte, y fue bautizada como Salle Henry Le Bœuf en honor al mecenas que impulsó el proyecto. Su forma ovoide se articulaba en una platea y tres niveles de graderíos (balcón, palcos y galería), presididos en el centro por el Palco Real. El techo abovedado, con una parte central acristalada y calada decorativamente, contribuía tanto a la luminosidad como a la calidad acústica.

Busto de Victor Horta (1950)
Busto de Victor Horta obra de Adolphe Wansart, en el vestíbulo de la Gran Sala de Conciertos (1950)

El gran órgano, instalado por la firma J. Stevens de Duffel, completaba la majestuosa composición del escenario. En 1976, la sala fue remodelada por los arquitectos E. de Felici y R. Delers, que actualizaron su estructura sin alterar su carácter original. Alrededor del auditorio, amplios pasillos de circulación con planos inclinados facilitaban el acceso a los diferentes niveles. En el vestíbulo de la sala principal de conciertos se erigió, en 1950, el monumento a Victor Horta, con un busto esculpido por Adolphe Wansart, como homenaje al genio que concibió este emblemático espacio del arte y la música en Bruselas.

Sala de Esculturas: el espacio expositivo de BOZAR 

Hall Horta
Gran bóveda de cristal del Hall Horta, antigua Sala de Esculturas del Palais des Beaux-Arts

La Sala de Esculturas fue uno de los espacios más impresionantes del Palais des Beaux-Arts. Concebida por Horta como una sala de cinco naves y dos niveles, estaba cubierta por una gran bóveda de cristal sostenida por una estructura de hormigón armado, lo que permitía una iluminación natural tamizada y una sensación de amplitud monumental. Su destino original era acoger las obras de escultura de gran formato, integrando la luz, la escala y el movimiento del visitante en una experiencia arquitectónica única. 

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Las exposiciones siguen siendo uno de las principales actividades de BOZAR

Apenas dos semanas después de la inauguración del edificio, el 18 de mayo de 1928, la sala de alrededor de 1.900 m² fue estrenada por los Ballets Rusos de Sergei Diaghilev con una representación de La Sílfide, un acontecimiento que subrayó la versatilidad del espacio. Poco después, tras la exposición dedicada al escultor Antoine Bourdelle, la gran sala dejó de utilizarse para exhibiciones de escultura monumental y comenzó a acoger eventos culturales y sociales de todo tipo. 

Una amplia escalera y un atrio columnado conecta con las salas expositivas

Desde el célebre Banquete Ensor durante la inauguración de su exposición el 10 de febrero de 1929, hasta fastuosos salones del automóvil organizados por General Motors, que transformaron el recinto en un escenario de modernidad y prestigio. Entre 1969 y 1971, el espacio experimentó una profunda transformación bajo la dirección del arquitecto Lucien Baucher, que lo convirtió en una sala de exposiciones polivalente

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Sala con columnas del actual espacio expositivo, antiguas salas de Arte

Para ello, instaló un podio metálico desmontable y un sistema de galerías y pasarelas que conectaban con una amplia escalera hacia las tres salas de Arte Monumental, mientras que la planta superior quedaba flanqueada por la Gran Galería. Esta remodelación, pensada para adaptarse a las nuevas formas de arte contemporáneo, modificó profundamente la percepción del volumen original, pero mantuvo el carácter dinámico y escénico que Horta había concebido desde el principio: un espacio vivo, capaz de transformarse al ritmo de las artes y de la ciudad. 

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Algunas de las barandillas interiores son originales de 1928 y muestran el estilo Art Déco

Desde el comienzo, Horta se inspiró en la idea de una asociación de entidades artísticas. Cada arte (música, pintura, escultura, arquitectura, artes decorativas) tendría su espacio propio y hasta su entrada particular. Esta visión multifuncional dotaba al Palais des Beaux-Arts de Bruselas de un carácter único: no era solo un museo ni solo un teatro, sino un híbrido de centro cultural en el que artes plásticas y artes escénicas convivían bajo el mismo techo.

