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La Ruta del Cister es un triángulo con corazón en Montblanc

La Ruta del Cister
La Ruta del Cister comprende el Monestir de Poblet, Santes Creus y Vallbona de les Monges

La Ruta del Cister se localiza en un triángulo isósceles imaginario situado en Catalunya. Sus tres vértices principales señalan los tres grandes monasterios medievales cistercienses. La Ruta del Cister engloba además la cultura, tradiciones y paisaje de 65 municipios de las comarcas del Alt Camp y Conca de Barberà en Tarragona y de la comarca del Urgell en Lleida. 

Viñedos, olivos y almendros serán una constante en el paisaje y también en los productos de los platos más típicos de la gastronomía que se puede disfrutar en sus restaurantes. En el corazón de esta ruta, se eleva con orgullo, la legendaria ciudad de Montblanc de la que podéis descubrir mis 25 sugerencias para conocerla a fondo. Montblanc es un buen lugar para tomar como base de operaciones si se quieren visitar con detenimiento los monasterios que componen La Ruta del Cister en Catalunya:

Monasterio de Poblet


La Ruta del Cister
Panteón de los reyes de la Corona de Aragón

El Monasterio cisterciense de Santa María de Poblet sigue en la actualidad con su vida monástica en activo. Es además de un centro de espiritualidad y un centro cultural, el Panteón de los reyes de la Corona de Aragón. Destaca un importante legado gótico y bellas muestras románicas. No hay que perderse la Capilla de Sant Esteve, la sala capitular y el claustro de la abadía con su pequeño pabellón dotado de una fuente de época románica del siglo XII. Puedes leer más sobre mi visita al Monestir de Poblet, aquí

Monasterio de Santes Creus


La Ruta del Cister
La decoración del claustro se aleja de las reglas de la orden cisterciense

Antiguo e importante monasterio cisterciense, obra de transición al gótico, que ha conservado bellas muestras románicas, como diversas portadas y ventanales. Destaca el templete octogonal del gran claustro gótico, los espectaculares sepulcros reales de la Corona de Aragón y las vidrieras góticas del siglo XIV con escenas de la Biblia de la Iglesia de Santa María. Puedes leer más sobre mi visita al Monasterio de Santes Creus, aquí

Monasterio de Vallbona de les Monges


La Ruta del Cister
La Sala Capitular del Monasterio de Vallbona de les Monges conserva hermosas vidrieras

El Monasterio de Santa María de Vallbona de les Monges es un monasterio cisterciense femenino aún en activo. El importante conjunto monástico es una obra de transición al gótico, aunque quedan restos de época románica en el ábside, la puerta del crucero norte que también ha conservado un bello relieve de tema mariano y en las alas sur y este de su magnífico claustro. Puedes leer más sobre mi visita al Monasterio de Vallbona de les Monges, aquí

Cada monasterio de la Ruta del Cister es distinto, pero están unidos por una práctica que se pierde en los siglos. Estas abadías conservan rincones que vale la pena visitar tranquilamente, poco a poco.

El estilo cisterciense


La Ruta del Cister
En la arquitectura cisterciense la sobriedad y la luz son elementos imprescindibles

Después de la reconquista de Toledo en el año 1085 por Alfonso VI de León; crece por toda España un estilo románico exuberante en sus líneas escultóricas. La proliferación de formas hará exclamar al monje Bernardo de Claraval (un personaje muy influyente en su época) que se debía apostar por un estilo más sobrio, donde predominara la arquitectura sobre la escultura

Así nació el estilo cisterciense, donde la línea recta y la luz son las verdaderas protagonistas. Los espacios arquitectónicos bien depurados tienen escasos elementos decorativos. Esta austeridad extrema, incrementa los juegos misteriosos de luces y sombras del interior de los templos. Gracias a los grandes ventanales y a los arcos apuntados que hacían posible su proliferación, las iglesias estarán cada vez más y mejor iluminadas.

La vida monástica cisterciense


La Ruta del Cister
La Regla principal de San Benito es: Ora et labora

Los cistercienses fueron monjes que renegaban de la vida “disoluta” y “lujosa” de los cenobios benedictinos del siglo XI y se aferraban a los inicios de la Regla principal difundida por San Benito: Ora et labora (oración y cultivo de la tierra). Había una necesidad de regresar a la austeridad, tanto en la vida monacal como en la arquitectura. Los principios “minimalistas” de la orden monacal alcanzarían hasta el campo de la construcción ¡ríete de la Escuela de la Bauhaus!

