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3 Lugares para dormir ¡extraordinarios!

Experiencias rocambolescas hemos vivido todos los viajeros, alguna que otra vez, a la hora de conciliar el sueño fuera de casa. Hoy os traigo tres lugares recomendables para dormir, que bien valen por si solos un viaje y que con sólo una noche no tendréis bastante.


1.- Dormir en un faro
En la Reserva natural de Bjuröklubb, situada en la región de Västerbotten, en la Laponia sueca, se encuentran reunidos los ingredientes propicios para disfrutar de una singular estancia. Vistas espectaculares, acantilados al borde del mar, playas de guijarros y deliciosos bosques con puntos de observación de aves, son el reclamo perfecto para disfrutar de un sinfín de actividades al aire libre. Aquí la naturaleza entra de lleno en el interior del visitante llenando de matices el aire, la vista y el oído. Se huele la sal del mar, se escucha el azote del viento y se contempla tonalidades de cielo inimaginables. En el cercano Café Fyren; un restaurante encantador que proporciona un ambiente acogedor y buena cocina realizada con esmero, se puede sumar al paladar todas las bonanzas de Suecia. Pero para todos los que llegan hasta Bjuröklubb, uno de los puntos más orientales del país, la estrella indiscutible es el Bjuröklubbs Fyr, el faro construido en 1859. La construcción está pintada en amarillo como si de un homenaje a la luz se tratara. Ubicado a 50 metros de altitud sobre el mar, en una pequeña península, las vistas panorámicas alcanzan su mayor esplendor durante el Sol de Medianoche, cuando cercano el crepúsculo, la luz y el color siguen siendo los protagonistas. Cuando llegado el momento sea la hora de cerrar las ojos, el faro seguirá presente en nuestros sentidos, a través del sonido de las olas y del mar, en ocasiones bravo y enfurecido, en otras suave y atemperado.


Más información: Bjuröklubb. Tiene capacidad para 8 personas distribuidas en cuatro habitaciones. Posee además una cocina y un baño completamente equipados, un salón comedor con vistas al mar y prismáticos disponibles para la observación del entorno. Es posible alquilar el uso de todo el faro por aproximadamente 1.200 KR (133 €). Tanto el restaurante como el faro están equipados con plataformas para facilitar el acceso a las personas en sillas de ruedas.


Toda la información generada en Redes Sociales sobre el Blogtrip a Laponia Sueca, se puede consultar con el hashtag #LaponiaSueca.



2.- Dormir en un iglú
También en Laponia, pero esta vez en la región de Saariselkä que pertenece a Finlandia, existe un lugar donde es posible contemplar las auroras boreales desde el confort y el calor de una cómoda cama. Se trata de los iglús de cristal de Igloo Village Kakslauttanen un complejo pensado para disfrutar y cazar auroras boreales cómodamente. Kakslauttanen está situado a 35 Km. del aeropuerto de Ivalo y aunque el paisaje nevado pueda hacerte pensar que estás en medio de la nada, la verdad es que estás a los pies de la colina Kaunispäa, al borde de un lago y junto a un río, que proporcionan un amplio abanico de posibilidades y de actividades de ocio al aire libre. La naturaleza salvaje que te rodea, se manifiesta en todo su esplendor cuando el cielo se tiñe de halos de luz de colores brillantes y tus pies crujen bajo la nieve, con el único sonido de tu corazón latiendo fuertemente y envolviéndolo todo. Nos encontramos al norte del Círculo Polar Ártico, la probabilidad de coincidir con el fenómeno de la aurora boreal, en la época adecuada, es alta. La ventaja de dormir en un iglú de cristal es que duermes bajo las estrellas sin importar el frío del exterior; ideal si no quieres pasar penurias y para contemplar el espectáculo nocturno todo el tiempo que quieras.


Más información: El Hotel & Igloo Village Kakslauttanen dispone de 20 iglús de cristal transparente (son especiales para impedir que el calor interior los empañe) con capacidad para dos personas. Cada iglú dispone de un pequeño baño con cristales velados para no ser visto en esa zona íntima. El coste de una noche oscila entre 170 y 224 € por persona, según la temporada. El complejo dispone de otros tipos de alojamientos y ofrece excursiones y actividades tanto en verano como en invierno.