Evolución del proyecto


Victor Horta diseñó los planos del Palacio de Bellas Artes poco después de la I Guerra Mundial

Tras firmar el contrato con el Ministerio de Obras Públicas en noviembre de 1919, Horta presentó los primeros planos y los fue perfeccionando durante el permiso de obra. Inicialmente, propuso en la Rue Ravenstein un acceso triangular de gran amplitud, pero el Ayuntamiento rechazó en 1920 esa solución por razones urbanísticas. En respuesta, Horta dividió la entrada monumental en dos accesos menores: uno en la Rue de la Bibliothèque para las salas de exposición y otro en la Rue Ravenstein para la sala de conciertos.

Las obras del Palais des Beaux-Arts de Bruselas comenzaron a principios de 1923

En esa tercera versión del proyecto quedó más clara la estructura bipolar del edificio: la sala de conciertos, que antes era central, se movió hacia la esquina noreste, mientras que la Sala de Esculturas quedaba junto a ella, separada por un gran vestíbulo. Durante la construcción hubo varias tensiones. En 1923, al empezar las obras, el industrial Armand Blaton (encargado del edificio) insistió en que toda la estructura se hiciera con hormigón armado, a diferencia de lo previsto por Horta que pensaba en utilizar acero en la sala de conciertos. 

Monumento a Henry Le Bœuf
Monumento a Henry Le Bœuf, con dos figuras de bronce esculpidas por Victor Rousseau en 1936

Horta cedió y aprovechó el cambio para rediseñar por completo el auditorio. Este conflicto fue solo una de las decisiones críticas durante el proceso: el mecenas Henry Le Bœuf, desde 1921, exigió estudios comparativos de acústica basados en salas europeas y pidió la opinión de expertos (finalmente el francés Gustave Lyon dio su visto bueno en 1925). También hubo disputas con el Senado por los sobrecostes: la obra se estimó finalmente en 25 millones de francos

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La antigua Sala de Esculturas se ha convertido en el Hall Horta

Horta negoció su honorario varias veces, invocando el enorme desafío técnico que tuvo que afrontar (acondicionamiento de cimientos, contención del terreno y de las construcciones vecinas, drenaje de aguas pluviales, etc.). A pesar de las previsiones iniciales de terminar en 1920, la construcción tardó 7 años desde la obtención del permiso hasta la finalización de la sala de conciertos, debido precisamente a estas complejidades del terreno inclinado.

Materiales y decoración Art Déco


BOZAR: El Palais des Beaux-Arts
Juego de volúmenes y relieves simétricos que aportan ritmo y sobriedad al conjunto exterior

La elección de materiales fue otra revolución. Horta apostó por el hormigón para la estructura. Inicialmente, quería dejarlo a la vista para mostrar su “honestidad”, emulando su propia práctica en el Art Nouveau de no ocultar los materiales. Una audacia para los años 20, pues la mayoría de los arquitectos modernistas revestían sus muros con estuco para ocultarlo. Sin embargo, las imperfecciones del hormigón de entonces lo llevaron a recubrir las fachadas con un fino enlucido blanco, lo que disimuló el gris original.

Interiores sobrios y refinados donde luce con maestría el parqué de madera en espiga

En el interior sí se utilizaron acabados de forma más lujosa. Horta pintó las salas con tonos ocres y dorados (colores que hoy prácticamente han desaparecido), armonizados con los suelos de mármol en la Sala de Esculturas, en el Salón Real y en los pasillos del palco; con parqué de madera en espiga en las salas de exposiciones; e incluso con una combinación de granito y resina imitación mármol en las rampas y pasillos de la sala de conciertos. 