La Ruta del Cister
La sala capitular de los monasterios cistercienses se utilizaba para las reuniones monacales con el abad

Ramon Berenguer IV, Conde de Barcelona, vio en la construcción de los monasterios una oportunidad para subrayar que aquellas tierras ya no eran de los sarracenos. En el año 1153 la orden cisterciense tenía 350 abadías, alcanzando su máximo apogeo con la posesión de un total de 740 monasterios. En la actualidad, en los pocos monasterios que aún hay habitados, aún se celebra la Liturgia de las Horas, como hace cientos de años lo hacían los cistercienses. A las 6 de la mañana toca maitines, a las 8 laudes, a la 13 sexta, a las 15:45 nona, a las 19:30 vísperas y a las 21:15 completas. El horario de misa es a las 8:30 los días laborales y a las 11 los días festivos.

Más información: Existe una entrada conjunta para visitar los 3 monasterios de La Ruta del Cister que cuesta 15 € (tarifa actualizada en 2020) y tienes un año de plazo para utilizarla. Web: La Ruta del Cister.

Si buscas un alojamiento rural te recomiendo dormir en la Casa Rural El Clos de Conesa.

Real Monasterio de Santa María de Vallbona: el Cister en femenino

El Monasterio de Vallbona de les Monges fue el monasterio femenino cisterciense más importante de Catalunya

El Monasterio de Vallbona de les Monges es el único monasterio de La Ruta del Cister que está habitado aún por monjas. Fue el monasterio femenino cisterciense más importante de Catalunya. Fundado en el año 1171, las doncellas de la aristocracia catalana se “escondían” entre sus muros para escapar de un futuro subyugado al matrimonio concertado. Una ley obligó a que los monasterios femeninos estuvieran cerca de las poblaciones y las monjas tuvieron que donar parte de sus tierras para que se instalaran nuevos vecinos. Así se fundó Vallbona de les Monges, es por ese motivo que el Monasterio de Vallbona se encuentra dentro de la población.

sarcófagos
En las paredes exteriores de Santa María de Vallbona de les Monges pueden verse sarcófagos y detalles esculpidos

Antes de entrar en este mundo de devoción y paz espiritual, vamos a ver en el muro exterior de la iglesia varios sarcófagos de piedra. Dicen que pertenecen a las damas que protegían el monasterio. Es algo poco habitual y que no encontraremos en los otros monasterios de La Ruta del Cister. En realidad, la plaza actual que podemos ver, se abrió en el siglo XX sobre lo que antiguamente era el cementerio, del que se han conservado varios sarcófagos. La portada románica que puede verse es del siglo XIII y luce un tímpano esculpido con la imagen de la Virgen protegida por dos ángeles.

Iglesia
El campanario de Vallbona de les Monges es una extraordinaria obra de la arquitectura medieval

La iglesia que podemos contemplar desde la plaza es un edificio del siglo XII del que destaca el campanario gótico. Este gran cimborrio octogonal data del siglo XIV y está acabado con una delicada decoración de formas puntiagudas. Tomamos la calle que rodea la iglesia a mano derecha y llegamos a la puerta de acceso del cenobio fechada en el siglo XVIII. Aquí tendremos que esperar la visita guiada que cada hora conduce a un pequeño grupo de visitantes al interior.

claustro
El claustro de Vallbona de les Monges muestra los estilos decorativos de cuatro siglos

Cuando entremos al Monasterio de Santa María de Vallbona, nuestros pasos deben dirigirse al hermoso y delicado claustro. Su forma trapezoidal muestra un estilo diferente en cada uno de sus lados. El primero que encontramos es el neorrománico con elementos renacentistas del siglo XV. A mano derecha se extienden los dos lados del claustro románico, donde se conservan capiteles del siglo XII y XIII. Finalmente en el lado norte se encuentra la construcción gótica del siglo XIV, junto a la puerta de acceso a la iglesia y a la sala capitular. Cada capitel de este claustro presenta un diseño distinto, atrapando enseguida el objetivo de nuestras cámaras. En el espacio exterior se conserva un bonito pozo rodeado de vegetación y árboles.