3.- Dormir en la selva
Muchos pensarán que dormir en la selva es tan fácil como plantar la tienda de campaña o montar un campamento y solucionado el problema, pero desde que viví la experiencia en Laos, lo que tu estás pensando es concretamente “dormir en una tienda de campaña en la selva” y yo lo que quiero explicarte es la diferencia que hay en “dormir en la selva”. Para ello Kamu Lodge ha preparado una veintena de enormes tiendas de campaña que quedan integradas en la selva. Para ello han realizado una cubierta con hojas que camufla la estructura, el agua caliente se obtiene de paneles solares y se ha respetado al máximo el entorno. Numerosos y amplios ventanales realizados con mosquiteras permiten que el sonido de los animales y el olor de la selva esté latente en el interior de las tiendas. Así se evitan posibles encontronazos con insectos de esos que aterrorizan a las chicas sin quedarnos con el cri-cri nocturno de la orquesta filarmónica de la selva. Complementan tan sonora experiencia un especial cuidado por los detalles de la acomodación. Cada tienda dispone de muebles tradicionales rústicos realizados en bambú y madera que ofrecen desde un rincón de relax en el porche hasta la mejor comodidad posible para el dormitorio y el baño. El ambiente que se respira en este tipo de alojamiento es el del viajero decimonónico, en plena excavación arqueológica. Aquí me sentí intrépida viajera, seguramente a causa de la Lao Beer ( a 2 $ la lata).


Más información: A Kamu Lodge sólo se puede llegar a través del río Mekong. Ofrece trabajo y vías de desarrollo del poblado Kamu que se encuentra en sus inmediaciones. Es posible realizar algunas actividades como plantar arroz, pescar en el río o ir en busca de oro. El precio de la estancia por noche ronda los 84 € por persona.

Paseo por el Mekong


Hay sensaciones que son difíciles de explicar, como por ejemplo: qué se experimenta cuando el roce del viento acaricia nuestra piel, en un día de temperatura templada y agradable. Atravesar el río Mekong en una embarcación a poca velocidad, asegura ese instante de comunión entre el viento y nuestra piel. Durante la travesía por uno de los ríos más largos de Asia, las altas montañas situadas en ambas orillas, flanquean el perfil del camino. 

La panorámica está cuajada de diferentes especies de plantas arbóreas: teka, palmeras, bambú... tapizan por doquier cada centímetro del suelo. La vida salvaje apenas se vislumbra protegida por la espesura, pero si apagamos el motor de la embarcación, se oye nítidamente esa macedonia de sonidos que habitan en los bosques y en las selvas vírgenes de cualquier parte del mundo. Aves, insectos, monos.... trinan, cacarean, susurran, crepitan, cantan, vibran, aúllan... es el hilo musical de la naturaleza y acompaña cualquier paseo río abajo. Desearéis apagar los motores y detener el tiempo para poder disfrutar del concierto de la Madre Tierra y del paisaje que se abre ante vuestros ojos.

En agosto es época de lluvias en Laos y el cielo permanece moteado por inmensas nubes blancas. En los pequeños espacios donde puede observarse el cielo, éste es de un azul intenso, tan limpio y nítido como puede llegar a ser el lugar donde moran los Dioses del Olimpo. Imaginaros un lienzo con una tonalidad azul en lo alto, verde en el medio y café con leche en la parte de abajo; tenéis ante vosotros, los colores del horizonte del Mekong, y nunca diríais de su belleza al imaginar ¡un caudal de agua cobriza!. 

Este enorme río que nace en el Tíbet y que recorre pausadamente 4.350 kilómetros entre Laos, Myanmar, Tailandia y Camboya, debería tener bandera propia: tres franjas azul, verde y marrón que representaran al Mekong fuera de sus fronteras. Porque aquí la vida tiene sus propias reglas, sus “ciudadanos” son capaces de vadear, pescar y sobrevivir por muy duras que sean las condiciones que impongan las aguas.

Si se tiene la fortuna de navegar por este río a primera hora de la mañana, una etérea niebla corona las cimas de colinas y montañas más altas. La blanca aureola celestial desaparecerá a medida que avancen las horas y así, con la misma sutileza prosigue nuestra embarcación recorriendo el Mekong y algunas de las pequeñas poblaciones que salpican sus márgenes. Algunas dedicadas a la elaboración y venta de Lao Kao; un vino de arroz de buen sabor y mejor pronóstico que es elaborado artesanalmente. Las botellas de alcohol de arroz comparten espacio en la destilería laosiana con otras botellas de exóticos licores, donde escorpiones y serpientes son macerados en su interior, pero ésto es el inicio de otra buena historia para contar otro día.

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