Diseño geométrico
Vidriera de diseño geométrico Art Déco

Todos estos detalles ornamentales, junto a las esculturas y pinturas que se incorporaron después, daban al Palais des Beaux-Arts de Bruselas un ambiente rico y acogedor, demostrando la intención de Horta de integrar la arquitectura y la decoración en una experiencia unificada. La fachada principal de la Rue Ravenstein (tras varios cambios de proyecto) terminó mostrándose en estilo Art Déco sobrio: vanos rectangulares regulares, algunos bajorrelieves geométricos y las elegantes columnas dóricas que flanquean la entrada mayor y que comunican con la columnata curvada del vestíbulo interior.

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Horta cambió las líneas onduladas del Art Nouveau por las líneas geométricas del Art Déco

El conjunto conserva la simetría y majestuosidad que se esperaba en aquel entorno señorial, pero aporta modernidad en el uso del espacio y de la luz cenital (a través de los patios interiores) en las salas de exhibición. En suma, el Palais des Beaux-Arts se convirtió en un claro ejemplo del Art Déco en Bruselas, aun bajo la firma de un arquitecto famoso por el Art Nouveau; su geometría estricta y su monumentalidad elegante anunciaban la arquitectura moderna inmediata mientras rendían homenaje a la tradición clásica de la ciudad.

La Rotonda monumental


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Este espacio se ha transformado en la actual Rotonde Suzanne Bertouille

En el extremo de la fachada, sobre la entrada principal, Victor Horta concibió una de las piezas más elegantes y emblemáticas del Palais des Beaux-Arts: la Rotonda monumental. Diseñada inicialmente como salón de té, fue pensada como un espacio de descanso y sociabilidad, donde el público pudiera prolongar su experiencia artística en un ambiente refinado. Su perímetro circular, marcado por una sucesión de columnas adosadas, crea un efecto rítmico que acompaña las escaleras curvas situadas a ambos lados de la entrada. 

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Este espacio circular iluminado por un gran ventanal fue concebido como salón de descanso

El conjunto está rematado con un techo imponente de ocho metros de altura y una gran lámpara de araña central, que inunda de luz y elegancia el espacio. En la actualidad, la Rotonda Suzanne Bertouille se utiliza como salón para banquetes, permitiendo celebrar eventos y recepciones en uno de los espacios más distinguidos concebidos por Horta en el Palais des Beaux-Arts. 

BOZAR
La rotonda del extremo izquierdo de la fachada, sirve de entrada a BOZAR

La fachada exterior, de composición alargada y ligeramente angular, está decorada con una ornamentación geométrica basada en patrones simétricos y en la acentuación del relieve, elementos característicos del lenguaje decorativo de Horta en su etapa final. El equilibrio entre la sobriedad y la monumentalidad se refuerza por la disposición arquitectónica: la fachada luce una rotonda esquinera en el extremo izquierdo y una torre angular cuadrada en el extremo derecho, que enmarca la fachada del edificio. 

BOZAR: El Palais des Beaux-Arts
Detalles geométricos de la fachada en piedra azul, ejemplo Art Déco de Victor Horta

El revestimiento de piedra azul de gran tamaño, cuidadosamente labrada, confiere al conjunto un aire solemne y robusto, mientras que el granito, utilizado con discreción en los marcos de las ventanas y en los alféizares de la planta superior, añade un matiz de refinamiento. En la rotonda, el uso de granito pulido, flanqueado por pesadas pilastras y dividido en tres tramos verticales, subraya la idea de orden y equilibrio que impregna todo el edificio.

El Palais des Beaux-Arts abre sus puertas y evoluciona


La reina Isabel y el rey Alberto I en el Palais des Beaux-Arts de Bruselas

Pese a los retrasos, el Palais des Beaux-Arts se inauguró oficialmente el 4 de mayo de 1928, en presencia de la familia real y numerosos dignatarios. Desde entonces, cobró rápido prestigio internacional como foro cultural de primer orden. El complejo funcionó durante décadas con esa doble misión artística: por un lado, se ofrecían conciertos sinfónicos y recitales en sus auditorios; por otro, se organizaban grandes exposiciones de pintura, escultura, artes aplicadas y fotografía en sus salas dedicadas. 