Sala Capitular
En la Sala Capitular verás el escudo de la familia Caldés (3 calderos de oro) cuyas mujeres fueron abadesas del monasterio

A través del claustro del Monasterio de Santa María de Vallbona podemos acceder a varias dependencias como: la cocina, el refectorio, la despensa y la Sala Capitular del siglo XIV. Al igual que en el Real Monasterio de Santes Creus, la Sala Capitular muestra varias lápidas en el suelo. En este caso pertenecen a distintas abadesas que vivieron aquí, desde el siglo XIII hasta el siglo XX. Otro detalle que destaca en el Monasterio de Vallbona, y que no se encuentran habitualmente en tan buen estado, son las vidrieras que cubren la mayoría de las ventanas. Vas a ver vitrales en muchos rincones y son una verdadera preciosidad.

Iglesia abacial
La Iglesia de Vallbona de les Monges ha vivido 800 años de presencia monástica ininterrumpida

El interior de la iglesia abacial del Monasterio de Santa María de Vallbona, es de planta de cruz latina de una sola nave, donde se puede percibir que la luz juega con la piedra. Es un magnífico ejemplo de estilo románico tardío de los siglos XII y XIII en transición al gótico, donde es posible encontrar algunos restos de pintura decorativa. Destacan el cimborrio del campanario y el cimborrio-linterna situado en el crucero, así como la Capilla del Corpus Christi del siglo XIV que luce unos destacados relieves de estilo gótico.

Violant de Hungría
Sepulcro real de la Reina Violant de Hungría

En el Altar se conservan los sencillos sepulcros del siglo XIII de Sancha de Aragón frente al de su madre la Reina Violant de Hungría (esposa de Jaume I, el Conquistador). Estos sepulcros reales se alejan de la opulencia de los que encontramos en los otros dos monasterios de La Ruta del Cister. En una de las capillas situadas a la derecha se encuentra el sepulcro del siglo XIII de los señores de Guimerà; formado por la pareja Ferrer Alemany de Toralla y su mujer Beatriz de Guimerà. A la salida de la iglesia podemos visitar la Capilla de Sant Cristòfol y la Capilla de la Mare de Déu del Claustre.

Más información: Real Monasterio de Santa María de VallbonaDirección: Carrer Major s/n, 25268 Vallbona de les Monges, Urgell. Teléfono: 973 330 266. Horario: De martes a domingo de 10:30 a 13:30 h. y de 16 a 18 h. Cerrado los lunes no festivos, el 25 y 26 de diciembre y el 1 y 6 de enero. Duración de la visita guiada: 45 minutos. Existe una entrada conjunta para visitar los 3 monasterios de La Ruta del Cister: cuesta 15y tienes un año de plazo para utilizarla. Es posible alojarse en el monasterio. Web: Monasterio de Santa María de Vallbona. (Datos actualizados en 2020).

Si quieres recorrer a pie o BTT los 104 km de la Ruta de los Reales Monasterios de Catalunya sigue las indicaciones del GR 175.

El conjunto románico de La Vall de Boí

La Vall de Boí se encuentra en la comarca leridana de la Alta Ribagorça donde la naturaleza ha sido generosa en desplegar su belleza. Extendidos por un extenso paraje de montañas y bosques, durante los siglos XI, XII y XIII se construyeron importantes y numerosos templos religiosos que dieron paso a una variada actividad constructora y artística.

Vall de Boí
Iglesia de Santa María de Cardet

El promotor de la idea fue el señor de Erill, un vasallo de los Condes de Pallars relacionado con la antigua sede episcopal de Roda de Isábena, que como demostración de poder y gracias a un viaje a Roma, quiso adquirir prestigio social, invirtiendo sus botines de guerra en la construcción de estas iglesias. No es de extrañar que su estilo constructivo nos acerque a la influencia del norte de Italia, al románico lombardo. Donde la sencillez destaca en el trabajo de las piedras, en los sillares de granito o en las columnas que separan las naves.

Vall de Boí
Ermita de Sant Quirc de Durro

Hasta el valle llegaron numerosos picapedreros, pintores y artesanos que con sus manos, arte y magia cincelaron, esculpieron, pintaron y decoraron un total de ocho iglesias y una ermita. Convirtieron a este conjunto, sin saberlo, en uno de los más importantes de Europa, gracias a su estilo arquitectónico, homogeneidad, estado de conservación y excepcional valor. Algunas características destacables y que se repiten en las iglesias de la Vall de Boí son: las cubiertas de madera, las bóvedas de cañón, así como los pórticos cubiertos, adosados a la fachada y que protegían la entrada de la iglesia a pesar de las aberturas en los extremos.

La Vall de Boí
Iglesia de la Assumpció de Cóll

Conocer el origen del románico catalán pasa inevitablemente por conocer los tesoros del interior de: la Iglesia de Sant Climent de Taüll, la Iglesia de Santa María de Taüll, la Iglesia de Sant Joan de Boí, la Iglesia de Santa Eulàlia de Erill la Vall, la Iglesia de Sant Feliu de Barruera, la Iglesia de La Nativitat de Durro, la Ermita de Sant Quirc de Durro, la Iglesia de Santa María de Cardet y la Iglesia de la Assumpció de Cóll (en los enlaces tenéis vídeos de todas ellas). 

La Vall de Boí
Iglesia de Sant Joan de Boí

No hay que perderse la majestuosidad de las torres-campanario que lucen esbeltas y que cumplían una importante función de vigilancia del territorio y también de comunicación. Algunas de las torres de planta cuadrada conservan en sus fachadas sencillas decoraciones de frisos de dientes de sierra, bandas lombardas (lesenas) y arcos ciegos que dibujan rítmicamente el exterior de las paredes, ábsides y los campanarios.

La Vall de Boí
Iglesia de Sant Climent de Taüll

Merece la pena hacer una ruta por la Vall de Boí y por sus poblaciones: Cóll, Cardet, Barruera, Durro, Erill la Vall, Boí y Taüll, ya que conservan muchos elementos de su trazado medieval y bonitos ejemplos de la arquitectura característica de la zona (casas de piedra con tejados de pizarra decoradas con vigas, ventanas y balcones en madera). Contemplar las pinturas murales que cubren las paredes del interior de las iglesias (aunque la mayoría de las que se pueden ver son copias) en el lugar original, añaden un valor extra a la visita. Las pinturas románicas originales pueden verse en el Museu Nacional d’Art de Catalunya (MNAC) en Barcelona. No hay que olvidar que en el momento en que se decoraron estas iglesias, fue una época de oscuridad, analfabetismo y miedo a Dios. Es increíble entender la función original por las que fueron creadas estas pinturas: para revelar los valores espirituales en la sociedad medieval.

La Vall de Boí
Iglesia de La Nativitat de Durro

Personalmente los elementos que más me sorprendieron fueron: las cerraduras con cabeza de bovino (Boí) de la Iglesia de La Nativitat de Durro y la Iglesia de la Assumpció de Cóll, así como las tallas de madera del descendimiento de la cruz, de finales del siglo XII, de la Iglesia de Santa Eulàlia de Erill la Vall. La escena representa el momento en que José de Arimatea y Nicodemo bajan a Jesús de la Cruz, después de su muerte. A la izquierda se observa la figura de San Dimas, el Buen Ladrón que está mirando a Jesús, junto a la Virgen María. A la derecha se encuentran San Juan que sostiene un evangelio y a Gestas, el Mal Ladrón que saca la lengua y se burla de Cristo.

El conjunto románico de la Vall de Boí fue declarado Patrimonio Mundial de la Humanidad por la UNESCO el 30 de noviembre del año 2000.

Mujeres del Mundo a través del tabaco y la cerveza


La mujer a través de los tiempos ha sido protagonista de su propio espacio, más o menos amplio. En la actualidad, las diferentes religiones, nacionalidades y etnias, siguen delimitando ese espacio de la mujer, que se abre afortunadamente y en contadas ocasiones, a la mirada curiosa de los viajeros que se asoman a la pequeña ventana de la cotidianidad alejada de su hogar.

El tabaco y la mujer

Tras más de 156.000 kilómetros recorridos en treinta y cinco países, creo firmemente que existen lazos que unen a la figura de la mujer aunque éstas no se conozcan entre sí. Empezaré mi historia con una antigua costumbre popular del los pueblos de la Vall de Boí (Lleida). Existía un célebre baile donde las mujeres sacaban a bailar a los hombres. Las solteras salían a bailar a la Plaza Mayor fumando unas pipas construidas con barro y provistas de largas boquillas de caña. Las mujeres se paseaban presumiendo por todo el cercado del baile, fumando su propia pipa. Me las imagino vestidas como antaño, con largas faldas y alguna que otra enagua delicadamente bordada, con un par de alpargatas desgastadas y una camisa blanca apedazada y mil veces cosida. Ropajes que se ensanchaban y se ceñían con el pasar de los años y al pasar de mano en mano. 