Art Déco Bruselas
Lámpara de techo con diseño geométrico que evoca las líneas del estilo Art Déco

El propio Henry Le Bœuf, administrador delegado de la sociedad gestora, aseguraba llevar una programación ambiciosa y variada. A mediados del siglo XX, el Palais des Beaux-Arts de Bruselas sufrió transformaciones importantes. Entre 1956 y 1959, Constantin Brodzki y Corneille Hannoset adaptaron el antiguo Studio en una sala de proyección de cine con el nombre Cinématek, con graderíos inclinados y cabina de proyección adaptada al color. 

Palais des Beaux-Arts
Entrada con diseño geométrico en la Rue Baron Horta

Más tarde, en 1962, se creó formalmente el Museo del Cine (Congrès du Cinéma), que en 1967 ocupó la gran Sala de Artes Decorativas. Este museo contaba inicialmente con una sala de cine (ampliada a dos en 1982) y disponía incluso de una entrada propia en la Rue Baron Horta. La adaptación cinematográfica supuso una ruptura con la concepción original de Horta: se desmontaron los decorados de la Sala de Artes Decorativas para instalar la exposición permanente del museo. 

Bruselas
Motivos lineales y ángulos marcados en la fachada de la Rue Baron Horta

El proyecto ganador, de los arquitectos Lucien Jacques Baucher, Michel Draps y Marc Libois, propuso en 1971 la construcción de un “foro” modular en la Sala de Esculturas, con estructura tubular de acero y asientos móviles. Este foro, instalado a partir de 1969, se convirtió en un espacio polivalente de menor tamaño (uso de madera y metal tubular similar al Centre Pompidou de París) que alojó debates, performances y conciertos improvisados. 

BOZAR
Este guardarropa con reminiscencias antiguas nos recuerda el uso de sombreros y bastón

Sin embargo, su colocación fragmentó la volumetría original del pabellón de Horta, tapando gran parte de la sala. Con el tiempo, la multiplicidad de asociaciones culturales que trabajaban dentro del Palais des Beaux-Arts de Bruselas llevó a una excesiva compartimentación interna: para mediados de los 90 ya eran evidentes filtraciones de agua, lejanía entre espacios y deterioro del patrimonio original.

El renacimiento de Bozar 

Exposiciones
Interior de una exposición en BOZAR

Ante las dificultades financieras y de gestión, el Palais des Beaux-Arts de Bruselas pasó a depender del Estado belga a partir de 1971. En 1984 la gestión se convirtió en organismo público y en 1999 el complejo adoptó formalmente la denominación BOZAR (abreviatura fonética de Beaux-Arts). A partir de 2004 se emprendió un ambicioso plan de restauración dirigido por la arquitecta Barbara Van der Wee, con el objetivo de recomponer los espacios originales de 1928 y al mismo tiempo actualizar el edificio a las normas actuales. 

BOZAR
Techo sinuoso con domo central y moldura luminosa que resalta la amplitud del auditorio

Así, el «foro» añadido en la Sala de Esculturas fue desmantelado, recuperando su volumen de crucero. Se trasladaron las oficinas (incluida la Cinemateca) fuera del edificio principal, liberando toda el ala este. En el remodelado, la Sala de Artes Decorativas volvió a ser una sala diáfana con sus columnas vistas y se añadieron dos salas de cine subterráneas

Sala de Conciertos
Vista del auditorio con sus niveles escalonados y el emblemático Palco Real frente al escenario

Otros trabajos incluyeron la restauración de los dos circuitos expositivos de Horta (los recorridos por la Rue Ravenstein y por la Rue Royale). Se integró la luz natural en techo y sistemas de climatización invisibles para adaptarlos a exigencias museísticas. El nivel comercial de la Rue Ravenstein fue ocupado por el Café Victor, un moderno café cultural proyectado por Robbrecht & Daem, devolviendo al lugar su vocación social original. 