Cuando el paseo se daba por terminado y la mujer decidía buscar una pareja para bailar, se colgaban la pipa de un corchete del jubón y se dirigía al hombre escogido al que le ofrecían un pañuelo. Si se lo quedaba era señal que la tomaba como pareja de baile y si lo rehusaba, la mujer volvía a fumar su pipa y a deambular por el baile para hacer una nueva elección de pareja. ¿Quién dijo que nos debemos conformar con un no por respuesta?

Ah! pero si el hombre aceptaba bailar, la mujer compartía su pipa con él y le dejaba fumar unas cuantas pipadas. Este singular “intercambio de saliva” tiene una gran similitud con la costumbre de algunos pueblos franceses, que sellaban el matrimonio antiguamente, escupiéndose ambos prometidos a la boca. ¿Y qué me decís del ofrecimiento de la pipa? ¿no os parece similar al gesto de hospitalidad, de amistad y confianza, que practicaban algunos pueblos de Oriente o los antiguos indios americanos?

El tipo de pipa -construida en barro y con una larga boquilla de caña- me recuerda a las pipas que utilizan actualmente los obreros de las plantaciones de palmeras datileras en Túnez. En ellas fuman un peculiar tabaco “de palmera” que por contra, es infumable para los occidentales, doy fe de ello. Al ritual de fumar esta pipa se le añade un buen trago de una bebida alcohólica fabricada con dátiles, por otra parte deliciosa, también doy cuenta de ello y os la recomiendo probar. Los hombres dejan “macerar” la bebida, que con el calor de las horas va cogiendo graduación alcohólica.

La cerveza y la mujer


Las bebidas artesanales suelen ser frecuentes en países como Perú, Mali o Burkina Faso, de la fabricación de la cerveza se encargan las mujeres. A menudo las mujeres en Sudamérica, Asia y África son el motor de la economía familiar: cocinan, limpian, tejen, cuidan de los niños y ancianos, del ganado, y si les sobra tiempo elaboran cerveza de mijo o de maíz.

El espacio que ocupa la mujer es infinito y para algunos hombres, lo es todo, pero ¿saben las mujeres quechuas de su parecido con la mujer bambara?. Ambas realizan cerveza artesanal en sus casas, la fermentan con saliva, así que si algún día os ofrecen probarla, tenedlo en cuenta. Cocción al fuego de leña, algún que otro cribaje y la cerveza ya está lista para consumir.

Descubre la Iglesia Parroquial de l’Assumpció de Cóll


La población de Cóll se alza a 1.271 metros de altura en la Vall de Boí. En 2001 tenía empadronados a 28 habitantes y actualmente ha alcanzado la cifra de 35, esto da una idea de la calma y el sosiego que se respira en esta pequeña aldea de la provincia de Lleida.

La Iglesia Parroquial de l’Assumpció de Cóll fue construida entre los siglos XI y XII, se encuentra en “las afueras” del núcleo de casas, pero aquí, esta palabra adquiere un nuevo significado de reducidas dimensiones. Un estrecho sendero hecho, me imagino, por antiguos agricultores y algún antepasado de la población actual, nos aleja de la parte más parecida al centro urbano.

Bordeando el camino unas pequeñas flores amarillas, muy olorosas, invaden el ambiente con una fragancia penetrante entre curry y Oporto añejo, se trata de matas de helicriso. En época romana, eran utilizadas hervidas con vino, para facilitar la micción y para combatir los estados de nerviosismo. Quizás por eso, las afueras de Cóll quedan tan “lejanas”, porque el tiempo se ralentiza a medida que respiramos esta hierba balsámica. En época medieval las doncellas hacían guirnaldas con estas flores y envolvían sus vestimentas para protegerlas de la polilla, otra manera de luchar contra el paso del tiempo.

Y así, reconocemos a Cóll como la dama del reloj de arena, ya que llegamos hasta la puerta de la iglesia parroquial sin darnos cuenta. En un lateral se encuentra el cementerio, las cruces de piedra se mezclan con otras fabricadas en hierro forjado. Las fechas de las tumbas se enlazan con los nombres de una misma familia y el camposanto se convierte en un árbol genealógico eterno.

Alzando la vista se descubre un robusto campanario, una torre de planta cuadrada de dos pisos de alto, de estilo gótico y con una diminuta campanilla en el tejado.

Traspasar la puerta del templo no es cosa fácil, ya no podemos culpar al pobre elicriso de tanta lentitud, si no de la maravillosa puerta que tenemos delante. Como en otras iglesias de este valle, custodiando la entrada a la iglesia, encontramos un espectacular cerrojo medieval. Está realizado en hierro forjado y acabado en forma de cabeza de animal, quizás una res o un pequeño buey en memoria del antiguo Vallis Bovinus, nombre latín del que proviene Vall de Boí.

Si la abstracción por el cerrojo nos deja levantar la cabeza, veremos la totalidad de la portada decorada con un doble juego de columnas y capiteles, esculpidos unos por un friso ajedrezado y otros, por adornos vegetales y motivos animales monstruosos, éstos presentan una feroz batalla entre hombres y bestias que altera la paz de la piedra. En lo alto de la puerta destaca el bajorrelieve de un crismón; el símbolo de Jesucristo formado por la cruz y el monograma de Cristo, está compuesto por las dos primeras letras entrelazadas de este nombre en griego, con un precioso marco muy trabajado en forma de cenefa.

En el interior de la iglesia de una sola nave cubierta por una bóveda de cañón, se conservan todavía tres pilas románicas: una pila bautismal, una pila utilizada para el agua bendita y otra pila para el aceite. A ambos lados de la entrada delicados altares de madera acogen estatuas de diversas épocas y estilos. El Altar Mayor austero y rudo se sitúa -nunca mejor dicho- en bloque, con el único adorno de un Cristo crucificado de madera.

En el exterior, la decoración escultórica se basa en arcos ciegos que resiguen la parte superior de todo el perímetro de la iglesia.

Y con esa sinuosidad de arcos, dejamos esta joya del arte románico catalán que hay que descubrir.



Sigue tu ruta por la Vall de Boí y descubre poblaciones encantadoras como Taüll o Boí con algunas de las iglesias románicas declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

Aventura a cualquier edad en Llavorsí


La primera vez que pisé Llavorsí (Pallars Sobirà, Lleida), era una intrépida veinteañera dispuesta a probar aquello de lo que todo el mundo hablaba: ¡los deportes de aventura!. La verdad es que, ha llovido mucho desde el verano de 1992, pero aún las recuerdo como una de mis mejores vacaciones. Me alegra saber que Yeti Emotions, la empresa que nos organizó una de las actividades más apasionantes de aquel verano, aún sigue vigente. Ya por entonces uno podía bajar el río Noguera Pallaresa en canoa, rafting o hidrospeed, hacer descenso de barrancos, escalada, puenting o senderismo, volar en globo, montar a caballo o alquilar bicicletas de montaña. Actividades que no dejaban aliento al aburrimiento y que a mi parecer, no tienen edad. A mis cuarenta he hecho parapente, he bajado a explorar una cueva subterránea en Tarragona y sigo interesada en realizar todo tipo de experiencias deportivas si la oportunidad lo merece.

Pero volvamos a qué se puede hacer en Llavorsí, esta vez para los menos intrépidos. Una de las actividades recomendables es recorrer a caballo los bosques, ríos y pueblos de esta zona. En algunos lugares no llegan los vehículos y la equitación aunque sea de fin de semana, te da la oportunidad de conocer lugares idílicos. Es una experiencia fascinante si os gusta admirar el paisaje, ya que permite entrar en contacto con la naturaleza, a lomos de un bello animal que no necesita que seamos un experto jinete.

Adentrarse en las aguas de un río, no es cosa de niños, sea cual sea el “vehículo” elegido para hacerlo, en las empresas que promocionan el turismo de aventura lo tienen claro: primero hay que ofrecer unas técnicas de navegación previas, aprendidas en la “base de operaciones”, saber cómo hay que llevar los remos, cómo salir a flote si volcamos, cómo nadar a contracorriente, seguridad ante todo. Ponerse en manos expertas se nota en las clases preparatorias para hacer kayak, Bus-Bob, hidrospeed o rafting. Ante la duda: ¡preguntad!

Si tu corazón resiste y el tema de vértigo lo dominas, tu sitio sin duda está en el aire. Arnés y cuerdas te protegen de un salto desde 20 o 25 metros de altura, pero en definitiva quien salta del puente eres tú y una mezcla de valentía y locura. Si lo de las alturas te va pero eres amante de los paisajes, una de las maneras más originales de ver la belleza de una comarca, es disfrutando de un paseo en globo o volando en parapente.