BOZAR
El Palacio de Bellas Artes es el único testimonio importante del último periodo de Horta

Se repintó la rotonda cercana a la entrada de la Rue Royale en sus tonos ocres originales, y se recuperaron los techos planos de las alas a lo largo de la Rue Ravenstein y Baron Horta (que Horta concibió como salas al aire libre). Gracias a estas intervenciones, hoy el Bozar luce en gran medida la visión de Horta: la monumental circulación central que atraviesa el edificio y une las exposiciones con los conciertos.

BOZAR
Escalera de acceso a la actual Rotonde Suzanne Bertouille

Los materiales originales (columnas de mármol, escalones de piedra) se han restaurado, y la riqueza de los espacios interiores ha quedado de nuevo a la vista. El “Palacio de las Artes” de Horta se mantiene como un referente del Art Déco belga, mientras sirve de escenario cultural completo donde conviven conciertos, exposiciones y conferencias, exactamente como sus promotores imaginaron hace más de un siglo.

Más información: BOZAR. Dirección: Rue Ravenstein 23, 1000 Bruselas. Teléfono: +32 (0)250 78 430. Web: BOZAR.

Comer en Bozar Café Victor


Bozar Café Victor
Interior del Bozar Café Victor

En la planta baja del Palais des Beaux-Arts, se encuentra el Bozar Café Victor, un espacio donde el arte, la arquitectura y la gastronomía dialogan con naturalidad. Este café-restaurante ocupa el local de la antigua librería del Palais des Beaux-Arts, transformado por los prestigiosos arquitectos Robbrecht & Daem, especialistas en intervenir con respeto en edificios históricos. Lejos de considerar las limitaciones de un monumento protegido como un obstáculo, los arquitectos las interpretaron como un punto de partida para crear un entorno en perfecta sintonía con la obra de Victor Horta

Bruselas
Elegancia en negro, verde y dorado que evoca la sofisticación Art Déco

El resultado es un universo arquitectónico íntimo y moderno, donde cada detalle remite a la estética original del edificio. El interior combina materiales nobles y referencias directas al lenguaje de Horta: el granito verde y los asientos de cuero evocan el linóleo y el granito que el maestro integró en los pasillos del Palais des Beaux-Arts. En el suelo, los círculos de granito reproducen un pequeño planetario simbólico de amaneceres y atardeceres, mientras las lámparas redondas, los espejos circulares y las mesas grabadas en latón con motivos de instrumentos musicales convierten cada detalle en una obra de arte funcional.

Bozar Café Victor
Ensalada César con pollo de granja cocinado a baja temperatura (26’2 €)

El Café Victor es hoy un vibrante punto de encuentro en el corazón de Bruselas, frecuentado tanto por visitantes de exposiciones y conciertos como por quienes buscan disfrutar de una pausa gastronómica en un entorno excepcional. Dispone de un acogedor comedor interior y de una terraza a pie de calle, donde tuve ocasión de degustar una ensalada César con pollo de granja cocinado a baja temperatura (26,20 €). Bozar Café Victor prolonga el espíritu del Palais des Beaux-Arts: un lugar donde las artes —plásticas, escénicas y culinarias— se viven también a través de los sentidos.

Más información: Bozar Café Victor. Dirección: Rue Ravenstein 23, 1000 Bruselas. Teléfono: +32 (0) 22 131 919. Web: Bozar Café Victor.   

Toda la información generada en redes sociales durante mi viaje a Bruselas, puede consultarse a través del hashtag #PDBruselas

Qué más ver cerca

A poco más de dos kilómetros se encuentra otro icono del diseño y la arquitectura de los años 30: el edificio Flagey, la “fábrica del sonido” de Bruselas. Este edificio Art Déco, originalmente sede del Instituto Nacional Belga de Radiodifusión (INR), sobresale por su fachada de ladrillo amarillo y sus estudios diseñados con precisión técnica para la radiodifusión.

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