También existe la opción de mimetizarte con la naturaleza practicando escalada y descenso de barrancos, ya verás como todo tu cuerpo se hace uno con la montaña, cuando notes que estás encaramado con la punta de tus dedos y viendo el vacío. Suerte de los arneses y mosquetones ¿eh?

Sin duda un amplio abanico de posibilidades y actividades para descubrir el Noguera Pallaresa, considerado uno de los mejores ríos de aguas bravas de Europa. La mejor época es la del deshielo, desde mayo hasta junio, cuando el río aumenta de caudal y fuerza. Fuera del agua, el paisaje y el entorno no tienen período ni estación ya que se pueden disfrutar en cualquier época del año. En invierno los deportes de nieve toman protagonismo: raquetas de nieve, esquí alpino o el entrañable mushing: los trineos tirados por perros, que son una delicia para todos, sobretodo para los que conservamos un poco del alma de nuestra infancia.

Dentro y fuera del agua, por tierra o por aire, el Pallars Sobirà es un excelente lugar para vivir nuevas experiencias o volver a experimentarlas. ¡Visita Lleida

Ermita de la Mare de Déu de la Roca (Escart)


Escart es un municipio de la comarca del Pallars Sobirà (Lleida), situado a 3 kilómetros de Escaló y a 1.230 metros de altitud. Sus habitantes son conocidos con el nombre de Esbalçatossinos.

Bordeando a mano derecha la Iglesia de Sant Martí de Escart, parte un pequeño sendero plagado de flores que lleva hasta nuestro destino de hoy. En la lejanía, en dirección este, se vislumbra una construcción encaramada en la roca, se trata de la Ermita de la Mare de Déu de la Roca; un pequeño templo situado en un lugar místico y espectacular ¡excavado en la roca de un peñasco!.

La ruta, de apenas un kilómetro, es posible recorrerla tranquilamente en media hora. El minúsculo sendero, con escaso desnivel de poco más de cien metros, serpentea entre espectaculares acantilados que no son aptos para personas que padecen vértigo o los más pequeños de la casa.

Mariposas y saltamontes compiten con nuestras botas por llegar primeros a la ermita. La estrecha senda mide poco más de cuarenta centímetros de anchura y aunque el camino no entraña dificultad, si que requiere atención en dónde se ponen los pies y es necesario llevar un calzado adecuado. ¡Un pie detrás del otro y sin perder el equilibrio! Tramos de piedras con otros cubiertos de hierba serán interrumpidos por diminutos saltos de agua de las montañas.

Son muchos los sonidos que acompañan el trayecto; a pesar de no verlos, se oyen relinchar a la manadas de caballos que recorren los abundantes pastos de la zona. El pequeño riachuelo de Escart que nace y recorre todo el término, acabará con sus estrepitosas aguas junto a las del Noguera Pallaresa en la proximidad de Escaló. Mientras numerosos trinos de diferentes pájaros nos transporta al ambiente campestre del cuento de Blancanieves.

Cuando el paso se vuelva seguro y el terreno lo permita, contemplad el paisaje: picos elevados recubiertos de pinos y abetos con espacio suficiente para pastos, un manto aterciopelado con árboles de diferente tonalidad verdosa que se asemeja a una alfombra intermitente de hierba verde y coloridas plantas. No es de extrañar que desde tiempos inmemoriales aquí se haya cultivado desde cereales; como son el trigo, centeno o cebada, hasta legumbres, hortalizas o patatas. La caza también es abundante en perdices y liebres.

Llegado a los pies de la alta escalera -por suerte con barandilla- podemos contemplar en todo su esplendor este pintoresco lugar donde se encuentra ubicada la Ermita de la Mare de Déu de la Roca: en la vertiente de una escarpada peña que en otro tiempo albergó el Castillo de Sant Just d´Escart.

La ermita era conocida con el nombre de la Virgen de la Boca (o de la Peña) y está construida aprovechando el saliente rocoso. Ya existía en el siglo XI según algunos textos conservados y resistió al igual que la villa de Escart a la invasión musulmana de la época. Difícilmente se entiende el motivo de construir esta ermita en semejante lugar: un peligroso despeñadero, pero aún es más extraño pensar en el interés de los musulmanes por este lugar ubicado en medio de inaccesibles montañas. El edificio actual, a manera de cueva, fue construido entre 1707 y 1748. Conserva una espadaña de un sólo ojo y una estrecha ventana rectangular en el muro de entrada.

El 8 de septiembre se celebra el Aplec de la Mare de Déu de la Roca, un buen momento para visitar su interior que permanece cerrado la mayor parte del año. Un pequeño banco de piedra situado en un lado de la entrada, cobijado por la pared del saliente rocoso, sirve para retomar fuerzas y deleitarse con las vistas de “lo Bosc Negre” y de Escart.

Boí: rodeado de montañas y cubierto de pasto

Boí es un pequeño pueblo atiborrado de calles con encanto, que da nombre al Valle de Boí, un valle que ya en la Edad Media estaba plagado de bovinos. Túneles, puentes y pasadizos hacen del paseo por la población, una aventura. Hay rincones de extraordinaria belleza tanto pequeños balcones cuajados de flores, como paisajes de montaña con reflejos de luz solar tamizada por las nubes. 



Hay facilidades de aparcamiento, lo que se agradece, ya que las alturas, invitan al paseo a pie aletargado, dando pequeños pasos y parándose a contemplar cada piedra, cada esquina, y respirar. Sí, respirar, porque así lo recomienda el paisaje que nos rodea. Las montañas se vuelven a cubrir de una espesa alfombra de árboles. Las casas se encaraman sobre riscos y vertientes y volvemos a disfrutar de esa rica arquitectura de montaña, elaborada con piedra del entorno, tejados de losas de pizarra negra como el carbón, tejados bien inclinaditos para que la nieve no se acumule, en los fríos meses de invierno que están por llegar. Los porches, puertas y ventanas, se cubren de madera de color miel y se engalana por doquier con macetas de flores rojas.


Por nuestro deambular, descubriremos el olor de ganado de un establo cercano, un antiguo abrevadero adosado a una fuente, aún en uso. Puertas desvencijadas junto a otras recién barnizadas, contraventanas con detalles de hierro y escaleras de piedra. Casas que siguen una antigua tradición y cuelgan bajo los aleros de sus tejados, una enorme flor, la flor del cardo silvestre, secada por el paso del tiempo. La flor protege de los malos espíritus, y me complace enterarme una vez que llego a casa, que esta misma tradición se realiza en poblaciones de Navarra y que forma parte como elemento protector en la cultura pastoril vasca con el nombre de Eguzkilore o Flor del Sol.


Boí atesora una de las iglesias declaradas Patrimonio Mundial de la Humanidad por la UNESCO, el 30 de noviembre del año 2000, la Iglesia Parroquial de Sant Joan de Boí. Es la iglesia más antigua del conjunto del Valle de Boí y la que conserva un mayor número de elementos arquitectónicos del primer momento constructivo que se produce en el valle en el siglo XI. Destaca el conjunto de pinturas murales del primer cuarto del siglo XII, que se encontraron decorando el interior de las naves. 


Taüll: entre empinadas calles y ancianas paseando

Taüll es la población que presume de tener, dos de los ejemplos más bellos del famoso conjunto románico, ubicado en el Valle de Boí: la Iglesia de Sant Climent y la de Santa María de Taüll, en Lleida.


Sant Climent de Taüll está ubicada a la entrada del pueblo, rodeada de montañas con frondoso manto verde, Santa María está ubicada en la plaza central de Taüll, envuelta por la población que mira curiosa a los caminantes que llegan hasta aquí. Entre una iglesia y otra, las calles son empinadas y se esparcen en un rústico laberinto.


Las casas aquí tienen una arquitectura característica, de alta montaña, no sólo típicas del Pirineo, incluso algunas recuerdan con un gracioso guiño a las ubicadas en el Tirol austríaco. Todas estas casas son una maravilla para la vista y su colorido se complementa con el entorno de una manera muy hermosa.


Los tejados aquí son negros, construidos con losas de brillante pizarra, las variadas tonalidades del color de la piedra de sus paredes, contrasta con los elementos decorativos en madera de suaves tonalidades miel, de puertas y contraventanas. Algunos vecinos engalanan sus balcones y ventanas con jardineras de coloridas flores, como complemento a este variado calidoscopio natural. Por todo ello y por la tranquilidad del silencio palpable, se hace imprescindible un recorrido por las calles de Taüll.



Además de la Iglesia de Sant Climent y de Santa María de Taüll, es posible visitar también, los restos de la Iglesia de Sant Martín y la Capilla de Sant Quirze de época románica, mientras disfrutáis con los hogares que os trasladarán con la imaginación, al pasado.

Si quieres descubrir el conjunto románico de La Vall de Boí te invito a seguir leyendo clicando en el enlace.

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